La Venganza De Alaia

Cuando Nayana entró en el despacho, sus ojos se encontraron con la expresión grave de Leopold.

-Encontré algo que podría afectar económicamente al Ducado Seraphina. La historia de que Finnian levanto de la nada este Ducado es mentira, conto con préstamos de cantidades muy elevadas de parte de la familia Elowen que nunca pago.

-Mi papá no era descuidado en esos asuntos, si es una cantidad elevada, deben a ver acordado una paga mensual, aunque de cantidades menores. No dejaría una suma tan grande sin un plan de cobro.

-Si, tenían un acuerdo, por alguna razón el Duque Elowen no realizo los cobros.

- Fue por Liora, mi hermana debe haber convencido a papá para que no haga los cobros, al final pronto se casaría con Finnian, y esa deuda podía pasar como la dote de Liora. Un regalo de compromiso, un gesto de amor y confianza de nuestra familia hacia la suya. ¡Finnian se aprovechó de la generosidad y el afecto de Liora!

- No importa porque el Duque Elowen no realizo los cobros, la deuda sigue, Finnian se olvidó de que una deuda escrita es un juramento, y los documentos aquí presentes lo prueban. Claro que Finnian debe pensar que, al quemar la casa, acabo también con cualquier evidencia, se le olvido desaparecer estos documentos – Nayana tomo los documentos y los observo con cuidado.

- Mi papá guardaba los documentos que consideraba importantes, en la oficina que ocupaba en el palacio, decía que al ser documentos tan vitales alguien podría intentar recupérelos, podría ser que ahí exista una copia que afirme lo que tenemos aquí, no podemos permitir que sospechen de nosotros, mi prima Indira es quien se encuentra manejando el Ducado Elowen en estos momentos, ella debe enterarse de esto y debe exigir que Finnian pague la deuda. Le escribiré de inmediato una carta, con toda la información que tenemos. Deberás llevarla personalmente a Indira, Leopold. Nadie más debe saberlo, solo puedo confiar en ti para esto.

-Partiré hoy mismo.

-Nosotros debemos ayudar a las personas que Finnian le ha prestado dinero, esos nobles menores y comerciantes que están atados a él por deudas. Revisaremos sus nombres en los documentos. Pagaremos sus deudas. Así, Finnian tendrá un ingreso menos, y ganaremos aliados sin que él lo sepa. Poco a poco, haremos que se asfixie con su propia avaricia.

-Es una estrategia astuta, mi lady. Un golpe doble: la deuda de los Elowen lo arruinará económicamente, y la liberación de sus deudores lo debilitará políticamente. También debemos adquirir las tierras que el Duque desea, debes hablar al respecto con mi tío, te enviare otra carta, y una carta para mi hermano, espera su respuesta antes de volver.

-Como ordené.

-Leopold gracias por la ayuda que me estas brindando.

En cuanto Nayana tiene las cartas listas se las entrega a Leopold quien ya había preparado su caballo y los guardias que lo acompañarían, tras despedirse de Nayana se marcha, con la esperanza de volver pronto ayudarla, mientras tanto Nayana junto ha Anastasia se encargan de buscar a la dirección de cada uno de los deudores, aquellos nobles menores y comerciantes cuyas fortunas pendían de los hilos de sus préstamos. Debía contactarlos discretamente, ofrecerles una salida a sus deudas antes de que la presión de Finnian los obligara a tomar medidas drásticas o, peor aún, a que la noticia de la deuda de Finnian con los Elowen llegara a sus oídos de forma incorrecta.

Nayana, con su mente aguda, también continuaba el análisis que Finnian le había encomendado, consolidando las pruebas de la malversación de Cataleya, equilibrando la investigación oficial con los preparativos clandestinos.

Los días siguientes se convirtieron en una rutina agotadora. Nayana recibía mensajeros discretos con nuevas listas de nombres y enviaba los suyos propios con ofertas de ayuda anónima a los deudores. Algunos, recelosos al principio, aceptaban con cautela. Otros, desesperados, no dudaban. Cada deuda saldada era una cadena menos que ataba a Finnian a sus vasallos, un ingreso menos para sus arcas. La venganza de Nayana no solo buscaba la destrucción de Finnian, sino también la liberación de aquellos a quienes había oprimido.

