Olivo

...ROQUER:...

— Voy a ayudarte, Pepper, aunque legalmente no seamos familia, tenemos la misma sangre — Insistió el barón, con tono suave — El que hayas venido significa que este es tu lugar.

¿Cómo pudo soltar algo así con tanta frialdad? Ni siquiera yo pude contarle a Maude sobre las verdaderas razones de la muerte de nuestros padres, no hasta que no pude ocultar más mis motivos para atacar al duque.

Y este viejo había soltado semejante verdad sin tacto y apenas llevábamos minutos de haber ingresado a la mansión.

Pepper parecía estar ida, sus hermosos ojos azulados estaban vidriosos, la respiración la tenía atorada. Ella era una víctima más del duque y yo la estaba atacando, de saberlo no hubiese hecho nada en contra de Pepper, esto era más sufrimiento a su vida.

— No necesita su ayuda — Gruñí y el barón me observó con desdén — Estoy seguro de que su único interés es usar a Pepper, evitar que el duque le ataque por lo que Lord Leandro Mercier se llevó de aquí, sus motivos son tan evidentes — Volvió a tomar la mano de Pepper mientras ella seguía llorando en silencio, encajé el tenedor en la mesa, cerca de su otra mano y sobresaltó — ¡La vuelve a tocar y será su mano la que reciba la primera marca!

— Sé del rapto, así que usted es su agresor, no se atreva a acercarse a mi sobrina, se nota que la intimida, la mantiene a su lado con amenazas — Gruñó y le lancé una mirada asesina.

— No es su sobrina.

— No es tu propiedad, espero que los guardias lleguen pronto para que te apresen, ya abusaste lo suficiente de ella.

— No le conviene que vengan — Elevé una ceja — Buscan a la señorita, si la encuentran aquí, lo culparán también.

— Es mi sobrina y tengo todo derecho de protegerla.

— No, usted la vendió, la señorita tiene otro apellido, nada la une a usted, ni siquiera la sangre — Gruñí, levantándome — Se deshizo de ella de bebé, no pretenda venir a dárselas de buen pariente ahora.

— No eres nadie, solo un maldito criminal, así que largo — Advirtió y resoplé.

— No es más que un viejo decrépito, Pepper, vámonos de aquí — Ordené, pero ella seguía sentada, llorando — ¡Pepper!

— No quiere irse y si la obliga tendrá problemas.

— Pepper — Insistí — Este señor no es nada, no es nadie, el maldito te vendió por oro, no tienes porque escucharlo, que se joda, a la mierda con este barón de porquería.

— ¡Óigame, más porquería es usted! — Gruñó el barón, levantándose — ¡Un rufián solo es basura para este reino, solo se aprovecha de la señorita porque es débil... Gente de su apariencia no debería ni existir, es asqueroso, un sucio bastardo! ¡El que Lord Leandro Mercier revele el origen de Pepper solo me ayuda a que vuelva donde pertenece, conmigo, a esta casa, donde debió quedarse! — El barón observó a Pepper — Lo lamento, querida sobrina, por lo que he hecho, ahora lo veo, nunca debí dejarte, me hiciste falta, eres una Pepper, no una Jones, puedo darte mi apellido, serás la baronesa de Marla, se que no puedo igualar al duque, pero él no tiene tu sangre, no puede comprenderte, la sangre llama a la sangre, tu viniste a mí y eso es una buena señal...

Pepper tomó otro tenedor y la clavó en su mano, que seguía reposando sobre la mesa.

Un grito me dió la satisfacción que quería.

Esa era mi chica, la enseñaría a ser ruda.

— Ya era momento de que cerrara la boca — Dije y Pepper se levantó.

— ¿Por qué? Pepper, soy tu tío — Sollozó del dolor.

Ella se alejó, derramando más lágrimas.

— No eres nada.

Me alejé con ella.

— ¿Prefieres estar prisionera de un maldito rufián?

Los ojos desorbitados del barón se encajaron en mí.

— No estoy prisionera, estoy con él por voluntad propia — Dijo, limpiando las lágrimas.

— Oh, antes de irme, se me olvidó algo — Dije, regresando.

— ¡No, por favor, no me haga nada! — Suplicó el barón.

Fui por las manzanas, las metí en mi mochila, también dos muslos de pavo horneado y pan.

— Para el camino.

Me alejé, tomando a Pepper de la mano.

Salimos de la propiedad, busqué el caballo, le dí una manzana.

Escuché a Pepper llorando.

Me giré.

— No llores, el duque obtendrá su merecido.

— Todo es falso — Jadeó, observando sus manos — Mi vida... El lugar en el que crecí, las historias que oí de la boca de mi padre cuando me contaba sobre la que creí mi madre... Mi padre es un falso... El verdadero ni siquiera existe o tiene nombre... Soy hija bastarda... — Enterró las manos en su rostro — No soy Jones, tampoco Pepper, ya no sé ni lo que soy, solo un objeto intercambiado por oro.

