El Rey Demonio
...IVONNE:...
Las cadenas se agitaron cuando el demonio luchó contra los grilletes, su piel era gris con una textura áspera, sus dientes largos y amarillentos sobresalían de una boca sin labios en forma de hocico que se mantenía abierta ante nosotros para dejar salir una baba espesa, la espeluznante criatura abría sus dos orificios huecos para oler mientras pasaba sus ojos furiosos por todos en la cámara de la cueva. A la luz de las antorchas parecía una pesadilla después de un horrible cuento de miedo antes de ir a la cama, pero la diferencia estaba en que era real.
Ya no les temía, me había acostumbrado a verlos y a olfatear el azufre en ellos, pero a lo que me costaba acostumbrarme era a sus pupilas rojas brillantes.
Era lo único que tenían en común todos los demonios, eso y su horripilante forma de ser.
En los diez años de destrucción, había aprendido muchas cosas sobre esos seres. Había de muchos tipos, algunos tenían alas y cuerpos robustos, otros cuernos y escamas, los menos favorecidos como aquel encadenado escuálido poseían solo garras y dientes afiliados.
— ¿Habla? — La voz de Violet se oyó, a unos pasos adelante de mí, sus cabellos cortos rozaron sus mejillas afiladas cuando sacudió su cabeza.
— Todos los demonios hablan — Dijo Peter, junto a ella, con los brazos cruzados — Lenguas prohibidas y también nuestro idioma.
— Querrás decir todos los que he capturado — Aclaró Marvel, con un tono fanfarrón.
— Fuimos nosotros — Gruñó Violet, señalando a Peter y a ella.
— Yo lo até, se necesita de valentía para eso — Se defendió Marvel y me reí.
— Estuviste gritando como niña.
— No fue fácil, casi me arranca la piel con esas uñas — Hizo un gesto de terror, su cuerpo lleno de raíces crujió.
— ¿Qué piel? — Se burló Peter — Solo eres una enredadera andante.
— No todos tuvieron una maldición como la tuya — Marvel enseñó sus dientes, aún humanos.
— Esto no es un privilegio — La piel de Peter empezó a alumbrar — De noche soy como un maldito faro y eso no es una ventaja.
— Ninguna maldición es una ventaja — Violet lucía humana, pero solía quedarse paralizada en más de una ocasión.
— ¿Pueden volver a lo que interesa? — Resopló Dylan, un chico de cabellos rojos, tenía la maldición de prenderse en llamas, podría ser una excelente arma si las pudiera controlar — Ya no soporto ver ese rostro horrible.
El demonio rio, atrayendo nuestra atención, su risa era parecida a un sonido ronco de algún depredador.
— Yo no estaré bonito, pero ustedes humanos inútiles, no son nada atractivos — Su voz escondía otras voces que hacían coro, áspera.
— Ya que estás tan dispuesto a hablar, dinos, ¿Qué hacías merodeando cerca de la entrada? — Demandó Peter, con su espada colgando de la mano.
El demonio olfateó de nuevo.
— Aún puedo oler sus putrefactas esencias a pesar de sus maldiciones.
— Si, claro, porque tu hueles a rosas — Gruñó Marvel.
— Chico arbusto que listo — El demonio fue sarcástico, no dejaba de asquear sus intentos de lucir como humanos.
— ¿Lo matamos ya? — Me preguntó Violet, observando por encima de su hombro.
Salí de las sombras de la pared y caminé hasta posicionarme frente a él.
— Solo hay una razón para que un demonio explorara con profundidad un sitio tan recóndito como este — Deduje, evaluando sin miedo a ese ser asqueante — Escasez de humanos.
— Lista, la niña bonita — Rió de nuevo, raspando sus dientes unos con otros y golpeando sus garras en el suelo.
— ¿Ya no hay suficientes almas en las ciudades y pueblos?
— Sal y averígualo.
Alcé mi espada, hasta colocarla contra su cuello.
— Maldito seas, si estás aquí como un maldito perro chismoso te advierto que es muy tarde para avisar a tus amigos de nuestro escondite.
— No seré el único, vendrán muchos más a buscar alimento — Rió sin importarle la hoja contra su delgado cuello — ¿Por qué tanto miedo a morir? De todas formas humanos malditos, ustedes tienen los días contados.
— Las almas que te llevaste serán liberadas cuando tu cabeza caiga — Sentencié llena de furia — No tenemos miedo a la muerte, sino a ser consumidos por ustedes, alimañas.
— Gracias a mi señor por eso, mi rey no dejará ningún humano miserable en el mundo, hogar de demonios al fin— Me dio lo que parecía ser una sonrisa.
— La destrucción genera más destrucción, no estarán tan felices cuando no haya ningún alma humana que consumir.
Lanzó sus garras en mi dirección y salté hacia atrás, cortando su brazo.
Soltó un chillido, la sangre negra manchó el suelo, el humo salió de su miembro cortado.
— ¿Sientes el dolor? — Sacudí mi espada — Es una espada rociada de agua pura — Observé mi arma — Perfecta para ti.
— Tienes la peor maldición de todas, la más dolorosa — Jadeó entre el dolor.
Sentí la furia dominarme y blandí contra su cuello, en un rápido y eficaz corte.
La cabeza cayó al suelo y el olor a carne quemada me dio náuseas.
Empezó a chamuscarse hasta cercarse, como un trozo de madera seca.
