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Lo Que Debía Permanecer Oculto

Lo Que Debía Permanecer Oculto

Status: Terminada
Genre:Romance / Época / Fantasía épica / Edad media / Completas
Popularitas:642
Nilai: 5
nombre de autor: MIS HISTORIAS

Kaela Norwyn nunca buscó la verdad. Pero la verdad la encontró a ella.
Tras la muerte de su madre, Kaela inicia un viaje hacia lo desconocido, acompañada por un joven soldado llamado Lioran, comprometido a protegerla… y a proteger lo poco que queda de un apellido que muchos creían extinto. Lo que comienza como un viaje de descubrimiento personal, pronto se transforma en una carrera por la supervivencia: antiguos enemigos han regresado, y no todos respiran.
Perseguidos por seres que alguna vez estuvieron muertos —y no por decisión propia—, Kaela y Lioran desentrañan un legado marcado por pactos silenciosos, invocaciones prohibidas y una familia que hizo lo impensable para mantener a salvo aquello que debía permanecer oculto.
Entre la lealtad feroz de un abuelo que nunca se rindió, el instinto protector de un perro que gruñe antes de que el peligro se acerque, y el amor contenido de un joven

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Capitulo 21

El día había sido largo, cargado de revelaciones que dejaban más preguntas que respuestas. Cuando por fin tuvieron un momento a solas, Kaela y Lioran se refugiaron en los jardines interiores de la mansión. El viento movía suavemente las hojas de los rosales, y el cielo de la tarde se tiñó con tonos dorados.

Lioran la miró con esa intensidad que siempre parecía atravesarla.

—Kaela… lo de esta mañana en el templo… ¿qué piensas?

Ella respiró profundo, como si buscara fuerzas para decir lo que llevaba guardado.

—Que no importa lo que digan. Ni la iglesia, ni el Ojo Oscuro, ni los santuarios. Yo ya lo había sentido desde antes… —lo miró a los ojos, sin apartarse—. Te amo, Lioran. Y quiero que lo que mi abuelo anunció como compromiso… sea real.

El silencio entre ellos se volvió cálido, lleno de latidos.

Lioran extendió una mano y la acarició con cuidado, como si temiera romperla.

—Kaela… yo también te amo. Nunca pensé que podría decirlo en voz alta, porque todo lo que me rodeaba siempre terminaba en pérdida, en dolor. Pero tú… cambiaste eso. Desde que te vi supe que eras distinta. Que eras mi luz.

Ella sonrió con lágrimas en los ojos y le apoyó la frente en el pecho.

—Entonces que sea real. No como un deber, ni por la sangre de mi familia, ni por los santuarios… sino porque nos elegimos.

Lioran la abrazó fuerte, y en su silencio se prometieron lo que las palabras ya no podían contener.

**

Horas más tarde, Eldran los citó en su despacho. El aire allí estaba cargado de solemnidad.

El abuelo estaba de pie, con las manos apoyadas en el bastón.

—Así que… ya decidieron —dijo, observándolos con ojos que lo veían todo.

Kaela, firme pero con respeto, asintió.

—Sí, abuelo. Queremos que nuestro compromiso sea real.

Eldran arqueó una ceja, su expresión oscilando entre la furia y un extraño brillo de orgullo.

—Sabía que tarde o temprano pasaría. —Miró a Lioran con dureza—. ¿Y tú? ¿Estás consciente del peso que eso significa?

Lioran no titubeó.

—Más que consciente. Estoy dispuesto. No solo a cuidarla. Si hace falta, a morir por ella.

El anciano se quedó en silencio unos segundos… hasta que dejó escapar un bufido que parecía más risa contenida que rabia.

—Hm. No me gusta que uses esas palabras, pero admito que me agrada tu convicción.

Kaela rodó los ojos.

—Abuelo, puedes admitir que lo apruebas sin tanta vuelta.

—¿Aprobarlo? —Eldran la miró, teatral—. Hija, soy tu abuelo. Mi deber es hacerte la vida difícil hasta el último de mis días.

Lioran tragó saliva, algo incómodo. Kaela suspiró, divertida.

—Entonces lo apruebas.

Eldran resopló y murmuró algo que sonó a “tal vez”, aunque la sonrisa en su rostro lo traicionaba.

**

Esa misma noche, en el gran comedor de la mansión, Eldran se levantó al final de la cena y golpeó su copa con el bastón.

—Quiero la atención de todos. —La sala enmudeció. El anciano enderezó la espalda y su voz retumbó con autoridad—. He decidido que el compromiso de Kaela Norwyn y Lioran de Vanthar se celebrará dentro de dos meses.

Un murmullo recorrió la mesa.

—¿Dos meses? —susurró Kaela, sorprendida.

—Sí. —Eldran sonrió de medio lado—. Tenemos gran parte de los preparativos adelantados. No hay necesidad de prolongar la primera parte de esta unión.

Darel, que estaba presente, no perdió la oportunidad de intervenir:

—Dos meses… Excelente. Eso me da tiempo para perfeccionar el diseño del vestido. Y para elegir qué escote irritará más a Lioran.

Lioran lo fulminó con la mirada, mientras Niebla, como si entendiera el drama, gruñó bajo la mesa en apoyo a su amo. Kaela, en cambio, no pudo contener la risa.

