Sebastián Spencer, exitoso arquitecto y empresario de la construcción, encuentra su vida entrelazada con el carismático empresario de juegos, Luciano Reyes. La trama se complica aún más cuando Sebastián descubre que Melisa, la esposa de Luciano, despierta en él sentimientos inesperados. Entre el diseño de estructuras y el riesgoso mundo de las apuestas, los protagonistas se ven atrapados en un triángulo amoroso que desafía las fronteras entre la arquitectura de sus vidas y los juegos de la pasión, desencadenando una historia llena de secretos, decisiones difíciles y una búsqueda inesperada de la verdadera construcción del amor.
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Capítulo 16
Al día siguiente, al despertar, Olivia despertó sola en la amplia cama, suspiró profundamente y luego se levantó para comenzarcon su día. A media mañana, mientras se encontraba inmersa en su estudio, trabajando en unos bocetos para un proyecto personal, el teléfono del estudio interrumpió su concentración. Con un suspiro resignado, tomó el auricular y respondió.
-¿Luciano?- preguntó con una nota de esperanza en su voz.
La voz de su esposo resonó al otro lado de la línea, disculpándose por no poder regresar aún. Olivia asintió con comprensión, acostumbrada a los imprevistos que a menudo surgían en el mundo de los casinos.
-Está bien, cariño- respondió con calma - Entiendo que tienes responsabilidades que cumplir.
-Si, preciosa. Pero te prometo que pronto regresaré y voy a compensarte.- le dijo él.
-Sabes que no es necesario- comentó ella con timidez y sinceridad.
-De todas maneras lo haré- agregó él.
- Está bien- dijo ella con resignación.
-Ahora, dime ¿Cómo fue tu reunión com Sebastián y Nicolás?- indagó el hombre con curiosidad.
-¡Muy bien!- exclamó ella- Van a habilitar una oficina para mí en el edificio- le contó emocionada, y aunque eso no era del todo agradable para Luciano, intentó que no se notara su descontento.
-Que bueno, cielo. ¿Ya te dijeron cuando podrás hacer uso de ella?- indagó.
-No. Quedaron en avisar cuando esté lista, aunque no tienen mi número. Asi que supongo que van a avisarte a ti- comentó la muchacha con entusiasmo.
-¡Genial!- replicó él con cierto alivio, ya que si le avisaban a él, podría estar al tanto de inmediato- Bueno, te dejó preciosa. Te aviso cualquier novedad que tenga.
Y después de despedirse, Olivia colgó el teléfono con un suspiro. Aunque la ausencia de Luciano todavía le pesaba, sabía que era parte del acuerdo que habían hecho al casarse. Los imprevistos y las responsabilidades del negocio eran una realidad constante, y aunque ella aún no se acostumbraba por completo, comprendía que era parte del paquete. Con un gesto de resignación, volvió su atención a los bocetos sobre la mesa, decidida a sumergirse una vez más en su trabajo.
Llegada la tarde, con el sol dorado bañando el invernadero, Olivia se encaminó hacia su refugio verde. Con cuidado y atención, comenzó a ocuparse de sus amadas plantas, dejando que sus manos se deslizaran con destreza sobre las hojas y tallos.
Sin embargo, su atención se centró especialmente en un pequeño árbol bonsái de cerezo que estaba preparando con esmero. Cada movimiento era preciso y delicado, como si estuviera esculpiendo una obra de arte viva. La joven deseaba tenerlo listo para colocarlo en la oficina que tendría en el edificio de Sebastián, donde planeaba trabajar en sus proyectos personales y continuar su pasión por el diseño.
Con cada hoja podada con cuidado y cada rama guiada en su crecimiento, Olivia sentía cómo su conexión con la naturaleza se fortalecía. El bonsái, con su belleza diminuta pero impactante, simbolizaba su determinación y su capacidad para crecer y florecer incluso en circunstancias adversas.
Mientras trabajaba en el bonsái, Olivia visualizaba cómo se vería en la oficina, añadiendo un toque de serenidad y belleza natural al espacio. Con cada detalle meticulosamente cuidado, sabía que estaba creando algo más que una simple planta: estaba cultivando un símbolo de su propio crecimiento y determinación. Y cuando finalmente estuviera lista, sería más que un adorno; sería una manifestación tangible de su pasión y su dedicación.
-Espero que Nicolás y Sebastián me den una oficina que tenga buena luz- pensó en voz alta.
Y mientras recordaba el nombre del joven arquitecto, un aroma familiar invadió los sentidos de Olivia, evocando recuerdos enterrados en lo más profundo de su mente. El perfume del joven se filtraba en sus pensamientos, trayendo consigo emociones y sensaciones algo extrañas y confusas, las cuales ella sabía no correspondían. Ya que de repente se encontró preguntándose cosas sin demasiado sentido.
La pregunta que se planteaba a sí misma era inevitable: ¿cómo hubiera sido ponerse de novia con un hombre más joven que su esposo? ¿Qué hubiera sido de su vida si no se hubiera casado con Luciano?. Estas preguntas eran por mera curiosidad, no porque estuviera interesada en otro hombre, sino porque nunca había experimentado ese tipo de relación con Luciano. Su matrimonio, precipitado y cargado de responsabilidades, nunca había sido tradicional. Se habían unido por necesidad, no por amor, cuando Olivia apenas tenía diecinueve años, en un intento desesperado por salvar la empresa de su padre de la ruina financiera.
Sin embargo, aquel sacrificio no había dado los frutos esperados. La empresa terminó vendiéndose por partes, y su padre encontró un final trágico y violento, tras perder todos sus bienes se quitó la vida. En medio de esa tormenta de desgracias, Luciano se convirtió en su única familia, cuidándola y protegiéndola cuando más lo necesitaba.
Al principio, no había sentido amor por él, solo gratitud y una extraña sensación de deber. Pero con el tiempo, las cosas fueron cambiando. Las pequeñas atenciones, los gestos de apoyo y la constante presencia de Luciano comenzaron a calar en su corazón, creando un vínculo que trascendía la simple camaradería.
Olivia se quedó pensativa unos minutos, dejando que los recuerdos fluyeran a través de su mente como el agua de un río. La tentación de seguir ese camino era fuerte, pero sabía que no era el momento ni el lugar para perderse en fantasías. Sacudiendo la cabeza con determinación, se negó a dejar que esos pensamientos la dominaran.
Ahora, mientras cuidaba del bonsái en el invernadero, Olivia se sentía abrumada por una mezcla de emociones. El recuerdo de su pasado doloroso y la incertidumbre sobre su futuro se entrelazaban en su mente, pero en el fondo, sabía que tenía a Luciano a su lado, dispuesto a apoyarla en cada paso del camino. Y con esa certeza, encontraba la fuerza para seguir adelante, construyendo un nuevo camino hacia la felicidad y la realización personal.
La noche cayó una vez, la inmensa y lujosa mansión se hallaba en penumbras, Olivia sólo había encendido unas pocas luces que le permitieran realizar las tareas que le quedaban con comodidad, que eran simplemente cenar y luego ir a la cama. La muchacha se dio una reconfortante ducha, luego vestida de manera sencilla preparó su cena, para luego de dejar todo en orden irse a la cama, esperando con ansias la llamada que le avisara que su oficina estaba lista.