Solo Elena Mirel puede ser la asistente de Maximiliano Kade Deveron. Uno de los hombres más poderosos a nivel internacional.
Visionario, frío. Muchos le temen. Otros lo idolatran. Pero solo ella puede entender su ritmo de trabajo.
Pero la traición del novio de Elena hace que Maximiliano descubra que Elena le interesa más de lo que él se pueda imaginar.
Acompáñame a descubrir que pasará con este par.
NovelToon tiene autorización de Yingiola Macosay para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
De regreso
De regreso el aeropuerto estaba envuelto en una agitación constante: maletas rodando, voces en distintos idiomas, anuncios metálicos que rebotaban entre las columnas de acero. Pero para Elena, todo ese ruido era un eco lejano. Su mente seguía atrapada en lo que había ocurrido horas atrás. Sus palabras resonaban en su mente como un eco constante.
"Aceptando que no quería ver a Maximiliano con otra mujer"
Maximiliano caminaba unos pasos por delante de ella, el porte firme, impecable. Cómo sí absolutamente nada lo perturbará. Aunque Elena sabía leer. Sus hombros estaban demasiado rígidos, sus manos demasiado cerradas, su respiración un poco más profunda de lo normal. Había aprendido a recordar esas señas. Él también estaba lidiando con lo ocurrido. No quería forzarla. No porque él no quisiera. Si no porque entendía que ella acababa de terminar una relación.
Y ahora... iban a pasar 7 horas sentados uno al lado del otro. 7 horas encerrados en un avión sin poder escapar del aire compartido.
Elena tragó saliva.
¿Era posible morir por incomodidad emocional?
Cuando llegaron a la zona de abordaje del vuelo privado de la empresa, de Maximiliano se detuvo de pronto. Se dio la vuelta para mirarla. Tenía una expresión que Elena reconocía demasiado bien: una mezcla de control y vulnerabilidad que solo aparecía con ella.
-- ¿Estás bien? -- preguntó, en voz baja, grave, demasiado seguro, para lo que ella podía manejar en ese momento.
Elena quiso responder que sí. Que estaba perfecta. Que no pasaba nada. Pero mentirle después de haberle dicho que no quería verlo con ninguna mujer era absurdo.
-- Estoy tratando de lidiar con todo. -- Dijo Elena finalmente.
Maximiliano sostuvo su mirada, intensa.
-- Yo también. -- admitió, y la serenidad en su voz hizo que el pecho de Elena se apretara.
Un silencio denso cayó entre ambos. Elena apartó la mirada hacia el suelo. No podía sostener la de él por mucho tiempo sin sentir que podía perder el control.
-- No quiero que este viaje termine mal. -- Dijo Maximiliano, mucho más suave, un susurro.
-- No terminó mal. -- respondió Elena. -- solo... algo complicado.
Maximiliano dejó escapar una risa sin humor.
-- Complicado es una palabra amable, para lo que nos está pasando. --
Elena respiro hondo. Sabía que él quería hablar más, aclarar las cosas. Pero no allí. No dónde cada gesto podía ser visto por el equipo.
-- Ahora no, Maximiliano. -- susurró Elena.
Maximiliano asintió despacio. Cerro los ojos un segundo como si intentara controlarse.
-- Está bien. Hablaremos cuando sea el momento. --
Lejos de tranquilizar a Elena, la altero más. Porque significaba que él no pensaba dejar las cosas que se enterrarán bajo el silencio.
-- Y él tampoco sabía si quería enterrarlas. --
El personal abrió la puerta hacia el pasillo exclusivo. Maximiliano la dejó pasar primero, un gesto cortés, pero también de una forma de observar sin que ella lo mirara. Sintió su presencia detrás como un imán silencioso.
Al subir al avión, el interior elegante y silencioso le recibió como un contraste abrumador respecto al bullicio del aeropuerto. Los asientos amplios, la luz cálida, el aire perfumado con notas de madera y cuero. Todo parecía demasiado íntimo para lo que estaba cargando encima.
