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Maldición Butler

Maldición Butler

Status: Terminada
Genre:Completas / Amor a primera vista / Venganza de la protagonista
Popularitas:1.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Francia Laura

Un simple trabajo de investigación universitario destapa un oscuro pasado de la familia Fontainebleau.
Hubo una maldición 200 años atrás en plena revolución industrial, hoy en día ¿cómo limpiará el nombre de la familia, Laurence?
¿Que tan importante es la influencia familiar para proteger a los hijos, según el padre de Laurence? Conozcamos a la familia de Laurence, una familia conocida por ser "demoniaca".

NovelToon tiene autorización de Francia Laura para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

La bendición

Charles estaba contento de que su hija haya recibido la bendición del mayor de la familia, pero le extraña que en este momento este llamando a sus otros hijos, ellos ya fueron bendecidos a los pocos días de nacer. El primero en arrodillarse es Julien.

- ¡Abuelo! – está extrañado por qué no le encuentra sentido recibir una bendición.

- Mi nieto Julien ¿Verdad? - el abuelo se segura.

- Sí, abuelo, soy ese.

- Quiero darte mi bendición.

- Abuelo, ya me bendijiste ¿No lo recuerdas abuelo?

- Hijito, me estoy despidiendo primero de ustedes, por todo lo que pasó. Te quiero bendecir para que te vaya bien.

- Abuelo, todavía te quedan años. – sus intenciones son de sacar información.

- Son mis últimos días. Inclina tu cabeza hijito.

Julien obedeció y sintió las manos frías del abuelo sobre su cabeza, y el beso era tembloroso, pudo sentir la fatiga del abuelo cuando hizo la oración. Julien siente algo que no va bien, hay una energía que lo deja inquieto ¿De verdad son los últimos días del abuelo? El nieto se levantó, pero su cara había cambiado, se le ve preocupado, camina hacia su padre y se pone a su lado.

- ¿Qué sucede hijo? – se preocupa y le frota el hombro – cuéntame ¿Qué sientes?

- Aquí no papá, no delante del tío. – su mirada está fija en el suelo.

Charles está en alerta, no le gusta ver a su hijo con esa cara apaga. Ahora es Hugo quien se arrodilla frente al abuelo.

-Hugo, tú no has cambiado. Que las fuerzas te sigan acompañando. Ven conmigo a mi cuarto, tengo algo para ti.

Hugo se levanta y sigue al abuelo

- ¿A dónde crees que vas sin mi autorización? – gritó el tío.

- No estoy pintado, Joseph. Mientras estoy presente con mis hijos no te metas, y cuando no estoy cuídate, no me busques para luego no arrepentirte.

Charles habló con frialdad, e hizo una señal a su guardaespaldas para que cuide a su hijo para evitar interferencias.

- Esto no va a quedar así Charles. Estás en mi casa. - quiere mantener su autoridad.

- La casa es del abuelo, tu familia está arrimada por intereses. - le recuerda.

- ¿Me estás calumniando o es la envidia? – está provocando a Charles frente a sus hijos.

- ¿No serás tú el envidioso por ser don nadie y yo ministro? – su ataque es pasivo, está haciendo un gran esfuerzo de dominar la bestia, no puede despertarla porque sus hijos están a su lado.

- Papá – llama Laurence - Contrólate o ¿llamo a mamá? – le advierte en a la última frase.

La hija ha sentido en el ritmo respiratorio el esfuerzo que su padre hace para poder dominar la bestia, pero el simple hecho de escuchar la palabra mamá proveniente de su hija, se imagina a Marianne y psicológicamente hace su lucha interna. Marianne, su esposa, es el único remedio contra los ataques de ira.

Hugo entra al cuarto del abuelo y Martin estaba detrás, pero su plan fue frustrado por la presencia del guardaespaldas. A puerta cerrada, el abuelo da indicaciones a Hugo.

-Allí abajo – señala la cama – hay una caja de metal vieja. Sácala.

Hugo se arrodilla para extraer esa caja.

-Aquí está la caja abuelo.

- Ábrela y saca el cuaderno, es mi diario, tuve que dejar de escribir cuando me quedé bloqueado la última vez que agaché para guardarlo.

