— Puedo hacer cualquier cosa, excepto ser tu amante.
— Supuse que dirías eso. Pero no te preocupes, no quiero que seas mi amante. — Olga deja escapar un suspiro. — Quiero que seas mi esposa.
— ¿Qué? — Su voz sorprendida suena entre las cuatro paredes.
— Dijiste que puedes aceptar cualquier cosa. — Erick le da una mirada retadora.
— ¿Cuánto tiempo durará el matrimonio?
— Hasta que te enamores de mi. — Olga lo observa desconcertada.
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¿Responder que?
A la mañana siguiente, Erick le pide a Hilda que busque a otra persona para la casa. Está de inmediato tiene a alguien en mente, ella le pregunta a Olga si le parece bien, a lo que la jefa da su aprobación.
Días después, Marcela empieza a trabajar. Ahora que hay más personas en casa, Olga tiene más tiempo para Lilia, y para leer los libros que le gustan.
Con el paso de las semanas, Erick se empieza a desesperar por no recibir una respuesta de su esposa. Pues siente que el matrimonio no está avanzando. El espera a que la noche caiga y habla con Olga.
— ¿Cuándo piensas responderme?
— ¿Responder que?
— Te pedí una oportunidad, hasta ahora no me has dicho si me la vas a dar.
— Creí que no era necesario decir nada.
— ¿Por qué no?
— Estamos casados, nos llevamos bien, y tenemos una vida sexual activa. Creó que somos un matrimonio estable. — Erick la observa fijamente.
— ¿Qué me estás queriendo decir?
— Quiero decir qué estamos bien, tenemos lo que se necesita para llevar un buen matrimonio.
— No todo.
— ¿Qué nos hace falta?
— Amor.
— Pero dijiste que me amas.
— Y te amo.
— ¿Entonces cuál es el problema?
— Qué tú no me amas.
— Eso no importa.
— A mi me importa.
— ¿Por qué?
— Por qué un matrimonio dónde una parte no ama no es igual.
— Aunque no te ame, siempre te voy a complacer. Te haré feliz todas las noches.
— Creó que te estás confundiendo.
— Explícame por qué no entiendo.
— No es lo mismo el sexo y el amor.
— Es que no se que más quieres.
— Qué me ames.
— ¿Y cómo hago eso? — Erick la observa disgustado.
— ¿Qué quieres decir?
— Yo nunca he amado a ningún hombre, nunca tuve novio. Me case con Max para darle un padre a Lilia, y después me case contigo, no tiene caso decir la razón. Entonces, cómo comprenderás, no se que se siente amar a un hombre. — Olga habla con disgusto.
— ¿No sabes que se siente estar enamorada? — Pregunta de manera burlona.
— Es lo que acabo de decir.
— ¿Cómo es posible que a tu edad no hayas amado ni una vez? — Erick se ríe. Olga lo observa con disgusto. — ¿No tuviste siquiera un amor de la infancia?
— Si. Si tuve uno. — Erick deja de reír.
— ¿Quién fue? — Pregunta medio celoso.
— Mi padre. — Erick aleja los celos.
— Hablé de algún niñito.
— No.
— ¿Nunca te enamoraste en la secundaria?
— No.
— ¿En la preparatoria?
— Ya te dije que no. Deja de hacerme preguntas. — Olga se quiere ir a otro lugar, sin embargo es detenida por los brazos de su esposo.
— ¿Cómo es posible que una mujer tan hermosa y talentosa, nunca tuvo novio?
— En parte tienes la culpa.
— ¿Yo?
— Si. Tu...
— Yo te conocí cuando tenías cómo 20, o 21, ¿por qué me echas la culpa?
— Por qué después de entregarme a ti me sentí sucia. — Erick elimina su sonrisa.
— ¿Sucia?
— Lo siento. No debí decir eso. — Olga de nuevo quiere irse, pero Erick la agarra más fuerte.
— ¿Por qué? ¿Es por qué te di dinero o por qué no te gusto?
— No es cómo una quisiera que fuera su primera vez.
— ¿Y cómo la querías?
— No tiene caso que te lo diga.
— Por favor. — Él afloja su agarré. — Dime.
— Erick, de verdad no tiene caso hablar sobre eso. Pasó hace mucho.
