El Rey Demonio

...IVONNE:...

— ¿Un trato? — Peter sacó una de sus dagas — ¿Hiciste un trato con un demonio?

— No me gusta quedarme en un solo lugar demasiado tiempo, estamos expuestos — Dijo Ezra, con expresión aburrida.

— ¿Estamos? — Siseó Peter.

— Peter, él puede ayudarlos a todos — Dije y mis compañeros me observaron como si me hubiera vuelto loca — Les quitará la maldición.

— ¿Cómo puedes creer en la palabra de un demonio? — Gruñó él.

— Porque me curó — Traté de no recordarlo, de parecer neutral. Ezra a mi lado hizo un movimiento con su ala.

— ¿En serio? — Susurró Violet, esperanzada.

— ¿A cambio de qué? — Gruñó Peter, manteniendo la daga en su mano — ¿De almas? — Lo fulminó con la mirada.

— No necesito de almas, de todas formas, la tuya no valdría mucho — Ezra le lanzó una mirada despectiva.

— ¿Quién rayos te crees? — Peter hizo ademán de avanzar y Ezra lo encaró — Solo eres la plaga, eres igual a todos los demonios, eres igual a tu rey.

Ezra rió, usando sus poderes para quitarle la daga, pulverizando frente a sus ojos el cuchillo.

— Yo no sigo a ningún maldito rey, yo soy el Rey Demonio. Así que deja de ser un estorbo y haz lo que te dice Ivonne.

Peter enmudeció, tensando su cuerpo al igual que mis amigos.

— ¿Qué rayos le hiciste a Ivonne? — Hizo ademán de atacar con su ballesta, pero me atravesé.

Se desconcertó — Ivonne ¿Qué haces?

— ¡No me ha hecho nada! — Gruñí, elevando mis manos — ¡Hicimos un trato, él cumplirá con quitarles la maldición, pero a cambio debe venir con nosotros!

— ¿Cómo pasaste de odiar a éste ser a defenderlo? — Sus ojos estaban llenos de furia.

— Con inteligencia — Dijo Ezra, detrás de mí, posando sus manos en mis hombros — Cosa que al parecer tu no tienes.

— ¡Cierra la boca! — Gritó, furioso — ¡Voy a matarte!

— No, nunca podrías, Ivonne lo intentó mil veces y falló — Ezra parecía orgulloso de decir mi nombre, pero mantuve la atención en mi amigo.

— Tiene que haber un engaño en todo esto, Ivonne, no puedes confiar en él — Peter me evaluó, desesperado por hacerme cambiar de opinión — Es el causante de nuestra destrucción, la abominación del mal, el genocida del Inframundo...

— Todos esos calificativos me halagan — Se burló Ezra y él le enseñó los dientes, queriendo apuntar su ballesta.

— No soy estúpida — Dije a Peter — Confía en mí, él nos ayudará a ser libres.

— ¿A qué costo? — Gruñó Marvel, a una distancia prudente.

— Tengo una herida que solo puede curarse con agua pura — Dijo él, mostrando su ala dañada.

— El agua pura no es para curar seres como tú, es para destruirlo — Peter le lanzó otra mirada despectiva.

— Mi herida es un mal del Inframundo que solo puede curarse con el agua, estás equivocado si crees que eso me destruiría.

— Peter — Pedí y me evaluó — Piensa en nuestra gente, en todos, tenemos la cura al alcance y nuestra libertad.

— ¿Libertad? — Arqueó las cejas.

— Ezra destruirá a los demonios.

Él se rió — ¿En serio crees que el Rey Demonio destruirá sus propios ejércitos y a su imperio?

— Los demonios se revelaron en mi contra, suficientes razones de peso para exterminarlos — Ezra metió las manos en los bolsillos de sus pantalones.

— Es verdad, yo estuve en el castillo, los demonios nos están cazando, ustedes mismos los vieron atacarlo hace un momento, por favor, discutamos esto en el refugio o vendrán por nosotros — Dije, con voz firme — No hay tiempo que perder, confíen en mí.

— En ti confiamos, pero en éste demonio no — Gruñó Peter, sin bajar la guardia — ¿Confías en él?

Observé a Ezra y sus pupilas carmesí encontraron mi mirada.

— Sí, confío.

Sentí una sonrisa que no se reflejó en su rostro.

— Los demonios están viniendo — Dijo, evaluando de forma recelosa a mi amigo — Ese juguete no te servirá de nada contra una nube de demonios voladores, no quieres arriesgarte a que nos sigan hasta el refugio. Ya es suficiente con que seas una lámpara.

— ¡Maldición! — Volvió a colgarse la ballesta de la espalda — ¡Si no cumples te juro que te mataré!

Empezamos a caminar, seguí a mis compañeros y Ezra se colocó detrás de mí.

Caminamos en silencio hasta la montaña de piedra.

Peter golpeó la puerta, con la clave indicada y Ezra resopló. De noche no había vigilancia afuera, era demasiado riesgoso, por eso se quedaban los vigilantes adentro.

Las puertas se abrieron y mis compañeros entraron.

