*Han pasado exactamente dos años desde que me dejaron prácticamente en el altar.
Me llamo Montserrat Diaz, CEO de MONSE COMPANY.
Sentada en mi sillón de color rojo, con una copa en mi mano, mirando el vacío que ofrecía mi ventana, me puse a llorar.
"Maldita seas Enrique, maldita seas Victoria" maldecía a las personas que más odiaba en el mundo, mientras leía en una página de chisme, que ellos dos se habían casado en Hawaii.
Mi vida da un giro al conocer a Aaron Palacios, un joven que al igual que yo, lo han traicionado, mientras yo lo quiero cerca como un juguete, él solo quiere estar lejos de mi.
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22.
AARÓN PALACIOS
Después de aquel encuentro en el restaurante con Montse y saber que Darien es mi hijo, regresé a España.
Desde que Camila falleció y los padres de ella me dieron la oportunidad de trabajar en la empresa había decidido quedarme en ese país que me había abrazado por tres años, aunque no niego que el secuestro me hizo revalorizar mi vida.
Le pedí un mes a Montserrat para poner todo en orden, pronto dejaría la residencia y terminaría mi estadía como estudiante.
Preparé mis maletas. Salí a buscar un cuarto económico para trasladarme.
— ¿Puedes venir? — Él padre de Camila me llamó.
— Creo que estoy un poco retirado de su casa. Llegaré en una hora más o menos.
Dejé de buscar cuartos. Tomé un taxi. Llegué un poco antes a la casa de los padres de Camila.
— Siéntate Aarón. Sé que pronto te mudarás de la residencia. Espero sigas trabajando conmigo ya un poco más formal.
— Eh. Bueno, Primero, quiero agradecer este año señor José, me dio la oportunidad de aprender mucho, créeme que me llevaré esos conocimientos, pero hoy quiero contarles oficialmente que me voy de España.
— Piénsalo. Te hemos dicho antes, que eres nuestro protegido. Te hemos tomado mucho cariño. Nos agradas y además eres muy trabajador.
— Es que no puedo quedarme. Cuando estaba en mi país me había enamorado de una chica y teníamos una relación un tanto informal, antes de venir a estudiar, terminamos, pero me encontré a esa chica en Italia, ella tiene un hijo mío. Y siendo honesto, quiero estar presente en la vida del niño y en la vida de ella.
— Entonces, te vas a Italia. Aún así, quiero manifestar mi apoyo para ti. Como te he dicho, te tengo aprecio, y este año te he visto como un hijo, después de la muerte de Camila, tú nos has ayudado a amortiguar ese dolor. ¿Cómo se llama tu chica?
— Montserrat Díaz.
— ¿Montserrat Diaz? La hija del Magnate Díaz, yo tengo algunos negocios con él.
No sabía que ellos se conocían. Y acabo de decirle que ella está en Italia.
— Amor, pero ella es quien se casó con un señor. Te acuerdas que leímos ese artículo— Habló la madre de Camila.
— Creo que debo contarles la historia— le conté la parte de la historia que conozco— Voy a pedirle que no le digan al señor Diaz lo que les acabo de contar. Al parecer ella sigue casada y está huyendo junto con su mamá.
— Esa parte no la sabia. No te preocupes, seremos sigilosos con la información y tienes todo nuestro apoyo.
— Muchas gracias señores Sotelo.
— Sabes que se me vino a la mente, necesitarás un ingreso económico para que puedas sobrevivir en Italia. Quiero darte un regalo.
— No, no. No quiero dinero.
— No te daré dinero, pero algo para que hagas uso de tus aprendizajes financieros. Voy a invertir en ti.
— No entiendo.
— Mi regalo será una pequeña empresa para que apliques lo que has aprendido, y si en un año, tú logras expandir ese negocio a un país vecino, has demostrado que puedes liderar y crecer. En ese momento, nos reuniremos de nuevo aquí.
