La Otra Cara Del Placer [Duele Amar - II]

(ADVERTENCIA DE CONTENIDO: Este capítulo puede contener escenas sensibles o sexuales no aptas para toda edad. +18)

...JESSA...

La angustia me carcome por dentro. No sé en dónde estoy, pero es una especie de bodega oscura en la que me hacen compañía dos sujetos de aspectos horribles. Apenas han pasado treinta minutos desde que pisé este sitio, pero el tiempo transcurre tan lento y cada segundo es una eternidad.

—¿Por qué me secuestraron? —no sé de dónde saqué valor para preguntarles—. Si lo que quieren es dinero solo pídanselo a mi hermano, seguro llegarán a un acuerdo, él les dará la cantidad que ustedes quieran, pero por favor sáquenme de aquí.

Los malditos solo me ignoran para dedicarse a consumir una porquería que ingieren por la nariz. Lo que me faltaba, ahora estoy obligada a observar a dos tipos drogarse.

—Nadie vendrá a salvarte —entra el mismo sujeto que se concentró en atender una llamada cuando veníamos en la furgoneta—. Te esperan largas horas en este lugar hasta que mi jefe mande lo que tenemos que hacer contigo. Y no, no estamos detrás del dinero de tu familia, nosotros solo seguimos órdenes.

No estoy dispuesta a permanecer en este asqueroso lugar, encarcelada y atada de pies y manos.

Maldita sea, si tan solo hubiera aceptado los escoltas que me ofreció Travis no estaría en esta horrible condición otra vez.

Un estremecimiento gobierna mi cuerpo al mismo tiempo que oigo el sonido de una bala resonar dentro de estas cuatro paredes.

Atónita e inmóvil contemplo el cuerpo del tipo que tenía enfrente desplomarse, dejando un charco de sangre en medio. El miedo se apodera de mí, el mismo que me provoca temblores internos gracias a la desagradable escena en la que las cabezas de los otros dos que se drogaban son atravesadas por un par de balas. Ver la sangre salpicada en mi ropa y tres cuerpos inertes me hacen concluir que soy la siguiente.

Aprieto los puños hasta clavar mis uñas en las palmas de mis manos, y suelto un grito que queda a medias al ser callado por una mano que cubre mi boca.

—Si gritas prometo largarme de aquí —me advierte Nolan, encargándose al instante de desatarme.

Estoy alucinando, ¿no es así?

Pestañeo un par de veces, comprobando que lo que acaba de suceder es real.

Tengo muchas preguntas en estos momentos.

—Vámonos, puede llegar alguien.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —inquiero, aun sin salir del shock.

—Haz las preguntas luego, tenemos que irnos.

Las piernas no me responden por más que la situación lo amerita. Es la primera vez que soy testigo de la muerte de alguien, reaccionar es imposible.

Recobro la conciencia cuando siento a Nolan jalarme hasta la salida, solo puedo enfocarme en cómo sujeta mi mano. Se siente bien.

Subimos a su auto sin decir ni una sola palabra.

Estar en esa bodega en serio me hizo cuestionar qué harían conmigo, si iba a salir viva de ahí. Tuve mucho miedo. A pesar de no haber pasado más de una hora en ese repugnante lugar, imaginé lo peor. Quizás iban a violarme, quizás querían venderme como prostituta a algún cerdo, o quizás sus planes eran negociar conmigo en algún tipo de mercado negro con el fin de comercializar mis órganos.

—¿Esos hombres te tocaron?

Niego con la cabeza, siguiendo recostada en el cristal de la ventana del carro.

Del asiento trasero toma una chaqueta que me ofrece con el propósito de aliviar el frio que estaba sintiendo y que parece haber notado.

—¿Ahora sí vas a decirme por qué fuiste a ese lugar? —cierro los ojos—. ¿Cómo supiste que estaba allí?