Fuí la última junto a Ezra, cuando estuvimos en la entrada de la cueva Cohen y Ospar soltaron un grito, apuntando sus armas hacia el gran demonio alado cuya cabeza rozaba el techo.

— ¡Demonio! — Gritaron, asustados.

— ¡Esperen, bajen las armas! — Ordenó Peter, aún con su rostro de disgusto.

— ¡Peter, haz roto las reglas! — Gruñó Cohen, sin apartar su ojo sano de Ezra — ¿Qué significa esto?

— ¡Fui yo quien lo trajo! — Me acerqué y Cohen me observó sorprendido, con la presencia del Rey Demonio, él apenas me había notado.

— ¡Ivonne, si estás viva!

— Es una larga historia que les contaré más tarde, para resumirlo, él está aquí para quitarnos las maldiciones, a cambio de agua pura.

— ¿Cómo? — Se desconcertaron.

— Reúnan a todos en una de las cámaras — Ordenó Peter, al parecer él había quedado a cargo después de mi partida.

Cohen no se movió — No me parece sensato dejar que un demonio entre al refugio.

— No consumo almas, me alimento de otras formas y no incluyen humanos en el proceso — Los ojos de Ezra destellaron al observar a Cohen y él pareció cambiar de opinión de inmediato porque bajó la guardia e hizo lo que Peter le pidió, se marchó por las escaleras con Ospar.

Fruncí el ceño, dándome cuenta de que había utilizado su poder de manipulación para evitarse discusiones.

Ezra notó mi mirada y me guiñó un ojo.

Estreché mis ojos, preguntándome si alguna vez había hecho eso conmigo.

Volví mi vista hacia Peter, quien se había percatado de mis miradas y me tensé cuando hizo un gesto de decepción.

— ¿Dónde está Philips? — Pregunté, no estaba en el grupo y él siempre salía cuando había una cacería.

Violet pareció triste, no solo ella, también Marvel y Peter.

— Murió — Dijo Violet, con gesto triste.

— Oh, no — Susurré, mi interior se sacudió con el dolor — ¿Cómo? ¿Cuándo pasó?

— La maldición lo devoró — Gruñó Peter, lanzando una mirada acusatoria hacia Ezra — Hace poco cuando salimos a buscarte, terminó revolcándose, gritando de dolor hasta que se consumió en llamas. No pudimos hacer nada.

Y yo no estuve para despedirme.

Era solo un chico, joven y de espíritu alegre.

Sentí mis ojos picar, pero me tragué las lágrimas.

— ¿Yumi está bien? — Me preocupé.

— Ella está bien, por lo momentos — Dijo Marvel, con rostro decaído.

— Ya no tendrán que sufrir — Aseguré.

— Eso no cambia las miles de vidas que se han perdido — Peter me juzgó con la mirada — Recuerda eso, Ivonne, éste ser al que te uniste, es el culpable de todo.

— No me molestaré en disculparme — Dijo Ezra, con expresión insensible — Las razones por las que actué no son de tu incumbencia. Cada uno tiene sus intereses. Incluso tú.

— Eres un maldito descarado... Deberías pudrirte en tu Inframundo y dejar la tierra en paz.

— No voy a matarte, porque lamentablemente, le importas a Ivonne y fue ella quien me convenció para salvarlos — Ezra mostró sus colmillos — Hice un trato solo para salvar a su gente y accedió a soportar mi compañía solo para verlos bien — Sentí como mi corazón se aceleraba ante sus palabras, admirando su forma de defenderme.

— Te marcharás de inmediato cuando obtengas lo que deseas y cuando nos hayas despojados de las maldiciones — Dijo Peter, caminando hacia las escaleras.

— Eso también se lo prometí a Ivonne.

Ezra apretó su mandíbula.

Era cierto, me había dado su palabra de marcharse después de sanarse, algo en mí no se sintió contenta con la idea. Aquello había acontecido antes de que mi atracción se desatara.

Seguimos hacia las escaleras, llegando a los pasillos alumbrados por antorchas. Anhelé volver, pero no me sentía contenta, las paredes parecían apretarse a mi alrededor.

Escuché un ruido detrás de mí y me giré.

Ezra intentaba caminar sin chocar sus alas contra las paredes, las recogió para poder avanzar.

— Sigan su camino — Peter se detuvo, ordenando a Violet y a Marvel marcharse.

Me desconcertó y nos detuvimos.

— ¿Qué planeas? — Marvel lo desaprobó.

— Necesito hablar con Ivonne.

Los dos me evaluaron y luego siguieron su camino por el túnel.

— Ivonne, hablemos a solas.

Ezra resopló — No.

— No te lo pregunté a ti — Peter frunció el ceño.

— No sería inteligente de tu parte dejarme pasear por el refugio sin vigilancia — Dijo él, elevando una ceja — No me resulta tentador, pero a juzgar por tu evidente desconfianza y odio hacía mí, me parece insensato marcharte con Ivonne.

— Se que te debo muchas explicaciones, Peter...

— Yo opino lo contrario — Me interrumpió Ezra, cruzando sus brazos.

