Alpha

Selene se despertó con un poco de dolor en su cuello, le urgía ir al baño, al levantarse pareciera que el dolor se proyectó en honda por todo su cuerpo, su centro también dolió. Ben se despertó por el mínimo quejido que ella hizo.

- ¿Qué te pasa nena? - preguntó adormilado.

- Lo siento, no quería despertarte, amor. - contestó un poco apenada.

- No tienes porqué apenarte, ¿necesitas algo?

- Ajam... - asintió con la cabeza - necesito ir al baño con urgencia, ya me levanto... - no pudo muy bien levantarse cuando ya Ben la tenía entre sus brazos al estilo princesa.

La llevó hasta el baño y la colocó en el piso con mucho cuidado, para luego levantar la tapa del retrete. Selene no había caído en cuenta de su desnudez hasta ese momento. Sus mejillas se calentaron un poco, aunque ya el hombre lobo frente a ella, ya le había visto hasta la última peca de su piel.

Despacio se sentó en la taza e hizo con dificultad chis, el ardor era molesto. Luego entró a la regadera, nuevamente tuvo su mate que ayudarla, aunque allí la ayudó a bañarse y se bañó él también. Lavó su larga cabellera y talló su cuerpo con una esponja, y aunque su Benconda estaba más que lista para la acción, debía aguardar poco para volver a hacerla suya, era consciente de que al ser su primera vez, la molestia era dolorosa, así que mejor aguardaba un poco más, cosa que Gunther también aprobó muy a su pesar.

Al terminar el baño, la envolvió en una inmensa toalla blanca, luego él se colocó otra y la volvió a cargar para llevarla a la habitación, regresó al baño por otra toalla más pequeña y comenzó a secar su cabello con mucho cuidado.

- Iremos donde tu familia más tarde cuando estés más aliviada, te haré el desayuno y te traeré un té para el dolor. - le informó, la recostó sobre la cama - Ya regreso mi princesa.

Salió para la cocina, a preparar el desayuno para ambos, había notado que era bastante tradicional, así que hizo jugo de naranja, té para ella y café para él, colocó croissants, un poco de baguettes, pain au chocolat, diferentes quesos, tostadas y mermeladas de fresa y frambuesa, también un poco de mantequilla. Volvió a entrar a la habitación ya con el desayuno, la panza de Selene se pronunció, haciendo avergonzar a la chica y reír un poco a Ben.

Le colocó la bandeja en las piernas a su amada, para luego sentarse él a la orilla de la cama, con una pierna doblada sobre la cama y la otra quedaba sobre el piso, untó la mantequilla en una tostada y se la dio a comer, ella más que gustosa la recibió. Luego del desayuno, se levantaron y se vistieron con ropas frescas y cómodas, comenzaba la primavera. Salieron de la cabaña y se subieron al campero de la chica, ella condujo hasta la manada, al llegar a la mansión, fueron recibidos por Rebecca y Antoine, quienes los saludaron con cariño.

- Mi pequeña Selene, ya me haces falta. - expresó Rebecca.

- Mami, ustedes también me hacen mucha falta, aunque mi amor me trata de maravillas y me preparó un desayuno como el que tú me haces. - habló feliz, recordando las atenciones del chico, mientras iban rumbo al porche trasero.

Antoine invitó a Ben al despacho, sabía que pronto partirán a Suiza, tienen una ardua labor entre manos, puesto que no es fácil reconstruir y reestructurar una manada que prácticamente desapareció.

- Te he traído hasta aquí, porque quiero saber, cuándo partirán. - pregunta Antoine una vez se encuentran en el despacho.

- Eso será pronto, pronto partiremos, pienso que en dos semanas. - responde.

- Muy bien, los acompañarán 20 de mis mejores soldados, un médico, dos enfermeras, un ingeniero y un arquitecto. - le dice - Todos estarán bajo tu mando, serás su alfa.

- Agradezco tu colaboración, espero que al cabo de un año, por lo menos podamos tener aunque sea un mínimo porcentaje reconstruido y albergar a los miembros que quedaron allí vagando.

- Así será muchacho, Rebecca y yo iremos a visitarlos dentro de dos meses, sabes que nuestra cachorra es nuestra última hija y Rebecca es muy apegada a ella.

- Siempre serán bienvenidos, yo también los aprecio mucho.

- Nosotros también te apreciamos, mi madre no pudo darle mejor destinado a mi pequeña.

Salieron del despacho y se fueron al porche donde estaban madre e hija riendo al recordar cuando Selene corría por todo el jardín embadurnada de tierra y Lorence su niñera de entonces corriendo detrás para alcanzarla.

- Así que mi luna era toda un niña traviesa. - habló Ben mientras se sentó junto a ella.

- Era terrible, pobre Lorence, creo que casi se vuelve loca con Selene.

Para la hora del almuerzo la gigante familia se reunió, querían pasar el mayor tiempo posible con la más pequeña de los Dumont-Holter, sus primos la amaban, más que su tía, ella era como su hermana. Entre risas y anécdotas, por qué no, también del alfa durante su infancia que los hizo reír. Antoine quien lo conoció en ese entonces, sabía que era todo un dolor de cabeza para su pobre madre.

Se despidieron ya por la tarde, yendo a la cabaña para encender el fuego del amor, pues ya el alfa sudaba de deseo.