**Saga Vannecelli**
Uzziel Vannecelli, futuro líder de la organización italiana, es un hombre carente de empatía, caracterizado por rasgos psicopáticos. Su único vínculo emocional verdadero radica en su familia. Desde su infancia, ha sentido una conexión especial con Ángela Müller, hija del sublíder alemán. La inocencia y pureza de Ángela lo obsesionan, llevándolo a desear despojarla de su esencia pura. Por otro lado, Ángela anhela consagrarse a Dios y, en dos meses, tiene planes de convertirse en monja. La pregunta que prevalece es si Ángela logrará cumplir su vocación religiosa o si Uzziel interpondrá su camino. ¿Quién prevalecerá en esta contienda: el bien o el mal?
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Capítulo 21 Es inevitable 1/2
Ángela Müller
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-Cada vez que estoy tan cerca de él, cuando su mano roza mi piel, siento un fuego ardiente que consume mis entrañas. Mi cuerpo anhela con desesperación rendirse al placer que me ofrece. Mi corazón me urge a dejar de engañarme sobre lo que realmente siento, sin embargo, mi mente me recuerda la verdad y las razones que me llevaron a elegir la vida monástica. Debo ser firme y mantener esta barrera con Uzziel, ese hombre peligroso, celoso y posesivo. Además, él será el líder de la organización italiana. No deseo este mundo de muerte. Al regresar a la isla, me dirijo a mi habitación, donde guardo la ropa nueva en el closet. Luego, me acerco al balcón y observo a Uzziel en la terraza con su computadora. Reflexiono sobre todo lo que ha sucedido desde que abandoné el internado; ojalá nunca hubiera salido, pues estaría en paz. Miro hacia el cielo y susurro- Estimado Dios, ¿cuáles son los planes que tienes para mí? ¿Es esto una prueba? Si es así, es bastante difícil. Te pido que me ayudes, sabes que deseo servirte y que conoces mis motivaciones. Sin embargo, lo que está despertando en mí es perturbador. El demonio que se encuentra en la terraza es maligno y no tiene ningún sentimiento hacia mí; solo busca que me entregue a él, prometiendo que así me dejará en paz. No quiero ceder, ya que temo las consecuencias que esto podría acarrear. Te imploro que me ayudes a salir de esta situación lo más pronto posible.
-Al asomarme al balcón, noto la ausencia de Uzziel. Me dirijo hacia mi cama; el paseo por el pueblo y el viaje me han dejado fatigada. Cierro los ojos y me reclino para dormir.
Al despertar, miro por la ventana y observo la hermosa luna, que brilla de manera imponente. Mi estómago ruge, así que me levanto y me dirijo a la cocina, donde encuentro a uno de los guardias abriendo la nevera. Le saludo diciendo-Buenas noches.
-Él cierra rápidamente la nevera y me observa; noto cómo se tensa visiblemente por los nervios. De repente, una jarra de agua se le cae al suelo, rompiéndose al impactar, junto con un frasco pequeño. Él se arrodilla para recoger los fragmentos, así que me acerco para ayudarlo, pero me dice- Por favor, señorita, puedo hacerlo solo. Le ruego que regrese a su habitación, podría meterme en problemas con el jefe.
-Se levanta con los vidrios en la mano y le digo-Pero te has cortado, permíteme ayudarte.
- Él mueve la cabeza en señal de negación, arroja los vidrios en la canasta de basura y me dice- Por favor, no le diga al jefe que estuve aquí.
- Le respondo- No lo haré, siempre y cuando te dejes curar. No te preocupes, él debe estar dormido.
- Le tomo la mano. Aunque el corte no es profundo, está brotando mucha sangre. Miro a mi alrededor en la cocina y encuentro un botiquín. Le aplico un poco de alcohol y luego comienzo a vendar su herida. Mientras me observa, me dice-Gracias, señorita, es muy amable.
- Le respondí- No tienes que agradecer. Te asusté y por eso te hiciste un corte.
- Le sonreí y él correspondió a mi sonrisa. En ese momento, escuchamos cómo se abría la puerta. Al voltear, vimos a Uzziel; las venas de su rostro estaban marcadas, su mirada oscura y su presencia era amenazante. Observé que aún tenía agarrada la mano de ese hombre, así que la solté de inmediato. Me levanté y él hizo lo mismo. Con una voz fuerte y áspera, dijo- ¿Qué haces tocando a mi mujer? ¡Estás muerto!
-Me acerqué a él con cierta aprensión; nunca antes había visto a Uzziel tan enfadado. Una profunda inquietud me invadió. Le dije-Uzziel, no estábamos haciendo nada incorrecto. Fue un malentendido, yo estaba aquí, lo asusté y la jarra de vidrio se cayó y se rompió. Él se cortó con los cristales y solo lo atendí. Por favor, intenta calmarte.
-Uzziel dirigió su mirada hacia mí, sus ojos me provocaban escalofríos. Con un tono visiblemente molesto, me dijo-Ángela, ¡dirígete a mi habitación ahora mismo!
- Le respondo-No me iré. Ese hombre es inocente; no puedes matarlo solo porque lo haya ayudado. Por favor, ten piedad.
- Debo estar loca por hacer esto. Lo abrazo y me inclino hasta alcanzar su rostro, susurrándole-Perdónale la vida y yo haré lo que me pidas.
- Me alejo un poco. Él me mira y noto que su semblante se suaviza ligeramente. Toma su radio y escucho cómo llama a Isaías. A los pocos segundos, Isaías se presenta con dos hombres más y dice-Isaías, encárgate de llevarte a este hombre.
-Observé cómo los dos hombres sacaban a la persona de la cocina. Tomé su mano, la apreté con fuerza y le dije-Por favor, no le hagas daño, te lo pido, Uzziel.
-Uzziel desvió la mirada hacia Isaías y le ordenó-Encárgate de él personalmente, pero no lo mates.
-El hombre asintió a su orden y se retiró. Uzziel dirigió su mirada hacia mí, comenzando a avanzar en mi dirección. Retrocedí hasta chocar con el mesón, y él presionó su cuerpo contra el mío, tomando mi mejilla para obligarme a mirarlo. Con los ojos llenos de lágrimas, le imploré-Dime que no lo matarás.
- Él me responde-No lo mataré, pero deberás cumplir con lo que dijiste. Quiero que seas mía.
- Sabía que diría eso. Suspiré y le dije- Tú ganas, me entregaré a ti. Así pondremos fin a todo esto. ¿Y mañana regresaremos?
- Él me sonríe con una expresión triunfante. Mientras noto un destello en sus ojos, dice- Puede ser, eso dependerá de ti.
-Se aproxima a mis labios y comienza a besarme; esta vez le correspondo. Él me levanta, abriendo mis piernas, y se acerca a mi cuello, donde me dedica suaves mordiscos. Luego, me alza y comienza a caminar hacia su habitación. Al llegar, me coloca de pie y se aleja un momento; noto que abre un cajón y, al volver, me entrega una pequeña caja. Alzo una ceja y abro la caja, descubriendo una lencería de color rojo. Sorprendida, levanto la mirada hacia él y escucho sus palabras- Quiero que te lo pongas.
- Vuelvo a observar esa lencería, es demasiado pequeña, no cubre nada, le comento- ¿Usarla? Es realmente diminuta y no oculta nada.
- Él responde-Tú solo debes cumplir con lo que te ordenó.