Entre Venganza Y Amor

Até mi cabello en una cola alta con una cinta negra, como pude me hice un moño simple pero lindo. Me miré en el espejo, el vestido negro era largo, liso sin ningún detalle o accesorio.

-¿Estás lista?- preguntó el hombre detrás de mí mientras se abotonaba el saco negro.

-Si, ¿tú?- devolví la pregunta al acercarme a él, con sutileza moví sus manos y terminé de abrochar el último botón para luego acariciar el mismo lugar.

-Daré lo mejor de mí- contestó con una sonrisa.

Asentí, agarré su mano y salimos de nuestra habitación.

Hoy se cumplían 7 meses de la muerte de Mar y su hijo. Lo que me ponía un poco ansiosa era el hecho que era la primera vez que iba junto a Neyén a visitarla al cementerio.

Podía ver los nervios de él, en este tiempo como pareja descubrí que cuando sentía muchos nervios mordía constantemente su labio inferior y era lo que estaba haciendo en este momento. No me salían palabras para tranquilizarlo, no estaba en condición para hacerlo. A veces hay que dejar que la persona sienta, no hay que evitarlo.

Después de un tiempo viajando en el carruaje llegamos al cementerio, los guardias reales que nos escoltaron se quedaron al lado del carruaje para darnos privacidad. Incluso le había pedido a Innia que se quedara en el palacio y no me acompañara, este momento era solo mío y ahora de Neyén también.

Sentí de inmediato como mi corazón se alborotó al ver la lápida que ya reconocía, sin soltar la mano de mi esposo me acerqué y arrodillé, acción que el castaño repitió.

-Hola, Mar. Aquí estoy de nuevo, espero que no me hayas extrañado tanto- reí por lo bajo

Pasé mis dedos por el lugar donde estaba grabado su nombre y apellido, esperaba que eso fuera como una caricia para ella. Al lado, dejé el ramo de flores que armé en la mañana. No me gustaba la idea de comprar ramos, que otras personas lo hicieran. Si lo hacía yo sé que ese ramo tendría amor verdadero.

-Yo te extraño cada día. Cuando deseo que estés aquí conmigo, vuelvo a pensar y me retracto porque sé que dónde sea que estés no estás sufriendo como lo hacías aquí- hablé sintiendo como un nudo se formaba en la garganta.

Tomé aire para controlarme y no llorar, miré de reojo y él estaba en silencio mirando la lápida.

-Esta vez no vine sola, vine con alguien importante- anuncié apretando su mano.

De inmediato puso su postura más recta y se acercó más.

-Buen día, Mar. Soy Neyén Xarayashi, creo que ya lo sabes, pero hoy no me presento como príncipe sino como marido de tu hermana menor- comenzó a decir

-te prometo que yo no soy malo, trato de ser mejor persona cada día. Quiero que estés tranquila porque yo no lastimaré a Tanea y como prometí el día que nos casamos, la amaré y cuidaré hasta el día que me toque partir de esta tierra-

Tiré la cabeza hacia atrás, esperando que las lágrimas que se acumularon en mis ojos no cayeran, pero no lo logré.

-Mar, en serio no te preocupes. Él es un buen hombre, todos los días me cuida y me hace sentir querida. Sé que todo no comenzó de la manera ideal, como un cuento de hadas, pero se está convirtiendo en uno poco a poco. Espero tu bendición sobre nosotros- expresé ya entre lágrimas

-Te adoro y siempre lo haré- murmuré besando mi mano para luego tocar la lápida, una forma distinta de pasar un beso.

Los brazos de Neyén me rodearon, ante su calidez me permití aflojar mi cuerpo y derrumbarme sobre él.

- Todo está bien, tranquila- susurró para luego darme un tierno beso en la cabeza.

Mar, te aseguro que él podrá compartir apellido y sangre con el otro ser despreciable, pero Neyén no es para nada parecido. Es todo lo contrario, es maravilloso.

Al principio tenía miedo de que Mar se enojara o se sintiera incómoda por llevar conmigo a un Xarayashi, al hermano de su asesino pero luego pensé de nuevo y ella habrá visto que Neyén es bueno y está bien con eso.