¿Quién podría enamorarse de un misterioso hombre que solamente lo ve por las noches?
Rocío Martínez, una joven que se sacrifica día a día por su humilde familia. Con un primer amor que solamente le dejó inseguridades.
Sam Warren, un hombre que creció con todo el dinero del mundo, mujeriego y solitario. Que jamás a recibido afecto y amor de su familia.
Cómo estas dos personas tan diferentes pueden llegar a amarse incondicionalmente y enfrentarse a todos con tal de proteger su amor y a su familia.
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Otro tonto más...
Enseguida me fui a mi habitación, donde solo alcancé a colocar el reloj despertador para luego quedar rendida sobre la cama, ya qué me encontraba muy cansada.
(05:30 a.m) Suena el reloj despertador.
¡No lo podía creer!, porque solo alcancé a cerrar los ojos para luego despertar, igual de cansada, ya qué con tres horas de sueño ningún cuerpo logra recuperarse, pero debo darme ánimo, porque gracias a Dios tengo un empleo estable para poder llevar a mi madre al médico para que le realicen un chequeo.
Así que, con la mejor energía, salgo de mi habitación para ir a ducharme sin hacer ruido, donde aprovecho y llevo mi ropa para vestirme ahí, ya qué no quiero despertar a mi madre o a mis hermanitas.
Al estar lista, tomo una manzana y un trozo de pan, porque esa sería mi comida durante el día. Luego camino las cuatro cuadras hasta la estación del autobús, donde de inmediato lo tomo para así demorarme casi dos horas hasta llegar a mi nuevo trabajo.
Llegando al edificio, me dirijo a la recepcionista para preguntarle a dónde debo dirigirme, ya qué ese enorme edificio tenía más de cincuenta pisos.
_ Buenos días, señorita Olivia._ Le saludo mirando su nombre que lleva puesto en la parte delantera de su traje.
_Dime qué necesitas._ me responde algo molesta.
_ Me podrías ayudar, por favor, porque no sé en qué piso está el área de servicios del edificio.
_Mmm, claro que sí, se encuentra en el piso cuarenta y nueve._ me responde muy amablemente.
_ Muchas gracias y que tengas buen día._ Le digo mientras camino al ascensor de servicio.
Al llegar al piso cuarenta y nueve, veo una puerta en frente, la que abro pensando que ahí se encontraría el señor Augusto para darme las indicaciones del día de hoy.
Al abrir, el ascensor caminé y vi que ese lugar no era el área de servicio, ya que se veía un lugar muy elegante y frío con dos puertas al final del pasillo.
Estando ahí, me di cuenta de que esa tal Olivia me había engañado, y yo, la muy ingenua, le creí y caí redondita en su trampa.
Así que me di media vuelta y volví a tomar el ascensor para regresar al primer piso, porque no podía ir piso por piso para ver dónde debería estar el área de servicio.
Al llegar y volver donde esa mujer, ella de inmediato se puso a reír, sabiendo que yo caí como una tonta ante su broma de mal gusto.
_Qué ingenua eres..._ me dijo Olivia riéndose a carcajadas.
Yo estaba tan furiosa que detrás de mí, escuché la voz de un hombre que dijo:
_¡Me podrían contar el chiste para reír también!
_Otro tonto más que piensa que se puede reír de mí._ le respondí mientras me volteaba muy enojada.
De inmediato, Olivia quedó muda, ni siquiera su respiración se escuchaba, mientras yo seguía muy molesta mirando directo a los ojos a ese hombre que también quedó en silencio al escuchar mis palabras.
_Veo que ahora eres mudo._ le dije a aquel hombre mientras se escuchaba un silencio algo aterrador en todo el piso.
_Perdón, señor..._ dijo Olivia con voz entrecortada y temblorosa.
_No te preocupes, sigue haciendo tu trabajo. Yo iré a mi oficina._ le respondió aquel hombre que no me podía quitar la mirada de encima hasta que caminó para tomar el ascensor principal del edificio.
_¿Eres tonta? ¿Cómo puedes hablarle así al señor Sam Warren, quien es dueño y jefe de todo este edificio?_ me dijo la recepcionista, mientras toda mi rabia desaparecía en un segundo al escuchar que ese hombre que estuvo en frente de mí es el dueño y jefe de todo este imperio.
_Ahora dime a qué piso debo ir._ le dije a la recepcionista, mientras pensaba que estaba muerta, aniquilada, y lo peor de todo, "despedida", ya que insulté gratuitamente al gran jefe.
_Piso trece._ respondió Olivia, la recepcionista.
Caminé en absoluto silencio al ascensor de servicio para marcar de una vez el piso donde debería haber ido hace rato y así hubiera evitado este momento tan vergonzoso de mi vida, porque me siento mal al haber insultado al jefe, ya que él no fue culpable de que esa mujer se haya burlado de mí.
Pero cuando me molesto, pierdo el control y disparo contra todo el mundo, ya qué desde pequeña tuve que aprender a defenderme solita para nunca permitir que nadie me pasara por encima. Pero también sé que está mal actuar de forma impulsiva, como recién lo hice, ya qué este error me puede costar mi nuevo empleo.
¡Por fin llegué al área de servicio! Donde el señor Augusto de inmediato me ve y me dice:
_08:00 a.m en punto tienes que estar aquí y ni un minuto más tarde, ¿Te quedó claro?_ te dice mientras yo asiento con la cabeza en absoluto silencio.
_Ahora toma el carro y ve a limpiar los sanitarios de los primeros diez pisos._ me ordena el señor Augusto mientras camina y sale por el ascensor.
_Buenos días._ le digo a una chica que está parada al lado del carrito de limpieza que cojo para luego salir a hacer mi trabajo.
Comencé por el primer piso y así sucesivamente hasta que terminé, siendo ya muy tarde para almorzar. Así que volví al piso trece donde dejé el carrito de limpieza en su lugar y tomé mi mochila que había dejado colgada en un perchero para sacar mi manzana que comería como almuerzo.
Tomé asiento en un banquillo y comencé a comerla antes de que apareciera el señor Augusto y me enviara a limpiar más sanitarios.
_Hola, ¿te puedo acompañar?_ me dice la chica que había saludado en la mañana.
_Hola, toma asiento._ le respondo mientras le hago un espacio para que se siente.
_¿Eres la chica nueva encargada de la limpieza de los sanitarios?
_Sí, recién comencé el día de ayer._ le respondo.
_Un gusto, mi nombre es Addison y trabajo en el área de limpieza de oficinas.
_Mi nombre es Rocío y es un placer conocerte, Addison._ le respondo mientras terminaba de comer mi manzana.