Victoria Casani es una chica de 24 años con poca vida social, su día a día se basa en ir a la universidad y forjar su carrera a base de esfuerzo y dedicación, ella sueña con ser arquitecta, ella vive con sus padres Carmen que es de Asendencia Mexicana y Lorenzo que es Italiano, también con su hermano mayor Gabriele, viven en la hermosa ciudad de Florencia- Italia.
Leonard Loannou tiene 38 años, es un excelente decano de diseño arquitectónico y hace poco se unió a (Università degli Studi di Firenze, UNIFI) en Florencia, el es de origen Griego, pero decidió mudarse a este nuevo país, ya que le llegó una excelente oferta de esta universidad, a la que por mucho tiempo estuvo aplicando, pero hasta hace unas semanas se le dió la oportunidad gracias a su excelente perfil profesional.
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CAPITULO 8
Caminé en dirección a una zona apartada, había mucha gente aglomerada alrededor del complejo deportivo, quiero un poco de paz y tranquilidad, llegué al teatro que está ubicado en la facultad de artes, esta todo muy oscuro, pero el silencio que llegó a mis oídos era gratificante, bajé las escaleras y me subí a la tarima, comencé a girar sin detenerme, por un momento me sentí libre, lejos de los prejuicios y de la maldad de las personas, no sé cuántas veces giré.
Mi cuerpo se fue de lado en dirección al piso, estaba muy mareada por las vueltas, no pude sostenerme, como si estuviera en cámara lenta unos brazos me agarraron de la cintura y caí sobre algo, o sobre alguien.
intenté levantarme pero mi cabeza daba vueltas, además todo estaba oscuro y no podía ver a la persona que había amortiguado mi caída.
- Lo..lo siento, ya me puedes soltar -- dije al sentir que sus manos aún apretaban mis caderas, pero no recibí respuesta -- oye, ya... Suéltame -- volví a hablar, pero de nuevo hubo silencio.
Use toda mi fuerza para zafarme, pero contrario a eso se aferró más, solo sentí que tomó mi cabeza y acercó mis labios a los suyos y me besó, no coopere con aquel beso, comencé a llorar por la desesperación, recuerdos de ese día llegaron a mi mente, habían muchas similitudes, la oscuridad y de nuevo alguien me esta obligando a hacer algo sin mi consentimiento, pero está vez fue diferente, en esta ocasión la persona se detuvo y me pegó a su pecho en un abrazo reconfortante, aunque no pronunció ni una sola palabra, logré tranquilizarme con el sonido de su acelerado corazón y esa fragancia a madera de sándalo y mandarina que logré identificar, cuando dejé de llorar me soltó, tomó mi cara entre sus manos y dejó un beso suave y sensual antes de levantarse e irse y dejarme sola.
Estaba confundida, no sabía que había pasado... lo que acabó de pasar ¿fue real? ¿me lo imaginé? ¿me estaré volviendo loca? Fueron demasiadas dudas, así que como pude me levanté y sali corriendo de aquel oscuro teatro, tuve un choque de luz, todo es claro aquí afuera, observé para todos lados a ver si veía a alguien, pero no había nadie, sacudí un poco mi cabeza y me fui a la cafetería, debía tomar algo para los nervios.
pedí un té, me lo tomé con calma mientras se hacía la hora de volver al vestidor antes del siguiente partido, mis nervios ya se habían disipado, estaba por terminar mi té cuando ví al Decano, iba entrando a la cafetería, el me vio y sonrió amablemente, yo devolví su gesto, me levanté y fui a botar el vaso, luego camine a los vestidores, ya faltaban unos minutos para la reunión.
Saqué del locker mis guayos y me los puse, escuché las voces de mis compañeras de equipo que ya iban llegando junto a la entrenadora.
- Hola Victoria, cómo siempre puntual, ¿preparada para el segundo partido?-- me preguntó.
- si señora -- me límite a responder.
