Rodrigo Y Regina (El Amor ¿Triunfará?)

El pensamiento de Rodrigo que estaba en un caos se detuvo en cuanto observó a su mujer, repitió esa frase en su cabeza tratando de digerirla lentamente, si, ella ahora era su esposa y mataría a cualquiera que deseara tocarle un pelo o separarla lo más mínimo, hizo una promesa a los quince, que ninguna mujer lo separaría de sus amigos, estaba muy equivocado, él por Regina renunciaría a todo se dijo muy a su pesar, incluso si Luciano le pidiera que se separaran lucharía por la linda hada que tenía frente a él. Por supuesto Luciano no le pediría semejante cosa en el presente, siempre y cuando hiciera feliz a su hermana ya había hecho las paces con la idea de aceptarlo como cuñado.

Ajena a los diversos pensamientos de su ahora marido, la palabra la hacía enrojecer, le sonrió desearía ser coqueta y abierta, sin embargo, ahí estaba ella patosa como pocas y sin gracia, lo contrario a lo que los ojos brillantes que la observaban mostraban afecto, felicidad y amor, pero como no levantó la vista no pudo darse cuenta de las emociones que provocaba, decidió armarse de valor al pisar el último escalón, su estómago decidió gruñir con fuerza y ambos soltaron una carcajada, ella apenada y él aliviado que el tenso silencio que se hacía entre ellos cada tanto se rompiera, ambos con las emociones a flor de piel temiendo a cada segundo delatarse y alejar al otro, con miedo y al mismo tiempo llenos de decisión, era la primera vez desde que se conocieron que estaban solos, completamente solos y no sabían que decirse.

-          Esta ha sido una cena deliciosa - comentó Regina un poco achispada por el vino que tomó, sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillantes eran una tentación para Rodrigo que tragó en seco. El vino no combinaba con lo que cocinó, pero no le importaba

-          Será mejor que vayas a la habitación peque, yo me encargaré de recoger – intentó deshacerse del sentimiento que estaba a punto de desbordarlo y necesitaba apagar

-          Sólo hay una habitación – replicó Regina, mirándolo fijamente tratando que él deseara quedarse con ella como en sus sueños más subidos de color

-          Dormiré en el sofá – dijo tratando de que no se notara el temblor en la voz, suplicando que ella no notara su deseo

-          Eso no es justo – replicó ella ¿por qué no la deseaba? estaba haciendo todo lo posible, jamás había sonreído en toda su existencia

-          ¿Deseas dormir tú en el sofá? – preguntó el con el ceño fruncido sin entender lo que le decía, él deseaba darle el mejor trato posible, había dormido en cientos de lugares extraños. El sofá era amplio y cómodo, la calefacción funcionaba bien, con una manta tendría más que suficiente

-          No… yo… - ¿cómo le explicaba que ella deseaba dormir con él sin sonar desesperada? Estaba frustrada y bastante confundida, la cabeza le daba vueltas, el porcentaje de alcohol en una botella normal era bajo, pero estaban en una zona helada por lo que estaría más concentrada, por ello se le subió, de por si no toleraba el alcohol, su padre le prohibió beber más de una copa.

-          Te ayudaré a subir – suspiró Rodrigo, para hacerlo rodeó la cintura de la joven que era esbelta y delicada, la blusa se levantó un poco al elevar el brazo por lo que Rodrigo no tocó la tela, sino la piel directamente, ella sintió un escalofrío mientras que en él un fuerte deseo de posesión, volvió a tragar en seco, apresurando el paso. Casi la cargó en las escaleras si permanecía demasiado con ella en brazos la tomaría en cualquiera de los peldaños.

Mientras la frustración y la incomodidad por las copas inundadas de inseguridades llenaban la cabeza de Regina unas ansias se apoderaban de Rodrigo que la dejó en la cama, no sin delicadeza la cara de ella quedó a escasos centímetros deseando que la besara.

Con asombro y miedo Rodrigo se alejó con rapidez y dejó la habitación como si le llamaran a una misión en otro lado completamente rojo a punto de que le sangrara la nariz debido a la presión que sintió, el corazón a mil por hora, Regina tomó la almohada y ahogó un grito mientras que Rodrigo decidió darse una ducha antes de bajar a recoger el desorden del comedor.

Lleno de una energía de la que se creía incapaz de tener Rodrigo decidió bajar todo lo que había comprado de la camioneta, como el soldado que era adquirió muchas cosas, el hacha, la madera y carbón lo colocó en el cobertizo, luego procedió a colocar las trampas para oso en los alrededores en forma de zig-zag de forma circular, como en espiral, dejó despejada la entrada porque no sería correcto que un visitante sufriera un accidente, en dos días pasaría el dueño del lugar con el fin de ver si algo estaba dañado o necesitaban algo, había comprobado la calefacción, el calentador de agua, las tuberías y lo básico para que su princesa no pasara alguna incomodidad, por si fuera poco acomodó dos mochilas de emergencia, en esta zona varias veces había derrumbes, más vale prevenir pensó para sí mismo, les colocó cuerdas, luces de emergencia, comida y los papeles de identificación de ambos, una cobija y varias cosas más, las dejó a la entrada, la cabaña contaba con un solo acceso y dos ventanas pequeñas con contraventanas de madera para que el frío no se metiera, las cerró y esperaba que Regina las cerrara en su habitación, subiría cuando ella durmiera para asegurarse, ella era una chica rica que nunca había necesitado preocuparse por su supervivencia.

Se recriminó a sí mismo por llevarla a este lugar en vez de una playa paradisiaca, es decir, observó el pequeño bikini en la cómoda de la habitación obviamente ella lo esperaba, pero… de solo pensar que alguien más la viera la sangre le hervía sin control, al menos hasta que ella aceptara ser su mujer él no la acercaría a las playas voluntariamente, si ella lo pedía ¿qué podría hacer…?, alejó esa idea.

Un movimiento fuera le hizo salir de su pensamiento, se acercó a la salida y divisó a un lobo, a lo lejos, escuchó una lechuza, pero algún movimiento más, que no supo distinguir le pareció extraño, tomó su arma de mano y decidió subir hasta la recámara de su amada, ella se había dormido, le quitó el pelo del rostro, ¿había llorado?, debería estar conmocionada, en 24 horas había sido insultada, traicionada y llevada a este sitio, maldijo para sus adentros, cerró las ventanas de madera y apagó la luz, dejó un casto beso en su frente y después de acariciarle la mejilla se alejó, cerró la puerta despacio y se acomodó en el sillón.