Isabella, una chica que creció entre la pobreza después de perder a su mamá una noche, viviendo entre las sirvientas conoce a Alessandro un hombre poderoso y peligroso que le enseñará el arte del amor.
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Amor!?
Isabella, al dirigirse al baño, no pudo evitar sonreír; tenía la certeza de que las cosas estaban yendo muy bien. Alessandro, por su parte, se mostraba visiblemente nervioso. Cuando ella salió, lo miró y notó que ya no llevaba puesta la camisa. Un repentino calor le invadió las mejillas al verlo así, ya que él la había ayudado a llegar a la cama con mucha atención y cuidado.
—Mañana por la mañana, mi madre y el resto de la familia vendrán. Se han enterado de tu accidente y quieren asegurarse de que estés bien —le explicó Alessandro—. Así que sería conveniente que ambos confirmemos que nuestro matrimonio está en buena forma. ¡Es lo mejor que podemos hacer! Dijo Alessandro.
Isabella expresó su frustración de manera contundente: Me estás pidiendo que actúe como si todo estuviera bien frente a tu familia, cuando en realidad, la situación es evidente y está bastante mal. Tal vez deberíamos considerar la idea de un divorcio; así podrías estar con Renata sin la necesidad de ocultarte o vivir una vida de mentiras.
Eso no ocurrirá, así que te aconsejo que en la carta que le enviaste a tu novio o amante, por quien arriesgaste tu vida, le hayas dejado claro que nunca te otorgaré el divorcio. Será mejor que te vayas acostumbrando a esta realidad. Y, por supuesto, estoy pidiéndote que mantengamos las apariencias frente a mi familia. Créeme, será lo mejor para los dos, afirmó Alessandro con exasperación.
Eso es lo que crees.!_ dijo Isabella sonriendo, pues esa carta era para Ines.
Si eso es lo que pienso, que pusiste tu vida en peligro por esa carta, no conoces nada acá ni a nadie , lo cual fue una decisión muy irresponsable. Así que, antes de que tomes otra locura, recuerda que ya eres una mujer casada. Dijo Alessandro con firmeza y molesto, pues los celos de pensar que la carta iba dirigida a un hombre lo volvía loco.
A lo que Isabella respondió con cierto desafío: ¿Y tú qué? ¿Te crees un hombre casado cuando te besas con Renata y no vuelves a casa por la noche? Si eso es lo que significa pensar en el matrimonio, entonces yo creo que estoy actuando correctamente. Además, así como tú eres libre de estar con Renata, yo también tengo el derecho de estar con cualquier otro hombre, ¿no es así? Isabella mantenía una sonrisa en su rostro, desafiando sus palabras de Alessandro.
Isabella solo se acomodó en la cama de una manera que su cuerpo se veía más sexi y cerró los ojos.
Alessandro la observó fijamente, sintiendo cómo la rabia de los celos se apoderaba de él cada vez que su mente albergaba la idea de que cualquier otro hombre pudiera acariciar su piel o acercarse a ella de una manera íntima. La sola imagen de otro que pudiera compartir momentos con Isabela le causaba un profundo malestar. Decidido a proteger su conexión con ella, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para impedir cualquier posibilidad de que Isabela se encontrara de nuevo con aquel hombre que tanto lo inquietaba. Cada pensamiento, cada plan que forjaba en su mente, giraba en torno a un único objetivo: mantenerla alejada de quien representaba una amenaza para su matrimonio.
A la mañana siguiente...
Se escuchó el timbre de la puerta proveniente de la habitación.
—¡Señora, buenos días! Disculpen que los interrumpa, pero los señores Kim Lee están llegando a la casa —anunció Rosa, visiblemente nerviosa.
—Gracias, Rosa. Bajamos en un momento —respondió Isabella, también nerviosa, mientras se sentaba en la cama y se pasaba una mano por el cabello.
—¡Maldita sea! No sabía que llegarían tan temprano —exclamó Alessandro, levantándose de la cama con rapidez y un aire de preocupación.
Isabella se levantó de la cama y, al apoyar el pie en el suelo, sintió un leve dolor, ya que aún no se había recuperado del todo.
—¡Auu! —exclamó Isabella, llevándose la mano al pie, mientras un ligero sufrimiento cruzaba su rostro.
—¡Por Dios, estás bien! —respondió Alessandro, acercándose rápidamente a ella. La cercanía hizo que sus rostros casi se tocaran, y en ese instante, un nerviosismo palpable surgió entre ambos, Alessandro paso su mano por la pierna de Isabella dejando su piel erizada.
—Estoy bien —dijo Isabella, desviando la mirada y rompiendo así la tensión que se había generado en el aire.
—Déjame ayudarte a vestirte —ofreció Alessandro, con voz suave. Luego, le tendió la mano para ayudarla a ponerse de pie, llevándola a sentarse nuevamente en la cama, mientras su respiración se tornaba agitada por la mezcla de emociones que los envolvía.
