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Transferencia y Contratransferencia: Entre la Ética y la Pasión

Transferencia y Contratransferencia: Entre la Ética y la Pasión

Status: Terminada
Genre:Romance / Completas / Yuri
Popularitas:85
Nilai: 5
nombre de autor: Joy campos

Josiane no quería estar allí, pero se vio obligada a ir a terapia debido a las reglas del refugio en el que vive.
Patrícia, su psicóloga, estaba acostumbrada a tratar casos difíciles, pero nada la preparó para Josiane.
Entre la ética y el amor ¿cuál prevalecerá?

NovelToon tiene autorización de Joy campos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 8

Octava sesión

Patricia miró el reloj discretamente mientras su paciente hablaba, los dedos tamborileando en el borde del cuaderno. Intentaba mantener la concentración, pero su mente insistía en desviarse.

El territorio conquistado en la última sesión con Josiane aún rondaba en su mente. Se sentía satisfecha, pero había algo más allí, algo que no conseguía nombrar de inmediato.

Sin embargo, sabía que estaba más concentrada en la consulta que aún iba a tener con Josiane que en su paciente del momento; este paciente tenía una sesión cada 15 días, y este era el momento de escucharlo más a él, pero su mente vagaba hacia Josiane.

"Es solo porque pude avanzar como profesional",

Se decía a sí misma, casi como un mantra.

Pero, en el fondo, sabía que no era solo eso. Era una satisfacción que venía de un lugar más profundo.

El paciente frente a ella interrumpió su ensoñación con un suspiro largo y desinteresado.

— Entonces, como le estaba diciendo… —reinició, con la voz arrastrada y monótona.

Patricia asintió, manteniendo la postura profesional impecable, incluso sintiendo el peso de la impaciencia. Aquel paciente, aunque desafiante y frecuentemente etiquetado como "difícil", era un compromiso que ella honraba. Sin embargo, hoy, su foco estaba dividido.

Entre pausas en el discurso del paciente, Patricia se permitió planear la próxima sesión con Josiane.

"¿Qué debería hacer? ¿Continuar explorando las pequeñas concesiones que hace, al decirme algo? ¿O intentar algo más osado?"

Sabía que necesitaba ser cautelosa, y también prestarle más atención al paciente, pero la ansiedad por verla nuevamente era palpable.

Cuando el reloj finalmente marcó el final de la sesión, Patricia se despidió con profesionalismo, pero, al cerrar la puerta tras el paciente, sintió un alivio.

"Ahora es su turno",

Pensó, sintiendo el corazón acelerarse.

Minutos después, Patricia abrió la puerta nuevamente, y allí estaba Josiane. Pero algo era diferente. Patricia lo notó inmediatamente, su postura ya no era hostil, como de costumbre. En cambio, Josiane parecía más tímida, casi retraída, como si hubiera bajado una parte de sus defensas.

— Buenos días, Josiane. —dijo Patricia, intentando mantener el tono casual.

Josiane dudó por un segundo, pero respondió, para la sorpresa de Patricia:

— Buenos días.

Era un intercambio simple, pero lleno de significado. Patricia percibió que, en ese momento, Josiane estaba entregando algo, incluso si era pequeño. La terapeuta gesticuló para que se sentara, y Josiane lo hizo, cruzando los brazos de forma defensiva, pero sin la usual agresividad.

Hubo un momento de silencio mientras Patricia abría el cuaderno y se acomodaba en el sillón. Sabía que Josiane necesitaba ese espacio para decidir el próximo paso.

— Entonces, Josiane, ¿cómo estás hoy?

Josiane balanceó la cabeza, soltando un suspiro leve.

— Hoy quiero hablar —dijo, finalmente, su voz cargada de miedo, pero era mejor hablar cualquier cosa o la terapeuta lo sacaría de ella con sus trucos, era al menos eso lo que pensaba.

Patricia mantuvo la mirada firme, pero sin presionar.

— ¿Sobre qué?