- Esa es la actitud, nos toca contra la facultad de leyes, las chicas están muy bien preparadas, pero ustedes pueden -- nos motivó.
- pero entrenadora, no es justo, una de las chicas está en el equipo nacional, eso les da ventaja -- una de mis compañeras habló.
- si, Arianna Caruso, lastimosamente en el reglamento no hay nada que le impida jugar, pero ustedes pueden, no le den muchas vueltas al asunto, ¡Tu!--- me señaló la entrenadora, yo levanté mi cabeza sorprendida -- te vas a encargar de no perderla de vista, la vas a cubrir, no la dejes hacer sus jugadas -- finalizó y yo me puse nerviosa.
- Si señora -- dije, solo tendré que hacerlo.
Salimos a la cancha y realizamos el calentamiento, le di un rápido masaje a mis piernas y el árbitro nos avisó que ya debíamos comenzar el encuentro.
Tal como me lo pidió la entrenadora, eso hice, fui un obstáculo todo el tiempo para Arianna, tanto así que en un punto del partido ella se frustró y me empujó haciendo que cayera sobre mis glúteos, el árbitro le sacó amarilla y su entrenador después de unos minutos decidió cambiarla, yo recibí nuevas indicaciones con este cambio y pude correr libremente colaborando en las jugadas y gracias a un centro que realicé, logramos marcar el gol de la victoria faltando 5 minutos para acabarse el partido, estuvo reñido, pero logramos pasar a la semifinal.
La tarde transcurrió en varias actividades deportivas, escalamos a la final y por primera vez en casi 4 años, ganamos, las chicas estaban muy emocionadas, yo igual, pero ya había tenido suficiente, quería irme a casa, mis piernas estaban realmente agotadas.
- Lo hiciste muy bien Victoria, y en general, todas las chicas estuvieron fabulosas, pero tú, sigue asi-- me felicitó la entrenadora, yo sonreí levemente ante sus palabras, me despedí y salí hacia el parqueadero.
Ya iba llegando a mi auto, cuando mis piernas se doblaron, caí de rodillas sobre el pavimento.
-¡Auch!-- Exclamé con dolor.
Escuché unos pasos atrás de mi -- Señorita Casani ¿está bien?-- es el Profesor, me tomó de los brazos y ayudó a ponerme de pie.
- Gracias, soy muy torpe -- dije.
- No, estás cansada y tus piernas no dan más, ven, te ayudo a llegar al auto -- me ofreció y yo asentí.
Abrazó mi cintura, yo puse mi brazo sobre sus hombros, la brisa fresca corría con fuerza, a mi nariz llegó la fragancia que sentí está mañana en el teatro, yo lo miré unos segundos, ¿podría ser el?, pero luego negué con la cabeza, el me miró confundido.
- ¿pasa algo?-- preguntó.
- No señor, no es nada-- le respondí, tomé las llaves del auto y abrí la puerta, el ayudó a sentarme.
- Espérame un momento -- dijo y se fué en dirección a su auto, lo abrió y sacó una cajita metálica.
-¿para que es eso?-- pregunté.
- hay que hacerle curación a las heridas de tus rodillas-- desabotono los puños de su camisa y remango su camisa, no pude separar mi vista de sus antebrazos, las venas se brotaban en cada movimiento que hacia.
Desinfectó las heridas y luego le puso un ungüento para cicatrizar más rápido -- listo, toma, aplica está crema después de bañarte hasta que veas que tus heridas comiencen a sanar-- me dijo y yo la recibí.
- Gracias -- hablé torpemente -- me tengo que ir-- concluí y el sonrió.
- Eres pésima socializando, me hubiese ofendido si no te conociera -- dijo.
-¿me conoces?-- pregunté -- <
- si, conozco ciertas actitudes tuyas, obviamente no se que te pasó para que ahora seas así, pero mi instinto me dice qué antes eras diferente, cuando quieras hablar aquí estoy -- dijo mientras acomodaba su cabello que estaba siendo despeinado por el viento.