Valentina Rossi. Lo tiene todo: belleza, fortuna y un apellido que pesa más que el oro. heredera de un imperio empresarial, su vida parece más bien un cuento de hadas.
hasta que las amenazas en contra de su familia la obligan a aceptar algo que jamás imaginó: un guardaespalda personal que la siga a todas partes.
El es Gabriel Duarte, un hombre frío, reservado con un pasado que prefiere mantener en silencio. Su deber es protegerla, mantenerla a distancia y no involucrarse. Pero el carácter rebelde de Valentina, sus intentos de sacarlo de control, un chispa peligrosa que surge cada vez que se miran, lo hace que la línea entre la seguridad y el deseo comience a desmoronarse.
Entre lujos, intrigas familiares y enemigos ocultos que acechan en la sombra, Valentina descubrirá que el peligro siempre la asecha.
¿Podrá un guardaespalda endurecido por la vida, y resistir la tentación de enamorarse de la qué juró proteger? ¿O cederá, aunque eso signifique arriesgarlo todo?
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La partida
Cuando por fin se detuvieron, Valentina tenía el rostro pálido y la respiración agitada. Gabriel miró, preocupado.
-- ¿Estás bien? --
Valentina solo asintió, aunque las manos le temblaban. -- Eso fue un aviso. -- dijo. -- Quieren recordarme que no estoy a salvo. --
Gabriela apretó el volante con rabia.
-- Entonces habrá que responder. --
Por primera vez, Valentina tomó su mano. Un gesto breve, casi impulsivo, pero cargado de significado. -- Lo haremos juntos. --
Con cada ataque, Valentina se fortalecía. Aprendió anticipar movimientos, a usar la prensa a su favor, a exponer públicamente las irregularidades de sus enemigos. Organizó conferencias donde hablaba con una claridad impecable, mostrando que no se doblegaría.
Los Dufresne y los Magnier, que antes veían en ella una presa fácil empezaron a verla como una amenaza real. Pero en su propio hogar, la batalla con Catherine continuaba.
-- Valentina entiéndelo. -- Le rogó su madre una noche. -- Tú padre murió solo, acorralado. No quiero. Lo mismo para ti. Si no te casas, si no aseguras alianzas, temo que acabarás igual que él . --
Valentina la abrazó con ternura.
-- No moriré sola, madre. Moriré siendo la dueña de mí mismo. Y eso créeme, es más valioso que cualquier matrimonio arreglado. --
Catherine lloró en silencio, comprendió que su hija no sedería. Y aunque ella insistiera en casarla. Y aunque el mundo esperara ver la doblegarse, Valentina sabía que no necesitaba un marido para sobrevivir. Tenía algo mucho más poderoso: su voluntad. Y a su lado, como un guardián silencioso, a Gabriel, cuya lealtad era el único. Pilar que no podía ser comprado ni manipulado.
Sin embargo, Catherine, había decidido que no podía dejar que la vida de su hija quedara atrapada en un laberinto de poder y enemigos. Creía que la única forma de proteger a valentina era sellando un matrimonio conveniente, Lucio lo habría querido.
Los rumores ya corrían en los círculos sociales: Catherine estaba negociando con la familia Beaumont, dueño según el imperio bancario. Su hijo mayor, Adrien era joven, educado en Oxford y con una reputación impecable en la alta sociedad. Un "candidato perfecto"
Para Catherine, la unión Rossi y Beaumont significaba blindar a valentina frente a los enemigos. Para Valentina, en cambio, sería una traición.
Una noche, Catherine la citó en el salón principal. Valentina entró con paso firme, acompañada de Gabriel, que se quedó discretamente a un lado. Su madre, elegante como siempre, la esperaba frente a la chimenea encendida.
-- Querida. -- comenzó Catherine, con voz suave. -- Necesito hablar contigo de algo importante. --
-- Ya lo sé. -- respondió Valentina con frialdad. -- Llevas,, semanas organizando cenas y encuentros "casuales" --
Catherine respiro hondo.