Me quedé en silencio.

Era solo un maldito.

— Pepper, eres más que eso, lo que hicieron contigo no cambia tu esencia — Dije, como intento de consuelo, sonaba tan patético, ni siquiera podía brindar eso, yo era un desastre de ser que cometía error tras error.

— No me llames Pepper.

— Es tu nombre — Dije y negó con la cabeza.

— También fue parte del trato nombrarme así, fue parte de la compra.

— Los del error fueron ellos, no tienes culpa alguna en esto.

— ¡Soy una maldita cosa! — Siseó, muy furiosa — ¡Toda mi vida he sido eso, un objeto que mi padre movía de sitio cuando lo deseaba, me dejaba en su palacio como una pieza de porcelana, sin permitir que me moviera de un lado a otro!

— Eres libre y puedes hacerle pagar todo tu sufrimiento, aprovecha esa oportunidad.

— ¿De qué sirve? Soy débil y tonta — Susurró.

— No lo eres.

— No puedo sobrevivir sola, mucho menos levantarme en contra del duque... Tuve suerte de que él me encerrara en su corral de oro, no hubiese sobrevivido de otra forma.

— No tienes porque vivir encadenada al agradecimiento de que te criara, eso no cambia el que te vendiera y de que es una rata, tienes que enfrentarlo — Dije, acercándome — Puedo ayudarte, juntos nos vengaremos — Extendí mi mano — Volvamos a la capital, vamos a aplastar a ese infeliz.

Observó mi mano y luego negó con la cabeza.

Me quedé desconcertado.

— ¿Qué pasará entre nosotros?

— Pepper, pensemos en la venganza, luego podremos decidir el resto.

— No estás seguro — Dijo, su garganta se agitó — ¿No vas a permanecer a mi lado?

— Me buscan por los crímenes que cometí, dudo que algo me salve de la horca, pero antes de eso, voy a vengarme, no solo por mí, ni por mi hermana, también por ti y tú conoces al duque más que a nadie — La tomé de los hombros — Una sola palabra y te aseguro que cada careta caerá, terminará tras los barrotes.

— No tengo voz... Nunca la tuve.

— La tienes.

— Estoy cansada — Se alejó — Solo quiero vivir tranquila, libre, el resto de mis días y... — Me observó — Quiero hacerlo contigo.

— Pepper — Apreté mi mandíbula.

— ¿No puedes ni siquiera prometer que estarás conmigo siempre?

— No puedo hacer promesas falsas — Dije y sentí su decepción.

— ¿No quieres quedarte a mi lado?

Solté una larga respiración — No soy digno de nada, se que lo único seguro es que yo estaré en la horca, con mi cuello roto colgando de una soga.

— No lo sabes... No puedes...

— Todo tiene precio y yo tomé el camino equivocado cuando empecé a robar, me condene cuando maté por primera vez — Dije, observándola a los ojos — Así que no le temo a la muerte... Pero, sigo firme en mi lema, antes de morir me llevaré al causante de nuestro sufrimiento... El duque Jones también estará conmigo en la horca.

— Creí que estaríamos juntos — Sollozó — Tuve esperanzas de que podríamos estar juntos... Por favor, vamos a otra parte, olvidemos esto...

— No puedo.

— Roquer — Apretó sus manos.

— Tengo que volver, por mi hermana, por ti...

— Lord Leandro Mercier resolverá lo de tu hermana, si se llevó pruebas de aquí, no habrá necesidad de que vuelvas, mi padre caerá, merece ser olvidado por ambos — Insistió, acercándose, tomando mis manos — Podemos empezar una nueva vida.

— No puedo contar con el lord, no podemos saber si tendrá éxito.

— Nos llegarán noticias si lo tiene — Sentí su miedo.

— Si hay silencio no estaré tranquilo.

— ¿Qué hay de mí? — Me soltó las manos — Piensas abandonarme, dejarme sola.

— No... No te dejaré sola...

— Si lo harás, piensas morir — Sus labios temblaron — No te importa dejarme.

— Serás libre.

— ¿De qué sirve si no tendré...

— No soy un hombre para ti, Pepper, tu mundo y mi mundo no se mezclan, soy malo para tu vida, solo voy a traerte problemas con mi historia y mi apariencia... Me aseguraré de dejarte libre antes de que esto termine.

— No me importa la sociedad, a Lord Leandro Mercier no le importa estar con tu hermana, incluso vino hasta acá para buscar pruebas e intentar liberarla ¿Por qué para ti si hay obstáculos?

— Es diferente, yo no tengo opción — Dije, no quería esto, no podía soportar ver su expresión de dolor — Jamás podré dejar mi vida atrás.

