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La Niña Del Capo

La Niña Del Capo

Status: Terminada
Genre:Completas / Mafia / Dominación / BDSM / Diferencia de edad
Popularitas:929.7k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Yesenia Stefany Bello González

Stefano Messina es el nuevo Capo de la ´Ndrangueta, un cargo que nunca pensó que tendría. Para seguir siendo el jefe debe cumplir las reglas que le ha impuesto su hermano, siendo la más importante mantenerse alejado de Inés Guzmán. La dueña de sus fantasías más perversas.
¿Podrá hacerlo o caerá ante la dulzura de la única mujer que no puede tener?

NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Amore mio (21)

Inés

Me abrazo con fuerza a Stefano, sintiendo como el contacto con su piel me devuelve al ahora. Limpio con su hombro las lágrimas que siguen cayendo por mis mejillas.

No puedo creer que la sola mención de la palabra látigo me haya provocado este ataque de pánico, pero lo hizo.

Aprieto mis dientes con fuerza, y cuando eso no funciona muerdo mi mano para evitar gritar cuando recuerdo el dolor del látigo rompiendo mi piel y los ojos eufóricos de Daniel mientras yo le rogaba que se detuviera.

–Tranquila, mi niña. Estoy aquí –susurra Stefano y quita mi mano de mi boca–. Muérdeme a mí –pide y eso hago porque no quiero gritar y llorar como una niña pequeña–. No quiero que te lastimes. Él no puede hacerte daño –me recuerda.

Asiento porque la parte racional de mí sabe eso, pero la otra parte todavía cree que puede aparecer en cualquier momento y devolverme a ese infierno.

Me concentro en la imagen de Daniel muerto, desangrándose, y poco a poco puedo recuperar la cordura.

Suelto la mano de Stefano y hago una mueca al ver mis dientes clavados en su piel y un pequeño hilo de sangre.

–Lo siento –susurro.

–No fue nada –devuelve de inmediato–. ¿Quieres hablar de ello?

Niego con mi cabeza de inmediato. Luché por lo que se siente como horas para poder recuperar mi mente, no quiero ir de nuevo a ese lugar tan oscuro que guardo bajo siete llaves.

–Te amo –dice y siento como mi corazón se infla con su declaración.

Me ama. Por fin Stefano me ama.

Sonrío, pero justo en ese momento recuerdo que estoy desnuda y que estábamos a punto de tener sexo.

–Lo arruiné, ¿verdad?

Stefano sonríe y besa mi frente. –No has arruinado nada, Nessy. Si no estás lista, no lo estás y punto. Eres libre de decidir y… –Lo callo con un beso porque sí que estoy lista y quiero volver a dónde estábamos.

Cuanto antes mejor.

Se aleja unos centímetros. –¿Estás segura de esto?

–Nunca he estado tan segura de algo en mi vida –respondo de inmediato.

Stefano sonríe antes de volver a besarme.

Nos besamos por largos minutos. Mi cuerpo comienza a incinerarse nuevamente con el roce de su cuerpo sobre el mío.

–Todavía tienes puesta tu ropa –mascullo en sus labios mientras comienzo a tirar de su jeans–. Yo también quiero verte.

Sonríe y se saca el pantalón y el bóxer en unos segundos.

Mi boca cae abierta al ver a este hombre en todo su esplendor.

–Eres maravilloso –digo admirada–. Eres mejor de lo que imaginé.

–Te puedo acusar de lo mismo –devuelve antes de morder mi labio inferior–. ¿Quieres que sigamos mirándonos, o quieres hacer algo más?

–Quiero hacer todo mientras sea contigo.

Sonríe y en un movimiento giramos por la cama y ahora yo estoy arriba de él.

–Siéntate en mi cara –ordena.

–Espera, ¿qué? –pregunto sin entender.

–Quiero probarte. Siéntate en mi cara.

Mis mejillas se encienden y tengo que colocar mis manos sobre ellas para aminorar el ardor.

–No lo sé… –susurro avergonzada.

Coge mi cintura con una sonrisa libidinosa y me posiciona sobre su rostro. Quiero discutir con él, pero cuando sus labios juguetean con la parte más sensible de mi cuerpo, grito como nunca lo he hecho antes.

Caigo hacia delante y tengo que colocar mis manos en la pared, para mantenerme en la posición correcta. No quiero perderme ni una sola de sus caricias.

Su lengua me recorre de arriba hacia abajo y no puedo hacer otra cosa que gimotear y maldecir hasta mi propia ascendencia.

–Creo que esa grosería no la conocía –masculla Stefano debajo de mí.

–El español tiene más groserías de las que crees –digo entre respiraciones bruscas y dificultosas.

Golpeo la pared con fuerza cuando Stefano succiona mi montículo con fuerza.

–Maldita sea, voy a terminar –advierto.

–Hazlo, preciosa, termina en mi cara –ruega y es todo lo que necesito para dejarme llevar.

Todo mi cuerpo tiembla de forma incontrolable. Si esto no es el cielo, no sé qué puede serlo.

No puede haber nada mejor que esta maravillosa sensación.

Me recreo en el placer que recorre mi cuerpo y en el exquisito dolor que dejó el roce de su barba incipiente contra la sensible piel interna de mis muslos.

Cuando por fin abro mis ojos veo a un risueño Stefano besando y lamiendo mi vientre y mis pechos.

–¿Quieres más? –pregunta con diversión.

Asiento de inmediato.

Quiero más. Mucho más.

–Eres dulce como un caramelo –susurra contra la tierna piel de mis pechos–. Nunca pensé que… –Deja la frase sin terminar.

–¿Nunca pensaste que qué? –pregunto entre sollozos.

