Diana Johnson, una mujer exitosa pero marcada por la traición, muere a los 36 años tras ser envenenada lentamente por su esposo, Rogelio Smith, un hombre frío y calculador que solo la utilizó para traer de vuelta a su verdadero amor, Maribel Miller. Sin embargo, el destino le da una segunda oportunidad: reencarna en el cuerpo de Mara Brown, una joven de 20 años sin hogar, desamparada pero con una belleza natural escondida tras la suciedad y la miseria. Con todos los recuerdos, habilidades y contactos de su vida pasada, Diana (ahora Mara) planea retomar lo que le arrebataron y vengarse de quienes la traicionaron.
Pero en su camino de venganza, conoce a Andrés García, un seductor mujeriego que parece tener más capas de las que muestra. ¿Será Mara capaz de abrir su corazón al amor otra vez, o la herida de su traición pasada será demasiado profunda?
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El Giro Inesperado
Mara estaba en la oficina de Rogelio, revisando unos documentos y haciendo su mejor esfuerzo para mantener su máscara intacta. Su plan avanzaba perfectamente, pero lo que no esperaba era el cansancio extremo que había sentido en los últimos días. De repente, todo se volvió negro y cayó al suelo desmayada.
—¡Mara! —gritó Rogelio, corriendo hacia ella para sostenerla.
Lleno de pánico, llamó al doctor de la empresa, quien llegó rápidamente para revisar a Mara. Tras un chequeo preliminar, el doctor frunció el ceño y, con tono serio, dijo:
—Señor Rogelio, es necesario que la señorita Mara se realice unos exámenes de sangre. Por sus síntomas, creo que podría estar embarazada.
Rogelio se quedó boquiabierto, pero no de preocupación, sino de felicidad. Sus ojos brillaron al imaginarse que el hijo podría ser suyo.
—¿Está seguro? —preguntó, casi sin poder contener su entusiasmo.
El doctor asintió.
—Es muy probable, pero necesitamos confirmarlo con un análisis más completo.
Mara comenzó a despertar lentamente, y al escuchar las palabras del doctor, su rostro se tornó pálido.
—¿E-embarazada? —balbuceó, sintiendo cómo el piso se le hundía bajo los pies.
Rogelio tomó la mano de Mara con una sonrisa que apenas podía contener.
—¡Esto es maravilloso, Mara! el bebé es mío, te juro que dejaré a Maribel de inmediato. Esto cambia todo.
Mara sintió cómo su corazón se aceleraba, no de emoción, sino de puro pánico. No sabía qué decir. Rogelio estaba emocionado, mientras ella trataba de procesar las implicaciones de esa noticia. Si estaba embarazada, el hijo que esperaba era de Andrés.
Se obligó a sonreír débilmente y murmuró:
—Debería hacerme los exámenes para confirmar, Rogelio.
Él la abrazó, feliz, sin darse cuenta de la tensión que invadía a Mara.
Cuando salió de la oficina y se encerró en el baño, Mara miró su reflejo en el espejo, tratando de controlar su respiración.
—Esto no puede estar pasando… —murmuró para sí misma, apretando los bordes del lavabo con fuerza.
Sabía que este embarazo podía arruinar todos sus planes. El padre de mi hijo es de Andrés, las cosas se complicaran aún más, pero algo tenía a su favor Rogelio piensa que es su hijo, Maribel tendría una razón más para acabar con ella. Y aún peor: un bebé significaba que no podría seguir adelante con su venganza tan fácilmente.
Andrés, por otro lado, seguía devastado por lo que había visto en la oficina de Rogelio. Había intentado distraerse con trabajo, pero no podía sacar a Mara de su mente. No sabía que, en ese momento, la mujer que lo tenía obsesionado enfrentaba una situación que podría cambiarlo todo.
Más tarde, Rogelio acompañó a Mara a casa, insistiendo en cuidarla.
—Mara, este bebé es nuestro, no voy a permitir que nada nos separe. Haré lo que sea necesario.
Ella solo asintió, fingiendo calma, mientras en su interior su mente trabajaba a mil por hora. Sabía que debía confirmar el embarazo cuanto antes y planear su próximo movimiento. Ahora más que nunca, el tablero de juego había cambiado, y Mara tendría que decidir si usaba esta situación a su favor o si finalmente enfrentaba las consecuencias de sus acciones.