— Si puedes... Solo hazlo.

— No quiero darte falsas ilusiones.

— Entonces no debiste hacerme tuya — Negó con la cabeza.

— Pepper... No te arrepientas...

— Si no estás dispuesto a nada por mí, entonces es mejor separarnos... Llévame devuelta, cuando esté en la capital no quiero volver a verte — Gruñó y me estremecí — Me diste falsas ilusiones incluso cuando no pronunciaste nada sobre nuestro futuro.

Me acerqué y retrocedió.

— No comprendes nada... Hago esto por tu bien... Todo le que te he traído son problemas... Sufrimiento... Mis enemigos quisieron usarte para divertirse con mi sufrimiento... Tal vez nunca termine... Pepper.

— Lo sé y aún así no me importó entregarme a ti, quedarme a tu lado — Respiró con fuerza — Pensé que si volvíamos a la capital, aún así estaríamos juntos, me iba a mantener escondida solo por ti.

— Eso es infelicidad. No seríamos libres.

— Desde que decidiste liberarme, no me habías hecho infeliz hasta ahora — Tragó con fuerza — No pensé que fueras tan cobarde.

— No soy un cobarde — Enfurecí.

— Le tienes miedo a lo que sientes.

— Ni siquiera he podido darle nombre a esto — Confesé y se quedó quieta.

— Creí tontamente que sí... Dijiste que no me ibas a dejar ir.

— No quiero, pero debo.

Se quedó en silencio.

— Nunca has dejado tus deseos de venganza atrás.

— Es lo justo, dejé de usarte porque no lo merecías, ahora me arrepiento más que nunca de haberte metido en esto, eres una víctima más del duque, no puede seguir haciendo y deshaciendo — Me aproximé y la tomé de la barbilla — Solo quiero que liberarte y darme paz.

Se zafó de mi agarre, me observó con severidad.

— Llévame devuelta.

Suspiré pesadamente.

Terminé de desatar el caballo y lo aproximé.

Pepper subió sin ayuda.

Me trepé, tomé las riendas y empecé a dar la vuelta.

Algo asustó al caballo.

Tiré de las riendas, intenté controlarlo.

Pepper gritó cuando empezó a correr descontroladamente.

— ¡Sostente de mi!

Hizo lo que pedí, se aferró, rodeando.

Tiré, le grité al caballo, pero siguió andaban descontroladamente, muy asustado.

Tal vez una serpiente.

Algo lo impactó.

Grité cuando terminó desplomando abruptamente.

Caí al suelo.

Los alaridos del animal siguieron.

Me levanté desorientado, el dolor del impacto hizo tambalearme.

Mierda.

— ¡Pepper!

Escuché sus quejas, observé a todas partes ignorando mi vista borrosa, esperé a que pasara, volví a observar a mi alrededor.

Estábamos en terreno abierto. Esto era peligroso.

Corrí hacia Pepper, aún en el suelo.

La sostuve, estaba quejándose, tenía sangre en su frente por un raspón.

— Me duele — Sollozó, elevando su mano, su mano estaba en ángulo incorrecto.

La muñeca estaba dislocada.

— Tranquila, solo hay que girarla nuevamente a su lugar, pero dolerá mucho.

— Hazlo, por favor... Aguantaré — Se sentó sobre el suelo, costosamente.

Tomé su brazo y lo acerqué.

Ella respiró, temblando.

Mi pequeña ardilla seguía sufriendo.

Tomé su mano y la moví bruscamente.

Soltó un grito.

Parecía que iba a desmayarse, la sostuve.

— Ya, tranquila, pasó — Besé su frente mientras lloraba.

El caballo se quejaba.

Observé hacia el animal.

Había una flecha en su cuello.

Maldición.

— Tenemos que irnos... Pepper.

Me levanté, alzando su cuerpo para ayudarla.

— ¿A dónde van?

Giré mi atención hacia la voz.

Serpiente salió del pasto, con un arco y una flecha.

Nos apuntó.

Coloqué a Pepper detrás de mí.

— Vaya, para ser una maldita rata te dejaste seguir muy fácilmente — Dijo, sin dejar de apuntar.

— Estaba esperando que dejaras la cobardía y me enfrentaras como debe ser, pero ya veo que sigues siendo un cobarde — Señalé al animal que estaba muriendo en el suelo.

— Eso es tomar ventaja, algo que no hiciste por andar metido entre las piernas de la noble.

— Baja el arco, peleemos de forma honorable — Gruñí.

— Cortarle el miembro a mi padre no es una forma honorable de asesinar.

— Cierto... No soy honorable, pero matarme con un arco sigue siendo de un cobarde.

Lanzó una flecha cerca de mi bota.

— Hoy vas a morir, lobo.