— Ivonne y yo somos amigos y tu no eres quien para opinar.

Ezra rió — De hecho Ivonne y yo...

— ¡Peter, hablaremos luego, quisiera ir a mi cámara, necesito cambiarme de ropa y tú necesitas quitarte el barro! — Dije, en alto, para ahogar el argumento de Ezra.

— ¿No irás a dejar que éste demonio entre contigo a tu habitación? — Peter se alarmó.

— ¿Dónde crees que durmió todo este tiempo? — Mi demonio puso los ojos en blanco y un palpito me recorrió solo por eso — Estuvimos andando, día y noche, juntos — Enfatizó en la última palabra, con expresión posesiva.

Peter volvió a tensarse — Ivonne...

— Hablaremos luego.

Dejé a Peter en el pasillo y Ezra me siguió, lanzando una mirada desdeñosa antes de alejarnos.

— El refugio es bastante elaborado, es como un fuerte, ningún demonio sabría como entrar, no uno con mis poderes — Dijo y asentí con la cabeza.

— Ninguno lo ha logrado, solo tú.

Me detuve frente a una de las puertas y la abrí.

Mi habitación apareció, tal como la dejé antes de salir a recolectar los suministros.

Ezra entró y cerré antes de que otro de mis compañeros lo viera.

— ¿Aquí dormías? — Evaluó la pequeña cama a un lado, con sábanas rotas de color opaco, un espejo empañado y unos baúles, mi mesa aún con la jarra de agua y la silla desgastada, mis armas colgando de ganchos en la pared.

— Desde que era niña.

Se paseó, tocando los amuletos que colgaban en el poste de la cama.

— Un colmillo de demonio, con una garra — Arqueó las cejas, tocando los amuletos.

— Perla los hizo, cree que eso nos protege contra los demonios.

— Tal vez contra los más débiles, solo por un instante, no tiene mucha carga enérgica — Lo soltó — ¿Perla es una hechicera?

— Sí, la hechicera de nuestro clan de maldecidos, es muy útil tenerla con nosotros — Caminé hacia mis baúles para buscar una ropa sin rasgaduras.

— Al principio creí que eras una hechicera — Confesó y lo observé mientras abría el baúl.

— ¿Por qué pensaste eso?

— Porque te ví, en mi mente, miré a través de tus ojos como luchabas contra un demonio en el aire y como te rompiste la costilla, como luchaste contra los demonios nocturnos — Apartó un mechón de cabello de sus ojos.

Me desconcertó su confesión.

— ¿En serio me viste?

— Pensé que tenías una clase de hechizo lo suficientemente fuerte para acceder a mí.

— No sabía que lo hacía — Negué con la cabeza.

— Lo supe cuando nos enfrentamos por primera vez.

Me quedé pensativa.

Ezra caminó hacia el espejo y se observó.

— ¿En serio confías en alguien como yo?

Sostuve la ropa y lo evalué.

— Me demostraste que si puedo.

— Soy un mounstro por dentro y por fuera. Nunca seré como tu gente, no tendré sentimientos de compasión, ni mucho menos me arrepentiré de como actué y lo que hice.

Me acerqué — ¿Por qué eres diferente conmigo?

Me observó — No soy humano, pero tú me proyectas emociones que jamás sentiría un demonio, no tener alma, ni corazón, lo hace imposible.

Mi interior se agitó y coloqué mi mano en su pecho.

— Si no lo tuvieras, no me habrías salvado de morir en muchas ocasiones.

— Te usé, por interés te salvé muchas veces.

— No te refieres a cuando me salvaste de morir envenenada por la maldición.

— Ivonne, no puedo fingir que soy humano, ni tener una vida normal, tengo que marcharme como acordamos — Dijo, con tanta firmeza y seriedad que retrocedí, sintiéndome desilusionada.

— Sé que te pedí marcharte y dejarnos ser libre, pero eso era antes...

— Tengo a muchos enemigos, los dioses no se quedarán tranquilos cuando sepan que los voy a traicionar, que dejaré vivir a tu gente y a ti, también está mi padre, de alguna manera logró abrir la puerta del Inframundo para que sus secuaces y criaturas salieran, ahora los tengo cazando para destruirme — Apretó sus manos en puños.

— ¿Si sanas? ¿Podrías detenerlos a todos?

— Lo intentaré, pero no sé si logre sobrevivir — Su mirada cambió en mí — Y quiero que te quedes aquí cuando las batallas comiencen, quédate con tu gente, bajo tierra, hasta que todo cese.

— ¿Y qué hay de ti?

— Intentaré ser el último en quedar de pie.

— No quiero que lo hagas solo...

— Ivonne, eres humana, mejor quédate aquí — Me insistió — Nuestro trato está por terminar, cada uno pagará su deuda con el otro.

— Ezra... Yo... Antes te odiaba, pero ahora yo... — Se me atoró la garganta — Te necesito más de lo que imaginé.

— Ivonne, tu eres mortal, yo tengo mil años y tendré mil años más en el futuro, seguiré respirando, si no me destruye mi padre, ni los dioses... Y tú...

— Yo soy efímera — Completé la frase.