Mi Ex Esposa Será Mi Reina.

Melanie abrió los ojos, volteó para encontrar la razón de la pesadez en su estómago.

Ahí estaba el innombrable, Alejandro dormía profundamente, sus pestañas largas le hacían sombra a sus ojeras, no se parecía en nada al arrogante príncipe con el que Melanie se casó.

Hubiera deseado tener sexo con él, era humana , frágil imperfecta, tenía deseos como todas, su cuerpo añoraba el contacto de otro cuerpo, compartir con alguien el calor que emanaba de su ser. Solo que sería muy bajo de su parte aprovechar la situación.

Se levantó tan sigilosamente como le fue posible, aunque con sus pies , eso era casi imposible.

Su hija ya estaba despierta, vestida y preparada para salir , la pequeña tenía una expresión alegre y expectante.

__No se a que hora volveré, la señora Sniff tiene instrucciones de preparar el baño para su majestad y sus medicamentos.

Luego de dejar todo preparado, Melanie salió de Greendellville a la calle ocho del centro de River Green.

El auto se estacionó enfrente de la casa Humpring, definitivamente esa alegría y el aspecto de la casa no eran los mismos, el árbol de jacarandas que había en la entrada, estaba casi muriendo, los jardines no tenían el característico pasto verde y la fuente estaba seca.

La casa Humpring se veía triste.

__¡¡Hijaaaaa, estás aquí!!__Gritó lady Antonella desde la cocina.__Tu padre se pondrá feliz.

Le hizo señas a uno de sus empleados y este corrió a la habitación de Lord Humpring.

__¡Dios mío Melanie, esa bebé es hermosa!__Dijo Teresa, la hermana de Melanie__Debo decir que sacó lo mejor de ambos, pero Alejandro ganó, es idéntica a él.__Terminó de decir.

__Que gusto verte de nuevo hermanita, realmente te extrañamos mucho.__Lucía se acercó para darle un abrazo.

Hablaron de su vida en Lombardía, de Frederick Lint y de su próxima coronación.

__Mi hermanita será reina de Tulip Kingdom, la menor de todas, se llevó la corona, ¡¡hay Melanie, estoy tan orgullosa de ti, nos enseñaste una gran lección!!, debimos ser más empáticas contigo.__Lloró Teresa.

__Bueno, tal vez era lo que tenía que pasar, las cosas no suceden sin razón.

Melanie miró hacia la escalera principal, un crujido la alertó y centró su atención en ese ruido.

No se imaginó un escenario así, ni a su padre en silla de ruedas, o si semblante tan enfermo.

__¡¡Papá!!__Se puso de pie y caminó hacia su papá.

Lord Humpring lloró, la vió tan hermosa y radiante, cómo si fuera otra persona, una Melanie mayor pero incluso más bonita de lo que siempre fue.

__¡Hija mía!, ni niña.__Sollozó Adam.

Se fundieron en un cálido y reconfortante abrazo, Melanie sintió los huesos de la espalda, su temblor en sus manos, la delgadez extrema en la estaba y su poca respiración.

Adam Humpring estaba muriendo, como todo alrededor de la casa.

Hablaron mucho, Melanie le presentó a Ginni, la pequeña le tuvo miedo, no se le acercó salvo para levantar un juguete que cayó cerca de su silla, el perdón no faltó aunque Melanie jamás esperó que sus padres le suplicaran por él, obviamente que ella no tenía un corazón oscuro, sabía que sus padres eran personas buenas que solo fueron educados a la antigua, eran en extremo tradicionales, religiosos, muy conservadores, ¿que podía hacer ella?, dejar que fuera Dios quién juzgara a sus padres.

Volvió a Greendellville con la promesa de estar cerca de ellos, a Ginni le encantaba estar con lady Antonella, pasó todo el tiempo con ella, disfrutando de sus postres y de sus cuentos de hadas, los mismos que Melanie escuchó cuando era una niña.

Llegó al palacio, una gran caja color rosa estaba en su cama, al abrirla vió de que se trataba.

__Es muy bonito, ¡me encanta!__Siempre tuvo aversión a los enormes vestidos y a la exageración con la ropa, consideraba innecesario tanto desperdicio de telas, ese vestido era todo lo que ella hubiera elegido.

Blanco con bordados en hilo de oro, compuesto de dos piezas, el vestido hecho de muselina india y seda de birmania, con hombros descubiertos, y mangas largas y con vuelo, la segunda pieza era orfebrería, una cinturilla de oro rosa con incrustaciones de diamantes, que iba desde los pechos hasta la cadera y una hombrera del mismo material.

Melanie estaba maravillada con la obra. En una caja más pequeña, estaba el vestido de Ginebra, del mismo color, menos apabullante, sencillo pero elegante, digno de la princesa, tenía un cuello lleno de diamantes y una abertura por enmedio, pequeñas flores bordadas a un costado y mangas cortas con olanes .

"Te espero en la catedral de San Salomón, yo seré el de la corona azul".

Era un mensaje de Alejandro, la caligrafía perfecta no dejaba dudas.

Todo estaba listo, la coronación fue anunciada como el acto más importante de los últimos años, el mismo día del cumpleaños número cuatro de Ginebra.

__Estoy nerviosa, tanta gente por ahí y todos ellos esperando a que tropiece o vomite, si no fuera por qué Lord Brightman quiere abolir la monarquía, te juro que nunca más hubiera vuelto...

