La dulce y amable Mia ve su vida trastocada luego una tragedia familiar, la adolescente tendrá que encontrar la manera de convivir con los hijos de su tutora. Y tendrá que tomar una difícil decisión.
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Capítulo 24
El miércoles también pasó, sin muchas sorpresas, solo mucho trabajo, ¡realmente!
En plena jueves estoy aquí, sentada en una de las sillas del aula, con sudores fríos de nervios, frente a un examen de ciencias naturales para el cual no tuve tiempo de estudiar.
Bryan- ¿Mimi?
Escucho, pero finjo que no.
Bryan- ¡Mimi!
Él lo dice un poco más alto esta vez, lo que me hace mover la cabeza para no tener que abrir la boca y responderle.
Bryan- ¿Qué anotaste en la cuestión 17?
Mia- Ni siquiera he llegado ahí, Bryan, cállate.
Digo apretando los dientes y él se acomoda de inmediato en su silla.
Las horas fueron pasándose lentamente, pero gracias a los cielos, la hora de la pausa llegó. Me levanto y junto con los chicos sigo hacia la cantina, pero en el camino mi vejiga recuerda que necesita ser vaciada y rápidamente me dirijo al baño. Después de unos breves minutos dentro de una de las cabinas del baño, justo cuando estoy a punto de abrir la puerta para salir, escucho voces, voces que mencionan mi nombre.
Jhen- ¡Ay, no soporto a esa chica!
Bianca- ¿Quién?
Dice una de las chicas, curiosa.
Jhen- ¿Cómo que quién? ¡Tonta, la tal Milena, solo vive colgada del cuello de los chicos!
Luíza- Ay amiga, pobrecita, debe ser para llenar el vacío que tiene dentro de ese corazón hueco, oí que perdió a sus padres y por eso vive de favor en la casa de Jhony, para no tener que vivir en la calle.
Las palabras de ellas me golpearon de una manera que no podría explicar ni aunque tuviese mil intentos. Mi corazón pesa y mis manos se enfrían, mi mente parece detenerse y, como consecuencia, no puedo controlar las lágrimas que insisten en caer. Rápidamente coloco mi mano en la boca para no ser percibida allí, pero creo que ya es demasiado tarde.
Jhen- ¿Oyeron eso?
Bianca- Mejor vayamos andando.
Y así se va el grupo de chicas maliciosas, pero el dolor de sus crueles palabras queda, y me corrompe poco a poco. Me siento desorientada y me sento allí mismo en el suelo de la cabina, cerrando los ojos y tapando los oídos, me encojo dejando que las lágrimas se apoderen de mí. Entonces escucho más y más chicas entrando y saliendo del baño y decido que es hora de salir de allí, pero mis piernas simplemente no obedecen. Solo quiero salir de allí y correr lejos, pero no puedo. En mi mente solo resuena un nombre.
Tomo mi teléfono y busco rápidamente el nombre del destinatario.
TUUUUU TUUUUUU TUUUU
En el tercer tono contesta.
Armando- ¿Milena?
Por algún motivo, mi corazón siente alivio al escuchar su voz.
Mia- Armando, d-disculpa que te llame así, de repente y a deshora, sé que debes estar ocupado...
Armando- Milena, dime rápido qué pasó.
Él dice, apurándome a hablar.
Mia- ¡Necesito de ti!
Digo con la voz entrecortada y llantos.
Armando- ¿Dónde estás?
Él pregunta apresuradamente con voz temblorosa.
Mia- En la cabina del baño femenino de la escuela.
Armando- Voy en camino.
Él dice y corta la llamada.
Y allí en el suelo me quedo. La hora del almuerzo obviamente ya había terminado y todos volvieron a sus clases, no se escuchaba ni una mosca volando en los extensos pasillos de la escuela.
Con la cabeza baja y los brazos encogidos, escucho que alguien llama mi nombre desde fuera del baño, con una voz familiar.
Armando- ¿Milena? ¿Sigues ahí?
El sonido de su voz parece darme fuerzas y finalmente consigo levantarme y desbloquear la puerta. Miro brevemente en el gran espejo de la pared y parpadeo con fuerza al ver mis ojos rojos y el rostro marcado por el camino que las muchas lágrimas habían recorrido.
Él frunce el ceño y inclina un poco la cabeza al verme, puedo ver preocupación en sus ojos.
Armando- ¿Qué pasó? ¿Por qué estabas ahí sola y llorando?
Él dice con el rostro confundido, pero mi duda parece mayor que mi deseo de contestarle ahora.
Mia- ¿Cómo entraste aquí?
Armando- Tshi, ya estudié aquí, conozco a los dueños de la escuela y además la empresa ayuda con las actividades educativas de aquí. Pero eso no importa ahora, vamos, ¡dime!
Él dice ya caminando despacio, conduciéndome a hacer lo mismo.
Ahí está, una cosa que nunca adivinaría, que StaFood era uno de los patrocinadores de Le Rosey.
Mia- ¿Podemos irnos?
Armando- Ok, pero primero tenemos que firmar un papel con la autorización para que salgas antes del horario.
Mia- ¿Pero no puede hacerlo solo Diana o Max?
Armando- Relájate, saben quién soy y mi apellido también es Staves, Milena.
Lo dice con un tono de desdén, lo que me hace encoger un poco los hombros.
Mia- Está bien, pero mi mochila todavía está en el aula.
Él suspira, aparentemente irritado con mi afirmación.
Armando- No te preocupes, yo la recojo.
Justo después de firmar el papel, dice...
Armando- Espérame en el coche, ya vuelvo.
Me entrega el mando del coche, yo solo asiento con la cabeza y me dirijo al coche que, por cierto, está estacionado en un lugar prohibido y corre riesgo de ser multado, pero lo ignoro y simplemente entro en el coche.