Rebecca Holter es una mujer cuarentona que tuvo que terminar de criar sola a sus hermanos.
Antoine Dumont es un hombre lobo sexy y vanidoso que tendrá que aprender a amar, más allá de las apariencias.
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Ha huído
Los actos traen consecuencias, por ende, se debe tener la madurez suficiente para afrontar las consecuencias de lo que hemos decidido hacer. Antoine sabe que ha dañado a Rebecca con su mala actitud, pero es lo que ha hecho y sabe que su hermosa luna ahora mismo lo aborrece. Va entrando a la gran cabaña y se ve y oye una gran algarabía, entra tan rápido como se transformó, sin importar su desnudez, total, era algo natural para ellos quedar expuestos después de cada transformación. Uno de los guardias buscó una toalla y se la entregó para que envolviera su cuerpo.
- ¿Qué está pasando? - su voz de alfa rugió.
- La luna Rebecca ha desaparecido, Alfa - dice uno de los guardias bajando la cabeza.
Esas palabras lo dejaron perplejo, se había marchado.
- ¿Qué has dicho? - fue lo único que alcanzó a decir, pues Eon lloró en su interior.
- Fue mi culpa, yo fui quien la sacó de casa, jamás pensé que ella aprovecharía tal cosa. Pensé que quería conocer los territorios que conforman a la gran manada - Chleo cae de rodillas en posición sumisa.
- ¡Levántate! - no lo logró decir más nada cuando vio a la Condesa entrar con ínfulas de grandeza.
- Oh mi Conejito, ¿qué es todo este escándalo? - llevaba una sonrisa maliciosa - ¿Te puedo ayudar en algo? - parecía estar gozando toda la situación, cosa que no le extrañaba.
Sin contestar nada, se marchó rumbo a su habitación para colocarse nueva ropa. Entró a la ducha para quitarse el olor a sangre que cargaba. Había asesinado, sí, esa era su naturaleza. Ese mismo día habían llevado ante él a dos cazadores que andaban acechando el territorio de Lune de Sang, por lo tanto Eon arrancó sus cabezas sin contemplaciones. Sumido en sus pensamientos, vino a su mente el rostro de su mate, también el recuerdo de esas noches de pasión entre los dos. Se deslizó hasta quedar hecho un ovillo en la regadera.
- Es lo mejor, es lo mejor - repetía - ella no puede pagar por mis pecados, debo acabar con esa maldita de Lilith.
Al salir de la ducha se encontró con la rubia voluptuosa acostada de manera sugerente en la cama.
- Mi conejito, ven a refugiarte en brazos de mami, esa maldita humana era muy poca cosa, lo mejor es que se marchara, así no tendría que sacarla del camino.
Antoine apretó la mandíbula, le daban asco sus palabras, pensó que no habría ningún peligro si Rebecca venía con él, pero la realidad de las palabras de Jacques lo alcanzaron en cuanto vio a esa asquerosa loba en la manada.
- No tengo ganas de oírte Lilith, déjame en paz y sal de mi cuarto, por favor.
La loba se levantó y llegó hasta donde él se hallaba, puso su mano sobre el pecho masculino.
- Te he quitado un peso más de encima, es tiempo de que me hagas luna de lunas, o todos sabrán cuán despreciable es su alfa adorado, porque sí muero, tú serás el sacrificio de estos lobos al igual que tu cachorro. Aquella afirmación lo hizo tensar, ¿es posible que Rebecca estuviera preñada?, ahora más que nunca debía salir de esa asquerosa loba de quinta, pero para conseguirlo, solo había un ser capaz de ayudarlo y hacer que salga ileso, al igual que su amada, su cachorro y su manada - te haré sentir bien, como siempre, verás que solo conmigo vas a ser grande realmente.
Lo tomó por la solapa de la chaqueta de cuero y lo besó de manera tan pasional, que él solo quería devolver sus entrañas. ¡No! no eran los besos de Rebecca Holter, tan dulces, tan adictivos; su hermosa Becca de sonrisa siempre amable. Ahora que sabía de la existencia de su cachorro, más que nunca le urgía deshacerse de Lilith.
''Pronto mon cheri, pronto tú y mi cachorro estarán conmigo'' - hizo una promesa silenciosa.