Rebecca Holter es una mujer cuarentona que tuvo que terminar de criar sola a sus hermanos.
Antoine Dumont es un hombre lobo sexy y vanidoso que tendrá que aprender a amar, más allá de las apariencias.
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Página de citas
Las personas suelen utilizar las páginas web de citas para conocer gente nueva, algunos conocen al amor de su vida, otros dan con locos psicópatas, otros son estafados, en fin, lo primero que salga. La fabulosa idea de los hermanos de Rebecca ya arrojó el primer resultado, aunque la rubia se negó a ir a dicha cita, su hermana insistió en que asistiera. Ese francés le parece un engreído solo porque tiene mucho dinero, su hermana necesita un amor que la haga soñar, no un tipo arrogante.
A regañadientes su hermana la llevó al restaurante donde la esperaba un hombre de edad mediana, de lentes y barba hipster, que al verla hizo una mueca, esperaba quizás, a una treintona y no a una cuarentona.
- Hola, bienvenida - dice el tipo tratando de sonar cortés.
- Hola, soy Rebecca Holter.
- Conrad, Freddy Conrad.
Desde otra mesa estaban siendo vigilados sin darse cuenta. Unos ojos oscuros, seguía cada movimiento de la parejita en la mesa más apartada. Si ese asqueroso humano se atrevía a colocar un solo dedo en su luna, le arrancaría la cabeza.
- ¿Y a qué te dedicas Rebecca?
- Recién abrí mi librería.
- Oh, eso es excelente - la agalla de la avaricia se abrió - ¿Cómo se llama? - estira la mano para tratar de tocar la de ella, sin embargo, aquel gesto la puso tensa y la retiró rápidamente antes de ser tocada - Eres muy bonita Rebecca.
- Gracias! - realmente quería huir de ahí. Mataría a Lucile por exponerla así.
- Buenas noches! - una voz masculina y sensual habló a sus espaldas, erizándole la piel.
La rubia volteó a mirar al dueño de esa seductora voz, topándose con el francés que la miraba con cara de pocos amigos.
- ¡Antoine! - era la primera vez que lo llamaba por su nombre, cosa que gustó al lobo.
- ¡Rebecca! - miró con desdén al humano al frente de su mate - ¿No nos presentas?
- Eeh... sí, señor Conrad le presento a...
- Antoine Dumont, amigo de Rebecca.
Ese apretón de manos, casi deja al pobre hombre manco, tanto que prefirió irse del lugar. Por alguna razón, sentía que ese gigante con acento francés, estaba marcando territorio. Total, a él ni le gustaban tan mayores, era lo que llaman, viejo rabo verde.
- Espero que no sea usted la de los malos gustos Mademoiselle.
- De hecho, fue mi hermana menor, a quien ya le he dicho en reiteradas ocasiones, que no estoy interesada en tener citas con desconocidos.
- ¿Y conmigo tendría una cita?
- Bueno, si no tiene nada mejor que hacer, puede tomar asiento.
Antoine tomó asiento justo donde se encontraba con anterioridad la cita de su rubia.
- ¿Te gustó ese tipo?
- ¿Qué? ¡No! De hecho, agradezco su casual aparición, no sabía cómo huir.
- No fue casualidad, vine aquí porque iba para tu librería y te vi salir un poco enojada.
- Es que no me gusta ese afán de mis hermanos por buscarme pareja - un rugido se escuchó, a pesar de lo extraño, lo omitió - ellos dicen que merezco tener un amor bonito.
''Yo soy tu amor bonito, mi bella luna'' - dice Eon.
''Nuestra'' - aclara Antoine.
- ¿Y tú qué deseas? - pregunta con interés.
Becca se pierde en ese mar oscuro de los ojos del hombre sentado frente a ella. Quisiera ser osada y decirle que es él todo lo que ella anhela, no entiende la necesidad de verlo, tocarlo y las ganas que crecen cada que lo ve.
- Deseo un hombre que me haga vibrar cada vez que lo vea, un hombre que sea hogar, remanso y pasión.
''Somos eso, y más para ti'' - hablan hombre y lobo al mismo tiempo por medio del enlace.
- Quiero ser eso que pides y anhelas - tan directo que hace que su corazón se acelere a niveles frenéticos.
- Yo, yo... usted seguro se burla de mí - se levanta y sale del lugar con el corazón desbocado. Es obvio que un hombre como él no querría estar con una mujer como ella, si desde que la vio su rostro se desfiguró, ahora resulta que la quiere en su vida, no iba a caer en esa burla - no soy una jovencita tonta que va a caer en los caprichos de un millonario.
- Multimillonario! - sin darse cuenta había doblado en la esquina de un callejón sin salida - nunca más seas tan despistada que te expongas entrando a un callejón donde te puedan dañar - la tiene entre la pared y él - entiende algo pequeña rubia, jamás serías una burla ni mucho menos.
- Dios! Casi me mata del susto - dice con la respiración agitada, poniéndose una mano en el pecho.
- Te quiero matar, pero de placer mi hermosa luna - dicho esto, atrapa su boca con un beso que la saca fuera de este mundo. Se separa un poco - sabes mejor de lo que imaginé mon cheri.
Alguna vez besó, pero nada comparado con este beso que la subió a las estrellas y le robó el aliento. Definitivamente se quería perder en ese misterio que rodeaba a ese precioso francés. Tiene muchas cosas que descubrir y aprender de él.