— Debemos ir a buscar suministros — Informó Peter — Será un recorrido largo, por los alrededores ya no queda nada.
— Limpien esto, iré a consultar a Perla y armaremos el equipo de búsqueda.
Guardé mi espada en su funda y salí de la cámara.
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Los pasillos subterráneos se mantenían en penumbra, causando sombras cuando pasé cerca de las antorchas puestas en el camino.
Había un total de diez sobrevivientes con maldiciones y cinco rescatados por mis compañeros, pero a duras penas lograba abastecer de alimentos y bebidas.
Los demonios habían llegado para destruir a la humanidad, pero también a empobrecer la tierra, provocando una escasez de alimentos y agua.
El mundo era un lugar gris, con tierras secas, pasto negro y árboles muertos.
Tenía tan diez años cuando el rey demonio invadió Adafa con sus tropas de seres oscuros, asesinó al Rey Philips y toda su familia, tomando el castillo y apoderándose del reino, se proclamó rey y mandó a sus demonios a saquear los pueblos y ciudades.
Mi familia pereció en manos de bandadas de demonios alados y yo fui la única sobreviviente.
Entré en la cámara de Perla.
Ella estaba sentada en el centro del lugar, esparciendo sus perlas blancas sobre la mesa.
— Sabía que vendrías — Sonrió, sus dientes reluciendo en contraste con su piel oscura y su mata de rizos voluminosos.
— Siempre dices eso — Observé los frascos con serpientes muertas y extrañas plantas conservadas en líquidos, madera, amuletos y otras baratijas con conjuros mágicos para la sanación y protección de los miembros del clan.
Perla era una bruja, dotadas con poderes de la Diosa Veldis, ama de la hechicería.
No lo dudaba, sus revelaciones y remedios eran eficientes.
Los dioses nos habían abandonado cuando llegaron los demonios, pero Perla fue la única afortunada en obtener algo de ellos. En el pasado era repudiada por su oficio, pero ahora era una pieza clave para el futuro de los sobrevivientes.
— Vine a...
— A saber si encontré algo útil — Me interrumpió, posando sus ojos oscuros en mí, vestía siempre con túnicas de color gris y collares de colmillos, incluso había unos de demonios, solo un adorno, ya que lo único que contra lo que no podía combatir con sus hechizos eran los demonios.
— Eso no lo predijiste.
— Lo sé porque es la quinta vez que vienes en ésta semana — Pasó sus largas manos por las perlas sobre el mantel — Recuerda que solo veo verdades, no predijo el futuro.
— ¿Algún antídoto? — Arqueé mis cejas.
— Nada aún.
Me desanimé.
— Ivonne, sabes que solo hay una forma de acabar las maldiciones.
— Lo sé — Resoplé, paseando por la cámara — Matar al Rey Demonio, pan comido.
— No es una tarea sencilla, pero si acabas con el Rey Demonio acabarás con el mal en la tierra y volverás a ser una chica normal.
— ¿Cómo hago eso? Soy una humana y aunque posea habilidades de combate, no es nada frente al ser más poderoso que existe — Me frustró, odiaba tanto no poder hacer nada, estar allí escondida sobreviviendo a cada hora por respirar un poco más.
— Hasta el ser más poderoso tiene debilidades.
— ¿Cuáles son? Ni siquiera tú puedes hallarlas.
— El Rey Demonio tiene un fuerte escudo que me impiden descifrar más sobre él — Frunció el ceño, moviendo las perlas con su dedo — Solo hay oscuridad y una fuerte energía negativa — Me acerqué, una de las perlas crujió, rompiéndose, las venas de la frente de Perla se dilataron — Veo algo — Soltó un suspiro y sacudió su cabeza — No soy tan poderosa, si sigo intentando romperá todas las perlas.
— Entiendo, no continúes.
— El Rey Demonio permanece la mayoría del tiempo en el castillo.
— Oh, vaya — Fue lo único que dije.
Eso estaba al otro lado del territorio, cerca de la costa.
— ¿Irás a enfrentarlo?
— Ya estoy cansada de esconderme.
Cansada de sufrir y de padecer.
Mi maldición estaba avanzando, mi cuerpo sufría episodios de dolor, como si me estuviera quemando por dentro.
En mi había un veneno letal que se entendía por cada fibra de mi ser.
Con solo una gota podía matar a cualquiera que tuviese contacto con mis labios o con mi cuerpo.
Incluso una cuchara o copa usada por mí era un peligro para los demás, por eso tenía mis utensilios de cocina apartados.
Aquella maldición me estaba asesinando lentamente, al igual que mis amigos.
Mi tiempo estaba contado, por eso, antes de que eso sucediera iba a acabar con el rey demonio o al menos eso intentaría.
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Comments
Paola Martiz
umm interesante comienzo 😈
2024-09-21
1
Sandra
me esta gustando mucho y eso que no. soy fan de estas novelas,muchas felicidades,por tus novelas me las he leido todas,ahora estoy con deseo andante y ahora empiezo esta,muchas gracias
2024-09-20
1
Sumeli Pinto
Muy interesante historia , aprovecho para nuevamente felicitarte por las dos sagas anteriormente leídas tanto colores como corazón, increíbles las dos ,voy a continuar con la lectura de esta historia y su desenlace , a medida de que vaya avanzando en la lectura te estaré enviando mi apreciación de la misma 😘😘😘
2024-08-26
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