Una tarde, mientras revisaba un contrato de préstamo particularmente oneroso, Anastasia levantó la vista, una sombra de preocupación en su rostro.

- Mi lady, está trabajando sin descanso. Apenas duerme. Temo por su salud.

-No puedo permitirme descansar, Anastasia. Cada día que pasa es un día más que Finnian se beneficia de nuestra tragedia. Los Elowen no merecen ser olvidados, ni su dolor en vano. Además, Finnian espera mis informes. Debo mantener su confianza, mientras desmantelo su imperio pieza por pieza.

La dualidad de su misión era agotadora pero esencial. Por un lado, era la astuta Lady Nayana, la asesora de confianza del Duque, desvelando la incompetencia de su amante. Por otro, era Alaia Elowen, la sombra que tejía una red de retribución, utilizando la misma información que Finnian le había confiado para minar su poder desde adentro.

Tras dos semanas largas de trabajo, sin descanso alguno por fin Nayana había logrado cumplir con sus objetivos, el informe y la investigación que tanto ansiaba Finnian estaba listo, y las personas que mantenían deudas con el las habían liquidado totalmente, Nayana sabía que  esa acción levantaría sospechas en Finnian, no le importaba no había manera que la relacionaran con tales actos, hace dos semanas que ella no salía de su casa y todo fue hecho con mucha discreción, ahora debía reunirse de nuevo con Finnian, antes de que pudiera hacerlo Anastasia la detuvo.

-Mi señorita, entiendo la urgencia de sus planes, por favor si va en este estado al Ducado no podrá actuar de forma correcta, hace días que no come ni duerme bien, por favor escúcheme, desee un baño y duerma algunas horas, mañana al amanecer iremos con el Duque.

Nayana miró sus manos manchadas de tinta, sus ojos irritados y su cuerpo dolorido por las interminables horas sentada. La verdad era que Anastasia tenía razón, su cuerpo estaba al límite. La máscara de Lady Nayana exigía compostura, no la fatiga que ahora la consumía.

-Tienes razón Anastasia, no puedo ir con este aspecto al Ducado, debe atraer a Finnian no desagradarlo, prepara mi baño por favor, mañana llevaremos las hierbas que utilizas para que el baño sea relajante, para obsequiarlo al Duque, así pensara que nos preocupamos por su bienestar.

-No cree que destruirlo financieramente es suficiente…

-No, mi hermana lo amo profundamente, él le prometió una vida llena de felicidad, y solo eran mentiras, son las mismas mentiras que recibirá de mí, él sentirá el mismo dolor que le provoco a mi hermana, por eso debemos deshacernos primero de Cataleya, tendría piedad de ella, pero recuerda los informes que me envió mi tío, ellos tenían una relación antes que Finnian se acerca a Liora, lo que significa que esa mujer esta enterada de todo lo que hizo Finnian, pudo detenerlo, alejarse de él, pero no lo hizo entonces debe caer igual que el lo hará.

- Entonces para mañana le tendré un vestido apropiado para su encuentro. Iré alistar su baño.

El vapor caliente del baño comenzó a relajar sus músculos tensos. Cerró los ojos, intentando despejar su mente de cifras y estrategias; sin embargo, la imagen de Liora, de sus padres, y el recuerdo amargo de la traición de Finnian, persistían. No importaba cuán cansada estuviera, el objetivo final seguía siendo su fuerza motriz.

Finalmente, al despertar unas horas después, se sintió renovada, aunque el peso de su misión aún residía en su corazón. Se vistió con esmero, eligiendo un vestido de color perla que proyectaba una imagen de pureza y determinación. Su cabello estaba impecablemente peinado, y sus ojos, aunque todavía cargados con el peso de su dolor, brillaban con una claridad renovada. Anastasia la ayudo a maquillarse para que sus ojeras no se notaran, al verla era una mujer deslumbrante.

Nayana tomó el informe final, un documento grueso que detallaba cada irregularidad, cada prueba, cada cálculo. Era el arma que pondría a Finnian de rodillas ante ella.