Corazón De Cristal

...ITANS:...

El padre de Sandra nos llamó desde la puerta de su estudio cuando entramos a la sala, por un momento me tensé imaginando que se había percatado de que entre su hija y yo estaba surgiendo una fuerte atracción y que nos daría un sermón, por la mirada que me dió Sandra ella también pensaba lo mismo. Ni modo, había que enfrentarlo pero cuando entramos a su estudio me dí cuenta de que no se trataba de eso, tenía una expresión de alegría y nos sentamos en los sillones frente al escritorio.

— Las ventas fueron muy buenas para ser las primeras — Dijo con satisfacción y la señorita sonrió — El compromiso de mi hija con el rey nos ayudó mucho, las personas están claramente interesadas en nosotros y en nuestros productos.

— La gente siempre tiende a dejarse llevar por el prestigio — Dije sin poder evitarlo.

— Suerte para nosotros — El Señor Cuper me sonrió — Planeo hacer una fiesta de celebración...

— ¿ Qué? ¿ Aquí en la casa ? — Preguntó Sandra con gesto de desacuerdo.

— Si, para celebrar nuestro resurgimiento en el mercado y en la sociedad — Se encogió de hombros.

— No deberías derrochar las piezas en una absurda celebración que solo alimentará las habladurías y la hipocresía de las personas — Dijo Sandra pero su padre se tornó serio.

— Ayudará a qué más gente se entere de que estamos de vuelta y mejor que antes — Dijo él, reprendiendo sutilmente a su hija — Necesito que me ayudes a hacer las invitaciones y que las termines mañana mismo... Solo obedece, es lo único que te estoy pidiendo.

— ¿ A cuántas personas piensas invitar ? — Preguntó ella con rostro de molestia.

— Unas cuarenta, entre ellos están los demás hacendados de la zona y comerciantes — Dijo él emocionado pero la señorita solo frunció el ceño — También invité a la familia de tu pretendiente... Ya se lo dije a Derek la vez que fuiste a Silon, aproveché que vino y lo puse al tanto.

Se mostró más indignada aún.

— ¿ Por qué hiciste eso ? — Preguntó, apretando los reposa brazos del sillón.

— Para que volvamos a relacionarnos con ellos, si le diste una segunda oportunidad al chico tienes que darle una segunda oportunidad a sus padres...

— Pero ellos nos repudiaban, nos trataron como porquería...

— Serán tu familia si decides comprometerme con Derek — Insistió él y me sentí enojado con la idea de la señorita comprometida con ese sujeto.

— Padre, no me comprometeré con Derek — Dijo ella y me sorprendió, el Señor Cuper también se sorprendió.

— Veo que has cambiado de opinión.

Yo no debería estar oyendo esa conversación pero no me moví de mi sitio ante la determinación de la señorita.

— Sí padre — Ella elevó la barbilla.

— ¿ Por qué ese arranque ? — Preguntó su padre y me removí en el sillón.

La señorita no me observó, se mantuvo con la mirada en su padre — No puedo comprometerme con alguien que no amo.

— Está bien Sandra pero debes hacerle saber a Derek y a sus padres tu decisión, aprovecharé la celebración para que se los digas — Su padre pareció aliviado con la decisión de Sandra, era impresionante la forma en que se había tomado la decisión de su hija, sin obligarla, actuando tan absurdamente contradictorio, con Liliam había sido diferente, obviamente ella no quería marcharse cuando el Rey Evans la arrastró al carruaje, yo lo noté desde mi posición afuera de la hacienda pero seguramente el Señor Cuper no quería problemas y le dió miedo las represalias del rey si llegaba a negarse a su voluntad y su voluntad era llevarse a su hija.

Así que supuse que por eso no se había negado. Nadie a parte del rey, Liliam y su padre sabían lo que había ocurrido dentro de esas cuatro paredes.

— Será así — Murmuró ella.

— Así que quiero que empieces desde ahora a escribir las invitaciones, allí está la lista de invitados — Le tendió un montón de hojas y las colocó frente a ella — Tengo otros asuntos.

Se levantó, me levanté y lo seguí al pasillo.

— Señor Cuper — Lo llamé y se volvió.

— ¿ Qué sucede?

— Le sugiero que contrate a otros obreros y eche a los que están — Fuí directo al grano, él frunció el ceño.

— ¿ Por qué debo hacer eso ?

— Porque sus comportamientos son indebidos e irrespetuosos — Gruñí y se acercó.

— ¿ A caso sucedió algo ?

— Sí, temo que uno de ellos se metió a los aposentos dónde duermo y me amenazó.

Se mostró espantado — ¿ Cómo se atreve ? ¿ Por qué rayos haría eso ?

No quería decirle la razón.

— Piensa que tiene preferencias conmigo — Inventé.

— Eso no es cierto.... ¿ Cuál de ellos ha sido ?

— Un hombre de barba y sobrepeso.

— Bernadino — Dijo, con que ese era su nombre — Jamás se han mostrado irrespetuosos conmigo.

— No les convendría hacerlo ya que es su patrón... Tome mi palabra Señor Cuper, usted debe contratar a gente con valores... O tarde o temprano tomarán el brazo de la mano que les tendió...

