Años después de ser vendido a piratas por su mejor amigo, y que el padre este se case con Catalina, su prometida, Raúl regresa al río de la plata en busca de venganza y se reencuentra con su hermana, Esperanza, quien con su adorable carácter tratará por todos los medios que no efectúe su cometido, aunque todo plan de venganza puede caer al reencontrarse con Margarita, la hermana rebelde de su ex prometida.
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capitulo 7: "PRESENTACIÓN"
Era primavera, pero la noche estaba fresca, por lo tanto, el evento fue en la gran casona de "El Prado". Con una gran escalinata en la estadía, decoraciones al estilo europeo, muebles y empapelados barrocos. La humilde muchacha, Esperanza, quedó deslumbrada con un reloj de pie que había en un rincón. recordó hacer leído los detalles de este en un libro en donde hablaban de los fetiches de la realeza. perteneciente a Luis XIV, el rey sol.
Esperanza llevaban puesto un hermoso vestido de fiesta que le había prestado Margarita, ya que ella tenía demasiados y no los usaba. tuvo que hacerles modificaciones, claro, por lo delgada y pequeña que era, y su amiga todo lo contrario.
Mientras que a la joven morena su padre la había obligado a llevar una gargantilla de perlas y aretes haciendo juego, ella carecía de toda alhaja decorativa, aunque de las había ingeniado para crearse un hermoso peinado con plumas, una sutileza que realizaba su belleza.
llegaron juntas con el señor Ruiz de la Garza, aunque esté se apartó al ver a su yerno, el señor Uriarte Soler.
Margarita se arreglaba el vestido porque la incomodaba.
-¡Ya basta!- exclamaba por lo bajo Esperanza a su amiga, al ver qué no disimulaba para nada.
justo en ese momento se acercó el señor Churchill, junto a jane. La muchacha decía algo que no entendían.
-Dice que están muy bellas.- tradujo Henry posando la mirada especialmente en Esperanza.
-Ah, gracias señor Churchill.- respondió Margarita, pero su amiga se sonrojo y bajo la mirada.
-Ya regreso.- menciono él, mirando a un mulato, quien parecia más un empleado que un mulato, por sus prendas finas -Con permiso.-
Regreso muy rápido, sería algo del señor Buffont. Todos comentaban la intriga que les generaba el anfitrión, hasta que el elegante joven moreno llamo la atención de todos.
-¡DAMAS Y CABALLEROS! ¡CON USTEDES, EL SEÑOR PIER NORMANT BUFFONT Y NARVÁEZ!- lo presento.
Todos posaron sus ojos hacia las escaleras, en donde descendía un hombre alto, moreno y muy elegante, Esperanza se encontraba lejos, no lograba verle bien, pero le resultaba familiar esa forma de caminar. En ese momento, Ruiz de la Garza se acercó.
-Hija, ven, acompañame a presentarme con el señor Buffont.- dijo a Margarita, quien hizo una expresión de desagrado.
-Sería un... Honor para mí presentaros.- se ofreció Henry muy cordialmente -Las abandono por un segundo.- les continuo a Esperanza y a Jane.
Raúl, ahora Pier, estaba saludando a todos sus invitados. Justamente los que a él le interesaban no sé acercaban. Ruiz de la Garza estaba junto a Henry, pero no podía ir hacia ellos, que allí se encontraba Esperanza.
Cuánto su amigo lo miro, le hizo una seña para que se acerque junto al hombre. Fueron hacia él junto a una muy bella y joven Margarita.
-Señor Buffont, él es el señor Ruiz de la Garza y la menor de sus hijas, Margarita.- los presento Henry, pero Raúl se quedó impresionado por la enorme belleza de la muchacha.
-Un placer.- dijo Raúl muy cordial -Señorita.- continuo besando la mano de la hermosa joven.
-Deseo presentarle a mi yerno.- propuso el hombre.
-Con mucho gusto, pero antes, si me disculpa, debo de informarle algo al señor churchill.- lo interrumpió él apartándose un poco.
-¿Esperanza me ha reconocido?- pregunto en voz baja.
-No lo sé... Creo que no, estabas muy lejos.- respondió Henry.
-Aún no entiendo bien por qué la invitaste.- dijo él en un firme tono y el muchacho bajo la mirada -En verdad está preciosa.- continuo viéndola de manera tierna -Pero no dejes que se acerque.- finalizo volviendo a su estilo autoritario y se apartaron.
