Mi Pequeña Collins

Alma trataba de seguir los movimientos de Cameron, su cabeza iba y venía como si fuera una pelota de pingpong.

-Lo viste, dime ¿te parece correcto? - llevo una de sus manos al cabello peinándolo hacia atrás- hacer eso en público… Dios el imbécil sostiene su trasero, su trasero Alma- repitió indignado.

Desde que Cameron atravesó el jardín e irrumpió en el santuario de rosas amarillas, no a parado de despotricar contra el hombre que se atrevió a tocar a su lulú. Alma no pudo emitir palabra más bien se divertía con la escena.

-La llame ¿sabes?, lo tuve que hacer con el teléfono del gerente, puedes creer mi vergüenza no, pues la señorita desviaba mis llamadas—Se detiene frente a su amiga agitando a la pequeña Aramis, que parecía entender a su tío, la niña rascaba la barba a medio crecer y reía.

-Me dijo que no era mi problema- Su rostro se mostraba ofendido -¿puedes creer? no ,pero me va a escuchar

Alma trato de hablar, es más levanto la mano como lo hacían sus alumnos, le preocupaba la pequeña Aramis que era sacudida de arriba abajo, pero dejo de inquietarse cuando la niña soltó una risilla sonora- Cameron toco la nariz de la pequeña y su tono de voz se volvió gracioso.

-Tu mi dulce princesa, jamás le harás eso al tío, no que no, no que no- su dedo le hacía cosquillas en la pancita.

-Nop- dejo salir Aramis y Cameron le dio un beso sonoro en la mejilla regordeta.

Aramis reía aún más fuerte mientras que Daira tomaba el biberón y lo veía sin pestañear.

Cuando Alma pensó que su niña lo calmo, se equivocó, nuevamente la pequeña era agitada de un lado a otro como batidora, y lo peor era que lo disfrutaba, ya no pudo más y una risa sonora inundo el lugar.

-Alma no es gracioso, el tipo la sostiene del trasero, ella es …ella es… las palabras se ahogaron de la ira, y los celos incontrolables.

-¿Qué derechos tienes sobre ella?- pregunto mirándolo fijamente.

Cameron se detuvo y Aramis ya dormía profundamente en sus brazos- -Ella es … bueno…lo que pasa…- el grandote se sintió un tanto observado, la pequeña Daira y su madre lo miraban fijamente, y nada era peor que cuando una mujer te mira sin hablar, que decir de dos. Era un maldito juicio y él era el culpable.

-Dilo y podré entender tu enojo, porque sé que no es el mismo berrinche que hará Lion- Alma inclino su cabeza y arqueo sus cejas esperando la respuesta.

Cameron deposito a la niña en su carrito y la cubrió con la manta, luego se sentó frente a las bellas damas que seguían sus movimientos como si él fuera a escaparse-

-No puedo vivir sin ella- Daira parecía haber sentido pena por su tío y extendió sus bracitos, el empresario no dudo en tomarla y ella se abrazó a su cuello para cerrar sus ojitos. Alma vio la escena con ternura y la voz de Cameron irrumpió el tierno momento

- En realidad no quiero vivir sin ella\, verla sonreír así con otro\, abrazar a otro\, lo odio -dijo mirando la foto-

-Cam tú lo quisiste así, decidiste que lo mejor era alejarte, y ella lo respeto, como sabes que esto no es simplemente un sentimiento egoísta porque ella dejo de dar vueltas a tu alrededor.

La dureza de las palabras, aun siendo dichas con dulzura fueron un golpe certero en el hombre que con ternura dejaba un beso en la frentecita de Daira-

-Alma realmente, la quiero, la necesito, no para que eleve mi ego, es porque es el aire que respiro, siempre fue así.

Respiro profundo -No preguntes cuando mis sentimientos cambiaron, porque no lo sé, pero el solo hecho de sentir que la pierdo me ahoga.

-Autch- golpe fue a parar en su frente

-Alma tengo a la niña- fricciono su frente.

-Lo sé, también sé que no dejaras que nada le pase a mi hija, pero el golpe te lo merecías por lento, por terco y sobre todo… la voz de Cameron la interrumpió

-Cobarde-

Ella curvo sus labios rosas y asintió.

-La pregunta es querido amigo ¿Qué piensas hacer? Los ojos color miel de Alma irradiaban una luz peculiar cuando el atardecer llegaba.

-Voy a recuperarla, y te juro que no pienso dejarla ir- el grandote sonrió, durante mucho tiempo tuvo temor de decir esas palabras, pero esta vez estaba seguro.

-Amo a mi pequeña, la necesito y voy hacer lo necesario para que vuelva amarme-

-Sera mejor que estés listo Cameron, al parecer tu contrincante es sexi- Alma sonrió agitando el celular en el rostro del empresario. -

¡¡Alma!!-elevo la voz tanto como se elevaron sus celos.

-Shhh vas a levantar a la princesa- Ambos rieron.

-Gracias por escucharme, tu sabes que aparte de ustedes no tengo en quien confiar, y te pongo en un lugar difícil… tú y Lion

-Cam, amo a mi esposo y eso no va a cambiar, pero tú eres mi amigo y me necesitas, no sé cómo arreglaran las cosas entre ustedes, eso lo veras luego.

