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El Aura De La Luna

El Aura De La Luna

Status: Terminada
Genre:Completas / Hombre lobo / Magia / Pareja destinada / Brujas / Mundo de fantasía / Espadas y magia
Popularitas:11.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Una Joven Amante

Ivonne Bellarose, una joven con el don —o maldición— de ver las auras, busca una vida tranquila tras la muerte de su madre. Se muda a un remoto pueblo en el bosque de Northumberland, donde comparte piso con Violeta, una bruja con un pasado doloroso.

Su intento de llevar una vida pacífica se desmorona al conocer a Jarlen Blade y Claus Northam, dos hombres lobo que despiertab su interes por la magia, alianzas rotas y oscuros secretos que su madre intentó proteger.

Mientras espíritus vengativos la acechan y un peligroso hechicero, Jerico Carrion, se acerca, Ivonne deberá enfrentar la verdad sobre su pasado y el poder que lleva dentro… antes de que la oscuridad lo consuma todo.

NovelToon tiene autorización de Una Joven Amante para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 21

La tarde caía lenta, tiñendo las ventanas con la pálida luz del invierno. El calor del hogar se esparcía suavemente gracias al fuego crepitante en la chimenea, mientras el aroma a té de hierbas flotaba en el aire. Violeta hablaba sin parar, entretenida contando a Ivonne los últimos días junto a Claus y cómo él trataba a Erasmos como si fuera su propio hijo. Había ternura en sus palabras, aunque cada tanto se le escapaba alguna broma sarcástica para disimular la vulnerabilidad que asomaba entre líneas.

Ambas se habían refugiado en la pequeña sala de la casa, donde los sillones de terciopelo y las mantas gruesas ofrecían un remanso contra el frío que se colaba por las rendijas. Tras el contrato con Rosa, habían decidido darle su espacio para recorrer el lugar con calma, permitiéndole reencontrarse con los fantasmas silenciosos que habitaban entre las paredes.

Ivonne sostenía su taza entre las manos, agradeciendo el calor que se filtraba en sus dedos. Por primera vez en días, la tensión que cargaba sobre los hombros se había aligerado, dejando que la charla fluida de Violeta la envolviera como una melodía familiar.

Pero Violeta la conocía demasiado bien.

No tardó en notar la sombra que se escondía detrás de su silencio, esa inquietud que Ivonne intentaba disimular con asentimientos distraídos. Con la paciencia afilada de alguien que ha esperado el momento justo, la acorraló con preguntas sutiles hasta que finalmente Ivonne se rindió con un suspiro, confesando su decisión de aceptar el vínculo con Jarlen.

El silencio se instaló por un instante, solo interrumpido por el chisporroteo del fuego.

—Oh... —murmuró Violeta, alargando la palabra con una sonrisa astuta—. Así que vas a ser la señora Blade...

La carcajada que le siguió fue sonora, rompiendo la tensión del ambiente. Ivonne trató de mantenerse seria, pero no tardó en caer en la misma risa contagiosa.

Entre las bromas, las tazas humeantes y el calor reconfortante de la chimenea, por un breve instante ambas se permitieron olvidar lo que habían perdido... y lo que aún estaba por venir. 

Pero en la entrada, el eco de unos pasos y el cerrar de la puerta las alertó, ambas se dirigieron ahí pensando que Jarlen y Claus ya habían llegado pero en su lugar encontraron unas maletas que estaban meticulosamente alineadas junto a la puerta, como si cada pieza hubiera sido colocada con precisión quirúrgica. El aire se sentía más denso, cargado de un aroma tenue a perfume, mezclado con la madera antigua y las hojas secas que el invierno dejaba tras su paso.

De pie junto a una de las ventanas de la casa, con la espalda erguida y el teléfono móvil pegado a la oreja, una joven de cabellera negra como el azabache apenas les dedicó una mirada. Su piel blanca destacaba contra el abrigo de lana oscuro que envolvía su figura, y cada gesto que hacía destilaba una elegancia fría, calculada. La presencia de la desconocida parecía llenar la habitación como si siempre hubiera pertenecido allí.

Ivonne se detuvo en seco, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda, aunque no sabía si era por el frío del invierno o por la inexplicable incomodidad que le provocaba aquella mujer.

—¿Disculpe? —preguntó con cautela, tratando de mantener la voz serena.

La joven levantó la mirada con una lentitud estudiada, arqueando una ceja. Sus ojos de un negro afilado la recorrieron de pies a cabeza, evaluándola como si pudiera desarmarla con un solo vistazo.

—Oh... por fin alguien que me pueda indicar dónde está el señor Blade —dijo con una voz suave, pero cargada de autoridad.

Ivonne sintió un nudo formarse en su garganta.

—Como puede ver, no está en casa —intervino Violeta con tono neutro, aunque la chispa de desagrado era evidente en su mirada atenta.

