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Antes De Saber Lo Que Es El Amor.

Antes De Saber Lo Que Es El Amor.

Status: En proceso
Genre:Romance / CEO / Matrimonio contratado / Amor de la infancia / Equilibrio De Poder
Popularitas:4.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Mel G.

Cuando el hermano mayor de Reachel, Elliot, desaparece en un trágico accidente, ella deberá tomar la presidencia de la empresa familiar, pero esta viene con una condición, casarse. El mejor amigo de su hermano, Santos, le ofrece casarse con ella para ayudarla, pero hay un problema, ella lo ha amado desde niña.

NovelToon tiene autorización de Mel G. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

REPARAR UNA PÉRDIDA.

...Santos:...

Me encontraba empacando todo para viajar lo antes posible.

— Santos, ¿hablaras con las familias de esas personas? — Me pregunta Reachel preocupada.

— Si, no será fácil. Si esto sale al público la reputación de la empresa se verá afectada.

Aunque no era lo más importante , podíamos tener demandas millonarias, incluso ir a la carcel, pero lo más preocupante sería el dolor de las familias de haber perdido a ún ser querido. Esos hombres eran su sustento y ahora ya no estaban aquí.

— Todo estará bien. — Trató de calmarme, yo continuaba empacando sin parar.

— No se como pudo pasar algo así, siempre me aseguro de que los planos estén correctos, esa es mi responsabilidad y paso esto. — Estaba frustrado, ¡Tres! ¡Tres! Personas habían perdido la vida y lo más seguro es que fuera mi culpa.

— Santos, no es tu culpa, todos cometemos errores.

— Pero no este tipo de errores, este tipo de errores despojó de su vida a tres personas. — Ella me seguía de un lado al otro.

Cerré la maleta, la tomé y salí de la habitación, salí por la puerta principal, Javier ya me estaba esperando.

— Santos. — Me detuve antes de subir al auto. Reachel se acercó. — Mucha suerte te. — Me abrazó.

Cuando se separó tuve el impulso de besarla y lo hice. Fue beso corto pero posesivo.

— No tomes decisiones sin mi, espérame por favor. — Le pedí.

Solo asintió con la cabeza y subí al auto.

La había besado por que quise, lo más seguro es que me pediría una explicación cuando volviera.

Ya estaba arto de estar fingiendo, apenas la había besado tres veces en la vida y ya me parecia imposible no hacerlo cada que quería.

...****************...

Una vez que el avión aterrizó fui directamente a la construcción a revisar lo que estaba pasando.

— Señor Santos.

— Héctor ¿que fue lo que pasó? — El era encargado de estar supervisando la obra.

— Hemos seguido todas las medidas de seguridad señor, no sabemos que fue lo que pasó. — Su rostro reflejaba una inmensa preocupación.

— Muéstrame los planos nuevamente, necesitaba cerciorarme de que los números estuviesen correctos.

Volvi a revisar, el trabajo y todo estaba en orden ¿entonces como carajo paso el derrumbe?

— Reúne a todo el personal involucrado, quiero que todos estén aquí ¡A la de ya!

Ordené a Héctor, comúnmente yo no hablaba de ese modo, pero esto sin duda me tenía molesto.

No tardó mucho cuando los empleados ya estaban reunidos.

— Quiero que me expliquen exactamente como fue el derrumbe.

El jefe de la obra tomó la palabra.

— Señor con todo respeto, cuando nos informaron de los cambios de la construcción, hablé con la persona que usted mandó y le dijé, le aclaré, incluso le advertí, que los cambios harían que la construcción perdiera fuerza y estabilidad.

— ¿Que cambios? ¿Quien pidió esos cambios?

— Pues el señor, Franco. — Contestó Héctor.

¡¿Franco?!

Pase mi mano por mi rostro con frustración. El ya ni siquiera trabajaba en la empresa.

¡Maldición!

— Héctor, explícame una cosa ¿Cuando, he mandado a otra persona a cambiar los números, material o cualquier cosa que tenga que ver con la construcción?

— Nunca señor. — Respondió con la cabeza agachada.

— ¿ Entonces? — No se atrevía a mirarme. —Eres un arquitecto Héctor, ¿como no se te ocurrió que cambios como esos podrian tener futuras consecuencias? — Cuestioné furioso. — No se que cambios hicieron, pero es obvio que no eran factibles. ¡Una párte de la obra se derrumbó y tres personas perdieron la vida!

— Le aseguramos al Señor Franco, que lo que el nos pedía, estaba mal, pero él insistió, dijó que sin duda se ponia en contacto con usted para despedirme y que otro vendría hacer el trabajo.

