Wicked Desires

Mientras conducía de regreso a casa con Ray profundamente dormido en el asiento del copiloto, no pude evitar reflexionar sobre cómo seguía siendo tan tontito como cuando tenía catorce años. A pesar de los años transcurridos, Ray mantenía esa inocencia y esa despreocupación que a veces me hacían sonreír.

Pero mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando divisé una figura familiar parada frente a mi puerta. Mis ojos se estrecharon mientras me acercaba lentamente, tratando de procesar lo que veía. ¿Qué demonios hacía Sean allí, frente a mi casa?

Finalmente, detuve el auto frente a mi casa y observé con incredulidad a Sean, ya adulto, esperando en la puerta. Mi corazón comenzó a latir con fuerza mientras bajaba del auto y me acercaba a él, sin poder apartar la mirada.

Con un nudo en la garganta y los puños apretados, me acerqué a Sean con una mirada hostil. —¿Qué mierda haces aquí?— le espeté, sin preocuparme por ocultar mi desagrado. —¿Y cómo diablos me encontraste?—

Sean, con su habitual frialdad y calma, respondió con un simple gesto de saludo. —Hola, ¿cómo estás?—, dijo como si nada, como si no hubiera pasado años desde la última vez que nos vimos.

Ignorando su falsa cortesía, seguí con mi tono sarcástico. —Oh, estoy fantástico, Sean. Gracias por preguntar. Ahora, ¿qué demonios estás haciendo aquí? ¿Y por qué vistes tan elegantemente? ¿Vienes directo de una fiesta o algo así?—

Sean se mantuvo impasible ante mis provocaciones. —Vestir 'elegantemente' es parte de mi trabajo, ¿no lo sabías? Y en cuanto a por qué estoy aquí, vine a informarte sobre algo importante.—

Fruncí el ceño, cada vez más frustrado por su actitud tranquila. —¿Importante? ¿Qué podría ser tan importante como para que te dignaras a venir tú mismo a decírmelo?—

Sean inhaló profundamente antes de continuar. —Se trata de César. Tuvo un accidente automovilístico.—

Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendido por la noticia. A pesar de mi hostilidad hacia Sean, no pude evitar sentir una oleada de preocupación por César. —¿Un accidente?—

Sean asintió con solemnidad. —Está vivo, pero herido. Y no puedo cuidarlo, tengo asuntos importantes que atender. Por eso vine a ti, porque sé que eres la única persona en quien puede confiar en momentos como este.—

A pesar de mi enojo hacia Sean, no podía ignorar la gravedad de la situación. Mi mente se aceleró mientras intentaba procesar todo lo que acababa de escuchar.

Con un escalofrío recorriéndome la espalda, observé a Sean con incredulidad mientras revelaba la verdad detrás del supuesto accidente de César. —¿Qué demonios estás diciendo? ¿César está bien?— pregunté, mi voz temblaba con una mezcla de confusión y preocupación.

Sean rodó los ojos con exasperación, su expresión fría y distante. —Sí, está bien. Pero no puede cuidarse solo en su estado actual—, respondió con indiferencia, como si la situación no le importara en lo más mínimo.

Furioso, le lancé una mirada asesina. —¿Y por qué demonios no estás cuidando de él? ¡Es tu padre, maldita sea!—

Sean se encogió de hombros con desdén, como si el concepto de responsabilidad familiar fuera completamente ajeno a él. —No tengo tiempo para eso. Tengo asuntos más importantes que atender—, declaró, su voz impasible y desinteresada.

Observé detenidamente a Sean, notando con sorpresa la similitud sorprendente entre él y César. Sus rasgos faciales, su postura, incluso su tono de voz eran idénticos al de mi padrastro. Esa extraña semejanza solo sirvió para aumentar mi sensación de confusión y malestar.

Con un suspiro de frustración, me pasé una mano por el cabello y cerré los ojos por un momento, intentando procesar toda la información que acababa de recibir. La situación era surrealista y me dejaba con más preguntas que respuestas.

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...𝐍𝐎𝐓𝐀...

...E aquí una imagen que hice Sean, honestamente me gusta mucho, para llegar al padre primero necesitas ir con el hijo...🤰🏻...

...Sean Kennedy...

...22 años...

...Hijo biológico de César....

...23/07/1993...