Trata de una chica universitaria que trabaja para solventar los gastos de su hogar, sus padres se enfermaron pero se enamora de un chico rico ¿Que pasará?
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Capitulo N°21
Los días pasaban y Evangelina intentaba concentrarse en su trabajo, pero había un problema.
O más bien, un hombre problemático.
Desde aquella conversación en el pasillo con Leonardo, algo había cambiado en su actitud.
Y no era su forma de darle órdenes o mirarla con seriedad en las reuniones.
No.
Era el hecho de que Leonardo Devereux se había convertido en un ladrón de besos.
No importaba dónde estuvieran, él siempre encontraba la manera de robarle un beso sin que nadie lo notara.
El primero fue una sorpresa.
Estaban en el ascensor, solos. Evangelina revisaba unos informes cuando, de repente, Leonardo se inclinó y le besó la comisura de los labios antes de que las puertas se abrieran.
—¿¡Qué haces!? —susurró ella, con el rostro encendido.
—Nada —respondió con una sonrisa traviesa antes de salir como si nada.
El segundo fue peor.
Evangelina estaba en el archivo buscando documentos, cuando sintió una presencia detrás de ella.
—¿Buscas algo? —su voz grave resonó en su oído, haciéndola estremecer.
Cuando se giró, Leonardo la acorraló contra las estanterías y rozó sus labios con los de ella, escapando antes de que pudiera reaccionar.
—¡Leonardo! —susurró indignada, pero él ya se había ido.
El tercero fue en la cafetería de la empresa.
Ella estaba sirviéndose café cuando sintió que alguien se acercaba demasiado.
—Buenos días, Evangelina —susurró en su oído antes de dejar un beso en su mejilla y alejarse antes de que alguien los viera.
Evangelina estaba en shock.
—¿Este hombre está loco?
Pero lo peor era que su corazón latía más rápido cada vez que lo hacía.
🔹🔹🔹
Mientras tanto, en la mansión Devereux, Marina y Sebastián se estaban divirtiendo con la desesperación de su hermano mayor.
—¿Entonces le robaste un beso en el ascensor? —preguntó Marina con una sonrisa burlona.
—Y en el archivo —añadió Sebastián, tomando un sorbo de su café.
Leonardo, sentado frente a ellos, se pasó una mano por el rostro, frustrado.
—No puedo evitarlo —admitió con un suspiro—. Cuando la veo, quiero besarla.
Marina y Sebastián intercambiaron miradas antes de soltar una carcajada simultánea.
—¡Hermano, estás perdido! —dijo Sebastián, golpeándolo en el hombro.
—Déjame adivinar —intervino Marina con una sonrisita maliciosa—. No puedes cortejarla en público porque entonces todo el mundo diría que la becaria sedujo al CEO.
Leonardo apretó la mandíbula.
—Exacto.
Marina aplaudió emocionada.
—¡Esto se pone interesante!
Sebastián cruzó los brazos.
—Bueno, si no quieres que la critiquen, tienes que enamorarla en secreto.
Leonardo los miró con seriedad.
—¿Cómo sugieren que lo haga?
Los hermanos Devereux se inclinaron sobre la mesa con miradas cómplices.
—Déjame ver… ¡Detalles sutiles! —dijo Marina—. Escríbele pequeñas notas y déjalas en su escritorio.
—Pero no notas aburridas —intervino Sebastián—. Algo que la haga reír.
Leonardo los miró con desconfianza.
—¿Notas?
—Sí. Como… “Te ves hermosa cuando te concentras demasiado” o “Tranquila, no dejaré que el becario ese se acerque demasiado” —sugirió Marina con una risa.
Leonardo se lo pensó.
No sonaba tan mal.
—Otra opción —continuó Sebastián— es que hagas cosas pequeñas que la hagan sentir especial, sin que sepa que eres tú.
—¿Como qué?
—Tal vez alguien derrama café en su escritorio y alguien misteriosamente deja servilletas antes de que pueda quejarse.
—O le gusta un postre específico y alguien lo deja en su oficina con una nota anónima —añadió Marina.
Leonardo sonrió de lado.
—Eso suena manipulador.
—¡No es manipulación! —dijo Marina—. Es estrategia.
Sebastián asintió.
—Si Evangelina empieza a sentir algo por ti sin que la presión de la empresa la afecte, cuando se dé cuenta, ya será demasiado tarde para huir de ti.
Leonardo apoyó los codos en la mesa y entrecerró los ojos.
—Bien… Hagámoslo.
🔹🔹🔹
El plan comenzó al día siguiente.
Evangelina entró en su oficina y vio una nota en su escritorio.
"Deja de trabajar tanto. Sonríes más cuando descansas."
Parpadeó, sorprendida.
¿Quién la había dejado ahí?
Más tarde, en la cafetería, vio que su postre favorito estaba en su mesa con otra nota.
"Para la investigadora más inteligente de la empresa."
—¿Qué demonios…?
Y luego, al salir tarde del trabajo, vio que alguien había dejado una bufanda en su silla.
"Hace frío. Cuídate."
Evangelina miró a su alrededor, desconcertada.
—¿Quién está haciendo esto?
Por supuesto, Leonardo estaba disfrutando cada segundo de su plan.
Y mientras ella intentaba descubrir al misterioso admirador, él buscaba otra oportunidad para robarle otro beso.
Pero esta vez, no iba a ser tan accidental.