Sofía y Erick se conocieron cuando ella tenía seis años y él veinte. Ese mismo día la niña declaró que sería la novia de Erick en el futuro.
La confesión de la niña fue algo inocente, pero nadie imaginó que con el paso de los años aquella inocente declaración de la pequeña se volvería una realidad.
¿Podrá Erick aceptar los sentimientos de Sofia? ¿O se verá atrapado en el dilema de sus propios sentimientos?
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Un Beso
Una semana después de haber empezado, la exposición en el museo de Zúrich llegaba a su fin, y, como todas las noches anteriores, Erick estaba allí. De pie junto a una de las obras, vestido con un aire casual que parecía perfectamente calculado, u por supuesto no apartaba la vista de "Abigail".
Desde el otro lado de la sala, Sofia podía sentir su mirada como un peso constante sobre sus hombros. Fingía concentrarse en los asistentes, respondiendo preguntas sobre las fotografías, pero su mente estaba dividida entre lo que debía hacer y lo que realmente deseaba.
Cuando el museo cerró sus puertas, Erick aprovechó la ocasión. Con una sonrisa encantadora, se acercó a Sofía mientras ella recogía algunos folletos.
—¿Y bien, Abigail? —dijo con tono despreocupado—. ¿Me harás esperar otra noche o aceptarás salir a cenar conmigo?
La muchacha lo miró con calma, evaluando cada palabra y gesto. Por dentro, su corazón latía con fuerza, pero no estaba dispuesta a ceder tan fácilmente.
—¿Por qué tanta insistencia, Erick?— preguntó con una ligera sonrisa mientras doblaba uno de los folletos— Hay muchas mujeres aquí que estarían encantadas de aceptar tu invitación.
Él inclinó ligeramente la cabeza, un destello de diversión en sus ojos.
—Tal vez, pero ninguna de ellas es como tú.
La respuesta la tomó por sorpresa, aunque no lo mostró. En su mente, un torbellino de emociones se desataba: ¿Qué estás haciendo, Sofía? Esto es un juego, ¿recuerdas? No puedes permitirte caer ante él.
Finalmente, suspiró y asintió.
—Está bien. Acepto la cena.
Erick sonrió triunfante, como si hubiera ganado una batalla que llevaba días librando.
En cuanto la exposición cerró, Ian apareció junto a Sofia luciendo más preocupado de lo habitual.
—¿Estás segura de lo que estás haciendo? —preguntó mientras la ayudaba a recoger sus cosas.
Sofía le lanzó una mirada tranquila, pero determinada.
—Sí, absolutamente.
Ian suspiró, pasándose una mano por el cabello en un claro gesto de frustración.
—Sofia, sabes que te quiero, ¿verdad? —dijo con un tono más suave.
Ella dejó lo que estaba haciendo y lo miró a los ojos, sonriendo.
—Lo sé, Ian. Y yo a ti— respondió ella.
—Entonces entiende que no estoy de acuerdo contesto, pero voy a estar aquí para ti, pase lo que pase.
Sofía asintió, agradecida por su apoyo incondicional.
—Gracias, Ian, prometo que voy a pagartelo algún día— dijo ella abrazandolo.
—¿Y cómo piensas pagarme?— preguntó él con curiosidad. Ella se quedó pensando.
—No sé— dijo— tal vez pueda conseguir que cierta francesita acepte verte de nuevo.
— No creo que eso vaya a pasar algún día— replicó él encogiendose de hombros. Ella lo miró apenada, ya que su amigo cargaba con una historia amorosa tan difícil cómo la de ella.
Finalmente, Sofia le dio un beso en la mejilla, despidiéndose de él para luego salir del museo. Cuando salió a la calle, pudo ver Erick esperándola. Al verlo, un golpe de emoción recorrió su cuerpo. Él estaba de pie junto a un coche elegante, vestido con unos jeans oscuros, una camisa blanca y una chaqueta que acentuaba su porte. Su cabello desordenado le daba un aire desenfadado y atractivo que la hizo contener el aliento.
—"Tranquila,"— se dijo a sí misma mientras se acercaba— "Es solo una cena., y será la última vez que lo veas"
Erick la recibió con una sonrisa ladina que irradiaba confianza.
—¿Estás lista? —preguntó, ella asintió con un movimiento de su cabeza y él abrió la puerta del coche para que subiera.
—Gracias —respondió Sofia con una sonrisa cortés, esforzándose por no dejar entrever lo nerviosa que estaba.