—Vi a esos tipos en el club, te tenían en la mira. Mi conciencia no iba a estar tranquila si te dejaba sola aun sabiéndolo. Además, tenía la necesidad de pagarte el favor por salvarme la vida esa noche, no me gusta deberle a nadie.

Como reacción automática sonrío.

—Llama a tu hermano y notifícale lo que pasó, sospecho que volverá a ocurrir algo como lo de hoy.

—No —lo miro fijamente—. Esta sería la excusa perfecta para que Travis me envíe fuera del país y yo no puedo irme sabiendo que Andrew lo odia a muerte, mi deber como hermana es intermediar y lograr que todo vuelva a la normalidad.

Si lo de esta noche llega a oídos de Travis se pondrá como loco, lo conozco.

Desvío la mirada a su celular que no ha parado de sonar desde hace un rato, es la misma persona que lo llamó el otro día, la tal Odessa.

—¿Por qué no contestas? —vuelvo a apoyar mi cabeza en la ventana—. No hagas preocupar a tu novia.

—No es mi novia —responde de inmediato.

Pues para no serlo actúa como una. ¿Será alguna amiga? ¿O una prima? Bueno, ni que me interesara saberlo.

—Pensé que nadie iría a salvarme —reconozco en un bajo tono de voz—. Creo que la vida al final se divierte poniéndome en situaciones duras. Sabes, es la segunda vez que me secuestran —cierro los ojos, estremeciéndome con esos recuerdos—. El mismo día del funeral de mi padre, unos tipos me drogaron fuera de la mansión de mis padres, me vendaron y se aprovecharon de la distracción de todos para hacer de las suyas. Ese día es uno de los peores de mi vida, no sabía si llorar por mi padre o por lo que estaba experimentando, al final terminé llorando por ambos casos.

Ni siquiera sé si está escuchándome y estoy tirando las palabras al aire. Creo que ni le interesa.

—¿Y luego? —inquiere.

—¿Luego? Me golpearon y pretendieron abusar de mí —desvío la mirada, avergonzada—. No me tocaron, fui rescatada por un tipo al que nunca le vi la cara porque seguía vendada. Estaba temblando. Por una parte, estaba aliviada porque alguien había llegado a salvarme, pero por otra… pensé que se aprovecharía de mí al verme desnuda en aquella cama, indefensa y atada.

Asiento los ojos en él cuando suelta una risita.

—Es un momento serio, no te rías.

—Perdón —carraspea—. Continúa.

—Ese tipo me amenazó con dejarme a mi suerte si me quitaba la venda, fue extraño. Me envolvió en una sábana y me sacó de ahí, con los ojos tapados —hago una pausa tras respirar hondo—. Me dejó en medio de una carretera y minutos después Travis dio con mi ubicación; no sé cómo pasó todo, pensé que mi hermano había enviado a ese hombre, pero no fue así, él me dijo que logró encontrarme porque un número desconocido le reveló dónde yo estaba a través de un mensaje.

—¿Y qué pasó con ese tipo? —me ojea.

—No sé —hundo mi rostro en mis manos—. Me dijo que esperara sentada a un lado de la carretera, que tenía que hacer una llamada, y yo tontamente le creí; en realidad aprovechó para largarse y dejarme sola. El muy estúpido se benefició de mi condición en la que me encontraba temblando aún del miedo para quitarle la pureza a mis labios, antes de abandonarme me robó un beso el desgraciado; me pregunto por qué lo habrá hecho, quizás quería cobrarse de alguna manera el salvarme.

Tose, frenando el auto de golpe al frente de mi departamento.

—Llegamos, bájate.

—¿Puedes acompañarme hasta la puerta? Me da miedo ir sola.

—No seas ridícula, estás a cinco metros.

—¿Tu mami no te enseñó a ser caballeroso? —salgo del auto.

Desesperada, empiezo a buscar las llaves en mi ropa, y entonces siento el miedo crecer en mí. No están por ningún lado. Olvidé mi bolso en aquella bodega, de las náuseas por ver a esos tipos muertos ni siquiera pensé en recogerla.