- ¿Qué quieres escribir, abuelo? – le preguntó con intriga, no entiende por qué a él le hace hacer está cosa, estando Martin en casa.

- Ya no voy a escribir. Es mi humilde herencia, en ese diario encontrarás secretos que sólo a ti te lo puedo confiar.

- Abuelo, yo no soy sucesor de la línea, papá tampoco. Es el tío Joseph, que por su edad aún está en toda su capacidad física y metal para seguir con el patriarcado.

- No, muchacho. Martin comentó que eres abogado, por lo tanto, es para ti, tu herencia.

- De modo que los secretos de casa deben ir conmigo. – concluye Hugo.

- Ven, hijito. Para darte mi bendición.

- Abuelo, yo ya fui bendecido poco después de nacer. – lo dice mientras se arrodilla.

- En cuestión de días me voy, hijito. Hijo mío; tu abuelo directo me dijo que fuiste por consejo y eso es bueno, lo mejor es que tú has venido, pero lo hermoso es que vas venido con tus hermanos y pude conocer mi bisnieta.

- De modo usted planeó todo y mandó a Martin. – concluye Hugo con disgusto.

- Ves como eres inteligente. Pero estás sufriendo, no debiste enamorarte de esa chica.

- ¿Cómo lo supiste, abuelo? – a Hugo le aterra eso.

- Inclina tu cabeza hijito, debo darte mi última bendición para que te vaya bien, y la chica que se cruce en tu camino sea la indicada.

- Abuelo, ya cerré las puertas de mi corazón. – sentencia Hugo para poner fin a la conversación.

- Hijito vas a tener tribulaciones que tus padres no podrán hacer nada, tus hermanos tampoco, pero tu compañera sí. Necesitas de una compañera para amortiguar los golpes. Así como tú padre esposó a Marianne, la tuya está cerca, puedo verla.

El anciano impone sus manos sobre la cabeza de Hugo y hace la oración después besa la cabeza. Hugo agradece, toma el diario y el abuelo le pide que por favor venga Charles. El bisnieto sale de la habitación con el semblante cambiado. Se dirige directamente hacia su padre.

-Papá, el abuelo quiere hablar contigo.

- Vayan directo a casa, yo retorno al trabajo con mi guardaespaldas.

- Está bien.

Los hijos obedecen la orden de papá y éste entra en la habitación del anciano. Para poder estar a su altura, tomó el puf que usa el anciano para poner a reposar sus piernas.

- ¿Querías verme? – suspira fuerte como si se tratase de una derrota.

- Mi nieto, mi terrible nieto y su encantadora Marianne. – se toma una breve pausa – Me he dado cuenta de que sin Marianne tú no puedes vivir.

- ¿Para eso me querías ver? – se decepciona pensando que era importante.

- ¡Ay, Charles! Con los años no has cambiado y ahora con esto no hay nada que hacer. – su voz suena con pesar y sus gestos son tristes.

- ¿A qué te refieres con que ya no hay nada que hacer? – algo no le cuadra del todo a Charles.

- Tu siempre has sido necio a todo lo concerniente a la familia, incluso el secreto. – Quiere que se de cuenta del terrible desenlace.

- ¿El secreto? – intenta recordar - ¡Ah! – recuerda – la estupidez esa de la maldición.

- No, no es una estupidez. La familia ha hecho de todo para que Laurence destruya todo. Es inevitable, en esta casa va a correr sangre.

- Por favor, abuelo. Basta. – no quiere hablar del tema.

- A Hugo ya le di su herencia, es solo un empujón para que una vez termine todo.

- Ya tuve suficiente con tanta estupidez. - levanta la voz, pero si faltar el respeto.

Charles fue muy frío, dejó a su abuelo sin despedirse, su cara muestra molestia.

- ¡Voy a matar a tu hija! – le grita Joseph con todo el odio que puede.

- Que corra la sangre, entonces. - sentencia Charles.

- La guerra no ha terminado Charles. – lo sigue provocando.

- Nos vemos en tu funeral. – sentenció secamente Charles.

La familia se ha declarado la guerra, han jurado muerte y sangre.

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