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BEATRICE, LAS DOCE PRINCESAS BAILARINAS

BEATRICE, LAS DOCE PRINCESAS BAILARINAS

Status: Terminada
Genre:Completas / Magia y demonio / Diferencia de edad / Demonios
Popularitas:7.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Guadalupe Nieves

El Sultán Murad, un hombre de 45 años, debió ascender al trono contra de su voluntad, debido al mandato del espíritu guardián del maldito de su padre; sin embargo, debido a los traumas que tuvo al crecer en el harem de su progenitor, lo que realmente deseaba era poder rehacer su vida lejos de aquel país.

Por una alianza realizada con el monarca del reino vecino, el rey Guillermo, decidirá viajar a tierras extranjeras con el fin de buscar esposa y así sellar por completo los acuerdos de paz entre ambas naciones. Sin imaginar, en su camino se cruzaría con la segunda princesa bailarina, maldita de nacimiento, y la cual provocaría que el espíritu guardián le hiciera una propuesta: salvarla de su maldición a cambio de su libertad.

Siendo un hombre completamente opuesto a lo que se esperaba en un gobernante, y sabiendo que su querido hermano menor podría ser el futuro sultán, acepta el trato.

¿Podrá ir en contra de tal poderosa maldición?

¿Podrá salvar a la segunda princesa bailarina?

NovelToon tiene autorización de Guadalupe Nieves para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 23

Erin observó por bastante tiempo a Ibrahim, quien seguía dormido. Había escuchado que era lo opuesto del sultán Murad, pese a ser hermanos.

No solo era un hombre altamente codiciado por su belleza, inclusive había escuchado que hasta tenía a hombres como amantes secretos.

Ninfómano y arrogante, era las dos características que más caracterizaban al primer ministro del sultán. Algo que hacía que Erin no quisiera involucrarse mucho más con él.

Su aspiración de vida era poder estar tranquila, seguir estudiando, trabajar como erudita y morir antes de que la maldición la alcanzara.

Estar tan solo cerca de él, podría implicarle muchos problemas; sin embargo, si no se acercaba, igualmente tendría problemas con su segunda hermana.

Inclusive se le hacía un poco difícil, viniendo de alguien como ella, que le gustaba analizar las situaciones, encontrar una solución lo menos complicada posible.

—¡Pero qué molestia!—expresó agarrando de nuevo su diccionario—, ya que tengo que primero despertarlo, para hacer algo, y esto es el mundo de los sueños, ¿no le importará si lo golpeo, verdad?

El sonido de su diccionario, un libro grande y macizo, contra su cabeza resonó con fuerza, haciendo que el visir se despertara ante el dolor.

De inmediato, Erin frunció el ceño, ya que para ser un sueño, era muy vívido. Por lo que no pudo evitar preguntarse que, así como le dolió el golpe al visir, de pronto a ella también le dolería su primera vez.

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Murad se encontraba aún dormido, con Beatrice en sus brazos, intentando devolverle aún su energía vital, en vano.

El sultán, conocido por su inteligencia y su nada agraciado cuerpo, caminaba en lo más profundo del mundo de los sueños, en su propio mar de pesadillas.

Solo se detuvo cuándo la corriente lo llevó a un profundo bosque seco, y allí, en un claro, encontró a un hombre rubio sentado.

El extraño, no tan extraño para él, observaba a una mujer muy parecida a la madre de Beatrice, la duquesa Serena, pero esa mujer estaba con parte de su cuerpo fundido en un árbol.

—¿Es raro, no?—preguntó el extraño, no tan extraño.

—¿Su Majestad?—preguntó confuso Murad.

—Soy el fundador de una nación entera, un semidiós casi dios, cuyo corazón reencarnó en un sultán que ni magia tiene—espetó sin mirarlo—cuyo único gran amor reencarnó en una princesa destinada a morir en manos de un demonio...

