Akira un día despertó en el cuerpo de Mei, una princesa ignorada por su esposo el segundo príncipe, ahora Mei dejará de lado a ese esposo suyo y buscará liberarse de ese matrimonio y unirse al ejército de su padre.
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capítulo 13- coraje
Mei optó por comprar el arco que el general la recomendó, incluso busca las flechas, necesita varias para practicar con ellas, también se pone a revisar las dagas, siempre debe llevar algunas a la mano por si lo llegase a necesitar.
- todas esas cosas, es como si fuese a la guerra.
- me gustan las armas, lamentablemente, no se me permite ir a la batalla, ya sabe, soy mujer.
Mei se encoge de hombros de manera despreocupada. Por su parte, el general piensa que esa chica es interesante, nunca había conocido una, interesada en armas y menos, que no se preocupara más por la manera en la que habla, ya que Mei usa un lenguaje muy informal, entre damas, seguramente es considerada "vulgar".
- una batalla tampoco es tan fácil, los soldados arriesgamos nuestras vidas.
- lo se, pero tienen otras opciones, las mujeres, estamos destinados solamente a ser amas de casa.
Hace un gesto de desagrado ante ello, pues no le gusta la idea de quedarse encerrada por siempre en esa mansión, más sin en algún momento al príncipe le da por exigir sus "derechos" de esposo, eso si le dio un escalofrío, sería horrible tener que complacer a ese tipo tan odioso.
- comprendo eso, entonces usted debería esa diferencia.
- oh! Gracias por sus ánimos, es lo que intento, pero el emperador se negó a darme una sola oportunidad.
- entonces, yo puedo dársela, pero, primero debe librarse de ese esposo suyo.
Dicho esto, el general se dio la vuelta para salir de aquel lugar. Mei se queda escogiendo todo lo que se piensa llevar, pero como es mucho, sus sirvientas deben ayudarla, para ellas era mejor cuando la princesa iba por telas y no por armas. Cuando llegó a la mansión, la sirvienta que se había quedado ahí, corrió hacia ella, para decirle que la madre del segundo príncipe estaba en la mansión, que todas las concubinas ya estaban presentes, pero la mujer esta enojada porque la princesa no ha ido a saludarla.
- no iré, seguramente es igual de odiosa que su hijo.
Mei ordena se lleven todo a su salón, pero Yama, le insiste en que debe saludar a la madre del príncipe, incluso puede ser beneficioso ganarse su favor.
- sería un gran beneficio si ella fuese la emperatriz, pero no es más que una concubina.
Y si, eso lo dijo en voz alta, para que quienes estaban cerca lo escucharan, así sirve se lo informan a esa mujer, después de todo, su objetivo ahora es que el príncipe le pida el divorcio, pues se ha tomado muy en serio el ofrecimiento del general.
En la sala del príncipe, este se ve muy tenso, porque su madre, sigue sin ver entrar a la princesa. Keiko por su parte, ve beneficioso eso, pues de ese modo, la princesa va perdiendo el favor de la madre.
- madre, disculpenos, la princesa últimamente ha sido muy rebelde, la última vez me ataco sin razón.
Sumi aprieta las manos al escuchar a Keiko, pues es obvio que lo sucedido es totalmente diferente, pero, si habla, todas las concubinas podrían tomar represalias contra ella, ya que son cercanas a Keiko, además el príncipe no parece querer desmentir tampoco.
- esa chica nunca me gusto, Keiko-san es mucho mejor para esposa.
- madre, no se preocupe, me encargaré yo mismo de darle un castigo a mi esposa.
Prefiere intervenir, antes que sigan con lo mismo, porque, Keiko es hermosa y ha cumplido muy bien como concubina, pero, a quien el realmente ama, es a Sumi y es quien quiere como esposa. Siendo ya tarde, las concubinas se retiran a sus residencias, mientras que la madre, la primera concubina del emperador Sayo, sale a dar un paseo por los jardines de la mansión, se quedará a pasar la noche en ese lugar. Es entonces cuando una de sus damas se acerca a ella y le menciona lo que Mei dijo cuando supo que Sayo estaba en la mansión, ante ello, aprieta tanto su abanico que lo rompe, si hay algo que odie más, es que le recuerden, que no ha podido ser emperatriz, pese a que la anterior, ya falleció, pero el emperador la amaba tanto que deja vacío su lugar.
- vamos con la princesa.
Las sirvientas le guían al salón de loto, pero, los sirvientes le impiden entrar, pese a ser la madre del príncipe.
- si no me dejan pasar, mandaré castigar a cada uno de ustedes.
- lo sentimos, pero son ordenes de la princesa.
- soy la madre del príncipe, el señor de esta casa.
- ¿que pasa aquí?
Mei se asoma, dejando pasmada a Sayo al ver a la chica vestida, con ropa casual, parecida a la que usan las mujeres comunes, de muy poca clase social, aunque a Mei, se le veía bastante bien.
- esta no es la manera de recibir a la primera concubina Sayo.
- princesa, recibirá un castigo.
Gritaban las sirvientas de Sayo.
- ¿concubina? Pff...no sabía que al príncipe también le iban las ancianas.
Los sirvientes al escuchar aquello, tuvieron que aguantar la risa, pero Sayo solo estaba ya roja de coraje.
- atrapen a esa vulgar mujer y castiguenla.
Mei levantó su espada, impidiendo que las sirvientas de Sayo pudieran acercarse.
- ¿vulgar? Viene a hacer escándalo en mi casa y me quiere castigar por ello, a mi, a la hija del gran general. Adelante, le haré saber al emperador que me castigo sin razón alguna.
- me has faltado al respeto, no te presentas a saludar, nisiquiera cumples con tus deberes de esposa. A este paso, ya debería tener aunque sea un nieto.
- ah! Eso...no es mi culpa, creo que eso debe reclamarlo a su hijo, por que pues, no le funciona.
Levanta el dedo meñique, pero lo dobla nuevamente, mientras sonríe con burla, obviamente la mujer entendió a lo que hacía referencia.
- que mujer tan vulgar.
- Sayo-sama, debe informar esto al príncipe.
La mujer estaba a punto de sufrir un infarto por el coraje que le esta haciendo pasar. Se dio media vuelta y se retiró de ese lugar, pero sin duda le hará saber esto a su hijo, esa mujer debe ser completamente castigada.