La tensión y la comedia se mezclaron en el aire. Pero más allá de las bromas, todos sabían que la decisión estaba tomada. La primera piedra del futuro había sido puesta.

**

La mansión Norwyn se transformó en un hervidero de movimiento desde que Eldran anunció la fecha del compromiso. Los pasillos se llenaron de sirvientes con telas, flores y listas interminables. La gran sala parecía un mercado, y Darel era el director de aquella orquesta caótica.

—¡Más luces aquí! —gritaba, agitando las manos como si dirigiera una compañía de teatro—. Y cuidado con esa tela, no es para limpiar zapatos, ¡es para la futura señora Vanthar!

Lioran, que vigilaba todo desde un rincón con los brazos cruzados, murmuró:

—Si dice “señora Vanthar” una vez más, juro que…

Kaela lo miró de reojo y sonrió.

—¿Qué, Lioran? ¿Vas a pelear con Darel también?

—Si sigue provocando… sí.

Darel, escuchando perfectamente, lanzó una sonrisa pícara sin volverse.

**

Entre las idas y venidas, los recuerdos empezaron a mezclarse con el presente. Kaela, al probarse un velo blanco que Eldran había guardado de generaciones pasadas, rió suavemente.

—¿Sabes qué recuerdo? —preguntó, girándose hacia Lioran.

Él arqueó una ceja.

—¿Qué cosa?

—La vez que casi matas a ese chico en el mercado.

El rostro de Lioran se endureció de inmediato.

—No lo menciones. Ese sujeto no sabía respetar.

Darel, que estaba cerca con un rollo de tela, no tardó en intervenir.

—¿Ese sujeto? ¡Por poco lo partes en dos! Y todo porque se atrevió a decirle a Kaela que tenía ojos bonitos.

Kaela trató de contener la risa.

—No fue solo eso… también dijo que si algún día yo me aburría de estar con un caballero tan serio, él podía enseñarme a reír.

Lioran apretó la mandíbula.

—Exacto. Demasiado… confiado.

Darel no pudo resistirse.

—¡Confianza! El chico terminó con la nariz torcida y gritando que “solo era un cumplido”. Y mientras tanto Niebla ladrando como si dirigiera la pelea.

Kaela se cubrió la cara con ambas manos.

—Fue una escena horrible. La gente se apartaba, los puestos de frutas quedaron tirados…

—Y las manzanas rodando por toda la plaza —añadió Darel, carcajeándose—. La mitad de Velkaris pensó que era un motín, cuando en realidad era solo tu Lioran defendiendo la yugular de su dama.

—No fue gracioso —gruñó Lioran, cruzándose de brazos.

—¡Fue divertidísimo! —replicó Darel—. Aunque casi arrestan a Kaela por incitar disturbios.

Kaela lo miró con ojos brillantes de risa.

—Yo solo intentaba separarlos.

—Sí, claro —dijo Darel con tono burlón—. “Separarlos”. Si Niebla no se hubiera lanzado a morder el pantalón del chico, hoy ese pobre estaría enterrado bajo una pila de naranjas.

Incluso Eldran, que escuchaba desde su sillón, no pudo evitar soltar un bufido que parecía contener una carcajada.

Lioran suspiró, mirando hacia otro lado.

—Lo pensé —admitió en voz baja—. Lo pensé seriamente.

Kaela le dio un empujón juguetón en el hombro.

—Eres insoportable cuando te pones celoso.

—Soy realista —respondió él, con toda la dignidad del mundo.

Darel levantó las manos como si celebrara.

—¡Ahí lo tienen! El amor en su forma más pura: celos, frutas volando y un perro convertido en héroe local.

Niebla, que parecía recordar la escena, levantó la cabeza orgulloso y ladró una vez, como si confirmara que él había sido la verdadera autoridad ese día.

**

A pesar del caos doméstico, la amenaza no desaparecía. Noticias llegaban constantemente: santuarios destruidos, aldeas enteras bajo ataques oscuros. Sin embargo, el templo había logrado resistir y detener varias embestidas gracias a los guardias y sacerdotes que reforzaban las fronteras.

Eldran leía cada informe con el ceño fruncido, aunque trataba de mantener la calma delante de Kaela.

—Los ataques se multiplican —dijo una noche, cuando la familia se reunió a cenar—. Pero no están venciendo en todos los frentes. El templo aún sostiene su fe, y eso nos da tiempo.

Kaela lo miró, con un nudo en el pecho.

—Tiempo para qué.

Eldran la miró en silencio, y luego acarició su mano con firmeza.

—Para que tu vida no sea solo lucha. Para que tengas un compromiso, un futuro. Para que, aunque la oscuridad siga atacando, tú recuerdes que hay algo más que defender.

Lioran bajó la mirada hacia Kaela, con una determinación silenciosa que valía más que mil promesas.

**

En medio de flores, velos, y recuerdos celosos, los preparativos siguieron su curso. Cada detalle era una mezcla extraña: esperanza contra sombras, risas contra el miedo.

Y en el corazón de todo, Kaela y Lioran descubrían que, incluso en tiempos de guerra, el amor podía ser la mayor resistencia.

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