DEJARTE FUE MI ERROR

RICHARD

He esperado la llamada de Miranda como un loco, no sé cuantas veces he mirado o esperado escuchar en bendito tono de mi celular… sé que me estoy dejando dominar por la impaciencia, pero ya quiero ver y abrazar a mi hijo, así como a su madre a quien tengo tantas ganas de tener en mis brazos como a mi muchacho…

Me levanto y saco de mi bolsillo mi cartera, allí llevó algo que atesoro, y ahora lo haré más, porque confirmo, que esa sorpresa que ella me había preparado ese día, era para hacerme saber que íbamos a ser papás… la tomo en mis manos y leo su mensaje una y otra vez.

“Hola, te espero en nuestro lugar favorito a las 8:00 p.m. Tengo una bella sorpresa para ti. Besos”

¡Dios mío! ¿En serio? ¿Por qué tuve que ser tan bruto si lo tenia todo con ella? Todo me lo terminó dando Miranda, amor verdadero, dedicación, pasión, amistad, alegrías y hasta un hijo… ¿Qué carajos más me faltada para reconocer que ella estaría dispuesta a todo por conmigo? El solo hecho de siendo tan joven, decidir tener a nuestro hijo, asumir su crianza sola, salir adelante y llegar tan lejos, me demuestra aun más lo madura que siempre ha sido… ¡Y yo no era más que un tonto precoz!

Escuchar el tono de mi celular me saca de mis reflexiones, para acelerar mi corazón ahora por otro motivo… Porque sé que es Miranda, y mi corazón comenzó a galopar incontrolablemente… calma loco, que ni que estuvieras tan bien, y te necesito mejor de lo que estas, le exijo a mi defectuoso corazón. Respiro profundo y contesto.

Ella se sorprendió al escucharme saludarla directamente sin preguntar quién era, escuchar su voz es maravilloso, cuando me preguntó cómo sabia que era ella, y le expliqué, su expresión de sorpresa me pareció tan graciosa e inocente, que de solo imaginarme su cara me reí. Le manifesté mis temores y le pedí que me ayudara a manejar la inquietud que tenía.

Miranda ha sido tan receptiva y noble que hasta me ha consolado dándome aliento, definitivamente, nada egoísta mi chiquilla… ella cada vez aumenta la admiración que ya le tengo. No me imaginé esta noche hablar con mi hijo, y lo pregunté solo por curiosidad, pero cuando ella me dijo que si, literal casi mi corazón falla, pero de pura felicidad…

Escuchar a mi hijo, y más llamarme papá ha sido por mucho la mejor sensación del mundo, que iguala al momento que su madre me dijo de su existencia. Esto para mi es indudablemente un sueño hecho realidad, que jamás esperé alcanzar… ya lo he dicho, estaba resignado a no ser padre, ni siguiera a volver a intentarlo, y mucho menos volver a casarme o tener nada que ver con ninguna mujer… más ahora que tengo a mi hijo, quiero también a su madre para que juntos le demos a él la seguridad de una familia.

Mi niño me invitó a ir a su casa y aunque sé que el proceder de Miranda es diferente, temí que no lo permitiera, pero ella volvió a sorprenderme con su buena voluntad, así que para allá me dirijo como un bólido…

. – ¿A dónde vas tan apurado hermano? – me pregunta Patrick que viene llegando a casa de visita.

. – Voy a conocer a mi hijo hermano – le cuento emocionado y él se contagia inmediatamente, abrazándome y felicitándome…

. - ¿Cuándo lo traerás a casa? – Me pregunta después de sepáranos.

. – Mañana, lo invitaré a almorzar… estoy super feliz, pero también emocionado.

. – Claro que sí, ¿Quién no? – Me mira de pronto inquieto - ¿Y la mamá estará allí?

. – Si claro, dudo que lo dejé solo, por lo menos no hoy… pero me sugirió traerlo mañana.

. – ¡Que bueno, todos estamos igual de ansiosos viejo, ve por tu hijo!

. – Gracias hermano, por todo…

Nos abrazamos nuevamente y nos despedimos. Al subirme en mi auto, elevé una plegaria con todo mi corazón.

. – Padre, antes que nada, gracias por el don que me has permitido, gracias por la mujer que escogiste para ser la madre de mi hijo… tú sabes padre amado, cuanto hay en mi corazón, ayúdame, dame sabiduría y discernimiento para cumplir con el rol de padre que me has dado. Incliné mi cabeza y arranqué…

En el camino pensaba si sería mucho abuso pedirle a Dios que me eche la manito para ganarme el perdón de Miranda. Pero si, eso estaba demás, eso es algo que solo me corresponde a mí, y lo haré, con el favor de Dios, lo sé.

