DEJARTE FUE MI ERROR
RICHARD CLARK
Estoy en la Clínica Santa María, una de las más prestigiosa del país y donde supe, está el mejor especialista en cardiología que mi corazón necesita. Irónicamente, mi corazón esta lastimado en todo sentido, pero en esta ocasión me lo atenderé por una situación mucho más seria. Tengo una cita pautada con él, Viaje desde los Ángeles donde me fui a vivir hace más de diez años, porque tengo una pequeña afección cardiaca que debo atenderme para evitar males mayores…
Con pasos pausados, porque ya no le temo al tiempo, pues corrí tanto sin ganar nada, que aprendí a ser tortuga para apreciar el recorrido y no dejar pasar nuevamente lo verdaderamente importante, ya más adelante entenderán porque lo digo… voy conversando con mi hermana Lana quien me acompaña, vamos por un pasillo amplio camino hacia el consultorio del Doctor, y mi mayor y más insospechada sorpresa, es encontrarme de frente con la mujer que hace más de una década atrás alejé de mi vida para ir a estrellarme con otra, sin entender en ese momento que ella era la indicada.
No me detuve, pero mis pasos si se volvieron más pausados y pesados, a medida que camino, la miró fijamente, está hermosa, muy hermosa, tanto o más que antes, mucho más madura en aspecto, porque tarde me di cuenta que siempre lo fue en inteligencia y emociones… mucho más madura a sus 22 años, que yo mismo y más, que aquella que escogí de esposa abandonándola a ella en esta ciudad… Según yo, porque ya la otra era estable, mayor, madura y se suponía que yo la amaba y que ella también a mí, y al igual que yo estaba decidida a formar una familia, como supuestamente, teníamos los mismo intereses. Pero realmente no era así, y fui un ingenuo equivocado en mi decisión, elegí mal, muy mal…
Ahora tengo nuevamente de frente a aquella que por chiquilla y falta de experiencia dejé llorando por mí aquella noche en aquel apartamento que compartimos juntos por un año, aquella que en ocasiones extrañé aun cuando estaba en mi burbuja de falso amor, a quien busqué después de un tiempo y la encontré ya realizada, con un niño, y supuse que también con un esposo, que tal vez la valoró como yo no lo supe hacer. No me quedó más que resignarme, porque ya no tenía derecho a acercarme a ella, ni como amigo, conocido ni como nada.
Me dio nostalgia verla con su hijo, con algo que yo siempre anhelé, pero con otra mujer, y que no ocurrió porque ella no quería lo mismo que yo, jamás me establecí como pensaba, no hubo hogar, no hubo familia, no hubo hijos, no hubo nada… solo una mujer que quería seguir viviendo la vida loca que siempre llevó y que jamás pensó en cambiar y menos establecerse o conformar una familia, ella al final se convirtió en una desagradable carga, que me recordaba a diario, el horrible error que había cometido. Todo fue un vil engaño, ella simplemente quería seguir teniendo el mismo estatus y notoriedad que pensaba había perdido al terminar su carrera de modelo.
Así que lo que yo hice fue una muy mala elección y penosamente ya no hay tiempo de lamento, lo que pude tener con ella, yo mismo lo deseché, me confundí, fui demasiado tonto a pesar de la edad que tenía… pero a mi favor debo decir que estaba desesperado por formar un hogar, tener hijos, y creí en las palabras de la mujer equivocada, la que se aprovechó de mis anhelos, más quien siempre debió ocupar ese lugar y ser la elegida, es la mujer que ahora tengo frente a mí…
Mi nombre es Richard Clark, tengo 45 años y a los 34 conocí a una chica universitaria que se robó mi atención y mi corazón, pero me di cuenta de ello muy tarde…
Nuestra historia comenzó cuando un día decidí visitar una de las sucursales de mi empresa, Clark importex. Llegué a esa sede un poco malhumorado, así me la pasaba desde que Julia se había ido a Italia, era insoportable, debo reconocer, así que al llegar y encontrar la recepción sola, me molesté más, y encontré allí con quien descargar mi frustración. Me molesta considerablemente la irresponsabilidad y mucho más la impuntualidad.
. – ¡Rubens! – llamé a encargado directo de esta sede.
. – Señor buen día, no sabía que iba usted a venir…
. – No tendrías por qué saberlo, no tengo que anunciar cuando voy a visitar mi empresa…
Lo sé, sonaba altanero y prepotente, pero como les contaba vivía irritado, y me puse más cuando el teléfono comenzó a sonar y es este mismo hombre quien responde ¿Qué acaso no hay empleado en esta área, o él es un utilitis?
. – ¿Por qué contestas tú el teléfono? ¿También funges de recepcionista?
. – Lo siento señor, no es así, es solo… - Se notaba preocupado y no hacia sino ver a la entrada cada tanto, como si estuviera esperando a alguien.
. - ¿Dónde está la persona que debería estar ocupando este lugar? – Más que una pregunta fue una exigencia firme, que no le dio oportunidad de evadir.
. – ¡Señor, la señorita Ross tuvo un inconveniente, pero ya viene en camino, ella llamó a notificar su retraso!
Se nota que la estaba justificando… ¡no me creo ese cuento!
. – ¡No me importa! ¿O acaso la señorita tiene privilegios aquí?
. – No señor, ella no ha podido llegar a tiempo porque su auto se averió y prácticamente le ha tocado caminar hasta acá…
. - ¿Y tú le creíste? - Él asiente y yo niego resoplando – Las excusas que das a nombre de la señorita son banales, y aquí no se gana con impuntualidad, ella debe prever inconvenientes o en todo caso, salir más temprano para llegar a tiempo, si es cierto que está accidentada claro.
