Phoebe es obligada por su padre a casarse con un frío y anciano hombre por dinero.
En tanto que el terminó comprando una esposa, y aunque esta le reclamara que fue obligada, el alega que nunca le puso un arma encima para aceptar.
Siendo ese el caso, donde su relación con una enorme diferencia de poder y edad prevalece por lo alto, donde deberá acostumbrarse a su nueva vida, ¿Podrá ella encontrar la felicidad?
¿Podrá su corazón al final sentir amor?
O la vida, caprichosa por naturaleza, al igual que el destino, ¿Le deparará algo más que moverá su mundo de pies a cabeza?
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Miedo
A la mañana siguiente Carlota llamó a Aurelio.
— Creo que va a despedirme, pero no podía quedarme callada, si viera como la trata, no hace más que humillarla, y ella no dice nada señor Aurelio.
— Lo entiendo Carlota veré como hago para hablar con él, no se preocupe no se quedará sin trabajo exclamó Aurelio.
Benicio se terminaba de duchar, no había dormido en casi toda la noche.
Bajo al comedor y se sentó a desayunar.
— Buenos días, señor Fiorelli exclamó Carlota.
— Carlota, a partir del próximo mes prescindiré de su servicio. No se preocupe será recompensada por su trabajo y tomaré en cuenta su antigüedad exclamó él.
— Cómo ordené señor Fiorelli.
La otra empleada siguió sirviendo el desayuno.
— ¿Cómo amaneció la señora?, pregunto él.
— Está desayunando en la biblioteca respondió Carlota.
— Puede retirarse, a partir de hoy su trabajo será exclusivamente atender la cocina.
— Sí el señor está de acuerdo, me marcharé hoy mismo dijo ella.
— Por mí está bien, exclamó él.
Carlota se dirigió a la cocina, tomó su teléfono y le envió un mensaje a Aurelio.
<< Me despidió, le dejaré su número a Alda para que lo mantenga informado >>, escribió Carlota.
— Alda ven conmigo exclamó Carlota.
Phoebe se encontraba mirando los antiguos bocetos que había dibujado, pensar que podría estar cumpliendo su sueño de diseñar y en vez de hacer eso le había entregado todo el dinero a Peter y Braian.
Una de las empleadas ingresó a la biblioteca, a juntar las cosas del desayuno.
— Le pides a Carlota que me corte flores ella ya sabe cuáles me gustan dijo Phoebe.
— Carlota está juntando sus cosas, el señor la despidió.
Phoebe se puso de pie y se dirigió al dormitorio de Carlota.
— Que estás haciendo, ¿qué fue lo que paso?, pregunto Phoebe alterada
— Creo que me extralimite. Alda cuidara de usted.
— No dejaré que te despida así, exclamó Phoebe.
— Señora no es por mí, por quien usted debe pelear, es por usted. No puede dejar que él la trate así, ya no debe dejar que abusen de usted. No sé en que estaba pensando el señor Ángelo al dejarla en sus manos.
Phoebe no dijo nada, no era justo lo que Benicio estaba haciendo.
Ella se dirigía a la oficina cuando se topó con él en la sala.
— Tú no puedes despedir a Carlota, la mitad de este lugar es mío y no puedes tomar decisiones sin consultarme exclamó ella.
— No tengo que consultarte nada, por si no lo recuerdas no estamos en igualdad de condiciones, soy quien pagas las cuentas.
— Necesito a Carlota, estoy acostumbrada a ella. Acaso no tienes remordimientos trabajo toda la vida para tu padre, cuido de ti cuando eras pequeño. Es que no tienes decencia, ni siquiera sabes si tiene donde ir. Es una mujer mayor nadie le dará trabajo. Por favor Benicio, te lo suplico. Haré lo que tú quieras.
—¿Lo que yo quiera?, pregunto él acercándose con un tono de voz todo aterciopelado.
— Sí, si no despides a Carlota respondió ella.
— Sedúceme con tu propuesta, soy un hombre de negocios y adoro los tratos jugosos comento Benicio.
Ella lo miró la forma en que hablaba, la incómodo. Un rubor natural apareció en sus mejillas lo cual la volvía más atractiva, pensó él, Phoebe había agachado la mirada, observando el suelo.
— Espero no estar interrumpiendo nada, exclamó Beata ingresando a la sala como si fuera la dueña de la casa. Es que en este lugar no hay empleados competentes.
— ¿Qué haces aquí mamá?, exclamó Benicio
— No me invitarás a sentarme, que crees que estoy haciendo hace días que no se nada de ti exclamó Beata.
— No seas exagerada, exclamó Benicio algo fastidiado por la inoportuna visita de su madre.
— Es que en esta casa no hay servicio que atienda a los invitados, me extraña de ti que tengas empleados tan incompetentes no te eduque así. Beata miró a Phoebe. Me extraña que Ángelo no te enseñará a tratar a las visitas exclamó.
— ¡ Mamá!, exclamó él.
— No dejala, tu madre tiene razon soy la dueña de esta casa y ella es una visita. ¿Que puedo ofrecerle señora Fiorelli?, pregunto Phoebe.
— Un café, sin azúcar exclamó Beata.
— ¿Tú quieres algo Benicio?, pregunto ella con una sonrisa alentadora.