— ¡¿Y por que no me llamaste?!, Sabias que esto estaba mal Hector, me conoces, ¿acaso no sabes como es que trabajo en todos estos años que has estado aquí?— Trago saliva. No supo que decir. — Jamás pondría la vida de las personas en riesgo.— Para su información, Franco tiene méses sin trabajar en la empresa, es obvio que se trató de un sabotaje.

Sabía que un infeliz no se quedaría de brazos cruzados, iba a tener que denunciarlo, el escándalo sería inevitable.

— Señor en verdad lo siento y cargaré con las consecuencias.— Quiso responsabilizarse Jorge.

Iba a tener que despedirlo, pero no lo haría frente a todos.

Todos los demás salieron.

— Estas despedido.

Por fin me miró. — Si, señor. — Volvió agachar la cabeza.

Me costó decir esas palabras, yo no era como Elliot que despedía gente a diestra ta y siniestra, yo tenía más consideración, pero este error era uno que no se podia dejar pasar.

Me dirigí hacia la obra, donde el personal estaba reunido.

— Nadie va mover un dedo en esa construcción hasta que yo la supervise.

— Señor eso significaría una pérdida, aunque los trabajadores no hagan nada, se les tiene que pagar. — Mencionó el jefe de la obra.

— Nadie moverá un dedo dijé.

Estuvimos revisando la contruccion, las vigas era delgadas, había material de mala calidad, y algunos partes no estaban bien realizadas.

No podia creer que íbamos a tener que derrumbar párte de la obra. Ni siquiera era seguro estar ahí.

Hable con el jefe de la obra y le pedi que después que demolieran esa párte y una vez retirados los escombros hicieran todo como originalmente se tenía planeado.

— Santos. — Escuche detras de mi.

— Armando no es seguro que estes aquí, debes salir.

Armando era el cliente para el que estábamos realizando este edificio.

— ¿Que fue lo que pasó Santos? Esto nos afecta a todos.

— Armando por favor vamos afuera hablar, no es seguro permanecer aquí.

Acepto lo que le dije y nos dirigimos a la párte exterior del edificio.

—Estoy esperando una explicación.

— Como ya sabes hubo un derrumbe, una persona que ya no trabaja con nosotros hizo unos cambios no autorizados, por eso la construcción se desplomó. Pero ya estoy aquí personalmente supervisando.

— Santos, esto nos puede traer demandas, de ser así no me quedaré de brazos cruzados y tambien te demandaré. — Su molestia era entendible.

— Armando, te aseguro que me haré cargo de todo, solo por favor ayúdame a que esto no salga a la luz. Te doy mi palabra de que lo resolveré.

— Esto no solo me afecta públicamente, económicamente tambien, es obvio que la obra se retrasará y el edificio no estará para la fecha acordada.

— Indemnizaremos todo en lo que te afecte. — Era lo mínimo que podíamos hacer.

— Si no es por que te conozco desde hace años, sabes que no estarías tambien librado de esto, espero que esto no me salpique. Estas advertido.

Armando se fue molesto.

El resto del día día estuve con el jefe de la obra ultimando detalles.

...****************...

A la mañana siguiente ya me encontraba con un abogado. Ni siquiera podia dormir bien, habíamos reunido a las esposas de los hombres que habian fallecido.

Solo espero puedan comprender la situación. Si deciden demandar no habría mucho que yo pudiera hacer.

Cuando entre ellas ya se encontraban reunidas.

La señora Roman, Señora Flores y la Señora Laurent.

La tensión podía cortarse en el aire.

Todas llevaban, vestimenta negra, al parecer acaban de enterrar a sus esposos.

— Me presentó, soy Santos Bianco.

El abogado las presentó.

Tomamos asiento frente a ellas.

— ¿Por que estamos aquí? — Preguntó una de ellas.

— Lo primero que me gustaría hacer, es darles mis más sentido pésame, se que debe ser muy difícil por lo que atraviesan ahora, no puedo ni siquiera imaginar su pérdida.

Las mujeres no hablaron.

— Quiero …. decirles la empresa les entregara el seguro que tenían los empleados al trabajar para nosotros.

— La pérdida no se puede compensar con dinero señor Bianco. — Dijó la señora Flores.

— Lo se, y no es mi intension minimizar su dolor, ni lo que acaba de pasar. Al contrario, buscamos enmendar aunque sea un poco el daño causado.

— ¿A si? ¿Y como? ¿Van a sacarlos de la tumba? — Había ironía en las palabras de la señora Flores.

— Seré sincero con ustedes y me pondré en sus manos. Si ustedes desean pueden demandar a la empresa.

— Señor Santos. — El abogado me dió una mirada en señal de que no hablará de mas, pero me importó poco.

— Lo que quiero decir es que si ustedes necesitan hacerlo para poder lidiar con el dolor que sienten ahora, temo que no hay nada que yo pueda ofrecer para hacerlas cambiar de opinión. — Todas tenían el rostro de haber llorado mucho, rojo e hinchado, podia verse el dolor en sus miradas. — Al menos denme la oportunidad de exponerles lo que tengo para ustedes.