. – No señor, ella…
Sigo su mirada cuando él se calla y la dirige a la puerta, por allí ambos observamos venia entrando una hermosa mujer algo agitada, pero con una linda sonrisa en su cara. Al principio me quedé prendado de su belleza y juventud, y hacía mucho que no me dedicaba a admirar a otra que no fuera Julia. Noté que su sonrisa se esfumó, y su semblante cambió a uno de preocupación.
Allí supe que ella era la dueña del puesto abandonado y el encantamiento se me esfumó. Entonces cuando saludo, la encaré, cierto que era hermosa, y quizás ese encanto lo utilizara con el tonto de Rubens, pero conmigo se equivocó. Así que no le di chance a darme sus absurdas y pocos creíbles excusas y simplemente la despedí, no solo por impuntual, sino por insolente.
Pues la muy osada, se atrevió a insultarme y de paso, a lo hechicera deseo que me fuera a la quiebra, mentalmente sonreí como no, hubiese esperado cualquier otra cosa, menos un mal augurio tan infantil como ese.
La observé salir y me quedé por un rato mirando fijamente la puerta, realmente estaba esperando que ella hubiese reconsiderado sus inadecuadas palabras y volviera a entrar por esa puerta, pero pasaron los minutos y la señorita muy orgullosa por lo visto, no volvió. Así que me voltee hacia Rubens que miraba también para la puerta con una melancolía que me creó suspicacia ¿Será qué tenían alguna relación? No, no creo, de ser así, hubiese tenido la valentía de defenderla…
. - ¿Cómo se llama la señorita? – Este volteó y me quedó mirando todo sorprendido por mi pregunta, y carai reaccioné, pues si era raro que después de despedirla, preguntara su nombre como si nada – Es para subir y hacerle su cheque de liquidación… - Me excusé inmediatamente.
Él me seguía mirando y claro, volví a caer en cuenta de mi torpeza… ¡De eso se encargaba recursos humanos!
. – Yo mismo me encargaré de ponerle fin a su paso por esta empresa… - Fue la tontería que dije para justificarme.
. – Disculpe, pero no me parece justo señor, no debió despedirla, ella era muy buena empleada… hoy definitivamente no fue un buen día para ella.
. – No opino lo mismo, y si lo que deseas es seguirla, adelante, allí está la puerta… - le refuto señalándole al frente.
. – Lo siento señor, no fue mi intención cuestionar su decisión… – Me contesta bajando la cabeza, y pienso que este hombre es demasiado agazapado – ¡Le haré llegar su expediente!
Rubens se retiró aun afligido, y yo subí a la oficina principal, allí esperé el expediente de la señorita en cuestión, mientras pensaba en que era además de todo, una malcriada, y entendí que lo fuera cuando vi su hoja de vida y comprobé que acababa de cumplir apenas 22 años. Sacudí la cabeza, con razón, no es más que una niña me dije…
Después de unas horas, dejé los archivos que revisaba en el escritorio y salí de allí sin hacer absolutamente nada de lo que pensaba cuando llegué, mi cabeza era un caos, luego del mal rato que había pasado al llegar y total ya el día se me había echado a perder. Entonces decidí ir a visitar a mi hermana que hace dos años se vino a vivir aquí en la ciudad con su esposo.
De camino a casa de Lana, por una avenida bastante sola, observé una figura conocida justamente hacia unas horas atrás, pero que bien se había quedado en mi mente, bajé la velocidad y la observé entrar al auto, fui más lento y ella estaba enfrascada leyendo un libro, supongo esperando que él hombre que estaba arreglando su auto terminara…
Me sentí fatal, si, como no hacerlo, si mi cerebro inmediatamente hizo cálculos de la distancia que había de donde estábamos hasta la empresa, observando que por aquí no pasaba taxi, al menos no disponibles, y de encontrar uno desocupado sería una suerte… entendí en ese momento, que todas las excusas que me dio eran ciertas y yo como buen tonto las rechacé, y bueno, lo acepto, cometí un gran error con ella…
Lo que más me llamaba la atención, es que a pesar de lo que pudo haber caminado, del cansancio y el estrés por llegar tarde, ella entró a la oficina con la sonrisa más autentica y hermosa para alguien que está pasando un mal rato… algo digno del refrán; ¡Al mal tiempo buena cara! Sí, ella le hizo honor a esa predica, y yo definitivamente, no cometí un error con ella, sino que la embarré en todo el sentido de la palabra.
Y en busca de redención, así fue como empezó mi empeño de esperarla al día siguiente para pedirle disculpa y exhortarla a que volviera. Pero eso nunca pasó, porque la orgullosa dama no volvió ese día y al siguiente cuando llegué a la oficina, ya ella había ido y con exigencia había retirado su cheque. Así que me quedé con las ganas además de todo, de volverla a ver. Me lamenté por eso, y al mismo tiempo, me sentía fatal de que ella se hubiese quedado sin empleo por mi soberbia, y como señaló ella, capricho de dármela del jefe de jefes.
Rogué entonces por encontrarla en alguna otra oportunidad y ofrecerle mis disculpas…
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Comments
Paola Ferradás
Me encanta el comienzo.
Cómo toda persona con poder que no escucha a los demás
2024-08-01
5
Lucí fer
Maldito idiota se merese lo q le paso ojalá y esta chica no lo perdone
2024-07-24
2
Hiradia Cohen
ese hijo es de El de seguro
2024-07-23
1