— Aún no lo entiendo. No quiero que ustedes piensen que yo me estoy aprovechando.
— Solo es una pequeña empresa. Ese es un regalo y los regalos se aceptan. Si lo rechazas, estarás rechazando mi apoyo y el aprecio que te tenemos.
— Esta bien. Acepto.
— Ven mañana a esta hora para que firmes el recibido de mi regalo.
Salí de la casa de los Sotelo. Pienso que las personas ricas siempre gastan demás. Es como si el dinero les estorba, pero por esta vez voy a aceptar porque necesito un poco de poder para enfrentar al padre de Montse y liberarla del viejo asqueroso ese.
Al día siguiente regresé a la casa del Señor Sotelo. Ahí estaba un abogado con unos papeles. El abogado me dio un documento que leí cuidadosamente.
— No hay nada malo, solo firma. Al firmar eres el dueño de la empresa SOT- CAR, una empresa que se dedica a la fabricación y venta de autos.
—¿Pequeña?
—Firma.
Firmé los documentos. En este instante pasé de ser Aarón Palacios, el hombre pobre que fue abandonado por sus padres, a ser, Aarón Palacios, dueño de una empresa de SOT-CAR.
Llegué a Italia dos semanas antes de la fecha acordada. El señor Sotelo viajó conmigo para presentarme como el nuevo CEO.
Después de una semana él señor Sotelo regresó a España.
Compré un pequeño departamento para mientras me ajustaba para algo más grande. Dispuse de uno de los autos para mi uso. Siendo el CEO de una empresa de autos, no podía andar caminando o en transporte público.
Ese día, subí al auto y fui al restaurante de Montse, quería comprobar que ella estaba aún allí. Sentía como mi corazón se aceleraba.
Llegué al restaurante. Bajé del coche. Me detuve un rato a verla desde afuera. Entré y me dirigí a ella.
— Hola Montse— Ella no me esperaba, estaba sorprendida— sé que te dije que en un mes te veía de nuevo y aunque falta una semana, no pude esperar más.
— Me has sorprendido.
— ¿Y Darien?
— Ya se lo llevó mi madre, estoy por cerrar.
— ¿Podemos dar un paseo? Acepto recomendaciones de lugares bonitos para que podamos hablar.
— Aarón, sabes que no quiero salir a dar vueltas, estoy cansada. Solo quiero ir a mi casa y dormir.
Viéndola bien, Montse se veía un poco cansada. A diferencia de antes que caminaba relajada.
—¿Estás enferma?
— Un poco— Toqué su frente y estaba hirviendo en fiebre.
— Tienes fiebre. Pasemos por una farmacia comprando algo, y te llevo a casa.
— No hagas esto — Sus ojos se pusieron llorosos.
No dude un minuto en abrazarla. Esta vez no me rendiré con ella.
— Quiero estar contigo— Toqué sus brazos— cierra rápido, vamos a ir a una farmacia y luego te llevaré a tu casa. Además, quiero ver a Darien.
— Está bien.
Montse cerró el restaurante. Buscamos algo para la fiebre y la llevé a su casa. En comparación con el departamento que ella tenía, está casa era muy pequeña. Ella me permitió entrar. Ivet y la madre de Montserrat al verme, salieron de la casa a comprar algo.
— Nos falta leche, iré con Ivet a comprarla. Darien está dormido en su cuna.
— ¿Nos acaban de dejar solos? — le sonreí a Montse.
— Bueno, como Darien esta dormido, solo puedes verlo unos minutos. Después de verlo puedes irte. Quiero descansar.
Miré a Darien un ratito.
— Me voy. Tómate la medicina.
— Sí. Esta bien.
Me acerqué a ella, quedé frente a frente y la abracé.
— Nos vemos. Cuídate. Mañana paso a verte y no digas nada— Ella fijó su mirada en mis ojos, yo le sonreí, me acerqué y le di un beso apenas tocando sus labios.
Salí de su casa y me fui a mi departamento.