Pasiones Prohibidas

Capítulo 22:

—No estás preparada aún, dije con voz suave y dominante.

Acerque mis labios y con delicadeza tome sus labios en un beso suave, pero lleno de deseo, ella con dificultad correspondió el beso y su pecho subía de arriba abajo y yo sentía que iba a estallar.

Solté sus labios y observé sus ojos que destilaban un deseo inocente.

—Bésame, pidió.

Volví a acercarme y me adueñé de sus labios, pero esta vez con pasión y ferocidad quería que fuera mía, ella pasó sus manos por mi cuello acercando más nuestros cuerpos.

Le di un giro y quedó encima de mi, mis manos empezaron a pasearse por sus piernas llegando a su trasero, el cual apreté con ambas manos tocando toda esa carne que me quería comer.

No pude resistirme y di una palmada en su nalga mientras la besaba con una pasión nunca sentida, quería ser la persona que corrompa cada parte de su inocente cuerpo y quién se taladre en cada aspecto de su mente.

Con la nalgada dio un brincó y gimió me alejé de sus labios y la acerque a mi intimidad para que sintiera el problema que había creado en mí con sus gemidos.

Cuando me sintió Mordió sus labios, pase mi mano por su cuello y la atraje a mi, —“¡hoy no será!” le dije y le di un corto beso húmedo.

Ella me miró desconcertada, reí internamente por su actitud deseosa.

Su rostro era un poema.

La baje de encima mio y me levanté de la cama, vi como me observaba. —Te has portado bien, es todo por hoy, dije y camine al baño, antes de entrar la observé y ella no dejaba de mirarme.

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Zaidymar.

Bailar para ese desconocido fue la mejor experiencia de mi vida, ver como me deseaba, como observaba cada detalle de mi baile como si, sus ojos, la música y mi cuerpo se hubieran convertido en uno solo.

Cuando la música acabó quede pegada al tubo de una manera sensual con mis labios pegados al metal, él se levantó de la cama, caminando a mi, toda la valentía que tomé se esfumó al momento que vi a ese perfecto hombre caminar hacia mi, cuando llegó me ofreció la mano, alago ni baile diciendo que lo había hecho bien.

Cada vez que me decía que era su pasiflora mi estómago se comprimía sintiéndome alguien especial.

Me dirigió a la cama, con cautela me acostó y empezó a jugar con mi cuerpo simulando acariciarme, pero puedo jurar que sentía sus dedos como un imán que pasaba por un magneto.

Cuando llegó a mi pecho, hizo movimientos circulares con sus dedos en mis botones que estaban completamente parados, nunca me había sentido así, en ese momento perdí el control de mi cuerpo y sentía un calambre en mi intimidad, sentía mi cuerpo explotar de tantas cosas que sentía.

No pude evitar que salieran gemidos de mi boca, pero los pagué mordiendo mi labios me daba vergüenza que supiera que lo deseo, cruce mis piernas, no daba para pelear con lo que sentía, deseaba a ese hombre quería que me hiciera suya.

En ese momento él jaló mi cuerpo sin ningún esfuerzo, es tan grande, esos músculos se contraen y siento que en cualquier momento me podría desarmar. sé acercó a mí rostro,¡deseo a ese hombre!, cuando estuvo tan cerca dijo que aún no estaba preparada, sin embargo, se adueñó de mis labios, en un beso suave, yo torpemente le seguí el beso, pero quería más, deseaba más.

Él soltó mis labios y fui yo quien inició el otro beso pero esta vez había algo más: quería ser tocada por él, quería sentir más, lo quería sentir todo de él.

En un momento volteó mi cuerpo dejándome encima de él siguiendo el beso, puso sus manos en mi cintura pegándome a su intimidad la cual estaba muy abultada y dura, la pego a mi intimidad, la cual sentía estallar y querer experimentar todo lo que estuviera dispuesto hacer con mi cuerpo.

Soltó mis labio, paso su mano por mi cuello atrayendo mi rostro a él, quedando sus labios pegados a mi oído y en un susurro mortal dijo ¡que hoy no sería!.

Sus palabras las sentí como un valde de agua fría que caía por todo mi cuerpo, lo observe desconcertada, el me observaba su rostro no mostraba nada de lo que sentía.

Me dijo que me porte bien, me bajo de él, se levantó de la cama y caminó como si nada al baño, dejándome ahí como una estúpida, “¡Qué sucede con él!”.

No di para moverme, solo me quedé ahí.

unos mínimos después él salió traía una toalla en las manos así que debió haber lavado su rostro, en su entrepierna aún se podía ver el problema que tenía ahí.

Yo mientras el estaba en el baño controle mis emociones y mi cuerpo se relajó, pero me sentía mal, por que no me di para controlar igual que él.

Camino al otro lado de la cama, y se sentó, abrió una flor de pasiflora, fresca.

Jaló suavemente mi brazo y me acosté a medio lado, se acostó a mi lado y con la flor acariciaba mi rostro.

—¿Que tienes?, eres diferente a las demás, ahí algo en ti que no me permite hacerte daño, dijo dejándome impresionada por sus palabras.

—No se, dije en un susurro casi no sonoro.

—Eres tan frágil, hermosa, sería egoísta arrastrarte a mi mundo, decía acariciando mi rostro con los pétalos de la flor.

Me sentía especial, única, querida, amada y hasta protegida, que me sucedía solo nos habíamos visto dos veces.

Se acercó a mi y quedamos muy cerca sus ojos negros eran hermosos, quería ver atravez de esa máscara saber como es, fue a acercarse a mis labios; cuando la puerta empezó a sonar repetidamente y unos disparos sonaron a la distancia, Vicenzo se levantó de la cama y tenía un arma en las manos que no se de donde salió.