— Estas bien. — Habló la Señora Larent por las tres.

— Les estamos ofreciendo una mensualidad de por vida, para ustedes y sus hijos, prodrian dedicarse a lo que gusten sin tener el miedo de que sus hijos no tengan sustento algun día, una vivienda digna y la mejor educación para ellos. Con esto quiero que quede claro que en ningun momento estoy tratando de ponerle un precio a su pérdida, solo continuar con el deber que ellos tenían como padres de familia.

Las mujeres se observaron una a la otra.

— Con esto mis hijos tienen asegurado su futuro hasta la universidad. — La señora Roman iba a compañada de dos pequeños. — Yo firmaré.

— Aapenas llevábamos poco tiempo casados, íbamos iniciando nuestras carreras en la Universidad, planeábamos un futuro juntos, pero se que a él no le hubiese gustado verme suspendida en el tiempo. — Comenzaron a salir lágrimas por el rostro de la Señora Lauret. — Tambien firmaré. Esto me asegura un futuro y se que es mi esposo quien me está mandando esto.

Mi mirada se cruzó con la de la señora Flores, había rencor en sus ojos.

— No firmaré. — Soltó firmemente.

— Señora tal vez si nos dijera lo que nececita.

— Yo nececitaba a mi esposo conmigo, no más, así que ahórrese su dinero, por que voy a demandar.

— Señora le estamos dando mucho más aquí, que lo que puede conseguir en una demanda. — Buscó convencerla el abogado. — No es dinero lo que quiero, es undir a su empresa.

Ella tomó sus cosas y se marchó molesta, las otras dos mujeres se quedaron para la firma.

— Mami tengo hambre. — Dijó uno de los niños que venía con la señora Roman.

Ya nos habíamos demorado así con el papeleo, ya que ellas debían leer todos y cada uno de los documentos.

— Permítanme. — Pedi una de las Secretarias que trajeran comida para las señoras y los niños.

— Muchas gracias, nos estamos cambiando la vida. — Agradeció la Señora Laurent.

— Es lo menos que podémos hacer.

...****************...

Una vez que todo el papeleo quedó listo, fui a reunirme directamente con la señora Flores. Ella no lo sabía pero yo me presentaría en su casa.

Toque el timbre. Espere un momento y al ver que nadie salía volvi a tocar.

Esta vez abrieron.

— ¿Que hace aquí?

— Vine hablar con usted.

— No tenemos nada de que hablar. — Ella iba a cerrar la puerta.

— Señora por favor. — La detuve.

Estaba ahí no tanto por que no deseara que demandara, si no por que sabía que debia haber algo en la que pudiéramos ayudarla.

— Mamá, ¿quien es?

Un chico en silla de ruedas, apareció detras de ella.

— Nadie hijo, solo vino a ofrecer algún servicio, pero ya le dije que no estoy interesada.

— ¿Que tiene? — Pregunté por el muchacho.

— Nada que le importé. — Quiso cerrar de nuevo la puerta.

La detuve. — Si me lo comparte tal vez podamos pagar su tratamiento.

— Ya dijé que no. — Pero yo no me movía.

— Está es mi tarjeta. — Saqué mi pluma imediatamente y comence a escribir el nombre de mi hotel detras y la habitacion mientras luchaba con la puerta, como pude hice que la tomara. — Si cambia de parecer la estaré esperando.

Ella terminó por cerrar la puerta y me marché a hotel.

Los días siguientes, seguí supervisando la construcción, ya llevaba casi una semana supervisando la obra. Tuve que poner la demandada en contra de Franco desde aquí. Pedi a las autoridades la máxima discreción pero con esto nunca se sabía.

Un día cuando iba saliendo del hotel pude ver que un chico en silla de ruedas discutía con la recepcionista.

— Lo lamento pero el señor Bianco es uno de nuestros clientes VIP, si no dejo dicho que vendría no puedo dejarlo pasar.

— ¿Que no me escuchaste? El fue quien me dijó que podia venir cuando quisiera.

De pronto lo recordé, es el chico que vi en casa de la señora Flores.

— ¿Me estas buscando? — El chico se giró a verme.

— Señor Bianco ¿Podémos hablar?

— Claro.

Lo guié al restaurante del hotel.

Estaba muy interesado en saber a qué había venido.

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Noemi Rios
me falta el el final
Mel G.: Hola buen día querida lectora, así es, aún esta en emisión, si gustas puedes leer ¿Tu eres mi esposa? Que es una novela antes de esta.
total 1 replies
Yolanda Fuentes
me encanta seguir con la historia de Rachel y santos 👏🏻👏🏻
Rossana Centeno
excelente
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