Frederick escuchaba a una muy parlanchina Melanie, cosa que hacía cuando estaba estresada.

__Rara vez digo esto pero, ¡tienes que calmarte!, nadie va a ver tus torpes pies con ese vestido!, mira que si Alejandro no te cae encima, alguien más lo hará.

Melanie rodó los ojos.

Llegó a la catedral de San Salomón, en un Mercedes S Guard, con cinco autos delante y cinco atrás , toda la gente esperaba a la entrada pero el servicio de seguridad ya había abierto la puerta secreta del recinto y Melanie con su hija pasaron sin ser vistas.

Entre la multitud había un rostro que buscaba incansablemente ver a Melanie, si hubiera podido hubiese entrado a clavar el cuchillo de plata que tenía escondido en su liguero, de no ser por Alejandro que la vió merodeando dentro de la sacristía.

__Si no te vas, te obligaré y no te gustará.__La amenazó.

__No me provoques majestad, recuerda que si estás a punto de coronarte rey, es gracias a mi silencio.

Alejandro la tomó por el cuello y la arrinconó en la pared, a los pies de un cristo antiguo que colgaba ahí.__Voy a disfrutar cuando por fin te aplaste, te advertí que no quitaras el cuchillo de mi cuello, por qué cuando pueda liberarme...te arrancaré la piel hasta que te quedes en los huesos, agradece a mi hijo y tratalo bien, porque gracias a el tú sigues con vida...

Le apretó el cuello tan fuerte, que Cecilia comenzó a ponerse de un color rojo brillante y luego un morado tenue, tosía desesperadamente, buscando aire.

__Que no se acerque a mi esposa, mantén tus ojos en ella.__Le ordenó a uno de sus custodios.

__Te vas a arrepentir Alejandro, tu, no sabes lo que pasará cuando el mundo sepa que tú estúpido primo ¡¡¡es un maricaaaa!!!.

Traz.

Cecilia tomó una vela y la arrojó a la espalda de Alejandro.

__Si abres esa sucia boca, asegúrate de tener dinero suficiente para huir, porque te hará falta para esconderte como la rata que eres...

__¡¡Henry no es tu hijooo!!.__Le gritó.

__¿Crees que no lo sabía?, que tonta eres, hasta hace una semana tuve la oportunidad de al fin sabes quién es el verdadero padre de ese niño, te sorprendería saberlo... perooooo, dejaré que te mueras con la duda, esa noche estabas tan ebria, que pasaste por todos esos hombres y no te acordaste ni de sus rostros.

La dejó pasmada. Cecilia no esperaba que Alejandro ya supiera la verdad, la única opción que tenía se acababa de esfumar.

Los ojos se le salían de las órbitas, estaba enojada y para colmo Lord Brightman no aparecía por ningún lado.

Y es que Gustav y Frederick, se encargaron de sentarse uno en cada lado del ministro, de tal manera que Lord Brightman no pudiera escapar antes de la coronación..

El custodio jaló a Cecilia__Dejáme tranquila, suelta mi maldito brazo.__Le decía mientras luchaba por safarse.

Dentro de la catedral, los ministros, los Lores, la familia real, el obispo y los invitados, ahogaban la respiración.

Melanie entró con su hija, detrás venía un grupo de sacerdotes y monjas, cantando y llenando con incienso todo el atrio.

La ceremonia duró poco menos de una hora, se leyó la carta de juramentos y se cerraron los libros del anterior Rey Tom Wilde y la Reina Mary, dejando un nuevo libro en blanco, con la primera firma de Alejandro ll Wilde rey de Tulip Kingdom y Melanie Wilde reina consorte.

Oficialmente eran rey y reina de Tulip Kingdom.

Ahí mismo se reconoció a la princesa Alessandra Ginebra Wilde Humpring, princesa de Montwhite, primera en la línea de sucesión al trono.

La pequeña puso su mano sobre la enorme biblia, jurando así lealtad a su familia, era una ceremonia ridícula, Melanie decía que la niña apenas y sabía lo que sucedía, pero así eran las normas.

Alejandro y Melanie fueron al palacio de River Green, abrieron las puertas para convivir con sus súbditos, quienes llegaron en masa hasta el palacio, todos ellos volcando sus mejores deseos a los nuevos monarcas, pero sobretodo, llenando de amor a la princesita, la pequeña se robó el corazón de todos.

Melanie lucía perfecta, se quitó la pesada corona y en su lugar, usó una diadema discreta, regalo de la Reina madre.

Mientras saludaba a la multitud, vió a Cecilia Moldren. La miró desde arriba con suficiencia, dedicándole una sonrisa y sacudiendo sus dedos , mostrándole el hermoso anillo que reafirmaba su posición como esposa del rey.

Cecilia apretó la mandíbula, tan fuerte que mordió sus mejillas por dentro y se sangró.

Alejandro notó el encuentro.

__Esa es mi chica.__Le pasó la mano por la cintura e hizo una sola señal al custodio que vigilaba de cerca a Cecilia. El hombre se acercó y alguien le entregó al niño, obligando a Cecilia a irse del lugar.

__Ve con ella.__Replicó Melanie.

__Tu eres mi chica, no me contradigas, soy el rey ahora...

__Y yo soy Melanie Humpring y puedo contradecir lo que quiera.