–Nunca pensé sentir tanto –dice asombrado.

Quiero preguntarle a qué se refiere, pero me callo cuando sus dedos penetran mi cuerpo y acarician las zonas que hace unos minutos disfrutaban de la atención de sus labios y lengua.

Acaricio su espalda y sus glúteos con desesperación. Si él quiere jugar yo también puedo hacerlo.

Sus dedos hacen algo maravilloso dentro de mí y mi espalda se despega del colchón.

–¿Qué haces? –pregunto moviendo mi cabeza con desesperación en negación.

–Dándote todo el placer que te mereces, mi niña –responde con la voz ronca–. Quiero que estés empapada cuando te tome.

–Te necesito ya –mascullo.

–Eso déjame decidirlo yo.

Suelto groserías por la que mi padre me hubiese puesto de rodillas, pero Stefano no se detiene.

Desesperada busco su erección con mis manos y comienzo a acariciarlo, sorprendida de su peso y tamaño.

Los gruñidos de Stefano resuenan por toda la habitación y sonrío satisfecha. Quiero que sienta tanto como yo lo estoy haciendo en este momento.

–No estás jugando limpio.

–No me importa –digo de inmediato–. Yo solo quiero jugar.

Sonríe y besa mi mejilla y mi cuello.

Quiero decirle que no lo haga, ya que todo mi cuerpo está sudado, pero no lo hago porque se siente demasiado bien sentirlo por todos lados.

De pronto, todas las sensaciones terminan bruscamente. Abro los ojos buscando una explicación y lo veo colocándose un preservativo.

Al fin va a pasar. Al fin seré amada por el hombre que siempre he querido.

Stefano se acomoda y antes de decir algo penetra en mi cuerpo con un movimiento certero.

Escondo mi rostro en su cuello y me obligo a no quejarme cuando siento el escozor.

–¿Estás bien? –pregunta roncamente.

Asiento contra su cuello antes de besar la piel de su hombro y su barbilla.

Se aleja unos centímetros y me obliga a mirarlo. Sin poder evitarlo beso sus labios y le sonrío.

–Siempre quise esto –susurro–. Siempre te quise a ti.

Acaricia mis labios con los suyos y luego se mueve despacio y de forma controlada.

Suspiro en su oído cuando el escozor comienza a remitir y puedo sentir como mi piel se estira para abarcarlo dentro de mí. Cierro los ojos ante la sensación de plenitud y ante la sensación de sentir su peso dentro de mí.

–Esto es más –masculla contra mi cuello–. Esto es más de lo que alguna vez esperé encontrar–. Toma mi mano y la sitúa sobre su pecho, donde su corazón late con frenesí–. Es lo que me haces sentir.

Con mi otra mano acaricio su mejilla y bajo su cabeza hacia la mía por un beso.

–Te amo –susurro.

–No más que yo –devuelve antes de comenzar a moverse con más fuerza y con más profundidad–. ¿Puedes con esto?

Asiento y gimoteo al sentir un placer que nace desde mi vientre y recorre todo mi cuerpo.

Nunca he sentido mi cuerpo más vivo y más apreciado que en este momento. Esa sensación aumenta cuando Stefano deja un recorrido de besos por el contorno de mi rostro a la vez que acelera sus movimientos golpeando un lugar celestial dentro de mí. Un lugar que no sabía que podía sentir tanto.

–Ah, Stefano –grito con desesperación al sentir mi cuerpo tenso y listo para romperse en miles de pedazos–. No, no puedo –digo insegura de poder dejarme llevar por el placer nuevamente. No sé si mi cuerpo pueda soportarlo.

–Déjate ir, amore mio –susurra y es lo que hago.

Me elevo alto, más allá del cielo y las estrellas. Me elevo sin saber si podré bajar alguna vez.

1
Anonymous
esta historia es muy interesante me encanta
Anonymous
esos. malditos no se acaban
More Arcia
Excelente historia, felicitaciones
Anonymous
sin darnos cuenta le confiamos a nuestros hijos a personas que no s9n confszblrs
Anonymous
hay muchas maneras de disfrutar sin pasarte
Anonymous
el fue giolado pero le metieron en la cabeza otra cosa
Erika Bustamante
excelente
Betty Montaya
Me gusta que plantearas este tema tan delicado el maltrato infantil es aberrante pero sucede en nuestro entorno y la posibilidad de salir adelante como en esta historia con amor incondicional y con fe te felicito muy bella
Yesenia Bello González: Muchas gracias por tus lindas palabras y por la puntuación 😊 💜 💕 🙌 💛 ♥️ 😊
total 1 replies
Anonymous
él ya no necesita de esas cosas, pues se siente bien y dusfrcon ella, y lo de las nalgadas muchos lo hacen hasta a mi me han tocado alguna vez
Anonymous
qué bueno que tiene padres tan comprensivos
Anonymous
Excelente
Anonymous
es una novela maravillosa me encanta
Anonymous
es una situación muy complicada
Betty Montaya
Bueno entre gustos y colores 🌈 no hay nada escrito cada disfruta de la mejor manera que la haga sentir bien en este mundo haya de todo y para todos
Lamaga Toledo
Excelente
Faby Mena
Felicitaciones escritora por está novela, no es fácil superar ciertos traumas.
Betty Montaya
Ines tiene que tener mucha confianza en el amor que siente por Stéfano primero está Nancy y luego esa habitación que acaba de ver no lo tiene facil pero tampoco imposible
Anonymous
la comprende
Anonymous
ahora va a intentar ayudarlos
Anonymous
si se a dado cuenta, pero a ella también le gusta de ese modo
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