Josiane desvió la mirada hacia la ventana, como si estuviera organizando los pensamientos.

— Sobre el trabajo. —comenzó, con un tono que parecía más una concesión que un desahogo genuino. — Todos los días es lo mismo. Caminar por la vía del tren, recoger basura, juntar cosas inútiles.

Hizo una pausa, moviendo los dedos sobre el regazo.

— A veces, encuentro porquerías ahí, pero también cosas graciosas, como una carta, que una persona escribió para sí misma. En total, siempre papeles viejos, bolsas rotas… cositas inútiles, camisetas usadas, ¿lo puedes creer?

Patricia percibió que Josiane estaba ofreciendo algo. Era una información superficial, algo que ella consideraba insignificante, pero aún así era una entrega.

— Debe ser agotador. —dijo Patricia, con un tono de empatía que no parecía forzado.

— Mejor que quedarme en el albergue —Josiane se encogió de hombros, pero había algo en la forma en que desviaba la mirada que denunciaba un descontento.

Patricia se inclinó ligeramente hacia adelante, sin invadir el espacio de Josiane.

— Parece que encuentras tu trabajo más importante que tu hogar.

Josiane soltó una risa corta con ironía.

— Porque lo es. Aunque para muchos lo que hago es solo retirar la basura. Pero, no sé, creo que alguien tiene que hacerlo, alguien tiene que limpiar la basura que otros hacen.

Patricia asintió, anotando algo en el cuaderno. Sabía que Josiane estaba intentando mantener el control de la interacción, manipulando el foco lejos de cualquier cosa personal o emocional. Aún así, Patricia lo veía como un progreso, e incluso intentando dirigirla hacia otro lado de la conversación, todavía proporcionaba información valiosa.

"Cree que me está controlando, pero me está dando exactamente lo que necesito", pensó Patricia.

— ¿Te importaría hablar más sobre eso? —preguntó Patricia, manteniendo el tono ligero.

Josiane la miró de reojo, como si estuviera evaluando las intenciones detrás de la pregunta.

— No hay mucho que decir. Solo hago lo que me ordenan. Así es como funciona, ¿no?

Hubo un silencio que Patricia decidió no llenar. Esto era importante, no intentar llenar con preguntas el momento, que debe ser de reflexión para Josiane.

Josiane movió los dedos, incómoda, pero parecía reacia a continuar.

— Es solo eso. —concluyó Josiane, como si pusiera un punto final a la conversación.

Patricia sonrió internamente, Josiane había ofrecido una pequeña parte de su rutina, ya lo había hecho antes, pero la diferencia era que ahora decía lo que sentía en relación a esa rutina, sin ser "odio esto". Era un pequeño paso, pero significativo.

— Gracias por compartir eso, Josiane. —dijo Patricia, genuinamente.

Josiane no respondió, pero su postura parecía menos tensa. Patricia sabía que, en ese momento, era mejor no presionar. La tregua estaba establecida, y ella no quería arriesgarse a romperla.

Patricia observó a Josiane en silencio, aún asimilando lo que había compartido sobre el trabajo. La manera en que Josiane habló del día a día en la vía del tren, parecía, por un lado, superficial e indiferente, pero por otro, cargaba pequeñas brechas de algo mayor.

— Mencionaste que encontraste una carta para ti misma. —dijo Patricia, con un tono que mezclaba curiosidad y ligereza—. ¿Llegaste a leerla?

Josiane la miró, arqueando una ceja, como si considerara si valía la pena compartir más.

— Claro que la leí. —respondió, finalmente—. ¿Quién no leería algo así?

Patricia sonrió ligeramente, incentivandola sin palabras a continuar.

— Era… —Josiane hizo una pausa, como si organizara sus pensamientos—. Era una carta un poco rara, ¿sabes? Alguien escribió para sí misma, como "Querida yo del futuro, espero que hayas dejado de ser una idiota".

Ella rió ligeramente, y Patricia percibió un brillo diferente en sus ojos, algo que no veía antes.

