En esta vida parece que el mundo te protege, pero... eres la única que no sabe lo que pasó en la vida anterior, podrás perdonar o será muy tarde para hacerlo.
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Cap. 22 ¿Estás hablando de TI?
La valquiria se atragantó con el bocado. Una belleza tan dulce y su despiadado hermano. ¿Qué podría salir de esta?
—¿Estás hablando de TI? —tosió, entre incredulidad y diversión.
—Dioses… ¿Sabes que él congela hasta a sus enemigos con solo mirarlos, verdad? —Raquel se inclinó hacia adelante, con ojos brillantes.
—Por eso lo quiero —Raquel asintió mientras se toca las mejillas sonrojadas, estaba más que embobada por el guapo Nigromante.
La valquiria la estudió por un largo momento, luego soltó una carcajada.
—Si logras que ese bloque de hielo sonría, tendrás mi bendición… y mi eterno asombro —dijo con solemnidad poniendo la mano en el corazón, no estaba bromeando.
Raquel aplaudió, victoriosa. Primer paso: completado.
Ahora solo faltaba lo más difícil: el propio Nigromante.
Sin embargo, esto solo se saldría de control, aunque son seres con sangre de dioses antiguos, también tienen ese lado humano, enamoradizo, bromista, terco y obstinado, humano a fin de cuentas.
La Valquiria quien estaba siempre seria, sonreía divertida, era algo inaudito, su hermano es un monstruo aliado de la muerte, y la Sirena, tan romántica y coqueta, el hielo y fuego, pero recordó algo, las sirenas también estaban muy relacionadas con la muerte, eso podría funcionar hasta cierto punto y fue cuando decidió divertirse un poco, tal vez la guerra los aniquile, ¿qué más da vivir un poco en este mes?
Cada mañana, la valquiria irrumpe en el salón del trono del Nigromante con informes exagerados:
¡Raquel aprendió a tejer! ¿Sabías que está haciendo una bufanda... para ti? ¡Con calaveritas de adorno!
Oye, hermanito, ¿te gustan los corazones de chocolate? Porque alguien está fundiendo uno con tu nombre.
El nigromante se frotaba las sienes por la situación extraña en la que estaba, había tratado de ahuyentar a esa sirena coqueta y entrometida, incluso llegó a congelar una de sus lagunas favoritas, pero nada parecía funcionar, ella solo veía virtudes y no sus defectos, al menos eso pensaba. Pero la Sirena lo tenía más claro, ella ya había visto sus defectos antes de nada, ahora lo que a ella le gustaba era que esos defectos no eran tan malos para ella, no como para dejar de perseguirlo.
La Valquiria había decidido arreglar las cosas en la vida de su hermano, a ver si lo convence. También con modificaciones "Inocentes" a sus pociones:
Cambia las etiquetas de sus frascos:
"Poción de Control de No-Muertos" x "Perfume 'Esencia de Hombre Misterioso'". Le añade brillo a su capa ("Para que brilles como ella te ve").
Luego llegó el chisme organizado. Claro que las cosas serían más confusas para el pobre joven que nunca ha sabido de estos temas.
Convence a los espectros de esparcir rumores por el reino:
—El Nigromante prefiere las cartas de amor escritas con sangre, pero con rimas.
—Dicen que si le dices 'te amo' en frente de su ejército de muertos, uno responde 'él también'.
Inventa una "emergencia" para que Raquel "lo rescate", la Sirena corre a sacarlo de su gran lío ficticio haciendo que el Clan Usera mere todo sin entender anda.
—¡Ay, hermano! ¡Un hechizo maligno te convertirá en sapo si no besas a tu verdadero amor en tres días! — La valquiria moria de risa, ya que todo era mentira, pero ella se divertía molestando a ese frío hijo que tiene.
La reacción del Nigromante era errática en todos los sentidos.
Día 1: Ignora todo. Congela a un espectro por sonreír.
Día 3: Destroza la bufanda... pero guarda un hilo "para analizar su magia" —Mentira, quería guardar un recuerdo, ni siquiera él sabía lo que hacía.
