El Imperio De Las Rosas

Richard planeaba unirse a la rebelión de Dietrich, así podría pasar más tiempo con Ellie; lo había logrado descubrir debido al clan L' blüjk, quien formaba parte de la rebelión debido a un tratado que tenían. Se estaba enamorando y era consciente de eso, no podría dejarla ir ahora, con ella sentía una emoción distinta a las que había experimentado; ni matar lo emocionaba tanto.

El segundo príncipe es conocido por ser un sádico, amante a la sangre y a matar. Luego de capturar a su enemigo suele torturarlo por una semana en donde la mitad de sus cuerpos están podridos o mutilados, aunque ya les hubiera dicho todo lo que sabían; el enemigo nunca debía ser perdonado.

“Oh... Mi querida Ellie, cuando nos casemos te entregaré mi corazón como muestra de mi lealtad hacia ti”. La manera de amar de Richard podía ser igual o más retorcida que la de la princesa, ambos fueron criados en ambientes tóxicos en donde debes aprender a amar a los pecadores y a encontrar el cariño en el daño en que te hacen.

Estaba observando Ellie, ella se encontraba leyendo un libro de poesía ya que no era del todo conocedora de esto y quería darle respuestas apropiadas a Richard. El príncipe no pudo evitar encontrarlo tierno y al sentir el vuelco que dio su corazón al ver como la rubia se percataba de su presencia viendo fijamente a su pájaro, se sintió amenazado pero a la vez extasiado; una mezcla de emociones que desconocía pero estaba fascinado, quería más.

“Debes ser más cuidadoso ¿no lo aprendiste en la guerra?” Las sombras fueron hasta donde estaba el pájaro, absorbiendo su energía vital hasta dejarlo completamente débil “¿Qué pasaría si te hago esto a ti también?” Richard no podía verla bien por la mala vista que poseia ahora el pájaro pero podía notar el brillo sádico en sus ojos y su sonrisa perversa. Ellie soñaba con matar a todos los de la familia imperial y esto lo incluía a él a pesar de ser Ilegítimo, no merecía vivir.

La tensión en el ambiente era palpable, pero Ellie ya se había aburrido de jugar con el príncipe así que mató de una vez al pájaro otorgandole la libertad; solo era un recipiente.

Esteban quien observaba todo de lejos no pudo evitar sentir el aura abrumadora de Ellie y sentirse igual o más amenazado que Richard; algo iba mal. La rubia no había despertado todo su poder pero su aura y su poder parecían ser intimidantes.

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“La señorita es sin duda una belleza única”. Ellie llevaba un vestido sencillo, confeccionado en sedas finas, presenta un corte ajustado en la cintura y una falda amplia que cae hasta los tobillos. La parte superior está adornada con encajes delicados en el escote y las mangas; El escote es redondo y modesto, mientras que las mangas son largas. La cintura alta está realzada por un cinturón de terciopelo que se ata en un lazo en la parte posterior. La falda fluye elegantemente desde la cintura y se abre en una amplitud completa, creando una silueta majestuosa.

Su padre le había ordenado a Ellie ir a una fiesta de té que estaba siendo organizada por la hija del duque Leibniz quien era socio de del archiduque ya que le estaban ayudando a empezar la producción de armaduras. El negocio estaba siendo todo un éxito.

La hija del duque tenía cierta apreciación hacia Ellie debido a que era conocida en la sociedad como una mujer valor, todos decían que desde el nacimiento de la rubia la familia Bellefleur había florecido aún más volviéndose más cercana a la corona y no estaban equivocados. Su padre le había enseñado que al enemigo debía mantenerlo aún más cerca para conocer cada paso que pueda dar y predecir sus movimientos.

“El carruaje está listo, señorita”. Los ojos de Ellie estaban en su propio reflejo, usaba el collar qué le regaló su padre con un cuarzo blanco en donde se contenía un hechizo para cuando ella estuviera en peligro, sería informado de inmediato.

Ambos sabían que ella no lo necesitaba pero igualmente Ellie insistía en usarlo porque desde pequeña soñó que su padre la rescatara, incluso cuando estuvo encerrada en daechit y era consciente que él no iba a regresar por ella seguía soñando con eso.

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El centro de la ciudad es un lugar transcurrido, podía ver desde la ventana de su carruaje a todos los niños jugar y a los vendedores ofrecer sus productos gritando. Esta vez había sido de las pocas que había disfrutado estar en lugar como ese.

“Bienvenida, señorita Bellefleur”. La ama de llaves le abrió la puerta de la mansión perteneciente a la familia Leibniz con una reverencia. Sus pensamientos estaban siendo predecibles "Wow... Que linda es", "No parece tan intimidante como suelen decir", "Parece educada"...

La ama de llaves llevó a Ellie hasta el jardín en donde estaban el grupo de amigas de Lilieth, la hija del duque. Observó a cada una de las integrantes y ninguna era importante aparte de una pelirroja, quien era hija del dueño de 1/4 de los negocios de la ciudad imperial, el resto estaba repartido entre la familia imperial y su padre.

“Mucho gusto, soy Ellie Bellefleur. Espero cuiden de mí”. Un rostro ligeramente sonrojado y una sonrisa amable, ojos compasivos junto con una reverencia qué muestra el respeto que sientes ante los que no son superiores a ti pero haces ver que los ves como iguales es el truco perfecto para ser considerado alguien agradable.

Las damas estaban sonrojadas, fascinada con la educación que tenía Ellie excepto una, un rostro desconocido para la rubia pero aún así no le prestó atención. Si no la recordaba es porque no valía la pena, Ellie solo almacena información relevante en su memoria.

Todas empezaron a presentarse y llegó el momento de la dama que parecía que no le gustaba Ellie y resultó ser una Nietzsche, el competidor en negocios de la familia Bellefleur. Ellie quería burlarse de ella ahí mismo por pertenecer a una familia que solo sabía humillarse así misma, siempre intentaban estar por delante de ella pero al final terminaban solo siendo una copia de la familia Bellefleur.

“Señorita Bellefleur, me di cuenta que estuvo en una batalla ¿Se estuvo alimentando bien? ¿Qué tal su regreso?”. La emoción de Lilieth fue demasiado notable por su tono de voz y el brillo en sus ojos al conocer a Ellie. Es la primera vez que había podido después de tantos intentos tener una interacción con la heredera del archiducado.

A Ellie le parecía entre tierna e intensa, no le molestaba en lo absoluto porque estaba acostumbrada. Después de tantos logros en la guerra la gente empieza a creerte un héroe o algo así; le parecía tonto porque ella solo solía chasquear los dedos y un par de movimientos con la espada y todo estaba resuelto; todavía podía escuchar la voz de sus soldados agradeciéndoles por salvar sus vidas, un escalofrío recorrió su espalda al recordar lo abrumante que fue.