Continuación de la novela La esposa del emperador...
Marcos ha conocido a la mujer que va a ser su emperatriz y hará todo para tenerla a su lado.
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22
Capítulo 22
Poco después de escuchar las palabras de su padre, Ema le contó lo que tenía pensado para ellas y al él le pareció un buen comienzo el deshacerse de ellas de esa forma.
Estuvieron hablando un buen tiempo y luego él le dijo que se tenía que ir para poder poner ya en marcha lo que habían hablado.
Al salir de allí, se cruzó con Daniela, quien estaba en la sala tomando una taza de té. Cuando lo vio entrar allí se levantó para saludarlo y él, como siempre, la saludo también con gran cariño, demostrando lo feliz que le hacía el verla.
-Daniela, querida. ¿Cómo estás?
-Muy bien, por suerte, Rogelio. ¿Y tú? ¿Has venido a ver a Ema?
-Sí, ya la he visto, ahora me voy. Siempre es un placer verte.
Dijo Rogelio inclinando la cabeza, como señal de despedida.
-Tienes que venir más seguido, tu hija te extraña y a mí no me molesta verte, al contrario.
Dijo ella mirando tímidamente al piso.
-Así lo haré, entonces.
Dijo él con un sentimiento raro en su corazón al escuchar las palabras de ella. Después de decir eso, salió de la propiedad y subió a su carruaje rumbo a su casa.
En el carruaje pensaba, que fue muy raro lo que sintió al escuchar las palabras de ella, ya que se le hizo muy lindo y aunque él tuviera esposa, pudo sentir el sutil cosquilleo de las mariposas en el estómago al hablar con Daniela.
Lo bueno es que ya su matrimonio acabaría pronto, por lo que si él quería empezar algo con ella lo podría hacer tranquilamente, pues desde que se enteró de lo que Antonia le hizo a Ema estaba decepcionado de ella. Ya desde hace meses, cuando su hija se fue a vivir con su tía, estaba empezando a sospechar que algo no andaba bien, lo que ocasionó que ese amor que tenía por su esposa se fuera enturbiando de a poco y con lo que se enteró hoy fue más que suficiente.
Cuando Rogelio al fin llegó a su casa se fue directamente a su oficina. Al entrar cerró la puerta con seguro y se encaminó hasta su escritorio. Detrás de la silla había un hermoso cuadro, que él tomó y levantó con sus manos, sacándolo de la pared, revelando una caja fuerte, la cual antes estaba escondida por la pintura.
Sin más vueltas, abrió la caja y se puso a buscar dentro. Cuando encontró lo que buscaba, sonrió feliz mientras lo sacaba de allí. Era una carpeta, que al ponerla sobre el escritorio para abrirla, contenía los documentos de su matrimonio con Antonia.
Decidido a hacer lo que había hablado con su hija, cerro la caja fuerte y la volvió a ocultar con la pintura. Tomó la carpeta y salió del despacho a paso apresurado para no encontrarse con nadie en el camino. Sin embargo, al llegar a la puerta del carruaje escucha la voz de su esposa llamándolo.
-¡Rogelio, cariño!
-¿Qué es lo que pasa, Antonia?
Claramente, esta actitud de él, muy fría para con ella le llamo la atención.
-¿Sucede algo cariño?
-No, solo que estoy apurado. Si no es nada urgente, hablamos luego, adiós.
Rogelio se subió al carruaje, cortando cualquier contestación posible de ella, haciendo que el cochero emprendiera el viaje.
...
Un tiempo después, cuando el carruaje se detuvo, Rogelio salió de él. Habían llegado a las puertas del palacio, pues, el plan era que Marcos lograra el divorcio Rogelio y Antonia, ya que era de conociendo público que esa mujer no estaría de acuerdo en divorciarse, por lo cual tendrían que tomar medidas extremas en este asunto.
Con paso firme, se acercó a la puerta, donde estaban los guardias, y pidió que le informaran al emperador de su llegada y que le dijeran que él necesitaba hablar con él con suma urgencia, por lo que había llegado sin invitación.
Los guardias, un poco dudosos, al principio no querían avisarle al emperador, hasta que uno se dio cuenta de que el hombre en la puerta era el padre de la mujer que ese mismo día había llegado con el emperador en el mismo carruaje, por lo cual decidieron ir a avisarle de inmediato.
Uno de los soldados se fue corriendo a buscarlo en el palacio, al llegar le dijeron que Marcos estaba en el despacho, por lo que se dirigió allí. En las puertas informa que había un visitante inesperado para el emperador y dice su nombre, quien recibió el mensaje, se lo tramitó con rapidez al emperador.
Marcos, al saber que su suegro estaba en la puerta del palacio pidiendo hablar con él, autoriza la entrada de Rogelio de inmediato y les dicen que lo guíen hasta el despacho.