Raúl regresó con sus invitados, se estremeció al ver de repente, que ahora los acompañaban Alfredo y Catalina. En cuanto la vio se paralizó por un momento, estaba igual de hermosa, muy blanca, ojos verdes y cabello oscuro, pero había un semblante de tristeza en su ser.
-Este es mi yerno, Uriarte Soler y su esposa, catalina.- presento Ruiz de la Garza y él reaccionó, no podía olvidar lo ocurrido y el porqué de que estaba allí.
-Aun placer... veo que sus hijas padecen de una notable belleza.- las halago, besando la mano de Catalina, quien, al parecer, no lo había reconocido -Con permiso del caballero, el señor, su esposo.- continuo refiriéndose a Alfredo y este asintió con la cabeza.
-Es una hermosa casa, señor Buffont.- contento Alfredo -¿Por qué se ha mudado a nuestro Buenos Aires, habiendo tantas ciudades espectaculares en Europa, por ejemplo?-
-Bueno, porque me enamoré de aquí, Buenos Aires no tiene nada que envidiar... pero creo que la razón es "Deseos de expandir mis ingresos".- respondió él -Aunque hoy no quiero hablar de eso. Es una fiesta. Señorita ¿Desea acompañarme en un baile?- le pregunto a Margarita quien estaba desconcentrada.
-¿Qué?- pregunto confundida y seca. La propuesta la tomo por sorpresa, ya que se estaba acomodando el corpiño de su molesto vestido -No, yo no... No sé.-
-¿Disculpe?- pregunto Raúl
-Que... que no sé bailar.- continuo ella.
-Que extraño. Pensé que saber bailar era una habilidad que las mujeres adquirían para conseguir marido.- comento Raúl en forma de burla.
Margarita, notablemente, se sintió ofendida y furiosa.
-Tal vez eso explica por qué no me he casado. Prefiero saber pensar y no bailar.- respondió desafiante.
-¡Margarita!- exclamó su padre, mientras Raúl intentaba no reír.
Ella vio a alguien familiar junto a la puerta, que al parecer, daba a la cocina.
-Quizas mí hermana si lo acompañe en un baile.- dijo irónica e intento moverse, pero si padre la tomo del brazo.
-¿A dónde creéis que vais?- pregunto por lo bajo apretando los dientes
-Ya regreso, padre.- le dijo soltándose bruscamente.
El señor Ruiz de la Garza lo miro a Raúl.
-Señor Buffont, reciba mis disculpas.- dijo apenado.
-No OS preocupéis, es una joven con un notable don de mando, quizás lo ha heredado de su padre y es algo que admiro.- respondio tratando de congraciarse con el hombre -Quizas a la señora si le apetezca acompañarme en una pieza, si el caballero lo permite, claro.- dijo mirando a Alfredo. Aunque no sabía por qué lo había dicho, aunque al parecer ella no lo reconocía ¿En nada? ¿Cómo podía ser posible?
Catalina, rápidamente, vio a su esposo, cómo con miedo.
-Claro que si.- respondió Alfredo y ambos caminaron hacia la pista de baile.
Bailaron una sola pieza, pero no pronunciaron palabra, Raúl no quería correr riesgos. Al dejar de sonar la canción, emprendieron el retorno con los demás de inmediato.
Al regresar, Margarita estaba allí nuevamente con una rara expresión.
-¿Puedo hablar contigo?- le pregunto a su hermana y la apartó. Se notaba nerviosa.
Raúl no pudo evitar observarlas, Margarita le dijo algo, a lo cual Catalina se tapó la boca con la mano y miro a una muchacha con ropa humilde que estaba parada en un rincón. Regresaron hacia ellos, Catalina con lágrimas en los ojos, parecía desesperada.
-¿Sucede algo?- pregunto Raúl, pero ella se dirigió a su esposo.
-¡Nuestro hijo! ¡Diego! ¡No lo encuentran!- confesó llorando.
-¿Cómo es posible?- pregunto Alfredo.
Raúl se quedó estático por un segundo ¿Catalina tenía un hijo?. Fue como si agua fría cayera sobre él. ¿Cómo no le habían informado eso sus informantes?, pero trato de reaccionar rápidamente.
-¡Que terrible!- exclamó tragando saliva -Pongo urgentemente mí gente a su disposición, incluso, yo mismo ayudaré a buscarle.-
-Os agradece este gesto.- dijo Alfredo dándole la mano.
Este evento desafortunado podría ser una ventaja para él, pensó Raúl fríamente.