—Créame, señora —replicó la joven, con una sonrisa que apenas curvaba sus labios—, ya lo noté.

Violeta entrecerró los ojos, pero se mantuvo serena, midiendo cada palabra antes de hablar.

—¿Y... usted es? —preguntó Ivonne, dando un paso al frente para interponerse entre ambas, tratando de evitar que la situación se desbordara.

La joven dejó el teléfono sobre la mesita con un gesto pausado, antes de clavar sus ojos en Ivonne con una sonrisa helada.

—Era de esperarse del nuevo servicio... —murmuró con una burla sutil—. Me llamo Elizabeth Thomson Darkwolf, prometida de Blade y futura Alfa de esta manada. ¿Y cómo puedo llamarlas a ustedes?

La palabra prometida cayó como un golpe seco en el pecho de Ivonne. Por un instante, el salón entero pareció congelarse. Violeta se mantuvo en silencio, aunque sus labios se tensaron apenas.

—Pues fíjate, querida Elizabeth, que ella es la señora de esta casa... Ivonne Bellarose.

El silencio se hizo espeso. Elizabeth no se inmutó de inmediato, pero la burla en su sonrisa se desvaneció, dejando solo una expresión gélida y calculadora. Sus ojos se entrecerraron apenas, como si midiera cada palabra, cada latido que agitaba el ambiente.

—¿Qué? —susurró, aunque la incredulidad vibraba en su voz.

El repiqueteo de pasos se escuchó desde la cocina y Rosa apareció con una bandeja entre las manos, deteniéndose al notar la tensión en la habitación.

—No sabía que esperábamos visitas, mi señora —comentó con su tono suave, aunque sus ojos oscuros brillaban con curiosidad.

Elizabeth parpadeó, la ira encendiéndose detrás de su mirada afilada.

—Así que es cierto... —murmuró con una sonrisa torcida, como si la idea le provocara una mezcla de repulsión y furia—. No estabas jugando conmigo...

Ivonne se mantuvo firme, aunque el nudo en su garganta apretaba con fuerza. Aquella mujer no era una simple visita.

—No tenemos razones para mentirle, señora —repitió Violeta con voz serena, con la barbilla ligeramente alzada, como si la provocación de Elizabeth no mereciera más que una cortesía distante.

Elizabeth entrecerró los ojos y una sonrisa de superioridad se dibujó en su rostro.

—¿Y dime, quiénes son tus padres? —La pregunta descolocó a Ivonne mientras Elizabeth, con pasos cautelosos pero provocativos, comenzaba a rodearla como un depredador estudiando a su presa—. Hueles diferente... así que imagino que no eres normal. No eres una bruja como ella, tampoco una elfa... ¿O acaso? ¿Ni siquiera tu sabrías decirme? Es más, analizándolo bien en esta sala tenemos a un espíritu, una bruja y lo que seas tu. —Dijo enumerando a cada una.

Ivonne se quedó en shock por el rumbo que estaba tomando la conversación.

—Lo que yo sea no es su problema —respondió, levantando una ceja, incómoda pero decidida a no dejarse amedrentar.

—Claro que lo es. —Elizabeth sonrió con malicia—. Eres es la señora de la casa, ¿sabes lo que eso implica? —Sus ojos se tornaron rojos como brasas encendidas. Ivonne observó su aura: una mancha oscura de hostilidad pura, una amenaza palpable que no solo se sentía en las palabras. —Significa que en las incompetentes, inexpertas y dudosas manos de alguien que ni siquiera sabe quien es estará todo el poder de la casa Blade y de mi manada.

Violeta dio un paso al frente, colocándose entre ambas con un gesto sutil, aunque firme. Su energía mágica burbujeaba apenas perceptible en el ambiente, contenida como una corriente silenciosa bajo la superficie.

La bofetada resonó en la habitación. Rosa, quien había estado en silencio todo el tiempo, había golpeado a Eliza con una fuerza que congeló a todos en su lugar. —No dejaré que nadie le hable así a mi señora.

El aura de Ivonne reaccionó antes de que pudiera detenerlo. El ambiente se volvió pesado, como si la energía misma vibrara alrededor de ella. Luces azules comenzaron a desprenderse desde la piel de Ivonne hasta Rosa, danzando en el aire como chispas. La presión crecía con cada segundo en el que Rosa encaraba a Elizabeth, escapándose de Ivonne sin que ella pudiera contenerla. Violeta se tensó al sentir la magia en el aire, sus ojos fijos en su amiga con preocupación.

Los ojos de Eliza brillaron con una furia descontrolada mientras su cuerpo comenzaba a transformarse, en respuesta a la amenaza. El lobo emergió en un instante: imponente, negro como la noche, con colmillos listos para desgarrar. Ivonne miró su aura por un segundo había peligro, pero también un orgullo herido ella actuaba en defensa propia después de todo. 

