El Despertar De Luna: En Las Manos Del Enemigo

...|| Rachel Montemayor ||...

Me paseaba por los largos pasillos de la mansión, sintiendo cómo el eco de mis pasos resonaba en las sólidas paredes de piedra, las cuales parecían absorber cada uno de mis susurros. A mi lado, Lila, la sirvienta, me conducía con entusiasmo, compartiendo emocionadas novedades sobre lo que transcurría en el reino. No obstante, mi mente divagaba lejos de esas trivialidades, sumida en pensamientos que distaban mucho de la conversación. Cada paso resonante que daba se convertía en un recordatorio de la opulencia que me rodeaba, pero también de la inquietud que me seguía.

—Señorita, ¿le gustaría ver los jardines? Dicen que están floreciendo con las primeras luces de primavera —ofreció Lila, esbozando una sonrisa a pesar de la turbulencia que sentía en mi interior.

—Quizás más adelante, Lila —le respondí, esforzándome por enfocar mis pensamientos—. Tengo tantas cosas en las que reflexionar en este momento… Y, por favor, te agradecería que me llamaras Rachel —añadí, dirigiéndole una sonrisa amable.

Mientras seguíamos nuestro camino, un eco de pasos resonantes llegó a mis oídos, captando mi atención de inmediato. Un grupo de guardias se acercaba, avanzando con esfuerzo mientras transportaban a cuestas varias cajas y otros objetos de considerable peso. Sentí cómo mi corazón comenzaba a latir con una intensidad creciente; una combinación de curiosidad y nerviosismo me invadió al pensar en la posibilidad de que pudieran estar llevando algo de gran importancia.

Entre ellos, uno de los guardias llamó particularmente mi atención. Su altura era notable, y en su rostro se reflejaba una seriedad que no podía pasar desapercibida. A medida que se acercaba a mi posición, su paso firme y decidido parecía contener una energía latente, como si el mismo aire a su alrededor se tornara más denso por la presencia de su autoridad. Cuando finalmente se detuvo frente a mí, pude observar con claridad sus ojos; allí se mezclaban tanto la determinación como una inquietante alerta. Esa mirada intensificó mi curiosidad, despertando en mí un ligero temor ante lo desconocido.

—Señorita Rachel, tenemos un encargo especial de parte del príncipe Ethan —dijo el guardia, su tono era respetuoso, pero había un aire de urgencia en su voz.

—¿Qué encargo? —pregunté, intrigada, sin poder esconder la ansiedad que me invadía.

De manera inesperada, uno de los guardias dio un paso al frente y, con un gesto firme, ofreció una llave que relucía intensamente. Esta llave estaba decorada con elaborados grabados que destacaban su exquisita elaboración y cuidada atención al detalle, haciendo que pareciera casi un objeto de arte más que una simple herramienta.

—Esto es para usted, señorita. La habitación que el príncipe le ha cedido —explicó, inclinándose ligeramente como un gesto de cortesía.

Mis manos comenzaron a temblar en el instante en que recibí la llave, como si una poderosa corriente eléctrica recorriera cada fibra de mi ser, inundándome con una mezcla intensa de emoción y nerviosismo. Era como si el momento que había estado esperando con tanta ansia finalmente estuviera al alcance de mi mano. ¡Por fin había llegado ese día tan anhelado! Ahora, contaba con el espacio perfecto que necesitaba para poder sumergirme por completo en mi trabajo, libre de distracciones y con la oportunidad de dar rienda suelta a mi creatividad. La idea de tener un lugar propio donde poder concentrarme y dedicarme a mis proyectos me llenaba de una alegría indescriptible, mientras mis pensamientos se agolpaban en mi mente, llenos de nuevas ideas y posibilidades.

—¿Dónde está esa habitación? —pregunté, ansiosa por comenzar mis experimentos.

—En el ala este, segunda planta —indicó el guardia, señalando con un movimiento de cabeza—. Queremos asegurarnos de que esté cómoda y tenga todo lo que necesite.

Dirigí mi mirada hacia Lila, quien me observaba con una mezcla de curiosidad y sorpresa. Sus ojos brillaban con interés, como si cada detalle le resultara fascinante. Posteriormente, volví a centrar mi atención en los guardias, tratando de descifrar sus expresiones y actitudes ante la situación que se estaba desarrollando.

—¡Gracias! Necesitaré mucho material para mis investigaciones, especialmente hierbas raras y componentes... económicos —dije, recordando mis ambiciosos planes para crear la píldora que sanaría a Ethan de la locura que acechaba su mente.

Me dirigí hacia el ala este de la mansión, sosteniendo la llave en mi mano con la reverencia que se le otorga a un objeto sagrado, como si fuera un talismán mágico que abría las puertas a nuevos mundos. Con un gesto firme y decidido, introduje la llave en la cerradura y la giré, provocando que la puerta se abriera de par en par. En ese momento, un vasto y luminoso espacio se desplegó ante mí, revelando un ambiente que me llenó de asombro.

Las amplias ventanas, dispuestas a lo largo de las paredes, permitían que la luz del sol se derramara en el interior, iluminando cada rincón con una calidez que abrazaba el ambiente. El aire estaba impregnado de una sensación de bienvenida, como si el lugar mismo estuviera ansioso por recibir a su nuevo ocupante. Mis ojos se iluminaron de emoción al descubrir, frente a mí, varias mesas de trabajo vacías, inmaculadas y listas para ser llenadas con el caos creativo de mis experimentos.

Era un espacio rebosante de posibilidades, donde cada superficie parecía susurrar promesas de creatividad y descubrimiento, invitándome a explorar y a dar rienda suelta a mi imaginación. La anticipación me invadió al imaginar todo lo que podría crear y las ideas que cobrarían vida en ese lugar tan especial.

—Es simplemente perfecto —susurré, permitiendo que la emoción, como un líquido efervescente, me invadiera por completo.

—Pronto llegarán todos los componentes que solicitaste —me aseguró Lila, quien entró detrás de mí con una sonrisa. — Puedo darte una mano, si lo deseas… — Su cara se iluminó con la idea. En ese momento, sentí que tenía un aliado a mi lado.