Alexander es un joven príncipe, que debido a sus responsabilidades está obligado a contraer matrimonio a sus veintiún años.
Para su buena suerte, o no. En su Reino existe una regla que le da la posibilidad de tener un mes para sí mismo, un mes en el cual él dejará de ser quien es para convertirse en una persona común.
Ahora bien, ¿Qué pasará durante ese mes? ¿La vida de Alexander cambiará a causa de lo que está por vivir?
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Preparativos para el gran día
Capítulo 10:
Apenas amanecía cuando la puerta de la habitación de Alexander se abrió con sigilo. Charlotte, con una sonrisa cómplice, dejó pasar a Lucas y Ethan, quienes avanzaron en puntillas hasta la enorme cama del príncipe.
— ¿Listo?— susurró Ethan, conteniendo la risa.
— Siempre— respondió Lucas, y sin más, los dos se lanzaron sobre Alexander.
— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!— gritaron al unísono, sacudiéndolo con fuerza.
Alexander gruñó, enterrando el rostro en la almohada, pero no tuvo escapatoria. Lucas le revolvió el cabello sin piedad, mientras Ethan abría las cortinas de golpe, dejando que la luz del sol lo cegara.
— ¡Malditos traidores!— bufó el príncipe, medio dormido.
Charlotte, riendo desde la puerta, se encogió de hombros.
— Solo cumplimos con la tradición.
Lucas y Ethan intercambiaron una mirada antes de saltar de nuevo sobre él.
— ¡Y ahora el regalo!— exclamó Lucas, sacando un pequeño paquete de su chaqueta.
— Después de un desayuno decente— masculló Alexander, rindiéndose al caos de sus amigos.
Todo el palacio era un hervidero de actividad mientras el cumpleaños número veintiuno de Alexander se acercaba. Los salones comenzaron a llenarse de flores frescas, las cocinas a trabajar a toda máquina, mientras que los que trabajaban en el lugar pulían cada rincón para asegurarse de que la celebración estuviera a la altura de la realeza. Sin embargo, en medio de todo ese bullicio, Alexander apenas sentía emoción. Su mente estaba enfocada en el futuro, en el mes de gracia que había pedido y lo que significaría esa breve libertad antes de su compromiso definitivo.
En sus aposentos, Alexander estaba en compañia de Ethan y Lucas, quienes parecían más entusiasmados con la fiesta que él mismo.
— No puedo creer que ya tengas todo planeado y no nos hayas dicho nada aún— dijo Lucas, mientras inspeccionaba un candelabro de cristal que había tomado de la mesa cercana.
— No es que no quisiera decírselos, solo estaba esperando el momento adecuado— respondió Alexander con una sonrisa tranquila.
— ¿Y ese momento sería...?— preguntó Ethan, cruzando los brazos con una ceja levantada.
Alexander dejó escapar un suspiro y se giró para mirarlos.
— Está bien, les diré ahora. Mi madre ya ha aprobado el mes de gracia, pero hay un detalle: no será aquí, en el Reino.
Lucas abrió los ojos de par en par, claramente sorprendido.
— ¿Cómo que no será aquí? ¿A dónde iremos?
— Será a otro país, a una ciudad en la que nadie nos conozca. Mi madre cree que es más seguro así, y no puedo decir que no tenga razón.
Ethan asintió, comprendiendo de inmediato.
— Eso tiene sentido. Aquí, incluso si tratas de pasar desapercibido, no lo vas a lograr. Todos sabrán quién eres. Afuera, podrías disfrutar de verdad ese mes de anonimato.
— Exacto, eso mismo dijo mi madre— respondió Alexander, mirando a sus amigos— Pero no sé exactamente dónde será. Ell lo revelará esta noche, durante la fiesta, cuando anuncie oficialmente que he pedido el mes de gracia.
Lucas dejó el candelabro y soltó un silbido.
— Esto se está poniendo interesante. Me gusta el misterio.
Ethan, siempre más práctico, preguntó:
— ¿Y estás preparado para la reacción de la gente? No todos estarán de acuerdo con que te vayas, especialmente los nobles que están contando los días para tu boda.
