Una Blanca Nieves Trasvistiéndose en la Guerra
En el sombrío y misterioso reino de Eldoria, una joven llamada Lucía lucha por sobrevivir en las calles sucias y oscuras. Con su cabello negro como la noche, piel pálida como la nieve y ojos grises como un lobo, Lucía ha aprendido a valerse por sí misma desde que sus padres la abandonaron antes de morir.
El día de su decimoquinto cumpleaños, el reino se ve sacudido por una guerra entre los siete príncipes sucesores del trono, cada uno con una personalidad única y distintiva. Los príncipes, conocidos como Grím, Jovial, Sabio, Tímido, Bromista, Soñador e Hipocondríaco, luchan por reclamar su derecho a gobernar Eldoria.
Ante la noticia de que todos los hombres deben alistarse para la guerra, Lucía ve una oportunidad para cambiar su destino. Decidida a escapar de la miseria, se corta el cabello y se disfraza de hombre, adoptando el nombre de Lucio. Con una blusa café y un pantalón viejo amarillo, se presenta en el campamento de reclutamiento
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capitulo 24
Capítulo 24: Los Recuerdos de la Reina Malvada
La reina, sentada en su trono oscuro, cerró los ojos por un momento, permitiéndose recordar tiempos más felices. En su mente, las imágenes de su hermana, la madre de Lucía, y de Kira, su otra hermana que aún vivía, comenzaron a surgir.
Flashback:
Era un día soleado en el jardín del palacio. La reina, entonces una joven princesa, jugaba con sus hermanas. Su hermana mayor, la madre de Lucía, siempre había sido la favorita del rey. Ella era hermosa, amable y todos la adoraban. La joven princesa, sin embargo, siempre había sentido una sombra de celos hacia ella.
El día que su hermana mayor se casó con el hombre que la princesa también amaba, su corazón se llenó de odio y resentimiento. Esa noche, mientras todos celebraban, la princesa se retiró a su habitación, jurando que algún día se vengaría. Fue entonces cuando comenzó a estudiar las artes oscuras, buscando poder para superar a su hermana y a todos los que la habían despreciado.
Fin del Flashback
La reina abrió los ojos, su mirada llena de una mezcla de tristeza y furia. Sabía que su odio la había llevado a este punto, pero no podía detenerse ahora. La traición de Yotsuba y la amenaza del príncipe y sus aliados solo habían avivado su ira.
Mientras tanto, el príncipe y Lucía se dirigían hacia el castillo de la reina. Antes de entrar, se encontraron con Akira, la tía del príncipe. Akira era una mujer sabia y querida por todos. Al ver a Lucía, Akira se quedó mirándola fijamente, como si le recordara a alguien.
—Tu rostro me recuerda a alguien —dijo Akira, con una expresión pensativa—. ¿Quién eres tú realmente?
Lucía, sorprendida por la pregunta, respondió:
—No sé de qué está hablando. Solo soy una soldado.
Akira asintió lentamente, aunque la duda permanecía en su mirada.
—Entiendo. Pero ten cuidado, Lucía. La reina es más peligrosa de lo que imaginas.
Con esas palabras, el príncipe y Lucía continuaron su camino hacia el trono de la reina. Sabían que la batalla final sería la más difícil de todas, pero estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
Al entrar en el gran salón, Lucía levantó su espada y gritó:
—¡Ya se acabaron tus días de maldad y tu hipocresía!
La reina se levantó de su trono, su mirada llena de desprecio.
—Esto no se ha acabado —dijo, con una voz que resonaba en las paredes del salón—. Antes de que me enfrentes, debes saber la verdad.
Lucía frunció el ceño, confundida.
—¿Qué verdad?
La reina sonrió con amargura.
—Tú eres la hija de mi hermana. Y sus hijos son tus hermanos. Todo lo que he hecho ha sido para protegerlos y asegurar su futuro.
Lucía sintió que el suelo se movía bajo sus pies. La revelación la dejó sin palabras, pero no podía dejar que eso la detuviera.