Maximiliano pasó junto a ella y dejó su portafolio sobre la mesa central. Luego se quito el saco, revelando la camisa perfectamente ajustada. Elena tuvo que mirar hacia otro lado.
-- Tenemos entre 6 y 7 horas de vuelo. -- Dijo Maximiliano mientras se sentaba, sin mirarla. -- Descansa si quieres. --
El tono era neutral, educado... pero no distante. Era la voz de Maximiliano cuándo intentaba manejar emociones que no controlaba del todo.
Elena se sentó junto a la ventana. No sabía dónde colocar las manos, no sabía dónde mirar. Finalmente, sacó su tableta como excusa, para no tener que cruzar miradas con él.
El despegue fue suave. Mientras el avión ascendía, sintió el peso del silencio entre ellos, un silencio lleno de palabras no dichas y recuerdos demasiado frescos.
Minutos después, Maximiliano rompió el silencio.
-- Elena... --
Elena apenas y giró la cabeza.
-- Discúlpame por presionarte a decir algo que tú no quieres. --
Elena presionó sus labios. No esperaba una disculpa. Él era un hombre que no pedía perdón con facilidad.
-- Maximiliano... No tienes por qué pedir disculpas. -- Dijo Elena, Aunque en realidad no sabía si lo decía, para calmarlo a él o para calmarse a sí mismo.
-- Sí porque te he estado presionando. Y no es justo. --
Elena sintió que su pecho la tía demasiado rápido.
-- Maximiliano. --
-- No me mires así. -- La interrumpió con voz baja. -- Si me miras. Así voy a pensar que tú tampoco quieres olvidarlo.
Elena apartó de inmediato la vista.
-- Tenemos que ser profesionales. --
-- Estamos solos. -- respondió Maximiliano. -- No estoy hablando de trabajo.
Elena intentó respirar profundamente. Tenía que mantener la cordura.
-- Maximiliano... esto no está bien. --
-- ¿por qué? --
-- Por que tú eres mi jefe. --
-- Eso no es una razón. Es miedo. --
-- Yo no tengo miedo. --
-- Claro que tienes miedo. -- Dijo Maximiliano, suavidad sorprendente. -- Yo también lo tengo. --
Esa confesión la desarmó completamente.
Un Maximiliano vulnerable. Un Maximiliano admitiendo miedo. Eso era rarísimo. Peligroso. Íntimo.
Que no supo. Qué responder.
Pasaron algunos minutos de silencio. Cada uno inmerso en sus pensamientos. El avión surcaba las nubes con un zumbido constante que, lejos de calmarla, intensificaba la intimidad del momento.
Maximiliano finalmente habló otra vez.
-- No voy a obligarte a sentir nada. -- dijo. -- pero tampoco puedo fingir que no siento. Lo que siento. --
Elena cerro los ojos. Lo que ella menos quería era que él la quisiera. No porque no le gustara... sino porque le gustaba demasiado.
-- Lo mejor es... poner distancia... -- murmuró Elena.
-- ¿Y cómo quieres que haga eso. -- Dijo Maximiliano. -- Cuando cada vez que te alejas. Siento que estoy perdiendo algo que ni siquiera se por donde empezar?
Elena. Lo miró sorprendida.
Maximiliano bajó la mirada a sus manos, un gesto lleno de humildad.
-- No puedo hacer una más, Maximiliano. -- Dijo Elena en casi un susurro.
Maximiliano la miró, dolido, como si ella lo hubiera golpeado sin querer.
-- Tú nunca serás una más. -- Respondió con esa sinceridad que le temblaba en los bordes de los labios. --
su voz sonaba tan honesta que a Elena le dio miedo sentir que podía creerle.
no está enamorada ni tampoco necesita esa acuerdo matrimonial 🤔🤨