Sin previo aviso, se lanzó hacia Rosa, pero esta, en un movimiento rápido, también se transformó. Su pelaje gris casi negro relucía del mismo color que la magia de Ivonne. Su tamaño sorprendió a todos: era casi tan grande como Jarlen.

La sala se convirtió en un campo de batalla. Ambas bestias chocaban con violencia, gruñidos que retumbaban por las paredes mientras Violeta e Ivonne se protegían, buscando desesperadamente una salida segura.

—¡Basta! —La voz de Jarlen resonó con autoridad, rompiendo el caos. Sus ojos, encendidos de furia, buscaron a Ivonne con desesperación.

Ambas lobas se detuvieron al instante. Rosa, que había inmovilizado a Elizabeth contra el suelo, se retiró de un salto, desvaneciéndose en un suspiro de niebla para reaparecer al lado de Ivonne. Bajó la cabeza, avergonzada, su cuerpo temblando por el desastre que había causado.

Jarlen se adelantó con el ceño fruncido, su mirada ardía con una mezcla de furia y decepción. La habitación entera parecía contener el aliento mientras sus pasos resonaban en el silencio tenso que había dejado la pelea.

—Elizabeth —su voz era baja, pero cargada de autoridad—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Elizabeth, aún jadeando por el enfrentamiento, se incorporó, su figura humana regresando lentamente.

— ¿Es en serio? Me enteré por Cesar que habías vuelto y que no habías encontrado a una persona para casarte, se supone que eso me daba paso para ser la líder de la manada. Y cuando llego me encuentro con ella. —La mirada de Elizabeth estaba cargada de enojo pero mas que todo incertidumbre.— Dime que no la podrás a ella a liderar a la manada, —exclamó Elizabeth.

Jarlen apretó la mandíbula, su postura firme e imponente. Sus ojos rojos se apagaron lentamente, pero la incomodidad seguía ahí.

—Aun no le he hablado de eso, —sus palabras fueron como un golpe seco, tan frías que parecieron cortar el aire—. No es algo fácil de decir. 

Elizabeth retrocedió un paso, posó una mano en su rostro y respiró profundo tratando de volver a su estado inicial de calma, pero no dispuesta a ceder.

—¿No es fácil de decir? —Escupió las palabras con desprecio, señalando a Ivonne —. ¿Ella será la líder, tu pareja, la señora de la casa Blade y siquiera sabe lo que representa? Jarlen, ¡Ella no está lista! Ni siquiera es una bruja, no supo decirme quien es. ¡No conoce nuestras tradiciones, no entiende el peso de liderar una manada como la nuestra! Yo nací para esto y tu...

Jarlen respiró hondo, su mirada se suavizó solo por un instante al posarse en Ivonne, pero volvió a ser dura cuando regresó a Elizabeth.

—Ella no tiene que estar lista. Lo importante es que es mi pareja destinada, no es una obligación es una elección. Así que te pido por favor que te retires. Hablaremos de esto después. 

Elizabeth lo miró, incrédula, su orgullo desgarrado en cada palabra que salía de su boca temblorosa.

—Te arrepentirás de esto, Jarlen Blade. ¡Estás poniendo en peligro a toda la manada! Ella no tiene la fuerza ni el conocimiento para protegernos.

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Myriam Perez
Normal
Mely Juarez
excelente historia,😉 llena de suspenso,
felicidades me encantó 😘😘
MARIA ELENA PEREZ DE PALMAR
y quién impide que los mate si él quiere está en un círculo vicioso
MARIA ELENA PEREZ DE PALMAR
para que quiere a los niños allí si el se los va a volver a llevar
MARIA ELENA PEREZ DE PALMAR
para que quiere a los niños allí si se los va a volver a llevar
MARIA ELENA PEREZ DE PALMAR
el la protege y ella lo aleja
MARIA ELENA PEREZ DE PALMAR
éste no es un Alfa es un sometido al consejo
MARIA ELENA PEREZ DE PALMAR
ya me está cansando como si no tuviera poderes es demasiado miedosa 😱
MARIA ELENA PEREZ DE PALMAR
por qué no salió a buscar a Violeta
Rolando guillermo North seminario
Excelente
stefi.
me gusta,algo diferente a lo que suelo leer de hombre lobo y seres misteriosos
stefi.
podría ser su padre ya ke ella no lo conoció 🤔
Analia Martinez
Excelente
stefi.
cuanto misterio
stefi.
Erasmos es muy bonito,pero a la espera de que esta?
Soangelis Mujica
aish pinché viejo metiche, la palabra padre le queda grande, q no tiene nada mejor q hacer /Smug//Drowsy/
Soangelis Mujica
esta interesante tu historia /Hey/
Abel Torres
Muy buena, me gusta la trama y la intriga que deja, super recomendada ✨
VásGa Nbeth
lindo él y lindo el nombre "Erasmos". 😊
Ashley Alcántara
Más capítulos plis, espero termines todos los caps pronto /Smile//Smile/
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