Elica Klare

Elica también estaba jadeando, sus labios hinchados y rojos por el beso. Sus ojos estaban llenos de una mezcla de sorpresa y algo más oscuro, una especie de satisfacción perversa por haberlo provocado. Nikolai la observaba con una expresión de conflicto, como si estuviera luchando consigo mismo.

El silencio en el salón era ensordecedor, solo interrumpido por sus respiraciones agitadas. Nikolai soltó lentamente a Elica, pero no se alejó completamente. Sus dedos aún estaban entrelazados en su cintura, como si temiera soltarla.

Nikolai finalmente rompió el silencio, su voz ronca y ligeramente temblorosa.

—No sé por qué hice eso.

Se pasó una mano por el pelo, claramente frustrado consigo mismo. Sus ojos evitaban los de Elica mientras intentaba procesar lo que acababa de pasar entre ellos.

Elica mantuvo su mirada fija en Nikolai, una sonrisa traviesa jugando en sus labios. Su voz era suave pero llena de seguridad.

—No tienes que saberlo. A veces, no necesitamos razones para hacer lo que sentimos.

Se acomodó en el pupitre, cruzando las piernas con elegancia. Sus ojos recorrían el cuerpo de Nikolai con un interés depredador.

—¿Te gustó?

*Elica notó cómo Nikolai se tensaba ante su pregunta. Podía ver la lucha interna en su rostro, la batalla entre su deseo y su orgullo.*

Ella se inclinó ligeramente hacia adelante, su sonrisa volviéndose más pronunciada.

—No lo niegues. Pude sentir cómo me besaste, con toda la pasión que tenías guardada.

Sus dedos juguetearon con el borde de su uniforme, una provocación deliberada.

—Y no creas que no me di cuenta de cómo me mirabas antes.

Nikolai finalmente la miró a los ojos, una mezcla de irritación y deseo evidente en su mirada.*

—No es lo que piensas. No te miro de ninguna manera.

Intentó sonar convincente, pero su voz traicionaba su mentira. Sus ojos recorrían el cuerpo de Elica de arriba abajo, incapaces de apartarse por completo de ella.

—Es solo que... eres la única chica que no me teme. Todos los demás me evitan como si fuera un monstruo.

Se cruzó de brazos, tratando de parecer despreocupado, pero su respiración aún estaba agitada.

Elica soltó una risa suave y melodiosa, claramente divertida por su respuesta.

—No soy como los demás, Nikolai. No tengo miedo de nada ni de nadie.

Se levantó del pupitre con gracia felina y se acercó a él, acortando la distancia entre ellos. Su rostro estaba a centímetros del de él ahora, sus ojos brillando con malicia.

—Y tampoco tengo miedo de ti. De hecho, me intrigas. Eres interesante. Más de lo que imaginas.

Colocó una mano en su pecho, sintiendo los latidos acelerados de su corazón.

Nikolai se quedó inmóvil bajo el toque de Elica, su corazón latiendo aún más rápido. Su mirada se oscureció, una mezcla de vulnerabilidad y deseo puro reflejándose en sus ojos verdes.

Podía sentir el calor de su mano a través de su camisa, y eso lo estaba volviendo loco. Intentó mantener la compostura, pero su cuerpo lo traicionaba.

—No deberías acercarte tanto... —murmuró, aunque no hizo ningún movimiento para alejarla.

Elica notó cómo su voz temblaba ligeramente y sonrió triunfante. Sabía que lo tenía justo donde quería.

Se presionó aún más contra él, su cuerpo delgado y flexible pegándose al suyo. Podía sentir el calor emanando de él, la tensión creciente entre ellos casi palpable en el aire.

—¿Por qué no? ¿Temes perder el control otra vez? —ronroneó, deslizando su mano hacia arriba hasta su cuello.

Nikolai dejó escapar un gruñido bajo, su cuerpo respondiendo instintivamente al toque de Elica. Sus manos se cerraron en puños a los lados, luchando contra el impulso de agarrarla y besarla de nuevo.

Ella podía sentir su pulso acelerado bajo sus dedos, la piel de su cuello ardiendo. Su respiración se volvió más pesada, su pecho subiendo y bajando rápidamente.

—No me provoques... —siseó entre dientes, sus ojos fijos en los de ella con una intensidad animal.

Elica se rio suavemente, claramente disfrutando de su reacción. Sus dedos trazaron círculos perezosos en el cuello de Nikolai, provocándolo aún más.

—Oh, pero me encanta provocarte. Me encanta ver cómo te pones cuando pierdes el control.

Se paró de puntillas, su rostro ahora a la altura del oído de él. Su aliento caliente le hizo cosquillas en la piel mientras susurraba:

—Admítelo, te gusta cómo te sientes cuando estás cerca de mí. Te gusta la sensación de peligro, de no saber qué voy a hacer a continuación.