— Y ni hablar de la novia— comentó Lucas de repente.
Alexander se encogió de hombros.
— No me importa lo que piensen. Este mes es lo único que he pedido para mí en toda mi vida. Si hay oposición, tendrán que lidiar con ello.
Lucas se recostó en un sofá cercano, con una sonrisa amplia.
— Bueno, donde sea que vayamos, será inolvidable.
Alexander asintió, sintiéndose más aliviado al compartir la noticia con sus amigos.
Más tarde, en la biblioteca privada del palacio, Isabel, la reina, se reunía con Charlotte para discutir los últimos detalles de la fiesta. La joven princesa estaba entusiasmada, revisando listas de invitados y asegurándose de que todo estuviera en perfecto orden.
— Madre, creo que deberíamos añadir más flores en la entrada principal. Las orquídeas blancas se ven hermosas, pero creo que podríamos mezclar algo de color— sugirió Charlotte, señalando un boceto de la decoración.
Julia asintió, con una leve sonrisa.
— Me parece una buena idea. Todo debe ser perfecto para Alexander. Este es un cumpleaños muy importante tanto para él como para el reino.
— ¿Crees que está nervioso?— preguntó Charlotte, dejando el boceto a un lado.
— Seguramente que lo está, pero no tanto por la fiesta— respondió Isabel con un tono comprensivo— Lo que le preocupa es lo que vendrá después de ese mes de libertad que tanto anhela.
Charlotte frunció el ceño.
— ¿Te refieres a la coronación?— preguntó la joven y su madre hizo un gesto afirmativo.
— Y a la boda...— agregó y ambas mujeres suspiraron como cansadas entendían cuanto cambiaría la vida de Alexander después de regresar de su viaje y a pesar de que sabían que era su deber, también sabían que no sería fácil.
—¿Crees que estará bien, madre? Ir a otro país... suena emocionante, pero también un poco arriesgado.
Isabel suspiró.
— Es necesario, cariño— le dijo— Alexander necesita este tiempo para sí mismo, para descubrir quién es fuera de estas paredes, para sentirse libre al menos por un poco de tiempo. Y no estará solo. Ethan y Lucas estarán con él. Sé que lo cuidarán.
Charlotte sonrió.
— Es cierto. Ellos son como sus hermanos.
La reina asintió, aunque su mirada se perdió por un momento en el pasado, pensando en cómo Alexander había crecido tan rápido.
Cuando la tarde cayó, Alexander se reunió con su madre en su despacho privado. Isabel lo recibió con una cálida sonrisa y un gesto para que se sentara frente a ella.
— ¿Ya estás listo para la fiesta?— preguntó ella, inclinándose hacia adelante.
— Tanto como puedo estarlo, madre— respondió Alexander, jugueteando con un anillo en su dedo.
Isabel observó a su hijo con cariño.
— Sé que esto es mucho para ti, Alex. Pero quiero que sepas que estoy orgullosa de ti. Tomar esta decisión de pedir tu mes de gracia fue valiente.
— Gracias, madre. Sé que no fue fácil para ti aceptarlo, pero lo necesitaba.
Ella sonrió con calidez.
— Lo sé, y estoy segura de que este viaje será inolvidable.
Alexander la miró con curiosidad.
— Hablando de eso, ¿puedes al menos darme una pista sobre el lugar?
La reina rió suavemente y negó con la cabeza.
— Tendrás que esperar a la fiesta como todos los demás. Pero te prometo que será perfecto para lo que buscas.
Alexander suspiró, pero sonrió. Sabía que podía confiar en el buen juicio de su madre.
Mientras abandonaba el despacho, Alexander sintió una mezcla de nerviosismo y emoción. Esa noche, no solo celebraría un nuevo año de vida, sino también el inicio de una nueva etapa, una que podría cambiarlo para siempre.
. veremos!!
Pobre Charlotte, enamorada de Ethan y tener que guardar su sentimientos
Eso sí super la historia me encanta