--Adrien Beuamont te ha pedido en compromiso. --
El silencio se volvió pesado. Valentina la miró con incredulidad, y luego con una furia contenida. -- ¿qué le respondiste? --
-- Que aceptaríamos, por supuesto. Es lo más conveniente a la familia. --
Valentina apretó los puños. -- ¿aceptaste... por mí? ¿sin siquiera consultarme? --
-- Valentina, no entiendes. Este matrimonio asegura tu posición. Nadie podrá tocarte si los Beaumont están de tu lado. --
Valentina se levantó de golpe.
-- No necesito que nadie me proteja con un anillo, madre. No soy una mercancía que se negocia entre familias. --
Catherine intentó acercarse, pero Valentina retrocedió.
-- Mi vida no es una transacción. -- dijo con firmeza. -- Y si crees que lo aceptaré. Estás muy equivocada. --
Esa misma noche, Valentina subió a su habitación, con el corazón desbocado. Miro las paredes doradas, los ventanales inmensos, los muebles antiguos... todos eran una jaula. la mansión que había sido su hogar se había convertido en un símbolo de imposiciones y recuerdos dolorosos.
Al amanecer, tomó la decisión. -- Me voy. -- anunció a Catherine, mientras los sirvientes bajaban las maletas.
-- A otra propiedad de mi padre. necesito distancia. Necesito mi espacio. --
-- Valentina, no puedes simplemente, irte .... --
-- Puedo y lo haré. No volveré hasta que entiendas que no voy a casarme porque tú lo digas. --
Catherine quiso detenerla, pero Valentina salió sin mirar atrás. Gabriel ya tenía el auto listo.
La casa elegida estaba a las fueras de París: una Villa de estilo provenzal, rodeada de viñedos, mucho más sobria que la mansión familiar. Había sido una de las propiedades favoritas de Lucio, para escapar de la ciudad.
Cuando Valentina cruzó el umbral, sintió que hacía tiempo que no experimentaba: libertad.
-- Aquí no me van a imponer nada. -- murmuró mientras recorría las habitaciones.
Gabriel, siempre atento, revisaban la seguridad del lugar. Su presencia era silenciosa, pero constante, como si supiera que en ese retiro se escondían tanto la paz como nuevos peligros.
Los primeros días de la villa fueron un respiro. Valentina comenzó a despertarse sin escuchar la voz de su madre ni las exigencias del consejo. pasaba las mañanas revisando informes en el jardín, rodeada del perfume de las flores, y por las tardes caminaba entre los viñedos.
Gabriela la acompañaba en todo momento. Al principio, la dinámica era igual que siempre: el vigilaba, ella lideraba. Pero la soledad del lugar, la cercanía diaria, empezó a desdibujar las distancias. Una tarde, mientras caminaban juntos, Valentina rompió el silencio.
-- ¿Qué piensas de todo, esto Gabriel. --
Solo la miró de reojo.
-- No esta en mi juzgar las decisiones familiares. --
-- No hablo de eso. hablo de... huir. --
-- No estás huyendo. Estás eligiendo dónde estar. Eso es diferente. --
La respuesta la hizo sonreír. Por primera vez en días, se sintió comprendida.
Pero la calma. No borraba la rabia. Valentina no podía dejar de pensar en la forma en que su madre había decidido su vida. El enojo se convirtió en combustible. En las noches, revisaba documentos, planeaba estrategias, para fortalecer su posición sin necesidad de la alianzas matrimoniales. Gabriel, desde el otro lado de la mesa, la observaba trabajar hasta altas horas de la noche, sin intervenir.
-- Quiero demostrarle que puedo confiar en mí, no en un apellido prestado. -- dijo Valentina Una madrugada. --
Gabriel solo asintió, antes de responderle.
-- Entonces tendrás que ser más fuerte de lo que imaginas. --
Con los días, Valentina comenzó a mostrar un lado más humano frente a Gabriel. no la heredera de acero, sino como la mujer que era. Cuando se escapaba por las noches, cuando estaba en la mansión.
pero esa cancelación debe ser un hecho en la prensa directa
ahora valentina debe tener mucho más cuidado
con ese loco de Adrien
Entonces dale dónde más le duele a Gabriel 🤣 en el Orgullo. ☺️