—¿Buscas esto? —llama mi atención con el sonido de mis llaves acompañado de mi bolso.

No me percaté de cuándo tomó mis cosas.

Agradeciéndole, intenté tomar mis pertenencias, pero el idiota esquivó mi agarre.

—¿Tu propuesta de trabajo sigue en pie?

—¿Qué?

—Lo que me dijiste en el club. ¿Aún quieres que trabaje para ti?

—¿Por qué? —frunzo el ceño—. ¿Ya te arrepentiste de rechazar veinte mil dólares?

—En realidad aceptaré por mí, no por ti, tengo sospechas de quien estuvo detrás de tu secuestro y quiero comprobarlo estando a tu cuidado.

—¿Eso qué significa?

—Voy a ser tu guardaespaldas.

—No.

—¿No?

—Detesto tener a alguien detrás de mí.

—Ya veo porqué has acabado secuestrada dos veces, no utilizas tu cerebro para pensar. Alguien está acechando a tu familia y volverá a capturarte por ser la más indefensa. Eres la hija de la mismísima Jane Leonardi y de Malik Petrov, ¿no crees que alguien de tu nivel debería tener mínimo a cinco escoltas protegiéndote el tr*sero?

Admitir que tiene razón me cuesta como no tiene idea. Pero el ser vigilada todo el tiempo por alguien es irritante.

—Lo de hoy se repetirá, y en la próxima no tendrás tanta suerte —el muy patán me lanza las llaves y el bolso para subir el cristal de la ventana.

Evitando que encienda el auto golpeo dos veces la ventana para que baje el vidrio.

—¿Si?

—Está bien. Puedes empezar a trabajar como mi escolta a partir de mañana —nunca me había sentido tan obligada como ahora—. Pero hay una condición.

—¿Cuál?

—Que no seas tan insolente conmigo. Seré tu jefa y quiero que me respetes. Tampoco quiero que me sigas llamando por mi apellido, mi nombre es Jessa, apréndetelo.

—¿Jefa? —ríe—. Somos de la misma edad, jamás te tomaría en serio. En fin, buenas noches, Jessa —vuelve a subir el vidrio, enciende el carro y se aleja dejándome con la palabra en la boca.

Es un idiota. Necesitaré paciencia para tenerlo detrás de mí. No le doy más de dos semanas.

...DAPHNE...

Amor… ¿Qué es eso?

Siempre me pregunté qué se sentía amar a alguien, si en realidad existía el amor, incluso si alguien ha llegado a sentir un poco de ese sentimiento por mí.

Amor…

Me cuestiono si creer o no lo que escuché ese día en el estudio de Andrew, cuando le confesó a Klara estar enamorado de mí. Me pregunto si lo hizo para quitarse a esa mujer de encima. Es curioso pensar que alguien como él podría estar enamorado de mí, es estúpido, por el simple hecho de ser una ex prostituta. ¿Las mujeres con un pasado oscuro como el mío experimentarán lo que es ser amada?

Alzo la mirada, observando con atención las fotografías que Andrew me entregó hace cinco minutos y en las que continúo fijándome hasta notar el más mínimo detalle.

—¿Y qué opinas? —pregunta, afanoso por mi respuesta.

No sé con qué propósito volvió a tomarle fotos a Rahab y a Travis juntos esta mañana, ¿no se supone que es su prometida y que en lugar de estar enseñándome esto debería ir a pedirle una explicación a ella?

Conocí de la existencia de Rahab hace un año, justo después de huir de Venecia, Nolan me puso al tanto de todo. La odié desde el primer instante que oí sobre ella, quizás porque en el fondo le guardo celos por haberse criado rodeada de lujos y tener una infancia sana.

—Sinceramente, no me molestaría romper mi compromiso con Rahab y dejarle el camino libre para que esté con quien le plazca, o, mejor dicho, para que esté con Travis.