—No importa quién seas. ¡Tus días de maldad han terminado!
La reina rió, una risa amarga y llena de dolor.
—Esto no se ha acabado —repitió, y con un movimiento de sus manos, recitó un antiguo hechizo.
Una luz oscura envolvió su cuerpo, transformándola en una bestia gigantesca, un dragón de escamas negras y ojos llameantes.
—¡Prepárense para enfrentar mi verdadera forma! —rugió la reina, su voz ahora un estruendo aterrador.
En ese momento, Lucía recordó las palabras de su maestro: “Si alguna vez te enfrentas a una bruja malvada, utiliza todas las técnicas que te he enseñado. Solo entonces te convertirás en una maestra completa, una maestra de la espada. Recuerda todas las lecciones que has aprendido.”
Lucía cerró los ojos por un instante, recordando su entrenamiento. Ya no era una simple chica; ahora era Lucía, la caballero maestra de la gran espada espiritual. Y no solo eso, recordó que también era un elfo asurá.
—No te tengo miedo —dijo Lucía, con una voz firme y decidida—. He pasado por muchas cosas en mi vida, he superado cada una de ellas, y tú no serás quien me destruya. Serás tú quien tema.
La reina, ahora en su forma de dragón, lanzó un rugido que hizo temblar las paredes del castillo. Con un movimiento rápido, Lucía activó su brazalete, que se transformó en una espada brillante. La batalla comenzó con una intensidad feroz.
Lucía se movía con agilidad y precisión, utilizando todas las técnicas que su maestro le había enseñado. Cada golpe de su espada era acompañado por un destello de magia, mientras invocaba a los espíritus para que la asistieran. La reina, en su forma de dragón, atacaba con garras afiladas y aliento de fuego, pero Lucía esquivaba con destreza, contraatacando con fuerza.
La sala se llenó de chispas y destellos de luz mientras las dos combatientes se enfrentaban. Lucía recordó cada lección, cada entrenamiento arduo. Utilizó hechizos para protegerse y para atacar, combinando su habilidad con la espada con la magia que había aprendido. Sus movimientos eran fluidos y letales, una danza de poder y gracia.
La reina, furiosa por la resistencia de Lucía, lanzó un ataque devastador, pero Lucía lo bloqueó con su espada, canalizando su energía a través del arma. La fuerza del impacto hizo retroceder a la reina, pero no la detuvo. Con un rugido, la reina lanzó una ráfaga de fuego, pero Lucía invocó un escudo de hielo para protegerse.
—¡No puedes vencerme! —gritó la reina, su voz resonando con furia.
—¡No me rendiré! —respondió Lucía, su voz llena de determinación.
Con un movimiento rápido, Lucía cambió su espada por una lanza, utilizando su brazalete mágico. La lanza brillaba con una luz intensa mientras Lucía la lanzaba hacia la reina. El arma atravesó las escamas del dragón, causando un grito de dolor. La reina, debilitada, intentó un último ataque, pero Lucía estaba lista.
Recordando las palabras de su maestro, Lucía invocó a los espíritus de la naturaleza, canalizando su poder a través de su cuerpo. Con un grito de batalla, lanzó un hechizo final, una combinación de magia y fuerza física. La energía envolvió a la reina, debilitándola aún más.
La reina, ahora en su forma humana, cayó al suelo, exhausta y derrotada. Lucía se acercó, su espada lista, pero la reina levantó una mano en señal de rendición.
—Has ganado, Lucía —dijo la reina, su voz débil—. Pero recuerda, siempre habrá oscuridad en el mundo. Solo tú puedes decidir cómo enfrentarla.
Lucía asintió, sabiendo que las palabras de la reina eran ciertas. La lucha por la justicia y la paz nunca terminaba realmente. Pero por ahora, habían ganado una batalla crucial.
Con la reina derrotada, el príncipe y Lucía se prepararon para restaurar la paz en el reino. Sabían que el camino sería largo y difícil, pero estaban listos para enfrentarlo juntos.