Mientras conducía hacia el restaurante, Erick no dejaba de mirarla de reojo, intrigado por aquella mujer que parecía tan distinta de cualquier otra que había conocido.
—"Es tan reservada, pero hay algo en ella que me resulta extrañamente cautivante— pensó mientras giraba el volante.— "Voy a descubrir qué es."
Por su parte, ella mantenía la mirada fija en el paisaje nocturno que pasaba a través de la ventana.
—"Este es mi momento"— se repetía— "No voy a dejar que me domine"
El restaurante al que llegaron era un lugar elegante, con luces cálidas y una atmósfera sofisticada. Erick eligió una mesa cerca de una ventana con vistas a la ciudad iluminada.
Durante la cena, él hizo todo lo posible por impresionarla: anécdotas divertidas, preguntas inteligentes y cumplidos sutiles. Sin embargo, Sofia se mantuvo firme, respondiendo con tranquilidad y sin mostrar más interés del necesario.
—Debo decir que me sorprende tu reacción —comentó Erick en un momento, inclinándose ligeramente hacia ella— La mayoría de las personas suelen impresionarse con este lugar.
La muchacha sonrió mientras tomaba un sorbo de su vino.
—Es bonito, pero la comida es lo que realmente importa.
La respuesta lo hizo reír, admirando su aplomo.
— "Es diferente a cualquier mujer que haya conocido"— pensó, observándola con fascinación.
A lo largo de la velada, Erick trató de desentrañar el misterio que era "Abigail". Por momentos, le parecía que la conocía de algún lugar, pero no lograba precisar de dónde.
— "¿Por qué siento esta extraña conexión con ella?"— se preguntó mientras la miraba fijamente.
Por otro lado, Sofia luchaba contra sus propios pensamientos.
— "¿Por qué no me dio una oportunidad hace años? ¿Y por qué sigo sintiendo esto cada vez que me mira?"
A pesar de sus intentos por mantener la compostura, ella no podía evitar sentirse vulnerable ante él, pero no iba a permitir que lo notara.
Cuando la cena terminó, Erick insistió en llevarla de regreso al hotel. Al llegar, estacionó frente a la entrada y apagó el motor, ambos bajaron del vehículo, pero ninguno hizo nada para despedirse de inmediato.
—Gracias por aceptar mi invitación, Abigail —dijo él, acercándose más a ella— Ha sido la mejor noche que he tenido en mucho tiempo.
Sofia sintió que su corazón daba un vuelco, pero mantuvo su expresión neutral.
—Me alegra que la hayas disfrutado.
En ese momento, Erick se inclinó hacia ella, acercándose lentamente.
—¿Puedo hacer algo que llevo queriendo hacer desde que te vi en el museo la primera vez?— preguntó con voz baja y grave.
Sofia no tuvo tiempo de responder antes de que él tomara su cintura con suavidad y la besara.
El beso la tomó por sorpresa, pero pronto se encontró respondiendo con la misma intensidad. Era un beso que había imaginado muchas veces, pero que nunca creyó poder experimentar. Sus labios se movían con una mezcla de pasión y ternura que la hizo olvidar por un instante lo que había pasado años atrás.
Cuando el beso terminó, Erick se apartó ligeramente, manteniendo su rostro cerca del de ella.
—Eres increíble —murmuró, con sus ojos clavados en los de ella— Eres preciosa, y quiero verte de nuevo mañana, por favor...
Sofia respiró hondo, intentando recuperar la compostura.
—Me gustaría, pero eso será imposible— respondió.
Erick frunció el ceño, claramente confundido.
—¿Por qué?
Ella esbozó una sonrisa melancólica.
—La exposición ha terminado, y mañana por la mañana regreso a Londres.
Las palabras parecieron golpearlo como un balde de agua fría.
—Entonces tendré que encontrar una manera de ir a Londres— dijo con una determinación que sorprendió a ambos.
Sofia no respondió, solo sonrió antes de caminar hacia la puerta del hotel y despedirse.
—Buenas noches, Erick.
— Buenas noches...
Mientras la veía entrar al hotel, Erick se quedó en el coche, mirando fijamente al volante
— "No sé porque me interesas tanto, Abigail, pero no voy a dejar que desaparezcas de mi vida tan fácilmente."
Al llegar a su habitación, Sofia cerró la puerta detrás de ella y se dejó caer contra la pared, llevando una mano a sus labios.
—"No debía haberlo besado, pero..." — Sus pensamientos quedaron inconclusos mientras su corazón latía con fuerza.— "Era solo una parte del plan. Nada más."
O eso quería creer.