Creo que optaré por el vestido gris, pero lo haré yo sola, dijo Isabella, mirando a Alessandro. Él, en silencio, tomó el vestido y lo dejó sobre la cama. Luego, recogió su ropa y salió de la habitación sin pronunciar una sola palabra. Cada vez le resultaba más difícil resistirse a Isabella, lo que lo hacía sentirse cada vez más frustrado.
Rosa entró ala habitación enseguida la ayudó a vestir, y peinar su cabello, entre dos empleadas la ayudaron a bajar por las escaleras mientras Alessandro saludaba a sus padres y quedaba nervioso pues ahí estaba Renata y su primo Alex y no le agradaba para nada el que estuvieran ahí.
Que carajos haces aquí Renata.!_ dijo Alessandro enojado mirando a Renata, que sonreía coqueta.
Tranquilo solo vine a saludar a felíz pareja.!_ dijo Renata.
Mientras Álex observaba a los demás, disfrutando de una copa de vino en la mano, se sintió atraído por el ambiente agradable que los rodeaba y deseado ver a Isabella.
De repente, Isabella hizo su entrada al jardín, con ayuda de Rosa. Ella lucía un vestido gris que acentuaba exquisitamente las curvas de su figura, logrando que tanto Álex como Alessandro se quedaran boquiabiertos ante su belleza deslumbrante. La combinación del elegante vestido y su porte le daba un aire de sofisticación que capturó la atención de todos, especialmente de los dos hombres, quienes no pudieron evitar mirar con admiración y asombro.
¡Buenos días! exclamó Isabella, iluminando su rostro con una sonrisa dulce y cariñosa. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, no lograba comprender cómo Alessandro podía ser tan audaz al haber invitado a Renata. Al salir, lo primero que se encontró con sus ojos fue a Alessandro y a Renata, alejados de los demás, como si estuvieran en su propio mundo. La imagen de ellos dos juntos la perturbaba, y la sorpresa de la situación la llenaba de una mezcla de enojo y desagrado.
Alex enseguida se acercó a Isabella y la ayudó a sentarse mientras los padres de Alessandro se acercaban a ella para darle un beso en la mejilla en forma de saludo.
Isabella cariño, como te sientes, si quieres podemos buscar otra opinión médica.!_ dijo Amalia con amabilidad mirándola preocupada.
Por favor no se preocupen yo estoy muy bien en unas semanas estaré como nueva.!_ dijo Isabella, mirando como Renata y Alessandro se acercaban.
Pero, primo, ¿qué estabas pensando cuando Isabella se lastimó? Están en plena luna de miel, ¡no deberías dejar a tu esposa sola! Yo jamás haría algo así, exclamó Alex, dirigiendo su mirada hacia Isabella. Era evidente que el matrimonio entre su primo y ella estaba atravesando una crisis.
Alex tiene razón, Isabella no debería andar sola en la calle le pido pasar al peor.!_ dijo Dante el padre de Alessandro, molesto.
— Bueno, no creo que Alessandro pueda estar persiguiendo a Isabella todo el tiempo. Ella siempre ha sido como un animal salvaje corriendo por el campo. ¿No es así, Isabella? Desde que comenzaste a trabajar con mi familia, te has comportado de esa manera... — dijo Renata, manifestando su intención de menospreciarla.
Dante y Amalia no mostraron signos de sorpresa ante las palabras de Renata, ya que estaban al tanto del pasado de Isabella. El único que pareció tomarlo con sorpresa fue Alex, aunque poco después dejó de importarle.
Isabella, sintiéndose pequeña y vulnerable frente a todos, se defendió diciendo: Alessandro no es culpable. Yo salí de la oficina de correos y, al regresar, caí en un hoyo y me lastimé.
El jardín es impresionante, rosa ya me dijo que tú hiciste todo esto.!_ dijo Amalia sonriendo.
Renata torció los ojos y le pidio a Alessandro enseñarle el jardín y Alessandro acepto, pues quería pedirle que se fuera.
Dante, Amalia y Alex se quedaron en la casa de Isabella, deleitándose con los exquisitos postres que ella había preparado con tanto esmero. La atmósfera estaba impregnada de risas y charlas animadas, mientras disfrutaban de cada bocado dulce.
Pasó un tiempo considerable antes de que Renata y Alessandro regresaran. Al entrar, Alessandro no pudo evitar notar cómo Alex e Isabella intercambiaban sonrisas, especialmente mientras ella se servía una copa de vino que parecía vaciar con mucha más frecuencia de lo habitual. El ambiente estaba lleno de complicidad entre ellos, lo cual despertó en Alessandro un creciente malestar.
¡Tu esposa parece estar disfrutando mucho de la compañía de Alex! exclamó Renata con una sonrisa pícara, sin percatarse de la incomodidad que comenzaba a manifestarse en Alessandro. A medida que sus palabras flotaban en el aire, él no pudo evitar que una punzada de celos se apoderara de él al observar la amabilidad y cercanía entre Alex e Isabella. Cada gesto entre ellos parecía resaltar la conexión que Alessandro temía y no podía ignorar.