Día 5: Atrapa a su hermana colgándola boca abajo sobre un pantano:
—La próxima vez, serán caimanes —dijo furioso por llevarlo al pantano con engaños.
La valquiria, riendo: —¡Raquel dice que los caimanes son adorables! ¡Le encantaría!
En cambio, Raquel está encantada, así que le pone empeño a todo esto. Le envía un "kit de primeros auxilios" al Nigromante con una nota dentro. ("Por si te duele el corazón... de tanto resistirse a mí"). Le pregunta a la valquiria por sus "colores favoritos para una boda".
Un día que fue a probar suerte como siempre, Raquel, con el corazón latiendo como tambor de guerra, se plantó frente a la torre del Nigromante. No había invitación, ni protocolo que la detuviera. Con una canastita de bocadillos de salmón ahumado y algas caramelizadas (su especialidad), respiró hondo y llamó a la puerta con tres golpes precisos.
El silencio fue su única respuesta.
Hasta que la puerta se abrió sola, revelando un pasillo oscuro donde el frío cortaba como cuchillas.
—Sabía que vendrías —resonó una voz desde las sombras, profunda como un abismo y tan cálida como un iceberg.
—La sirena entrometida. ¿Qué quieres? —Raquel no se inmutó. Avanzó, iluminando la oscuridad con su sonrisa (literalmente; las sirenas tienen ese efecto).
—Traigo regalos. Y preguntas —anunció, alzando la canasta. El Nigromante emergió de la penumbra, su capa ondeando como humo solidificado. Sus ojos negros la escudriñaron, buscando... ¿miedo? ¿Debilidad?
Pero Raquel solo le ofreció un bocadillo. ¿Curiosidad o Irritación? Por un segundo, algo cambió en su mirada.
—¿Crees que me conquistarás con... comida?" —preguntó, y el aire se heló hasta escarcharse en las paredes.
Pero entonces... probó un bocado.
—...Está comestible —murmuró, antes de desaparecer en la oscuridad, dejando a Raquel con una victoria mínima, pero significativa. Solo necesitaba que ese Nigromante frío le dé una oportunidad y ella lo lograría.
La siguiente visita fue igualmente por la intrusa que huele a brisa de mar, nuevamente estaba ahí con su canastita y llena de pintorescos bocadillos.
Una curiosidad macabra se apoderó del hombre.
—Mis espías me dijeron que interrogaste a mi hermana —dijo, acercándose lentamente—. ¿Tan poco valoras tu vida?
Raquel no retrocedió.
—Solo quería saber si me ayudaría a descongelarte el corazón — replicó.
Él rió, un sonido raro y áspero, como vidrios rompiéndose. —Imposible.—murmuró con seguridad.
—¿Apuesta? —desafió ella, rozando su capa con un dedo. El nigromante se internó en la oscuridad, no sin antes despacharla de forma despectiva.
—Vete y no vuelvas —la sirena dio un suspiro, sin embargo, no flaquearía, eso jamás.
La primera vez que el Nigromante notó a Raquel, fue porque el agua de su laguna personal brillaba más de lo usual.
La segunda vez, porque sus esbirros muertos comenzaron a murmurar sobre "la sirena que preguntaba por su horóscopo".
Pero ahora, ella estaba plantada frente a su torre, con una canasta de bocadillos y una sonrisa que rivalizaba con el sol.
En los días siguientes la situación no cambiaba.
—Hoy traigo pan de algas con caviar de las profundidades —anunció, como si él hubiera pedido un menú—. "Y... ¿Sabías que tu aura oscura combina perfecto con el plateado?"
El Nigromante no parpadeó.
—¿Qué quieres? —su voz fue un susurro gélido, el mismo que helaba la sangre de sus enemigos.
Ella, en lugar de huir, dio un paso adelante.
—Tu atención —confesó, sin vergüenza—. Y quizá... un paseo por el pantano. Dicen que al atardecer es romántico.
La Confusión del Nigromante es épica, no entiende lo que esa pequeña y alocada sirena está pensando.