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Amor Y Terror En El Espacio

Amor Y Terror En El Espacio

Status: En proceso
Genre:Acción / Reencuentro / Pareja destinada / Apocalipsis
Popularitas:617
Nilai: 5
nombre de autor: Edgar Romero

Amor, peligro, acción, romance, traiciones y mentiras se suscitan en la vida de dos astronautas cuya misión es salvar al mundo. Un grave peligro acecha a la humanidad: una estación espacial abandonada y sin control corre el riesgo de caer sobre la Tierra y su efecto será devastador tanto como el meteorito que acabó con los dinosaurios. La única manera de salvar al mundo es llegar a esa nave, manejarla y sacarla de la órbita terrestre. Los únicos astronautas que podrían lograr la hazaña y evitar la hecatombe son Nancy y Mike, ambos eran pareja pero ahora están enfrentados y se odian. Un complot, además, de uno de los jefes amenaza a la misión y lo peor de todo es que ambos astronautas deberán enfrentar una lluvia de meteoritos que bombardea a la estación espacial abandonada haciendo que el peligro sobre el planea sea aún mayor. ¿Podrán los dos superar sus diferencias y conseguir salvar a la humanidad de la extinción? No solo eso. Alarmados y aterrados por el inminente fin del mundo, todo el personal de la administración espacial en la Tierra abandonan sus puestos y tan solo quedan unos cuantos científicos que deberán dirigir las maniobras para que Nancy y Mike consigan llegar sanos a salvo a la estación espacial, viviendo toda clase de historias románticas, de odios, envidias y celos. Una novela actual y de mucho suspenso, "Amor y terror en el espacio", experimenta suspenso, romance y humor, todo lo que al lector apasiona.

NovelToon tiene autorización de Edgar Romero para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 23

   Dimitar tenía otra noticia. -Hay un nuevo sismo de gran intensidad en la Tierra, Nancy-, se alteró.

  Era cierto. En el sismógrafo que nos instaló Zhevok, confirmaba un formidable remezón en África. -¿Qué truenos está pasando, Dimitar?-, me angustié. Nada tenía lógica y había una seguidilla de sucesos anormales asolando el planeta.

  -Cayó otra pieza del Investigator y golpeó el corazón de África, haciendo un cráter enorme y provocando un gran sismo que arrasó con varias ciudades-, me detalló Dimitar también incrédulo y desconcertado.

  -¿Por qué no sacan esa cosa del espacio?-, protesté refiriéndome al Investigator.

  -No sé, Hellström no me dice nada-, se quejó Dimitar.

-¿Te has comunicado con Ferguson?-, seguía yo fastidiada.

  -No, no he hablado con él, imagino que estará muy furioso con Hellström-, especuló Zhekov.

  Mike desafiaba las rocas. Las primeras piedras empezaron a surcar cerca del Navigator. Su horrible zumbido era igual a una horripilante fanfarria de muerte. Como ya les dije, el mínimo roce de unos de esos meteoritos, aparte de provocar graves daños a la nave,  nos lanzaría fuera de la órbita de la Tierra y ya no tendríamos ninguna opción de sobrevivir.

  -¿Cuánto te falta, Mike?-, me aterré.

  -Esto está complicado, Nancy, las palancas están soldadas, pareces pegadas con goma ja ja ja-, quiso él ser distendido en un momento tan dramático.

  -Tú apúrate-, me puse aún más furiosa.

  -Yo tengo un amigo que decidió hacerse forense porque quería estudiar el Mar Muerto ja ja ja-, siguió Mike  haciendo sus bromas tontas.

  -¡¡¡Concéntrate en lo que haces!!!-, me molesté. Mike y Dimitar estallaron en risas. Vaya, al menos esos dos hombres coincidían en algo más, además de estar enamorados de mí je je je.

  Una roca pasó  a poquísima distancia de Mike y rozó la nave. -Esa estuvo cerca-, no perdía su buen humor, Mike.

  Y fue que vi en el radar una gran roca,  del tamaño de un carro, acercándose en forma rauda, a toda velocidad, justo hasta donde estaba el Navigator. -Malaya-, refunfuñé golpeando el tablero de mando.

   -¿Qué ocurre-, se sorprendió Mike.

  -Una gran roca nos va a caer encima-, arrugué mi naricita.

  -¿En cuánto tiempo?-, recién se preocupó Mike.

  -Una hora, quizás menos-, sentí erizar mis pelos y envolverme en piel de gallina. Mi corazón comenzó a bombear de prisa.

  -Rayos, truenos y centellas-,  Mike ésta vez supo que esos meteoritos no eran cosa de juego.

   Fueron minutos interminables, larguísimos, estirándose como elástico. Yo me rascaba con furia los pelos, crujía los huesos de mis manos, golpeaba febril mis rodillas, temblaba y había un aserradero prendido dentro de mi cráneo, cortando madera, estrujando mis sesos, martillando mi paciencia, sumiéndome en el pánico. En el radar la gran roca aquella seguía acercándose amenazante igual a un búfalo furioso, lanzando bufidos y echando humo de las narices.

  Al fin se comunicó Mike. -Listo, preciosa, abre la escotilla-, me dijo. Apurada, fui dando tumbos, hacia los controles e inicié, de inmediato, a remolcar el cable de él, para traerlo de vuelta a la nave. Luego procedí a permitir el ingreso de Mike.

   -¡¡¡Corre y saca la nave de aquí!!!  ¡¡¡Ya casi no tenemos tiempo!!!-, me ordenó él a gritos. Volví de inmediato al panel de control y activé los botones para mover la estación de la órbita en la habíamos permanecido por mucho tiempo.

  -¡¡¡Allí viene la roca!!!-, gritaba aterrado Mike. Se sacó como pudo el uniforme y el casco y fue, también, a toda prisa al panel de control.

   -No tenemos velocidad-, estaba yo alterada.

  -Los turbos, los turbos-, me ordenó Mike.

  Disparé los turbos y al fin el Navigator pudo moverse, aunque pesadamente y bastante lerda, como si estuviera despertando de un largo y pesado sueño. -Muévete, muévete-, le imploraba yo, activando los turbos.

   La nave empezó a surcar el espacio, alejándose de la zona de peligro, en el preciso instante que ¡zum! pasó la gran roca, remeciendo y sacudiendo al Navigator, tanto que tuvimos que sujetarnos a los asientos.

  -¡¡¡Qué cerca pasó esa cosa!!!-, estaba asombrado Mike, boquiabierto y empalidecido.

  Si ese gran meteorito se estrellaba con nosotros hubiera sido el fin. El Navigator hubiera estallado en pedazos.

  -¿Todo bien?-, estaba muy preocupado, Dimitar.

  -Sí, reí, nos salvamos por un pelito-

  -Eso te pasa por tener tus cabellos tan lindos-, volvió a insinuarse Dimitar, desatando por enésima vez, los celos de Mike.

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Elizabeth Sánchez Herrera
más ➕ capítulos
Edgar Romero: Más episodios, Elizabeth. ¡¡¡Gracias por tu apoyo!!!
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