— Quiero que lo hablemos. Quiero sanar las heridas que te hice. Por favor.
— No son heridas. Son recuerdos.
— Yo creó que esos recuerdos hacen que no confíes en mí, que está relación no avance.
— No es así.
— Dime por qué no tuviste novio.
— Estaba ocupada. Tenía que levantar una granja.
— No me estás diciendo toda la verdad.
— Erick por favor.
— Tardé dos años en encontrarte. Por idiota te perdí dos veces, no quiero que pase lo mismo ahora. Confía en mí. — Olga toma valor.
— Pensé que ningún hombre me tomaría en serio, que nadie me querría si se enteraban de lo que hice. Qué todos me harían propuestas cómo la tuya. — Erick se pone triste con su confesión.
— Lo siento. Parece que te hice más daño del que hubiera querido.
— No fuiste sólo tu, también mi jefe, si el no hubiera hecho esa propuesta, yo no tendría tan mal concepto de los hombres.
— Pero lo tienes. Y es mi culpa por haberte comprado dos veces.
— Ya basta de echar culpas. No tiene caso seguir con eso. Estamos casados, tenemos una hija y nos llevamos bien. ¿Qué más podemos pedir?
— ¿Si yo no te amara dirías lo mismo?
— Si tú no me amaras, probablemente ya estaríamos divorciados, y seguramente nos llevaríamos bien, lo haríamos por Lilia.
— A ti no te importa si te amo o no. ¿Verdad?
— Si me importa, yo te agradezco que me ames y ames a nuestra hija.
— No quiero tu agradecimiento.
— Erick por favor. Yo quiero que esto funcione. Quiero seguir contigo.
— ¿Sin amor?
— Yo estoy bien así. ¿Tú no?
— No.
— ¿Por qué?
— Por qué quiero sentir que soy importante en tu vida. Sentir qué aunque no me necesites para nada, me quieras para todo.
— Eres importante.
— No lo suficiente, y no quiero vivir pensando que en cualquier momento, va llegar otro hombre y te vas a enamorar de el.
— No creo que eso suceda.
— ¿Y si sucede?
— Vivimos en un pueblo pequeño, conozco a todo el mundo. Y no estoy enamorada de nadie. No tienes que preocuparte.
— ¿Y si llega alguien que no es de aquí?
— Erick por favor. Te conozco de años y no te amo. ¿Por qué me enamoraría de un extraño?
— Por qué un extraño no te ha lastimado. Y yo si, yo te lastime al comprarte.
— Yo tenía otra opción, y te elegí a ti.
— Eso fue la primera vez. Apuesto que si hubieras tenido más opciones, la segunda vez no te habías casado conmigo.
— No se que habría pasado, lo único que se, es que eres mi esposo, el padre de mi hija, y el hombre que me ama.
— Y al que tú no amas.
— No le des tanta importancia a eso. Ya te dije que seré una buena esposa, te voy a dar gusto en todo lo que esté a mi alcance. ¿Puedes conformarte con eso?
— ¿Me darás gusto en todo?
— Lo que esté a mi alcance. — Aclara ella.
— Bueno. Siendo así voy a sacar provecho.
— Dime qué quieres.
— Quiero despertar y verte a mi lado todos los días.
— Sabes que me levanto temprano.
— Recuerda lo que dijiste. — Olga pone los ojos en blanco.
— ¿Algo más? — Ahora pregunta con sarcasmo.
— Si, quiero que me dejes pagar el sueldo de otro empleado, para que haga lo que tú haces. Quiero que pases más tiempo conmigo. Y que tengamos una luna de miel.
— Pero no...
— ¿Quieres que te recuerde tu promesa? — Olga se molesta mucho, justo ahora se arrepiente de lo que dijo.
— No.
— Bueno. Entonces está decidido. La próxima semana nos vamos.
— Mi hija viene.
— Nuestra hija.
— Si. Nuestra hija.
— Está bien. Pero no va a dormir con nosotros. Vamos a llevar a Hilda, para que la cuide durante las noches.
— Pero...
— Recuerda lo que dijiste. — Erick sonríe. Olga por otro lado está disgustada, no pensó que las cosas tomarían ese rumbo.
felicidades autora