—¿Qué estupidez estás diciendo? —lanzo las fotos al suelo—. ¡¿Entonces por qué avanzaste tanto con ella para al final querer soltarla, así como así?!

—Nunca llegué a amar a Rahab como mujer, si nos comprometimos fue por petición de Dawson que nos quería juntos a como dé lugar, pero él ya está muerto y no tiene caso seguir con esta farsa.

—No puedes hablar en serio.

Me paso la mano por la cabeza con frustración y observo cada rincón del estudio, pensando en esta gran idiotez de su parte.

—Desiste de esta tonta idea de estar con Travis —atrapa mi cintura entre sus manos y me sienta encima de él—. Hey, en estos instantes él debe estar revolcándose con alguna puta mientras tú estás aquí estresándote. Él solo es un capricho momentáneo para ti, abre los ojos, Travis no es el único hombre en el mundo que te satisfará en la cama.

—¿Sugieres que me quede cruzada de brazos?

—Sugiero que te quedes conmigo.

Enreda sus dedos en mi pelo para impulsarse a mis labios que devora fogosamente sin darme un respiro.

—Andrew… —sacude mi cuerpo al meter su mano por debajo de mi blusa hasta alcanzar el broche de mi sostén.

—No digas nada, Daphne, ahora no.

Aprieta uno de mis sen*s mientras se centra en morder mi cuello, arrancándome un gemido a fuerza.

Podría apartarlo… podría, pero no quiero.

Aisló todo lo que estorbaba sobre el escritorio en donde me recostó sin más. Sin avisar se acomodó entre mis piernas.

De un tirón me quitó la blusa, lo único que cubría mi parte superior hasta ahora.

—Ábrete —su voz ronca en mi oído causó una ola de excitación dentro de mí, mientras jugueteaba ligeramente con un dedo en la parte interna de mi muslo.

No tengo la más mínima idea de en qué momento se deshizo de mi pantalón. Ahora lo único que me cubre es una fina tela de bragas.

Continuó pasando su lengua por mis pechos. Sus dedos buscaban desesperados el camino hacia mi intimidad que no tardó en frotar con delicadeza.

Esto es una locura.

Apreté mis muslos sintiendo que puedo llegar a mi límite en cualquier momento. Ver su mano con las venas marcadas y sus dedos moviéndose a su antojo están volándome la cabeza.

—Ya hazlo, por favor, Andrew —supliqué con la voz entrecortada.

Baja la cremallera de su pantalón, sacando de su escondite a un ansioso amiguito.

Trago grueso y me apoyo de mis codos para no perder ningún instante del espectáculo que está por venir.

Se frotó en mi entrada, divertido, lo que envió una corriente eléctrica por mi columna. Empujó en mi interior lentamente, soltándome un grito que no pude contener.

—Me vas a partir —jadeó, revelando su dificultad en las gotas de sudor que descienden de su rostro.

Cerró los ojos y respiró hondo al mismo tiempo que comenzaba a dar suaves empujones que me arrancaron uno que otro gemido que silenció con efusivos besos.

Su ritmo aumentó constantemente, lo que me obligó a adaptarme a sus rudas embestidas que acalambran mi cuerpo.

—Ya no puedo más —advertí entre respiraciones profundas—, voy a…

Antes de que me fuera permitido terminar de hablar sentí esa tensa sensación recorrer cada centímetro de mi cuerpo, extasiada me dejé caer rendida al escritorio.

Contrayéndose, gimió ruidosamente cuando sentí algo caliente correr en mi interior. Casi al instante sentí el peso de su cuerpo caer sobre mí.

—Me vuelves loco —susurra agitado, hundiendo su cabeza en mi cuello.

—Andrew…

—No digas nada por favor —siseó—. Ya entendí mi lugar. No me importa si tienes a Travis en tu mente, solo quédate aquí.