Lina es una mujer de 30 años, ella muere en un atentado después de su divorcio y enterarse de algunas cosas, sin embargo, ella transmigra a un mundo antiguo, donde la dueña anterior de su cuerpo es una concubina de bajo rango, muy jovencita y terriblemente tímida, ella es acosada dúrate toda su estadía en palacio y su final es aún más macabro, Lina quien ahora es Tomara, debe sobrevivir y cambian su terrorífico destino, pero las trampas la rodean y acorralan.
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Cap. 22 Sí, pasemos
La comitiva de la emperatriz madre se movió con elegancia hasta la casa de la familia Benz, los marqueses vieron acercarse las doradas carrozas con rostros de pánico, no había sido un sueño, de verdad que Tamara sería entregada al segundo príncipe.
LA hermanas de Tamara miraban la situación con celos y a la vez temor, claro que conocían la situación, aunque antes sospechaban, después confirmado todo, si Tamara se quedaba, sería la heredera de todo.
La pequeña Lola, quien es la menor, estaba como un cachorro en el parque, veía todo con ansiedad y emoción, nunca había visto una comitiva imperial.
Esbeltos caballos encabezaban los carruajes, soldados altos y fuertes custodiaban a las damas que viajaban en el interior.
No, no era un espectáculo de ostentación, era un aviso de poder, era una amenaza, no sería un compromiso tras bambalinas como ellos lo hicieron con Tamara, ahora es un anuncio público de que Tamara tiene protección, tiene respaldo y lo más importante, ahora tiene poder.
Las carrozas se detuvieron solo para que una decena de doncellas bajen de los otros carruajes y se dispongan a ayudar a la Emperatriz Madre y Tamara a bajar, las otras se apostaron en una fila en la puerta de la casa Benz como un ejército de flores, todas se movían en una sincronía casi como una danza.
La preciosa Tamara bajó ayudada por su dulce Nelly, quien levantaba la barbilla orgullosa de que su señorita esté en un estatus tan alto.
Mora bajó siendo ayudada por su querida Dama Lau, ellas fueron amigas desde la niñez, así que ahora, la Dama Lau era más su querida confidente que solo su ama de llaves.
La Marquesa se acercó a Tamara con una cara hipócrita, la miraba tratando de verse conmovida, pero el odio y la envidia no se podían disimular.
Se apresuraron como familia en saludar a la Emperatriz Madre, debían ser cordiales de todas formas, si esa mujer sabe lo que pasa en realidad, podría meterlos en las mazmorras de por vida.
—Emperatriz madre, es un gusto tenerla aquí, no sabíamos que Tamara entraría como esposa del segundo príncipe, ella siendo una concubina…, —la Marquesa trataba de reflexionar indirectamente a Mora para que no ponga a Tamara en ese puesto, pero no esperaba que la situación es peor de lo que ella creía.
—Marquesa, como no podría venir personalmente a anunciar el matrimonio de Lady Benz, es el segundo príncipe quien me ha pedido esto, es normal —dijo Mora tranquila, pero había u destello de burla en sus ojos, quiere saber qué harán ahora que están perdiendo el control de la situación y sus mentiras los están alcanzando.
El marqués se acercó con más confianza, no cree que Mora sepa de una situación tan insignificante, su Marquesado a fin de cuentas no es muy grande y tampoco llaman la atención.
—Emperatriz madre, por favor, pase, estamos muy emocionados y sorprendidos por este repentino compromiso —dijo el hombre mientras mira a Tamara, la niña ni siquiera se ha acercado, no los ha saludado y Liliana está parada a su lado como una buena y confiable hermana.
Liliana, al ser la cabeza del comité de ética y mora, hizo sudar frío al Marqués, esa mocosa tiene un gran peso y muchísima influenza, así que es de temer.
—Sí, pasemos, pero primero, Tamara no ha saludado a sus padres, Tamara, sé respetuosa por favor —dijo la Marquesa tratado de simular una falsa cara de familia armoniosa, sin embargo, Tamara solo asintió, hizo una reverencia sencilla y se acercó a Mora para entrar al lugar, sus hermanas fruncieron sus rostros, están tan molestas, ¿cómo es que Tamara se codea con lo ms alto de la nobleza del imperio?
Mora tomo la mano de Tamara quien la ayudaba con suavidad, aunque Mora aún es joven, a veces se pelea con esos vestidos esponjosos y llenos de olanes, así que para evitar caídas vergonzosas, prefiere tener un respaldo.
Un grupo de 20 soldados acompaño a las tres damas mostrando el gran interés del segundo príncipe por su futura prometida, lo que dejo a todos mudos.
Afuera, otros vecinos vieron el alboroto y se acercaron curiosos y envidiosos, también pertenecen a altos rangos, pero jamás tuvieron semejante comitiva llegando a sus casas.
Dentro de la mansión del Marquesado, Mora y sus niñas se sentaron tranquilas donde se las había asignado, en el centro del gran salón. Las doncellas que las acompañaban de inmediato tomaron el control del lugar indicando lo que debían hervir, para tomar y comer, todo supervisado por la dama Lau quien miraba como un halcón, cada rincón del lugar, cualquier peligro y está segura de que lo hay.
Sin embargo, la pequeña Lola se escabulló entre la gente y alto sobre Tamara como una muñeca consentida, Lola es una niña y muy despierta, aunque ya entiende algo de las guerras de los adultos, Tamara siempre fue muy buena con ella, a diferencia de sus hermanas mayores que son muy irritantes.
—Majestad, gracias por honrarnos con su presencia, estamos muy…, felices por el compromiso de Tamara, sin embargo, no sabemos bien lo que está pasando, ella entró como concubina del emperador —dijo la Marquesa, mientras que las hermanas de Tamara asintieron casi desesperadas por hablar.
—Oh, eso, sí, así es Marquesa, desgraciadamente no hicieron bien el procedimiento, y nunca se llegó a la boda de la novena concubina, más al contrario, su hija estuvo en una situación muy peligrosa y además que podría haber arruinado su reputación para siempre si yo no intervenía, sin embargo, el segundo príncipe está emocionado por este matrimonio —dijo Mora sonriente mientras Tamara entra en trance.
Ella parpadea constantemente ante a aseveración, solo puede relacionar la alegría del príncipe heredero con ver su cabeza rodar por el suelo.
—Majestad, no sabíamos de esta situación, tampoco es que Tamara haya aclarado la el tema, ella fue quien estaba entusiasmada por entrar como concubina —dijo el Marqués con el cinismo de siempre, sin embargo, Tamara lo fulminó con la mirada, ya no era la suave Tamara que habían criado y maltratado, esto lo dejaría claro.
—Padre, no sé a qué te refieres con lo que dices, nunca quise ser la novena concubina, un día cualquiera, me golpearon tanto tus sirvientes que me desmayé, cuando abrí los ojos, ya estaba en el palacio imperial, ¿cuál entusiasmo de mi parte notas en todo esto? —dijo Tamara molesta mientras el marqués palidece y mira en estado de pánico a su esposa.
La Marquesa obviamente se paralizó y se veía casi verde del susto, ya ni pálida podía ponerse de la desesperación.