De inmediato, Alessandro se acercó a ella y se agachó, determinando dejarle en claro a Alex que Isabella le pertenecía. Este gesto provocó que Isabella se sintiera un tanto nerviosa.
“¿Cómo te sientes, mi amor?” dijo Alessandro, mientras sus manos se posaban suavemente sobre los múslos de Isabella. Luego, se acercó aún más para darle un beso suave que hizo que su corazón latiera con fuerza.
Ese gesto iso sonreí a Dante y Amalia que los miraban con tranquilidad.
Yo estoy bien.!_ dijo Isabella con voz nerviosa mientras Renata tomaba su bolsa y salía de la casa enojada.
Creo que ya es hora de que los visitantes nos retiremos, comentó Dante con un tono de despedida.
Isabella, con una sonrisa, le respondió: Ha sido un verdadero placer volver a verlos . Mientras decía esto, Alex se acercó, inclinado a besar la mano de Isabella en un gesto caballeroso. Sin embargo, Alessandro, celoso y protector, actuó rápidamente, tomando la mano de Isabella para evitar que el beso se llevara a cabo.
Para mí también fue un placer Isabella, espero verte pronto y tranquila que cumpliré lo que te prometí.!_ dijo Alex sonriendo al ver a Alessandro celoso.
Primo, tienes una hermosa esposa no la descuides, cualquiera estaría gustoso de estar a su lado.!_ dijo Alex mientras Alessandro lo miraba molesto.
Lo sé Pero Isabella, está casada conmigo así que cualquiera que esté interesado se debe resignar a que ella es solo mía.!_ dijo Alessandro.
Los padres de Alessandro se despidieron y los dejaron solos en el jardín.
Al quedarse solos...
¿Qué fue todo eso con Alex? dijo Alessandro, visiblemente celoso mientras le hacía reclamos a Isabella.
No me vengas con reproches, respondió Isabella con un tono firme. Imagino que tú y Renata aprovecharon la oportunidad para hacer cosas inapropiadas, así que tus quejas no son válidas. Además, debo decir que Alex es una persona muy interesante y caballeroso.
De que hablas, Alex no tiene buenas intenciones, contigo acaso no puedes ser tan ridículamente inocente, además entre Renata y yo no paso nada.!_ dijo Alessandro alterado.
La realidad es que no tengo ningún deseo de discutir contigo. Sin embargo, quiero que quede absolutamente claro que no soy ninguna ridícula ni estoy dispuesta a dejarme engañar. Sé perfectamente lo que tienes con Renata, pero eso no me importa en absoluto. Deberías ir tras ella; seguramente te está esperando. A mí, por favor, déjame en paz. Isabella terminó de hablar mientras se levantaba rápidamente, sin prestar atención al dolor que sentía en su pie.
Por favor, ¡detente! Te vas a lastimar, exclamó Alessandro mientras observaba a Isabella alejarse rápidamente. Sin pensarlo dos veces, decidió seguirla para intentar detenerla.
Isabella, con la voz temblorosa y llena de dolor, replicó: Por favor, ¡basta ya! No actúes como si realmente te importara lo que me sucede o lo que siento. Eres tan cínico al traer a tu amante a nuestra casa, solo para que ella se ría de mí. Pero, sinceramente, no podía esperar menos de ti. Sus ojos estaban repletos de lágrimas, la tristeza y la rabia se entremezclaban en su mirada.
Te estás equivocando, me importas demasiado, dijo Alessandro, mientras la tomaba del brazo para detenerla.
¡Basta! Suéltame y aléjate de mí, respondió Isabella, visiblemente enfadada.
Me importas, Isabella, ¿es que no te das cuenta?, insistió Alessandro, acercándose un poco más a ella. La rodeó con un brazo, tomando su cintura, y la miró a los ojos con un brillo de deseo en su mirada.
Alessandro no estaba dispuesto a dejar escapar esa oportunidad única. Sin pensarlo dos veces, se acercó a ella y la besó con una intensidad que parecía desbordar toda su pasión contenida. Sus labios se encontraron con tal fervor que parecía que sus cuerpos reclamaban más, como si cada caricia, cada roce, intensificara el deseo que ardía entre ellos. Fue un beso profundo, lleno de emoción y anhelo, que los envolvió en un instante de conexión indescriptible, dejando claro que no había vuelta atrás.
por otro lado Isabella tienes que ser más fuerte deja de lamentarte de que el este con otra y no te mire a ti que si lo hace pero se hace el pendejo por Dios date tu lugar y que seas la esposa no necesariamente debes estar encerrada comí dices tú te gustaba atender a las personas busca empleo en el hospital no necesariamente debes estar en casa
por que si caía ahorita ante el ya te jodiste
ALEZZANDRO.....🤭