Los nervios me volvieron a invadir cuando llegué a la urbanización donde vive Miranda y mi hijo. Manejé lentamente observando el lugar, no es nada ostentoso, pero si es muy bonito, y me sorprendió que para Miranda tener el estatus que ahora tiene, no viva en una de las zonas más exclusivas del estado. ¿Pero qué digo? Estoy hablando de Miranda Ross, la chiquilla humilde y sencilla que estoy seguro no le importa cuanto dinero tenga, ella conservará siempre sus principios, evitando toda vanidad.

Estaciono frente a la casa, y me tomo unos segundos valiosos para mí, porque, aunque estoy ansioso por conocer a mi hijo, debo tener calma, total no debe haber afán, mi hijo estará ahí, no se irá a ningún lado, al contrario de mí, que me puedo infartar por dejarme dominar por la impaciencia. Respiro nuevamente y bajo del auto. Creo que mis pasos iban en cámara lenta, pero muy lenta, quería y a la vez no quería llegar, o por lo menos, no tan rápido….

Mientras Richard caminaba pausadamente, con la intención de calmar su agitado corazón, las dos personas que estaban dentro de la casa al escuchar el auto detenerse frente a ella, supieron que la visita que estaban esperando había llegado. Cada uno por distintas razones fue dominado por la incertidumbre.

Miranda tomó la mano de su hijo para darle confianza y a la vez recibir lo mismo de parte de él… respiró profundo y se acercó a abrir la puerta que aún no había sonado anunciando a su invitado, pero ya los nervios estaban acabando con ellos como para seguir esperando. Así que sin pensarlo más la abrió, y al notar la cara pálida de Richard y la dificultad con la que daba sus pesados pasos se preocupó, como médico sabia que no se encontraba bien, y disimuladamente camino hasta él sin querer alarmar a su hijo.

. – No dejes que me miré así – fue lo primero que le dijo Richard a Miranda al tenerla frente a él, entonces ella hizo algo que en ningún momento estuvo en sus planes… lo abrazó para que él se sostuviera en ella, y para que su hijo no notara su estado...

. – Trata de calmarte – le decía mientras sobaba su espalda - Respira profundo y exhala… poco a poco Richard…

Él pensaba que ahora todo era más difícil al tenerla así pegada a él, pero increíblemente su tacto y percibir su aroma comenzaron a relajarlo, y la dificultad que sentía para respirar comenzó a regularse.

. – ¿Te sientes mejor? – preguntó Miranda retirando la cara de su hombro, buscando la suya, justo en el momento que Richard hizo lo mismo y sus caras quedaron juntas como atrapadas sus miradas, fue un momento inquietante para ambos, hasta que entonces Miranda sintiéndose totalmente perturbada se alejó – Él esta tan ansioso como tú, no te preocupes…

Le expresó para terminar con el silencio que se había prolongado, Richard quiso preguntarle que como se sentía ella, pero decidió no buscarle las cinco patas al gato…

. – Sí, gracias además de nervioso estoy asustado – le hizo saber a ella – ¿Y si no cumplo con sus expectativas?

. – Shhh – rechinó los dientes Miranda – quizás no te conoce personalmente, pero te conoce mejor que tú mismo – Le sonrió ante su exageración, pero era así porque su hijo no tenía ningún prejuicio contra él, ella jamás lo había mal puesto con Jonathan – Vamos, ten confianza…

Le extendió la mano y lo encaminó donde los esperaba su amadísimo hijo, que al tenerlo cerca se acercó con timidez, pero con ganas de lanzarse a sus brazos. Entonces Richard se inclinó y le extendió los brazos para recibirlo. Invitación que su hijo recibió con anhelo… ¡Ambos lloraron de felicidad por finalmente poder conocerse!

Ese cuadro del que Miranda era observadora la desconcertó de tal modo que decidió darle su espacio y entrar a la casa, más cuando intentó dar un paso, la mano de Richard se lo impidió, y con su hijo literalmente en brazos se acercó a ella y la abrazó tomándola completamente desprevenida y debilitando aún más sus defensas, lo que la obligó a devolverle el abrazo…

¡Entonces los tres abrazados lloraron por motivos diferentes…!