El hombre extendió su mano, provocando que llamas salieran de esta e intentara en vano quemar a la mujer.

—Pero ni siquiera puedo alcanzar a la maldita bruja que creó la maldición—respondió apagando las llamas—si tan solo... pudiera regresar, estoy seguro de que puedo torturarla aún más en el infierno.

—Gran señor Gilgamesh—respondió Murad—¿Es posible quemar el origen de la maldición de las doce princesas bailarinas?

—Sí, pero no hará más que solo torturarla. La maldición que ha creado es hereditaria, por lo que por más que las Princesas puedan romperla, sus la heredarán—esta vez el semidios lo observó—¿estarías dispuesto a dejar de existir para yo despertar y matarla?

—Yo... yo quiero—tartamudeó el sultán—estar con ella...

Murad sabía que era egoísta, en especial porque podía acabar con todo de una vez por todas, pero el quería estar con Beatrice, quería formar una vida y una familia con ella.

Si aceptaba volver a ser el corazón de Gilgamesh, la existencia del sultán Murad desaparecería de la faz de la tierra, pudiendo incluso ser borrado de las memorias de todos.

Amaba a su madre, quería a su hermano pese a todos los defectos que tenía, había sido un buen gobernante pese a todo... por una vez en su vida quería ser feliz, no quería sacrificarse.

Aquel pensamiento lo hizo sentir más culpable, provocando que su moral chocara con sus deseos.

—Lo entiendo—dijo apartando la mirada—eres un bendecido por los dioses, puedes entrar a lugares que los humanos no pueden. Ayuda a que entren al mundo de los demonios y empiecen a dar caza contra ellos.

—¿Con el fuego que corre en mi alma, no?—preguntó.

—Ese mismo—respondió Gilgamesh—sea como sea, esto es una porquería: si no salvas a Beatrice, volverás quieras o no conmigo, y si la salvas, igual tendrás que enfrentarte a si vivir toda una vida con ella o sacrificarte para eliminar a la bruja de una vez por todas.

—¿No hay otra opción?—preguntó esperanzado.

—No—espetó con cansancio—pero anímate, te daré un tiempo extra con ella. Solo deberás aprender a vivir con el hecho de que el mañana puede ser tu último día. Espero no me defraudes.

Todo alrededor de Murad se volvió oscuro, dejándolo de nuevo a la deriva, antes de empezar a abrir sus ojos. Su cabeza martillaba, dolía como si le estuvieran enterrando mil agujas. Suspirando con pesadez, entendió que era momento de terminar de una vez por todas con la maldición que aquejaba a Beatrice.

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La duquesa de rosaria, vestida con el traje militar que una vez usó mientras estaba en la guardia real, se había aventurado a ir, en contra de los deseos de su propio esposo, a la cárcel en la que tenían encerrador al maldito capitán Virgil.

Cansada de ver cómo sus hijas sufrían, sin poder tan siquiera defenderlas, no le importaba el hecho de que los demás la miraran mal por vertir ropas de hombres o por entrar en una cárcel, si con eso podía acabar con la vida del pobre diablo, le encantaría manchar su espada con la sangre de este.

No obstante, el llamado del rey Guillermo, junto a las súplicas de su esposo, detuvieron su espada un momento, mientras su carruaje iba rumbo de regreso al palacio real. Sorprendida al llegar que, con la persona que hablaría, no sería su majestad, sino la reina viuda.

El sonido de las botas de Serena se detuvieron al llegar al despacho de la reina Regina, algo que solo hizo que el ambiente de tensión entre los guardias aumentaran debido al miedo que generaba el semblante de la duquesa.

—Su majestad, reina Regina—saludó con una inclinación—¿Cómo se encuentra?

—Sorprendida por verte con tu antiguo uniforme—respondió la mujer—¿Cuántos años han sido desde que estuvo en la guardia, duquesa?

—16 años, su majestad—respondió Serena.

