Destino

En el hospital tenían a Gemma en una habitación VIP. Leonel entró y Dairys esperó afuera.

- Leo bebé, viniste.

- No te ves tan grave como me informaron, ¿qué es lo que quieres?

- Viniste porque aún te preocupas por mi... - Leonel la detuvo en medio de la oración.

- Vine a pedirte que no me vuelvas a buscar, me tiene sin cuidado lo que hagas o dejes de hacer con tu vida.

- ¡No puedes estar hablando en serio! ¡Leonel nos íbamos a casar por Dios! - Gemma estaba enfurecida.

- ¡Se acabó! si vuelves a contactarme sencillamente te ignoraré y si sigues insistiendo, levantaré una orden de restricción.

- ¡No serías capaz!

- Tu bien sabes que conmigo no se juega.

Leonel salió de la habitación.

Minutos antes, afuera de la habitación de Gemma.

- Dai, ¿qué haces aquí? - Pregunta Daniel al verla.

- Estoy acompañando a Leo.

- ¿A Leo? ¿Por qué no me haces caso Dai? estar con él sólo te traerá desgracias.

- ¿Más de las que pasé a tu lado?

- Se que me porté mal contigo, pero Leonel es peor.

- Por favor Daniel, ya deja de hacer el ridículo. No te metas en mi vida, si me equivoco es problema mío, no tuyo.

Daniel la sujetó fuerte por los hombros.

- ¡No te librarás de mi así por así Dai! Te vas a arrepentir, ¡Tú no puedes ser de él!.

- ¡Suéltame Daniel!

En ese momento se abre la puerta de la habitación de Gemma.

- ¡Suelta a mi novia en este instante Daniel! - Gritó Leonel furioso.

Dairys, aprovechando el descuido de Daniel, le propinó una patada en los testículos para que la soltara. Daniel cayó al piso, retorciéndose de dolor.

- ¡Te dije que me dejaras en paz! y recuerda esto Daniel Fuenmayor: Nunca te atrevas a ponerme una mano encima. - Le dijo Dairys mirándolo con desprecio.

Unas enfermeras se acercaban a ver qué estaba pasando, así que Dairys tomó la mano de Leonel y se fueron de allí.

En la salida del hospital Leonel se detiene y la jala para abrazarla.

- Mi novia es bastante letal.

- ¡Ya sabes, nunca juegues conmigo!

Leonel alzó las manos en gesto de rendirse.

- Me encantó lo que hiciste.

- Sólo espero que ambos nos dejen en paz.

- Yo también, y aunque vuelvan a molestar, lo resolveremos juntos, ¿está bien?.

- Si mi amor.

Llegaron a casa y tomaron un baño caliente en la tina juntos. Dai estaba recostada sobre el cuerpo de Leo mientras el la acariciaba.

- Amor, hay algo que quiero decirte. - Le dijo Dai.

- Si es que te haga el amor en este momento, ya estaba por empezar. - Leo le tomó los senos con sus manos.

- Amor, no, quieto. Escúchame primero.

Leo rió.

- Ok, dime.

- El dueño del apartamento donde vivo me llamó para preguntar si iba a renovar el contrato.

- Ok, ¿ya le dijiste que no?

- No le he dicho nada, no puedo simplemente decidir que voy a vivir aquí permanentemente.

- ¿Por qué no?

- Es tu casa, y habíamos acordado que solo estaría aquí un mes... - Leo la interrumpió

- Amor, tu no vas a ningún lado, no me puedo separar de ti. - Leonel acarició su cuerpo.

- Amor... - Dai gimió un poco - ¿de verdad quieres que esté aquí definitivamente?

- Solo imaginar que no estarás me vuelve loco. Esta es tu casa, si no te gusta, te compro otra, pero quiero que estemos juntos.

Dai se conmovió con sus palabras.

- ¿No es un gran paso para ti que vivamos juntos definitivamente?

- Lo es, pero es lo que quiero; ¿es lo que quieres Tú?

Dai asintió y alzó la cara para darle un beso.

-Entonces está decidido, vamos a planificar la mudanza y traer todas tus cosas para acá.

Ella sonrió.

- Ahora déjame divertirme.

Leo tocó delicadamente su intimidad con sus dedos bajo el agua, al tiempo que con la otra mano tocaba sus pechos.

Dai gemía de placer, el ritmo era perfecto, la estaba volviendo loca. Ella podía sentir la dureza de su miembro en la espalda. La besó por el cuello, mientras ella se excitaba y gemía más fuerte.

Leo la colocó ahora sentada frente a él y con un rápido movimiento estuvo dentro de ella. Dai gritó nuevamente. Movía sus caderas de arriba a abajo mientras chupaba con avaricia sus pechos. El agua salía de la tina con cada embestida. Ella presionaba su cabeza contra sus pechos, quería más, estaba por alcanzar el climax.

Ambos lo lograron al mismo tiempo, mirándose a los ojos, estaban muy enamorados.

Salieron de la tina. Leo secó el cuerpo de la chica con mucha diligencia, pasando por cada centímetro de su cuerpo.

Dai hizo lo mismo con él, y cuando estuvo de rodillas, secando sus piernas, miró al frente y ya él estaba nuevamente emocionado. Ella sin dudarlo lo introdujo en su boca y comenzó a lamerlo, primero la punta, luego la base. Leo soltaba gruñidos mientras sostenía su cabeza, e hizo que entrara todo en su boca. Dai lo chupaba cada vez más rápido. Él la presionaba para que entrara más, iba a alcanzar de nuevo la gloria mientras la veía de rodillas con sus pechos desnudos, su hermoso trasero y lo que hacía con su boca. Quiso salir para despojarse fuera, pero ella lo retuvo por la cadera y tragó todo. Leo perdió la cabeza por un segundo de tanto placer.