— Tiene razón pero no puedo echarlos así, no cuando empezamos con buen pie, desperdiciaría mucho tiempo en encontrar a otras personas, debo asegurarme bien antes de actuar tan aprisa — Dijo e hice un gesto de desacuerdo — Hablaré con ellos, les advertiré que si se comportan irrespetuosamente los echaré.

— ¿ Cree qué eso es suficiente?

— Sí, puede ser.

— Está bien...

— Ayude a mi hija con las cartas, iba sugerirle acompañarme a hablar con los campesinos pero eso solo le daría razón a Bernardino...

— No se preocupe, lo haré... Usted es el patrón y debe solucionar esto.

Asintió y se alejó.

No estaba de acuerdo con la decisión del Señor Cuper, gente como esa no razonaba con palabras, ni con buenos tratos, tal vez debí decirle que su hija era constantemente acosada por esos sujetos pero yo no iba permitir que la tocaran.

Entré de nuevo y la Señorita Sandra levantó su mirada de las hojas.

— Su padre me ordenó ayudarle con las cartas — Dije y su expresión de estrés se convirtió en alivio, me senté a su lado y me tendió unas hojas — Pensé en esto — Leí lo que había escrito.

— Está excelente — Dije y sonrió.

— Debemos escribirlo en cuarenta hojas y colocar el nombre de las personas abajo — Me explicó.

— Mitad y mitad.

Asintió con la cabeza.

Tomé una pluma y empecé a escribir.

La forma en que tomaba la pluma era casi idéntica a la mía, su letra era refinada y elegante. Se mordió los labios de nuevo, parecía ser una costumbre cuando se concentraba en algo y sonreí.

Elevó su mirada al sentirse observaba.

— ¿ Qué?

— Nada... Solo... — Volví mi vista a la hoja — ¿ Es cierto que ya no se comprometerá con Derek ?

— No... No mentí, hablé en serio, usted tenía razón... El único motivo por el que debo unirme en matrimonio es el amor y yo no lo amo, si lo hago no sería felíz — Me observó mientras lo decía.

— Me alegra que lo comprenda y que piense en usted antes que en los demás.

— Es lo que importa.

Sus mejillas se tiñeron de nuevo y no pude evitar apartar un mechón de su cabello, le estaba cubriendo el rostro, lo coloqué detrás de su oreja.

— ¿ Qué es lo que le hace felíz Señorita Sandra? — Pregunté después de deslizar mis dedos por el largo de su cabello.

— Pintar siempre me hace felíz — Suspiró y sus ojos verdes se iluminaron — Hablar con mis hermanas y...

Guardó silencio y apartó sus ojos de mí.

— ¿ Y qué? — Pregunté.

— Y usted — Dijo tan bajo pero logré escucharlo.

Mi estómago se ahuecó.

— ¿ Por qué?

— No lo sé... Solo lo hace, cuando hablo con usted, cuando está cerca... Me siento así — Bajó su mirada a su regazo, la tomé de la barbilla y elevé su rostro.

— Usted me hace felíz — Confesé y se le cortó la respiración — Jamás pensé que me sentiría así de nuevo... Estaba resignado.

Frunció el ceño — ¿ Por qué dice eso ?

— Es algo del pasado.

No se quedó tranquila pero no insistió, volvió a prestar atención a las cartas.

— Señorita Sandra.

Me observó de nuevo y ésta vez fue ella quien se acercó y me besó con sumo cuidado.

Moví mis labios con rapidez, no podía controlarme. Ya era la tercera vez en el día que nos besábamos pero era demasiado provocativa y la soledad no ayudaba.

Los sillones mantenían separados nuestros cuerpos, solo nuestras bocas podían rozarse pero no fué impedimento para despertar la necesidad de nuevo.

La Señorita Sandra me acarició el cabello, deslizó sus dedos por mis mechones mientras rozaba mis labios con rapidez, me sostuve del reposa brazos para no perder el control, anhelaba ponerla en mi regazo para tocarla a mi antojo.

Rompí el beso y se quedó jadeando, su pecho se movía con rapidez.

Besé su cuello, gimió de nuevo y supe que ese punto en especial era sensible.

Se removió en el sillón cuando rocé mis dientes y me atreví a lamer sutilmente, se sobresaltó, enterró sus manos en la falda de su vestido e inclinó su cabeza hacia atrás, se le escapó un quejido.

Me aparté de golpe.

— Lo siento — Dije, tratando de borrar lo que acababa de hacer.

Esto no era propio de mí.

Me observó desconcertada — ¿ Por qué se disculpa?

— Usted pensará que soy una abusivo.

Se quedó parpadeando como si fuese escuchado al insólito y luego negó con la cabeza.

— No pienso eso, descuide.

— Pero... Lo que estoy haciendo...

Me sonrojé, parecía ridículo, tartamudeando frente a ella.

— No lo dejaría hacerlo sino me sintiera cómoda — Me observó tímidamente — Me gusta lo que me hace.

— ¿ En serio ? — Pregunté avergonzado.

— Sí... Es que no había sentido nada así antes... Es nuevo esto... Y se siente tan bien... No creo que sea malo sentirse así.

— No lo es.

Seguí tenso, no estaba mal pero ella era una señorita y yo no debía propasarme.

— Mejor sigamos con las invitaciones — Dijo para que la tensión cesara.

— Está bien — Murmuré.

Sonrió y le devolví la sonrisa.