Nikolai cerró los ojos brevemente, un escalofrío recorriendo su cuerpo al sentir su aliento en su oído. Sus manos se crisparon, sus nudillos blanqueándose mientras luchaba contra el deseo que lo invadía.

Ella tenía razón. Le gustaba. Le gustaba demasiado. La forma en que lo miraba, como si fuera un misterio que quería descifrar. La forma en que lo desafiaba y lo hacía sentir vivo.

Respiró hondo, intentando recuperar la compostura, pero el aroma de Elica lo estaba volviendo loco. Era una mezcla de vainilla y algo salvaje, algo que solo podía describirse como ella misma.

Elica se apartó ligeramente, solo lo suficiente para mirarlo a los ojos de nuevo. Sus pupilas estaban dilatadas, y una sonrisa depredadora adornaba su rostro.

*Observó cada reacción de Nikolai, cada músculo tenso de su cuerpo, cada respiración entrecortada. Se dio cuenta de que lo tenía en la palma de su mano y eso la llenaba de poder.

—Vamos, Nikolai. No te contengas. Déjame ver todo de ti. Todo ese lado oscuro que intentas esconder del mundo.

Se mordió el labio inferior, sabiendo exactamente lo que estaba haciendo.

Nikolai soltó un gruñido más fuerte esta vez, su autocontrol llegando a su límite. La provocación constante de Elica, su aroma embriagador y su belleza salvaje estaban rompiendo todos sus muros de defensa.

Sus ojos se oscurecieron aún más, adquiriendo un tono casi animal. Su respiración se volvió pesada y superficial mientras luchaba contra el impulso de tomarla allí mismo en medio del salón vacío.

—Te arrepentirás de esto... —dijo con voz ronca, sus manos finalmente moviéndose para agarrarla por la cintura y atraerla hacia él con fuerza.

Elica dejó escapar un pequeño jadeo de sorpresa cuando Nikolai la atrajo hacia él, pero rápidamente se recuperó y sonrió con satisfacción. Había logrado exactamente lo que quería.

Sus cuerpos estaban presionados uno contra el otro ahora, el calor entre ellos casi insoportable. Ella podía sentir la dureza de su excitación presionando contra su vientre, y eso solo la encendió más.

—No me arrepiento de nada —respondió con voz sedosa, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y mirándolo con deseo puro en sus ojos.

Nikolai gruñó nuevamente, su autocontrol completamente perdido. Sus manos se deslizaron por la espalda de Elica hasta llegar a su trasero, apretándolo con fuerza mientras la levantaba del suelo.

*La colocó sobre el pupitre una vez más, pero esta vez se colocó entre sus piernas, acorralándola contra la superficie de madera. Su rostro estaba a centímetros del de ella, sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y rabia contenida.

—Eres una maldita provocadora... una pequeña demonia que no sabe cuándo detenerse.

Sus labios estaban peligrosamente cerca de los de ella, su respiración caliente contra su piel.

Elica rió suavemente, la excitación evidente en su rostro. El insulto de Nikolai solo aumentó su deseo por él, alimentando su naturaleza rebelde.

*Se aferró a sus hombros, acercándolo aún más mientras levantaba ligeramente las caderas para presionarse contra su erección.

—Y tú eres un lobo que no puede resistirse a una presa tan tentadora.

Deslizó una mano por su pecho, jugando con los botones de su camisa mientras lo miraba con ojos desafiantes.

—Vamos, muérdeme si tanto lo deseas.

Se mordió el labio nuevamente, provocándolo deliberadamente.

Nikolai sintió que su control se desvanecía por completo ante las palabras y acciones de Elica. Su provocación constante, su actitud desafiante y su cuerpo sensual estaban haciendo estragos en su autocontrol. El lobo dentro de él rugió con fuerza, exigiendo reclamar a la chica que tenía frente a él.

Sus ojos se volvieron completamente salvajes, la pupila tragándose casi por completo el iris verde. Sus colmillos se alargaron ligeramente, un recordatorio de su naturaleza sobrenatural. Sin decir una palabra, hundió su rostro en el cuello de Elica y comenzó a morderla con fuerza.

Elica gimió cuando los colmillos de Nikolai se hundieron en su piel, el dolor mezclándose con un placer innegable. Su cuerpo se arqueó hacia él, buscando más contacto, más mordidas, más de esa sensación de ser marcada como suya.

Sus dedos se enterraron en el cabello de Nikolai, tirando de él mientras él dejaba marcas en su cuello. Podía sentir la piel palpitando bajo sus dientes, el sabor metálico de su sangre en su boca.

—Sí... más fuerte... —susurró con voz entrecortada, completamente perdida en el momento y en la intensidad de su deseo por él.