— Eso me hizo reír en el momento. —continuó Josiane—. Porque, ¿sabes? ¿Quién escribe una cosa así? Y lo peor es que la carta oscilaba entre ser graciosa y… no sé, un poco deprimente.

Patricia se inclinó ligeramente hacia adelante.

— ¿Deprimente cómo?

Josiane balanceó la cabeza, sonriendo de forma contenida.

— Como… la persona decía que esperaba que, en el futuro, ella hubiera "dejado de ser una carga" o algo así. Y después cambiaba el tono, diciendo que quería ser más valiente, más, no sé, libre. —Josiane se encogió de hombros—. Era gracioso, pero también un poco triste.

— ¿Y te quedaste pensando en esa persona? —preguntó Patricia, cuidadosamente.

Josiane cruzó los brazos, pero no parecía a la defensiva.

— Un poco. —admitió, con reticencia—. Como, ¿quién era esa persona? ¿Qué estaba pasando para escribir algo así?

Hizo una pausa, con los ojos fijos en algún punto del suelo.

— Y, no sé, ¿qué pasó con ella? Porque, la carta estaba ahí, tirada en medio de la basura. ¿Acaso se convirtió en lo que quería? ¿Cuándo escribió esa carta? Parecía ser muy vieja.

Patricia la observaba atentamente, pero no la interrumpió. Josiane parecía perdida en sus pensamientos, pero continuaba hablando.

Otra cosa que llamó la atención de Patricia era el vocabulario de Josiane; de todos en el albergue, ella parecía a veces hablar con un conocimiento de vocabulario refinado.

— Creo que lo que me hizo reír fue la forma en que la persona se burlaba de sí misma. Como, se llamaba a sí misma perezosa, torpe, y terminaba diciendo algo como "espero que hayas aprendido a no tropezar en tu propia vida". —Josiane soltó una risa corta—. Un poco trágico, pero también gracioso.

— ¿Pudiste identificarte con algo que estaba en la carta? —preguntó Patricia, su voz suave, pero cargada de intención.

Josiane se quedó callada por un momento, y Patricia vio algo cambiar en su expresión. Fue breve, casi imperceptible, pero estaba ahí.

— No lo sé. Tal vez. —respondió Josiane, finalmente—. Pero, ya sabes, solo lo encontré curioso. No es como si fuera sobre mí ni nada por el estilo.

Patricia sonrió ligeramente, percibiendo que Josiane estaba intentando minimizar el impacto que la carta había tenido en ella.

— Parece que esa carta te marcó, de alguna forma.

— Ah, no exageres. —dijo Josiane, balanceando la cabeza con una sonrisa de lado—. Fue solo algo gracioso que encontré.

— Gracioso, pero… reflexivo también, ¿no crees?

Josiane se encogió de hombros nuevamente, pero no respondió. Patricia notó que, aunque estaba intentando mantener la fachada, había un brillo diferente en sus ojos, una apertura que no existía antes.

— ¿Y guardaste la carta? —preguntó Patricia, con delicadeza.

Josiane dudó, pero terminó balanceando la cabeza.

— No. Pero, por alguna razón, me acuerdo de ella de vez en cuando.

Patricia sonrió internamente. "Incluso sin admitirlo, esa carta la conmovió", pensó.

Josiane, percibiendo el silencio que se había formado, desconfiando de que Patricia ya hubiera sacado conclusiones, intentó cambiar de tema, pero Patricia sabía que ya había obtenido lo suficiente por ahora. Cada palabra, cada risa corta y cada pausa cargaban mucho significado.

Mientras Josiane divagaba sobre cualquier otra cosa, Patricia mentalmente revisaba lo que acababa de escuchar.

"Está comenzando a entregar más, incluso si cree que tiene el control. Es un comienzo. Pequeño, pero significativo".

Y, por primera vez en esa sesión, Patricia sintió que estaba comenzando a ver a la verdadera Josiane emerger, aunque fuera poco a poco, entre las capas de defensa.

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