-Ahora- extendió su mano y tomo la masculina- debes prepárate para conquistar a mi pequeña hermana, que espero te de batalla.

-Pensé que era tu amigo- Arqueo sus cejas

-Lo eres, pero también mereces un escarmiento- Alma cerro los ojos por un segundo y palmeo su rodilla ansiosa- lo único que lamento es no estar ahí para verte rogar.

-Ahora tengo mis dudas, siempre pensé que Lion era cruel, pero tú le ganas nena- Rio negando

-Nunca juzgues a un libro por su portada- alma puso ambas manos sosteniendo sus mejillas y le lanzo un beso. -

-Ya veo, ya veo- Asintió acariciando las mejillas de la pequeña Daira que seguía durmiendo profundamente.

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Aunque frio de la mañana en Milán se hacía sentir, Lizet lo disfrutaba, el solo hecho de hacer lo que ama la pone tan feliz como si no sintiera esa corriente helada que da en su rostro y dejando su naricita colorada.

Un perfecto tapado blanco cubría su cuerpo, su cabello recogido en una coleta alta era acompañado por unas orejeras de piel en rojo intenso, al igual que las botas que sus piernas sostenían al aire cuando las levantaba para una toma, la silla semi- inclinada y de fondo la calle Via Madonnina (Brera) un lugar para recorrer y admirar por su belleza-

-Perfecto preciosa, ahora ponte de pie-

Lizet se paró y las asistentes se acercaron para arreglar su cabello y maquillaje.

-Bien, ahora reina regálame una pose- rio el fotógrafo cuando las asistentes salieron corriendo y trastrabillaron con los cables de las luces

-Chicas tranquilas se van a golpear –Lizet sonrió y extendió una de sus manos como si quisiera ayudar, su cabello se balanceo y uno de sus pies se adelantó ligeramente- Sin más la luz llamo su atención-

-Perfecto-  elevo la voz el fotógrafo

-¿Qué? Pregunto observando aturdida

-Ven a ver- ella camino en dirección del monitor y los curiosos también

La imagen era sencillamente hermosa, las asistentes rieron cuando se vieron siendo parte de aquella fotografía, graciosa, simple, natural pero perfecta al menos así lo creyó Eduardo.

-¿Qué dices linda? La dejamos- sonrío mirando los ojos verdes luminosos de Lizet al ver la imagen.

-Chicas están de acuerdo? Pregunto  a las asistentes que aceptaron –Aunque no creo que la marca lo acepte – ella se encogió de hombros y sonrío

-No importa se la mostraremos igual, pero te aseguro tendrán un cuadro genial.

-Gracias cariño. Lizet lo abrazo y beso su mejilla sonoramente.

-Bien, unas tomas más y todos almorzar- Eduardo aplaudió y todos volvieron al trabajo

Luego de una hora la mayoría se retiró almorzar, la modelo y el fotógrafo no fueron la excepción.

-Lizet se disponía a comer escuchando música junto a Eduardo, pero el teléfono interrumpió su orgásmico mordisco al sándwich de pollo y aderezos

-Hola…mmm…hola- dijo mientras masticaba su sándwich de pollo y un suave gemido abandonaba sus labios disfrutando el sabor

-Hola preciosa- la voz profunda de Cameron atravesó el pequeño aparato que comenzó a temblar por la mano que lo sostenía.

-¿Cameron? – preguntó tratando de recomponerse, volteo y con un gesto le pido a Eduardo que subiera la música.

Cameron por su parte alejo un poco el celular y volvió a hablar.

-Pequeña necesito verte-Cameron sonrió cuando el silencio se filtró más allá de la música-

Esta sorprendida- pensó\, la lengua de Cameron recorrió sus labios\, gustoso del efecto que provoco.

-Lo lamento Cameron no poder viajar, tengo demasiados compromisos- Eduardo reía al ver los gestos que hacia su amiga.

-No hace falta, estoy en Milán, acabo de bajar del avión-

Lizet casi se atraganta

Era un crimen que alguien se oyera tan jodidamente sexi al teléfono-

Limpio sus labios con una servilleta tratando de clamarse; pensó que llegaría en unos días, pero las cosas habían cambiado, volvió a mirar su apuesto amigo y se acero a susúrrale algo al oído, Eduardo se negaba y mientras ella con gestos insistía.

-¿Está ahí preciosa?- Pregunto Cam aún más seductor-

-Sí, estoy ocupada en estos momentos… -Trato con todas sus fuerzas sonar despreocupada-  pues que decir, bienvenido, disfruta de Milán.

-Lizet, quiero verte- el tono cambio a uno más exigente.

Ella continuaba haciendo gesto hasta que Eduardo acepto

-Bebé te extraño, ya deja el teléfono y ven- la voz profunda atravesó la línea y Cameron comenzó a hervir del odio

-Lo lamento, tengo compromisos impostergables, espero que disfrutes tus días en Milán, es una ciudad mágica.

-Lizet, lulú, hola, hola- la llamada termino.

-Eres cruel cariño- Eduardo volvió a morder su sándwich de atún

-No, solo quiero que entienda que ya no soy un perrito faldero, no pienso mover la cola y saltar cuando él lo quiera. - Aunque en el fondo deseaba correr al aeropuerto.

El moreno curvo sus labios y solo acepto que no hay nada peor que una mujer dispuesta hacerte pagar tus pecados.