La reina asintió, mientras la invitaba a sentarse delante de su escritorio.  Aquella mujer, quien aún conservaba su belleza pese a la cantidad de hijas que tuvo, había heredado y mantenido el semblante característico de su difunto padre, el antiguo duque.

—Duquesa, he querido reunirme antes de que mi hijo lo haga con usted, porque la situación es muy grave—dijo la reina viuda—los rumores del sultán herido se extendieron a Arubia, y el poder de la reina regente no es suficiente para apaciguar una posible revuelta. Sé que quería que Beatrice sea tratada en el reino, pero es indispensable que esta se case con el sultán y ambos regresen a su reino.

—¡Me niego!—gritó sin medirse en frente de la reina—¡Ya he enviado a Erin en contra de mi voluntad! ¡No pienso enviar a otra hija!

—Como madre, la entiendo—respondió la reina Regina—pero como reina viuda, asesora principal del rey, no puedo hacerlo. Antes de querer obligarla y de que la situación escale a mayores, le pido su cooperación.

—¡Pero!—se levantó de golpe.

La conmoción de inmediato hizo que los guardias entraran, pensando que algo estaba ocurriendo entre ambas mujeres. Con la misión de proteger a la madre del rey, estos rodearon a la duquesa y apuntaron sus espadas contra ella.

Sin embargo, la reina con un solo gesto de su mano hizo que estos volvieran a envainar sus espadas; sin embargo, se mantuvieran aún en su despacho, rodeando a Serena.

—Sabe que cuenta con nuestra ayuda para la maldición de sus hijas, pero ya que esta está amenazando con la seguridad del pueblo—respondió bajando su mano—hay que procurar el bien común: el rey Guillermo enviará en las horas de la tarde el anuncio de matrimonio de Beatrice, segunda hija del ducado de Rosaria, y el sultán Murad IV. Deberá ser recibido por el embajador de Arubia y la reina regente en esta semana.

Serena tambaleó un poco, mientras su mente estaba hecha un caos, intentando pensar en alguna forma de que su segunda hija no fuera a Arubia. Ya estaba sufriendo a horrores, pensando sin poder detenerse en su hija Erin. Fue así que, por primera vez, los guardias reales vieron colapsar a la duquesa y como su lado materno, la hacía caer en llanto.

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Roxi Gasper
Que inspiración tan grande tienes. Quedo genial. 💯🤩🌹
Roxi Gasper
Fantástica 🤩
María Cristina Herrera
Excelente
Auribeth
diferente pero excelente me encanto
Auribeth
muy linda historia diferente del resto
Auribeth
ual vengativa está siendo benevolente
Auribeth
pos es que por lo hijos uno mate pero también muere 🤷
Auribeth
bueno técnicamente si pero leí una novela que se materializaba lo que soñaron los protagonistas y de hecho una de tus hermanas mayores soño teniendo relaciones con el demonio y despertó sin su pureza o sello de castidad asi que no me confiaría tanto
Auribeth
bellos personajes pero me gustaría más verlos en su versión de Santa Claus
Auribeth
wow pero porque murió murak pensé que de pronto en ambos se restablecía su estado de salud sin heridas ni nada pero no la muerte de uno
Auribeth
y que lo mate
Auribeth
pucha por perro pero la hijita no merecía eso solo el desgraciado merece todo lo malo habido y por haber
Auribeth
uy había sido excelente que los encontraran
Auribeth
jajaja que bellos
Auribeth
jajaja sus recetas le ayudarán es que a las mujeres también se les enamora por el estómago
Auribeth
va cuál solo las mujeres a si perdón es que no es la actualidad
Auribeth
veamos quien se atreve si supuestamente fue una orden del espíritu del aguila que consideran un Dios
Auribeth
diantres que dilema
Auribeth
diría que maten a la desgraciada que les lanzo esa maldición pero ya está muerta
Auribeth
pobre princesa
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