— Un café, exclamó él mirándola fijamente.
— Enseguida vuelvo, se queda en su casa señora Fiorelli exclamó Phoebe.
— Ven mamá vayamos a la oficina ¿Quién te dijo que estaba aquí?, pregunto él.
— Vi el periódico de hoy, así supe que habías decidido tomar posesión de lo que te corresponde, exclamó Beata mirando el gran retrato de Phoebe colgado en la oficina, deberías cambiar la decoración, no combina contigo le falta personalidad.
— No es una de mis prioridades, tengo demasiados problemas mamá ¿Quién te dijo que estaba aquí?, preguntó él.
— Tu asistente, ya me conoces no acepto un no como respuesta. ¿Te molesta que viniera?, es que interrumpi algo.
— Por supuesto que no me molesta, pero no creo que sea buena idea que tú y Phoebe estén en el mismo lugar. No necesito más problemas exclamó él.
— ¿Piensas vivir aquí?, pregunto ella.
— De momento, en cuanto tenga todo en orden regresaré a mi Penthouse.
Phoebe espero que terminaran de preparar la bandeja con el café y se dirigió a la oficina.
— No, me iré de viaje con Phoebe necesito poner los negocios en orden hubo muchos rumores y es necesario que nos vean juntos, por eso la cena de anoche. No tengo un interés particular en ella comento Benicio.
— Rumores que tu creaste, conmigo no Benicio soy tu madre, solo recuerda que mujeres como ella no son para esposa, usa preservativo no sea que te atrape con un hijo comento Beata. La carcajada de Benicio se escucho del pasillo.
— Sé perfectamente con quien estoy lidiando exclamó él.
— Ni siquiera para sirvienta sirve, cuanto hace que pedí el café, Phoebe no podía creer lo que acababa de escuchar retrocedió topándose con una maceta que había en el pasillo. Phoebe miró la planta y estiró su mano.
Se acercó a la puerta y golpeó .
— Perdón la tardanza, la cocina es un caos Benicio despidió al personal exclamó Phoebe mientras le entregaba el café a Beata.
— Es que mi hijo siempre es muy exigente, puedo ayudarte si lo deseas a conseguir nuevo personal comento Beata, Phoebe se acercó a Benicio.
— Este café está asqueroso exclamó Beata .
Phoebe la miro y volcó la taza sobre Benicio, que se paró de inmediato
— ¡Te has vuelto loca!, exclamó él sacudiendo su ropa el café estaba hirviendo.
— Fue un accidente, ¿te quemaste?, pregunto ella afligida. Hay que ver el lado positivo ahora tu madre no tendrá que preocuparse por que no uses preservativo, las ampollas te salvarán.
— Es una corriente, estaba escuchando detrás de la puerta exclamó Beata.
— No lo pude evitar me detuve para ponerle las dos cucharitas de tierra que me pidió con el café, ¿ porque eran dos cucharitas de tierra?, pregunto Phoebe sorprendida.
— No sé cómo puedes estar aquí con esta mujer exclamó Beata.
— Primera vez que estoy de acuerdo con la bruja de tu madre,¿señora porque no se va y se lo lleva con usted?, pregunto Phoebe, saliendo de la oficina.
Benicio fue detrás de Phoebe y Beata fue detrás de su hijo.
— Ven aquí Phoebe, te exijo que te disculpes con mi madre exclamó él.
— Tú a mí no me exiges nada, esta es mi casa y ella no es bienvenida aquí exclamó Phoebe furiosa.
— Está es la casa de mi hijo, tú solo eres la compañera de turno de un viejo moribundo grito Beata.
— Sí vuelve a meterse con Ángelo le daré otro golpe exclamó Phoebe acercándose a Beata, Benicio la tomó del brazo y la detuvo.
— No te atrevas, le advirtió él.
— Deja hijo eso para que veas la clase de basura por la que tu padre me dejo exclamó Beata llorando.
— Sabe que si y su hijo heredó los mismos gusto que su padre, adora la basura exclamó Phoebe que empujó a Benicio y subió a su habitación.
Era de tarde cuando golpearon la puerta de la habitación de Phoebe. Ella se puso de pie y abrió la puerta
— ¿Quién es usted?.
— Señora Della Giovanna soy Aurora el señor Fiorelli le pide si es tan amable de reunirse con el en la sala exclamó Aurora.
Phoebe salió de la habitación y se dirigió a la sala, vestido de saco y corbata Benicio estaba en la sala, ella bajo las escaleras y lo miro.
— Phoebe te presento al nuevo personal de la casa. Ella es Aurora el ama de llaves, ocuparé el lugar de Carlota, el nuevo chofer Petros, tu custodia personal Jorge no saldrás de aquí sin él me preocupa que algo te pase, la nueva cocinera Georgina.
Phoebe lo miró horrorizada había despedido a casi todos los empleados
— Déjenme a solas con la señora Della Giovanna exclamó él. Cuando regrese de mi viaje a Londres dependiendo de tu comportamiento cambiare al resto del personal, tú te quedaras aquí, una sola queja y los echaré a todos en cuanto cruce por esa puerta exclamó él. El no grito ni la golpeó, incluso su tono de voz era aun mas bajo y calmado que lo habitual. Por primera vez ella temió que en verdad la golpeara...